Los mejores tweets de 2017 jueves, 21 de diciembre de 2017

"El asombro, el temor, la adoración, el conocimiento, el uso, el acostumbramiento, el maltrato, la indiferencia y el abandono son secuencias de nuestra relación con el dispositivo técnico". Esta frase de Carlos Mangone bien podría utilizarse para ilustrar nuestra cambiante y contradictoria relación con Twitter. ¿Cuál de ellas es la reacción dominante en este momento, ahora que la red social del pajarito (7,2 millones de usuarios únicos en Argentina) pasó a formar parte del léxico diario por estas pampas?

Por lo pronto, se observa una característica compartida: la intensidad. Twitter siempre fue el lugar de la hipérbole, resultado natural de la combinación de tres factores: (1) el espacio limitado para decir algo, (2) el tirapostismo, fenómeno alentado por un soporte en el que todos somos emisores, y (3) la cotidianidad rampante que atraviesa las vidas mayormente ordinarias de sus usuarios. Pero si ya el año pasado habíamos detectado ciertas señales de agotamiento, la característica saliente de la aldea de Twitter Argentina en 2017 fue el enturbiamiento, la sensación de que la cancha está embarrada. Son los bots y los trolls, sí, pero también la paranoia, la persecución a los tibios y la crueldad gratuita, elementos que caracterizan por estos días a este antro semi-endogámico.
























Esta es la séptima edición consecutiva de los mejores tuits de los últimos doce meses. En comparación con años anteriores, se observa en varios tuits la incorporación masiva de mayúsculas para énfasis, el uso de memes por parte de todo tipo de usuarios —algo que dejó de ser potestad exclusiva de los "chistosos"— y la rápida adopción del (inicialmente resistido) pasaje a los 280 caracteres.

Emparentar el armado de una selección de tuits con un trabajo de curadoría es un movimiento, si acaso, algo chanta: se supone que uno favea tuits que le gustan, suma algunas sugerencias, corta y pega y voilà. Pero lo cierto es que a medida que el dispositivo se masifica, la tarea comienza a requerir un verdadero laburo de edición, parecida a la de —digamos— un productor de la Warner al que le piden un compilado con las mejores canciones de artistas emergentes. ¿Qué incluir? ¿Los más populares? ¿Los más gancheros? ¿Algún tuit "de autor" a descubrir? Luego aparecen preguntas vinculadas a la extensión y ritmo de la lista. ¿Narramos el año que pasó a través de los tuits, o les damos entidad propia y ponemos sólo aquellos que valen la pena (parafraseando al New York Times, all the tweets that's fit to print)? ¿Se sacrifica calidad por variedad, poniendo un gran tuit de diez usuarios distintos en lugar de diez tuits excelentes del mismo? ¿Se busca el chascarillo, la observación aguda, el chiste fácil, el comentario solemne pero certero, todo lo anterior?

Tiro las preguntas como tensiones sin resolver; dejo, también, enlaces a dos brevísimos listados asociados: Cómo te ven, te tratan (la mirada extranjera sobre Argentina, curada por Mark Healey) y los 16 mejores tuits en inglés de 2017.


El año que se fue

Dos mil diecisiete fue el año de la asunción de Donald Trump, un bravucón que se movió entre escándalos nacionales e internacionales, del ban travel a seis países musulmanes a su guerra de tuits contra Kim Jong-un; de la crisis casi terminal en Venezuela, cuya prolongación en el tiempo solo prueba aquello de que "siempre se puede estar un poco peor"; del terremoto en México; de la burbuja del bitcoin; de la llegada de Emmanuel Macron al gobierno en Francia; de otra temporada de atentados, de Barcelona a Manchester y Londres, pasando por Somalia y Egipto; de las protestas en Charlottesville y el auge del neonazismo en el país que combatió a los nazis en la Segunda Guerra Mundial; del referéndum secesionista en Cataluña; del mass shooting más mortífero de la historia de los Estados Unidos; del huracán María y la destrucción casi total de Puerto Rico; todo esto, en el primer año con António Guterres como secretario general de la ONU. Estos doce meses fueron testigo de fenómenos internacionales como el movimiento #MeToo, un esfuerzo encomiable en un momento en el que cada vez más mujeres comienzan a elevar sus voces, el cual sucede —esto también hay que decirlo— en un clima de culto a la corrección política, con todo lo que ello trae aparejado: "la histeria sectaria, la intolerancia juvenil, la paranoia y el solipsismo", según enumeraba Christopher Hitchens.

El año llegó a su fin con un golpe total a la neutralidad de la red en los Estados Unidos y la compra de Fox a manos de Disney, que por estos días inundaba las pantallas de cine del planeta con la última entrega de la saga de "Star Wars". Antes, habíamos presenciado el falso Oscar a "La La Land" y el boom de la nostalgia ochentosa, de "It" a "Stranger Things", la cual, obviamente, vimos en Netflix, que junto a Spotify fue uno de los sistemas de streaming que más se consolidaron este año, todo al ritmo de "Despacito" de Luis Fonzi. También en 2017 volvimos a amar a David Lynch (con esa película de 16 horas y media llamada "Twin Peaks: The Return") y se cimentó como nunca antes el poder de Facebook y Google, en especial en lo que hace a la producción de contenidos y a los ingresos por publicidad.

Las muertes de Malcolm Young, Tom Petty, Hugh Hefner, Harry Dean Stanton, Frank Vincent, Jerry Lewis, Martin Landau, Adam West, John Hurt, Chuck Berry, George A. Romero, Roger Moore, Chris Cornell, Jonathan Demme, Mary Tyler Moore y Miguel Ferrer nos golpearon, algunas más que otras, mientras seguimos extrañando horrores a Prince y a David Bowie, dos de los que se habían ido en 2016.

A nivel local fue el año de la contundente victoria electoral de Cambiemos en los principales distritos del país y de la crisis de identidad del peronismo, en sus distintas variantes; de la desaparición y posterior hallazgo sin vida de Santiago Andrés Maldonado, que protestaba en Cushamen cuando la Gendarmería desplegó un operativo de desalojo; del arresto de Julio de Vido, Amado Boudou, Carlos Zannini, Héctor Timerman y Cristóbal López; del 2x1 a represores pero también del fallo contra la enseñanza religiosa en escuelas públicas; de la (hasta ahora, infructuosa) búsqueda del submarino ARA San Juan; del kirchnerismo que en términos de voto popular está como el gato de Schrödinger, vivo y muerto al mismo tiempo; de ciudadanos detenidos e incomunicados por protestar en marchas infiltradas por los servicios de inteligencia; del cierre del Buenos Aires Herald, de la agencia DyN, del diario La Razón y siguen las firmas, en un mapa de medios cada vez más monocorde; de los dos muertos en el recital del Indio Solari; de otra clasificación agónica al Mundial, del Boca puntero todo el año en el fútbol recodificado y de la vigencia del "joven de 40" Manu Ginobili, el mejor jugador latinoamericano de básquet de todos los tiempos.

En el plano económico, los famosos "brotes verdes" finalmente hicieron su aparición, aunque la fallida cumbre de la OMC, la continuidad argentina como mercado de frontera y el acelerado ritmo del endeudamiento le hicieron advertir a Carlos Melconian: "ojo que se puede ir todo a la mierda". Las reservas están en niveles récord, la economía crece sin creación de empleo y el año cierra con el gobierno modificando hacia la baja la fórmula de las jubilaciones con las fuerzas de seguridad en la calle.



Los mejores tuits de 2017