SOPA, Megaupload y el tema del copyright jueves, 19 de enero de 2012
























Ante todo, una breve declaración de principios. Tanto la ley como nosotros deberíamos esforzarnos más por distinguir entre compartir música y películas, por un lado, y lucrar con el filesharing, por otro. Compartir películas y discos, en tanto no persiga el lucro, debería estar despenalizado. Punto. El bien común por encima del derecho de propiedad. No es "lo mismo" un pibe que comparte una película en BitComet que el videoclub que alquila películas truchas: este último está violando la ley.
Este parece ser el caso de Megaupload.

Ahora bien, debemos separar el caso de Megaupload del proyecto SOPA: como bien recuerda Fabio, ni siquiera era necesaria para meter presos a los dueños de la empresa. El negocio de Megaupload, al igual que el videoclub que alquila DVDs truchos, lucra con el trabajo de otros sin reversión, mejora o remix alguno. Gustavo Arballo resume el fallo con la siguiente sentencia: "Megaupload sabía que existían materiales no autorizados y no hacía el takedown".
Ahora bien, el problema que plantea Fabio es el siguiente:

Si Megaupload es punible ¿volvemos a foja cero? Es decir, de ahora en más cada sistema "en la nube" para alojar archivos y compartirlos sin autenticación ¿deberá rever sus métodos y forzar una suscripción para, en caso de denuncia, escrachar a sus usuarios y librarse de culpa y cargo?
Como leí en Twitter: "Con SOPA, te pueden dar cinco años de cárcel por subir una canción de Michael Jackson. Uno más que al doctor que lo mató." A mi entender se trata de una lucha que la industria del entretenimiento tiene perdida de antemano. (Y ojo, no la pierde tanto contra "los valientes usuarios" como con otras corporaciones, pero de la rama digital. Capitalismo, que le dicen). Como recuerda Celeste Gay Fuentes:
A pesar del reconocimiento de estos derechos casi absolutos de los titulares de la propiedad intelectual, el éxito de este derecho frente a los actos de acceso de utilización no autorizados de obras y prestaciones protegidos es muy incierto. No basta la formulación de derechos sobre el papel, ni la amenaza potencial de un sistema de sanciones jurídicas dirigido a todos los que intervengan en las transmisiones en línea (...) En los sistemas de distribución descentralizada de contenidos que proliferan en Internet, la policía del copyright y los sistemas judiciales de los Estados miembros difícilmente podrán enfrentarse contra millones de actos de desobediencia cometidos por los usuarios.

Lo dije hace tres años, luego de ver el documental RIP: A Remix Manifesto y comprobar que la propiedad intelectual había sido una cuestión muy poco discutida por fuera de los círculos informáticos (entre otras cosas, porque estamos hablando de un tipo de propiedad privada, el núcleo incuestionable del capitalismo monopolista): el principal problema con el artificio legislativo del concepto de "derecho de autor" es que parte de un concepto de "creación" individual, autónomo, absolutamente falaz. Y en este sentido -recordaba allá por 2009- la principal tesis del documental era muy clara: toda cultura se elabora en base a algo pasado. Cualquier obra se teje sobre otras obras previas, en un juego intertextual al que ni los mayores "genios" le han escapado.

¿Cómo es posible alentar nuevas creaciones si la propiedad intelectual se concentra en cada vez menos manos, si se otorga por períodos cada vez mayores, si las obras ofrecen mínimas (o nulas) chances de ser reproducidas en el marco del fair use? ¿Cómo se sigue sosteniendo el cuento de que los artistas "se ganan la vida con lo que cobran por derechos de autor", cuando músicos, escritores y cineastas cobran porcentajes ínfimos de lo que se le factura al usuario, cuando está probado que los mayores ingresos se vienen dando por otro lado (recitales, conferencias)?

Esto no es un canto al copyleft. Sabemos bien que
entre estos dos polos opuestos, los creadores -autores y artistas intérpretes o ejecutantes- son los convidados de piedra en el debate internacional acerca de la propiedad intelectual en el entorno digital. Sus intereses no pueden identificarse enteramente con el de los grandes grupos, de los cuales pueden incluso liberarse en un entorno de descentralización de la distribución de los contenidos como es Internet; pero tampoco podrán ser garantizados por el discurso de oposición a la propiedad intelectual, que no ha sido capaz hasta el momento de formular los mecanismos para que los creadores obtengan una remuneración adecuada a su trabajo intelectual si se prescinde de los sistemas de propiedad intelectual.
Sin embargo, algo es seguro: llegó la hora de acabar con este sistema policíaco de copyright corporativo. No te pueden multar por u$s 222.000 por bajarte unas canciones del Kazaa. Walt Disney no le puede hacer un juicio a tu jardín de infantes por pintar un Mickey Mouse en el patio. Los abogados de Metallica no pueden exigirle a Fibertel que revele tu paradero porque te bajaste algunas de sus canciones sueltas sólo porque los tipos no sacaron un disco entero decente desde su autotitulado de 1991.

Lo viejo no termina de morir, lo nuevo no termina de nacer. En el medio se desarrolla una lucha abierta, inconclusa, entre arte y mercado.

Imagen: Kipp Baker bajo licencia Creative Commons

6 comentarios:

Marco Mustapic dijo...

Libro gratuito sobre el copyright:

http://www.jus.uio.no/sisu/free_culture.lawrence_lessig/sisu_manifest.html

Y un video que vi hoy, imposible en un futuro con SOPA:
http://vimeo.com/35055590

Leonardo F. dijo...

Muy bueno el post, resume algunas cosas que venia pensando, creo que algo te quedo en el tintero, que no lo habrás puesto porque a priori suena a trosko trasnochado, y es que es intencional que la producción cultural quede en pocas manos. Walt Disney Co., por ejemplo, sabe muy bien que Hanna Montana y High School Musical son un modelo de mundo integrado, cristiano y dócil, pro-sistema, que adoctrina pibes para que no se les ocurra hacer un Occupy WallStreet cuando lleguen a la adolescencia rebelde y no los moleste mientras celebran sus acciones con Champagne (ups! denominación de origen) perdón, espumante. :(

Anónimo dijo...

están preparadas las cárceles del planeta para recibir a todos los que violan los derechos de autor?

Mendieta dijo...

Muy bueno Fede. Empecé a entender la cosa. Gracias.

Juenele dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juan L dijo...

Creo que ya varios plantearon esto en las redes sociales, pero vale igual.

Estoy de acuerdo con lo que se plantea en el primer párrafo sobre la diferencia entre la socialización de la cultura y el lucro mediante la piratería, por lo que Megaupload en parte merecía algún tipo de sanción.

Ahora bien, en los servidores de MU también había millones de archivos personales y obras con licencias de Creative Commons que ahora quedaron inaccesibles. ¿Quién se hace cargo de todo eso? Además, ¿qué pasa con los usuarios que pagaron una suscripción premium por un año? Mucha gente queda en el medio y, seguramente, sin respuestas de ningún lado.