BAFICI: Entrevista a Fernando Martín Peña miércoles, 18 de abril de 2007

Entrevista a Fernando Martín Peña, director del festival
“Hay que reconstruir el mercado de cine de arte”

por Horacio Bernades

“Me parece que salió bien, creo que estuvo más equilibrada que la del año pasado”, contesta el director del Bafici, Fernando Martín Peña, cuando, recién concluida la novena edición del festival, se le pide un balance. Es el tercer año en que Peña está a cargo de uno de los dos festivales de cine más importantes de la Argentina (el otro es el de Mar del Plata) (...)
A los 38 años, Peña desarrolla una labor múltiple, sumándole, al cargo de director del Bafici, el de programador del área cine del Malba, conductor del programa de televisión Filmoteca, preservador de material fílmico y presidente de Aprocinain, asociación civil sin fines de lucro que apunta a la creación de una Cinemateca Nacional.

–¿Cómo ve al Bafici?

–Me parece que el festival sirve para suplir la falta de oferta de lo que puede llamarse cine de calidad, o de arte, que se observa a lo largo del resto del año en la cartelera porteña. Claro que es un poco absurdo concentrar en menos de quince días una oferta de casi trescientos largometrajes, como sucedió en esta ocasión, pero eso tiene que ver con que durante el resto de la temporada estas películas no aparecen en las salas. Entonces, como es la única forma que el público tiene de llegar a ellas, nos vemos obligados a traerlas. Aunque, repito, me parece que es bastante irracional que sea así.

–¿Le parece que el Bafici podría hacer algún aporte para resolver este desbalance?

–Lamentablemente, no me parece que dependa de nosotros sino de las autoridades que rigen el cine, ya que a los distribuidores parece no interesarles traer este tipo de películas. O es un negocio que no les cierra.

–¿Qué se le ocurre que se podría hacer?

–Para mí la intervención del Estado en defensa del cine argentino debería atender tres aspectos: producción, exhibición y preservación. Actualmente, se cubre la primera de esas facetas, gracias a una política de créditos y subsidios que permite que se pueda filmar en la Argentina, donde hacerlo es tan caro como en todas partes del mundo. Pero están faltando las otras dos patas del asunto.

–¿Qué podría hacer el Estado en términos de exhibición?

–No veo por qué el Estado, como parte de su política de protección, no puede generar un circuito propio, destinado a programar la clase de cine que las salas comerciales se niegan a proyectar. Podría tratarse de una inversión exclusivamente estatal o de un sistema mixto, asociado con capitales privados. Eso permitiría subsanar ese desequilibrio del que hablábamos, en el que hay por un lado un festival de cine que arrastra un montón de gente durante unos pocos días (nuestros cálculos indican que este año se vendieron unas 260.000 entradas, un 10 por ciento más con respecto al año pasado), y en el resto del año, un páramo.

–Pero también sucede que las mismas películas que en el Bafici la gente se mata por ver, después se estrenan y no va nadie.

–El tema es que no se puede explotar de la misma manera un producto de Hollywood y una película de arte. El éxito de los tanques de Hollywood se define en el primer fin de semana, cuando esas películas están en condiciones de llevar una cantidad importante de gente, gracias a toda la maquinaria de promoción previa que están en condiciones de montar. Pero una película de arte, de la que normalmente se estrenan un par de copias, no suele estar en condiciones de generar esa expectativa. Por eso requiere de otros tiempos, no puede jugar su suerte en un par de fines de semana. Nosotros en el Malba programamos esta clase de cine a lo largo de un mes, y eso da tiempo para que se arme el boca en boca que se necesita. Y hemos podido comprobar que a muchas de esas películas les va mejor en el Malba que en una sala “normal”, por la sencilla razón de que las sostenemos durante más tiempo. (...)


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