Apuntes mundialistas: anatomía de un instante lunes, 25 de junio de 2018





















All quiet on the Eastern front. Uruguay enfrentaba a los anfitriones en el Samara Arena, y con ambos conjuntos ya clasificados lo único caliente detrás del choque parecían ser los 32 grados de temperatura en la sexta ciudad más grande del país. No hubo sorpresas cuando el conjunto de Luis Suárez y Edinson Cavani se encontró con el gol a los diez minutos, tras un tiro libre en el borde del área que el Pistolero ejecutó de manera brillante. Rusia, que había ganado con comodidad sus primeros dos partidos, se encontró por primera vez con uno de los diez mejores equipos del momento y lo cierto es que no supo mucho qué hacer. Atacó poco y, para colmo, recibió otro gol tras un disparo de Diego Laxalt que rebotó en Denis Cheryshev (jugador destacado del debut contra Arabia Saudita, que con este lleva cuatro goles en este mundial: tres a favor y uno en contra). A los 36 minutos, Igor Smolnikov vio la doble amarilla y a partir de entonces el partido —de por sí previsible— completó su metamorfosis: Rusia tratando de evitar una goleada y Uruguay bajando un cambio como pide el senador Pinedo. La segunda mitad estuvo de más y cerca del final Cavani decoró el resultado. La Celeste avanza a paso firme en la Copa del Mundo. Pero la revalidación de credenciales recién arranca ahora.

Dos apuntes breves sobre Egipto-Arabia Saudita, el duelo de eliminados. Primero: en Egipto ingresó el arquero Essam El-Hadary, que jugó noventa minutos en la Copa del Mundo con ¡45 años! Y como si fuera poco, atajó un penal. Segundo: una lástima enorme lo de Mohamed Salah. Debido a su lesión no pudo estar en la ajustadísima derrota frente a Uruguay. Cuando su cuerpo lo dejó, entró y metió dos goles en dos partidos para un equipo que amenazaba con ser uno de los tapados y al final quedó última en el grupo. Decepción total.





















Te amo, te odio, dame más. Mi conclusión tras las dos primeras fechas era que el Grupo B era el más parejo de Rusia 2018. La tercera jornada terminó por confirmar mis sospechas. Celebrados en paralelo, Irán-Portugal y España-Marruecos fueron una montaña rusa de emociones.

Primero, en Kaliningrado, Andrés Iniesta se equivoca en un pase y de ese error nace el gol de Marruecos, conjunto que shockeaba al mundo del fútbol al ponerse al frente en el partido contra el all-stars ibérico; cuatro minutos después, Iniesta se redime y de sus pies nace la jugada del empate. Mientras tanto, en Saransk, Ricardo Quaresma —el portugués de origen gitano que tiene tatuadas dos lágrimas que simbolizan, según quien analice, la muerte de dos seres queridos o dos asesinatos en prisión— mete un tres dedos exquisito para poner a los lusos al frente. Las emociones siguen en el segundo tiempo: el ex pastor, ex pizzero, ex barrendero y ex lavacoches Alireza Beiranvand le ataja un penal a Cristiano Ronaldo: una para contarle a tu nietos. De vuelta en Kaliningrado, el pibe Youssef En-Nesyri, que había entrado por la ventana a la convocatoria cuando el técnico decidió viajar con un defensor menos y un delantero más, mete un cabezazo formidable al ángulo a falta de nueve minutos por jugar.


Anatomía de un instante: en el minuto noventa, España estaba segunda y Portugal clasificaba primera en el grupo. Casi al mismo tiempo, Aspas marcaba el 2-2 para España (el árbitro no terminaba por confirmar, lo que sumaba al suspenso) y en Portugal-Irán todo era confusión por una supuesta mano en el área de los europeos. Dos minutos más tarde, el VAR le otorga el gol a España y marca un dudoso penal para Irán. Irán convierte su penal y deja a España primera en el grupo. ¿No es suficiente? Agrego: en el minuto 93, el iraní Mehdi Taremi queda solo frente al arco pero su disparo da en la parte de afuera de la red. Si la pelota entraba, Irán eliminaba a Cristiano Ronaldo de Rusia 2018 y clasificaba a octavos primera en el grupo.

Qué bien maridan el Mundial y los infartos.

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