Paritarias de prensa y fin del periodismo jueves, 15 de marzo de 2012

Porque nosotros somos los dispuestos a destilar y a ventilar nuestras ideas e impresiones. A no guardarnos nada. Los dispuestos a dar fe de que se extingue lo que tanto amamos. Y nos apena tanto, tanto que se extinga lo que amamos que, como hijos responsables y agradecidos de esta tierra, nos quedaremos hasta cerrar el boliche. Vamos a ser los últimos en irnos del entierro. Daremos, tal vez solitariamente, por finalizada esta epopeya confusa, este intento hermoso de hacer un país y de no haberlo logrado. Somos los que vamos a empujar la tierra con las dos manos para tapar el pozo, partidos en dos del llanto, porque somos la última generación que acá cantó el himno con respeto, sin erutar en el estribillo.
Hasta que la inviabilidad muestre (¿mañana?) su nueva cara de muerte y destrucción nos quedaremos en el office escribiendo. Con las tremendas ganas de hacerlo y con la obligación autoimpuesta de que esto nos saque de pobres. Ni en pedo debe ser esta una actividad de perdedores o de perdidos. Que sea la actividad cancherísima que es. El esfuerzo que sólo debe ser realizado con el escritor envuelto en terciopelo sentado sobre sillas soft, con aire, con ruedas que vuelan. Tendríamos que ir ya mismo a señar un descapotable, hermanos. Escribir y comer arroz con atún a la noche, escribir y tomar café con leche y pizza fría a la mañana, no pueden ser combos cerrados. Porque si en nuestros borradores vamos a hablar de gente que gana ocho mil dólares por mes haciendo la prensa del MERCOSUR, no sólo no merecemos menos, sino que no nos conformamos con menos. No te podés exponer a que uno de estos forros de los que hablamos las últimas semanas y que han contribuido a fundir el país y, si no a fundirlo, a hacerlo más desconfiado, más intransitable y más invivible, y que han hecho todo lo posible para que seamos la última generación que cantó el himno con respeto, nos amasije un día con el auto y terminemos olvidados en un nicho del Cementerio de Flores. No da. Este gasto inmenso de energía que hacemos, merece un homenaje en vida. Porque el Word no funciona solo. Hay que cargarlo. Y no somos de familia de guita. Tenemos que comprar las horas que hacen falta para escribir. Que las compramos trabajando. De lo que nos gusta, ¿eh? No es que sufrimos, no queremos engañar a nadie. Hacemos bastante lo que se nos canta. Vivimos de lo que se nos canta el orto. Pero queremos más. Queremos salir de pobres, ahora.

escribió allá por 2008 un tal Esteban Schmidt.


En otras noticias, este viernes 16, sábado 17 y domingo 18 de marzo los periodistas sacan su firma de los diarios. Los trabajadores están en una paritaria general de prensa por primera vez desde 1975 y reclaman un 30 por ciento de aumento salarial, además de 700 pesos de base por colaboración y 2 por ciento por antigüedad; que el día del periodista sea un feriado no laborable; el correcto encuadramiento de quienes trabajan en las versiones digitales; el respeto al convenio y al estatuto del periodista; libertad sindical en todos los medios. El reclamo básico es: 5000 pesos de básico inicial. Cinco mil pesos. Mil ciento cuarenta dólares. ¿Es tanto? ¿Los dueños de los medios van a pagar eso por el trabajo periodístico o vamos a seguirle cantándole al fin del periodismo?

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