Sobre culpas y responsabilidades jueves, 4 de agosto de 2005

Voy a servirme del ejemplo de los hechos ocurridos en República Cromagnon hace ya siete meses.

Parece que nunca pasa, hasta que pasa -dice el dicho.
De un momento para el otro, mientras vivimos instantes más o menos rutinarios e indiferentes, estos hechos suceden.

Las reacciones son varias:
Lo primero que hacemos, naturalmente, es horrorizarnos. El hecho supera las expectativas, lo esperado, y pone en evidencia lo que todos dirían luego: nadie estaba preparado.
La segunda reacción es buscar un "culpable" y velar por su castigo. Ibarra o Chabán, según el caso. Atacarlos, elevarlos a la categoría de asesinos, pedirles la cárcel.
La tercera -que muchas veces es simultánea a la anterior- consiste en repetir incesantemente: "todos somos culpables", en una suerte de rito inconducente.

¿Qué significa ser culpable? ¿Quién tuvo la culpa en Cromagnon?

La Real Academia nos da dos definiciones pertinentes para la palabra culpable.

1. Se dice de la persona a quien se imputa una acción u omisión ilícitas por haberlas cometido de forma deliberada o con negligencia de sus deberes.
2. Dicho de una persona: Declarada responsable civil o penalmente

Ahora bien: para realizar una teoría explicativa seria sobre lo sucedido en Cromagnon debemos elaborar una metodología de investigación que respete determinados criterios. La explicación de un fenómeno requiere la búsqueda de ciertas causas que deben cumplir un número de requisitos. Uno de ellos es el de parsimonia, es decir, el de la economía de factores. Una explicación será mejor que otra cuando a iguales grados de generalidad y precisión alcanzados, menor sea la cantidad de factores o variables utilizados.
En otras palabras: no podemos decir que "todos somos culpables", porque es lo mismo que decir que nadie lo es. Si no jerarquizamos las responsabilidades o la negligencia en los deberes (como en las definiciones de culpabilidad) jamás vamos a llegar a una conclusión, y mucho menos a una guía de acción.
Teniendo en cuenta esto, y en un intento por jerarquizar, podemos decir que mientras mayor es el poder que uno tiene en la sociedad, mayor también será la responsabilidad en un hecho en el que se tenga relación.
En este esquema, Aníbal Ibarra -en primer lugar- y Omar Chabán -en segundo- emergen como principales responsables de Cromagnon. Pero es fundamental profundizar en estas afirmaciones.
Si Omar Chabán era el dueño del boliche República Cromagnon, él es el responsable último de todo lo sucedido en el local, especialmente en lo relacionado con la seguridad. Pero la importancia de Chabán, como figura, acaba allí. Él es sólo un empresario (entre tantos), él tiene una empresa en una economía de mercado: su objetivo es el lucro, disminuyendo costos y aumentando ingresos.
Si nos vamos a las nociones más básicas de macroeconomía, allí es donde debería intervenir el Estado: corrigiendo las fallas del mercado. Que pueden ser la pobreza, el desempleo, pero que en este caso es la seguridad. Este boliche es solo uno de miles en nuestro país que no cumple siquiera con las condiciones mínimas de seguridad, y es así porque jamás hubo inspecciones serias, el Estado jamás se hizo presente. Las empresas -repitamos- buscan el lucro, y en ese sentido son hijas del rigor -y no descubro la pólvora, me parece.
¿Quién es el Estado en este caso? El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y su jefe, Aníbal Ibarra. Si Ibarra era el Jefe de Gobierno al momento del incendio del boliche de República Cromagnon, su responsabilidad es enorme. Aún dejando de lado su patética pelea por si la Superintendencia de Bomberos era su dependencia o no, existe un dato contundente: Ibarra recibió entre 1999 y 2004 decenas de informes de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad -un promedio de uno cada tres meses- alertando sobre la ausencia de medidas de seguridad. Una de las últimas denunciaba "un alto incumplimiento a las normas vigentes por parte de los responsables de locales bailables", sobre todo las de seguridad contra incendio, lo cual "pone en peligro la vida de más de 400.000 personas por fin de semana, especialmente jóvenes".
Los demás "culpables" no pueden estar a la misma altura. Algunos pseudoperiodistas señalaron como principales culpables a "los que tiraron la bengala", cuando en realidad la famosa bengala era causa necesaria pero no suficiente. Y repetir esa muletilla de que toda la sociedad es culpable es no sólo intentar una generalización que le quita toda seriedad y sentido a la teoría explicativa sino que además es un patético intento de equipararlos con el nivel de responsabilidad de alguien que vive de forma directa de la seguridad de sus clientes (Chabán) o de los habitantes de su ciudad (Ibarra).

¿Sirve de algo buscar un culpable? ¿Hay alguna forma de evitar que algo como lo de Cromagnon suceda en el futuro?

El objetivo de buscar culpables no sólo va unido a la idea del castigo al pecador y posterior cristiano alivio de la sociedad. La idea del encuentro del culpable, si intentamos ir más allá, implica reconocer la regla quebrantada, lo que no debe hacerse. Ibarra es simplemente el ejemplo negativo, el ícono de una responsabilidad no cumplida. Su "castigo" (que vaya a juicio, que pierda su imagen y carrera política) debe ser un ejemplo a futuro para otros que vayan a ocupar su lugar.
En estos tiempos en donde creemos que todos, o nadie, tienen la culpa, debemos elaborar una guía de acción, tenemos que poder analizar nuestro propio rol en este esquema e intentar hacer algo, por más mínimo que sea. Participar en una marcha por justicia, evitar elegir a un representante que sea cómplice de un aparato que no controla los lugares a donde vamos, exigir que haya más Estado -no menos- y que éste defienda a sus habitantes...

Y ahí Sartre, que siempre se cuela: "Uno es lo que hace con lo que hicieron de uno"

0 comentarios: