Disparadores lunes, 23 de mayo de 2005

El agua Ser Citrus que ahora tomo me hace acordar a los días que iba a las oficinas en Retiro de Livra el año pasado.
Esa rutina, que habré hecho unas cuantas decenas de veces, puede resumirse en la siguiente situación: breve pero aburrido viaje en tren; boleto sin doblar porque si no no pasa por la máquina; esperar a que corte el semáforo de laAvenida Libertador para poder cruzar; obligada parada por el kiosco (para comprar la famosa agua saborizada y "finamente gasificada" cuyo valor ascendía a $1,20); interminables seis cuadras hasta llegar a la oficina en las que apuraba el paso; puertas giratorias en Libertador 602; saludo (o no) al guardia en la puerta; bonito ascensor primermundista con pantalla electrónica que me recordaba lo tarde que estaba llegando (en general, unos nada graves diez/quince minutos); la Tarjeta Joven -o carnet de OSDE, en su defecto- que iba sacando de mi billetera para poder abrir la puerta de la oficina; saludo a los presentes; camino hacia mi máquina. Finalmente, tomo el agua saborizada y gasificada al tiempo que reviso los mails y abro el MSN.

Carajo, si un agüita me dispara tantas cosas, no me quiero imaginar el día que encuentre el cofre de los juguetes de mi infancia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchos recuerdos.....mi tarjeta joven tambien se vio envuelta en el mismo picaporte...tal vez solo esa era su razon de ser...quien sabe.
Lo cierto es que tambien recuerdo mi rutina hacia libertador (no muy diferente a la tuya, exceptuando las llegadas tardes, jajaja), y se me pianta un lagrimón...

Anónimo dijo...

Muchos recuerdos.....mi tarjeta joven tambien se vio envuelta en el mismo picaporte...tal vez solo esa era su razon de ser...quien sabe.
Lo cierto es que tambien recuerdo mi rutina hacia libertador (no muy diferente a la tuya, exceptuando las llegadas tardes, jajaja), y se me pianta un lagrimón...