Apuntes mundialistas: la dignidad de los nadies lunes, 2 de julio de 2018





















El mejor Brasil de los últimos diez años contra el mejor México que recuerde: todo anticipaba un gran partido de octavos de final en el Samara Arena.

El comienzo no podría haber sido mejor. Una vez más, como contra Alemania en el debut, México salió sin miedo, con un planteo "guapo", ante un rival superior. El plan de Osorio era marcar rápido y luego manejar el ritmo el partido, pero a los 25 minutos fue Brasil el que tomó el mando del encuentro y desde entonces no volvió a soltarlo. Guillermo Ochoa hizo lo que pudo frente al asedio brasileño pero al minuto 51 todo comenzó a desmoronarse para la Tri. Neymar Jr. arrancó uno de sus característicos "desbordes hacia el centro" y cuando todo indicaba que iba a rematar al arco, jugó un taco con Willian, para luego correr al espacio y esperar la devolución. Golazo y 1-0. A cuatro del final llegaría el KO: Fernandinho recuperó la pelota en la mita de la cancha y filtró rápido un pase profundo para Neymar, que se escapó por izquierda y la punteó ante la salida de Ochoa. Roberto Firmino no tuvo más que empujarla en la línea.

Es el séptimo mundial consecutivo que México se queda afuera de la Copa en octavos de final. En defensa de la Tri, algunos argumentan que casi siempre se enfrenó a rivales muy difíciles (de la talla de Holanda, Alemania, Argentina y Brasil), pero no hay que olvidar que es la propia selección mexicana la que termina generando estos fixtures al no aprovechar las oportunidades para ganar el grupo. Recordemos que en el Mundial 2010 (el de aquella recordada victoria frente a Francia) había empatado con Sudáfrica y perdido un partido muy "empatable" con Uruguay, lo que la condenó a jugar contra Argentina en octavos. En Rusia 2018 venía con seis puntos de seis y le alcanzaba un empate con Suecia para clasificar primera: fueron goleados y de ahí que terminaron enfrentándose a Brasil. It's on you.





















Bélgica-Japón es otro de los motivos por los cuales urge luchar por una sociedad nueva en donde los mundiales nos encuentren de asueto, disfrutando de los partidos en la comodidad del hogar merendando churros con submarino.

Un encuentro en apariencia menor, entre un candidato de segunda línea y un equipo asiático que alterna derrotas en octavos con fracasos rotundos en primera ronda, terminó en uno de los partidos más memorables de la historia reciente de la Copa del Mundo. Nada de esto parecía posible en la primera mitad, ya que luego de tener a los japoneses contra las cuerdas en los primeros veinte minutos, los belgas soltaron el pie del acelerador y el trámite se fue apagando.

Los segundos cuarenta y cinco minutos, en cambio, fueron algo de otro planeta, como para grabarlos enteros y pasarlos en Netflix bajo la categoría "Acción y Aventuras". Mientras los belgas se cansaban de desperdiciar oportunidades, Japón encontró la suya: un pase filtrado para Genki Haraguchi que Jan Vertonghen pifió cuando fue a interceptar y que Haraguchi -delantero consolidado en el fútbol alemán- definió con frialdad germana ante la salida de Courtois. El mundo del fútbol en shock. Pero eso no era todo: Bélgica intentó reaccionar con un derechazo de Hazard que dio en el palo y, a los pocos segundos, Takashi Inui recibió un pase hacia atrás del 10 Kagawa, se acomodó y sacó un latigazo desde afuera del área. Golazo y Japón se ponía 2 a 0 a los 52 minutos. Festejos en Brasil que ya saboreaba unos cuartos de final frente a los nipones. El reloj seguía corriendo y Japón tuvo sus chances de liquidar por completo el partido, pero a los 69' Vertonghen compensó el error del primer gol con un centro cerrado que se le fue metiendo al arquero japonés, y cinco minutos más tarde, Fellaini conectó un centro con el guante de Hazard. Ya era uno de los mejores partidos del Mundial, pero faltaba más.

El árbitro había adicionado cuatro minutos: iban 93' y córner a favor para Japón. Centro muy bien atajado por Courtuois, que sale rápido y arranca el ataque con De Bruyne, que comanda la acción y se lleva la pelota mientras Lukaku, más adelantado, se empieza a filtrar entre dos nipones. Es la última jugada del partido. De Bruyne la abre a la derecha para Meunier y Lukaku se prepara para recibir en el punto del penal. Sale el centro y Lukaku se anticipa a su marcador, pero -con gran inteligencia- la deja pasar para Nacer Chadli, que aparece solo por detrás y marca el agónico 3-2. Partido para el infarto, para el recuerdo, y (en el caso de belgas o japoneses) para el recuerdo del infarto que sufrieron aquel 2 de julio de 2018 mientras seguían por televisión, o desde el estadio, la fiesta futbolera que se desató en Rostov del Don.

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