por Federico Poore
El periodista Martín Sivak eligió escribir sobre un tema bastante popular: el diario Clarín. Pero a diferencia de trabajos anteriores, Sivak encara la primera investigación completa acerca del periódico. Cubriendo desde la primera edición, en agosto de 1945, hasta llegar a la Guerra de Malvinas, Clarín: el gran diario argentino. Una historia (Planeta, 2013) probablemente se convierta en lectura obligatoria para estudiantes y estudiosos.
¿Cuáles son los principales aportes de tu libro con respecto a la historia de Clarín?
La historiografía de Clarín se organizó en dos grandes líneas. Primero los libros reivindicativos de Roberto Noble, como los de Luis Sciutto, una exaltación o reinvidicación de su figura. Luego hubo libros más críticos de Clarín, el clásico es el de (Julio) Ramos, donde la idea del monopolio está desarrollada por primera vez. Después el de Pablo Llonto, una biografía no autorizada, crítica, de la directora. Luego el de Mochofsky, que aborda sobre todo la cuestión de los hijos y la herencia. Lo que yo me propuse fue, en vez de ver a Clarín desde categorías más actuales, empezar de atrás. Ver a Clarín no a la luz de las discusiones actuales sino de las del año ’45. Es la primera historia política del diario, en relación al Estado, la política, las fuerzas armadas, el propio proyecto político de Noble... y a la vez es una especie de historia de la prensa y la política argentina de los últimos cincuenta años. Por otro lado, me preocupé porque el libro sea más que nada el producto de un trabajo de archivo: está basado en mi tesis doctoral, lo que tiene cosas buenas y malas. Una de las cosas buenas es el énfasis en los documentos de archivo y la importancia que tienen los archivos para los departamentos de Historia. Tenía muchos prejuicios sobre Clarín: algunos los confirmé y otros los dejé de tener. La época de Noble era muy misteriosa, estaba envuelta en una gran nebulosa. Entre la lectura del diario, más los archivos de Noble y de Frondizi, pude trazar ciertas líneas de la relación entre Clarín y el Estado y salir de las ideas más conspirativas. Y eso complementado con las entrevistas, algo muy central: siempre trabajé de periodista y mi reflejo fue más de ir a hacer entrevistas. Muchísimas. Hay personas a las que entrevisté catorce veces. Esto fue fundamental para entender las decisiones que se tomaron en el diario.
En cuanto a los orígenes del diario, uno de los mitos que derribás sobre la historia de Clarín es que su fundador, Roberto Noble, no compró el diario con la venta de un campo, como se cree.
Eso lo descubrí en Washington. Luego de que Clarín reconociera la victoria de Juan Domingo Perón, en 1946, el Departamento de Estado le ordenó a la Embajada norteamericana en Buenos Aires que averiguara sobre el diario. La embajada produjo un informe muy detallado en el que relevaba quiénes contribuyeron al lanzamiento de Clarín, entre los que se encontraban (el gobernador pro-fascista) Manuel Fresco. Además, Noble recién recibió ese famoso dinero por la venta del campo después de la salida del diario.
¿Por qué el mito, entonces?
Ayudaba a esconder la fuerte dependencia que Clarín tenía en relación al Estado. Existen documentos de 1952 en los que Raúl Apold dice que Clarín es un diario independiente, “pero cada vez que lo requerimos, nos ayuda”.
¿Cómo era la primera redacción de Clarín?
Era un híbrido. Tenía mucho de Crítica, de hecho su primera redacción tenía, más que nada, periodistas provenientes de ese diario. Había comunistas, ex fascistas, pro-nazis. Como a Noble lo habían acusado de tener simpatías por el eje durante la Segunda Guerra Mundial, debía sobreactuar su ecuanimidad.
¿Y cómo eran los primeros números?
Tenía notas cortas, con color, buen precio y formato tabloide. Punto.
¿Ideológicamente como se posicionaba?
Lo interesante es la tensión entre dos modelos: por un lado, el de Crítica y su búsqueda de lectores, por el otro, la pretensión de Noble de ser como los Mitre o los Gainza Paz (dueños de La Prensa), más cercano al modelo siglo XIX del político que saca un diario para participar de la lucha política.
La embajada decía que el diario era como la temperatura de Washington o Buenos Aires: si no te gusta, esperás y cambia sólo. ¿Clarín fue oficialista de todos los gobiernos?
No en el caso de Illia. Recordemos que Illia había anulado los contratos petroleros firmados por Frondizi, a quien Clarín había apoyado fervientemente. Con un detalle: mientras algunas revistas como Primera Plana y Confirmado fueron muy agresivas con Illia. Clarín fue crítico, pero respetuoso.
Pero desde entonces, y hasta la pelea con el gobierno de Cristina Kirchner, Clarín tuvo momentos de oficialismo con todos los gobiernos.
Sí. Siempre en la prensa hay unos meses de wait and see. Pero Clarín lo mantiene. Algo que tiene que ver, en parte, con la dependencia del Estado en términos de créditos o de acceso al papel, y que Noble tenía una actitud transaccionista con todos los actores de la época. Luego Noble admite que no puede ser presidente pero que puede hacer presidentes.
Esa frase es increíble.
No la hubiese creído, pero apareció en dos testimonios y después la encontré en el propio archivo de Noble.
¿Cuál es tu opinión? ¿Clarín puede hacer presidentes?
No, de hecho todas las apuestas que hace en vida fracasan. El lugar que ocupa Clarín está un poco exagerado. Esto de que (Héctor) Magnetto instala un presidente o que ningún político resiste un determinado número de tapas en contra son lugares comunes. El Grupo Clarín es una empresa que tiene una enorme capacidad de presión, pero ni los lectores del diario ni los televidentes de TN toman todas sus decisiones a partir de su opinión.
¿Cómo definirías a Roberto Noble?
Un avanzado, un hombre de vanguardia en todo sentido. No un editor pero sí un gran político que sabe de las posibilidades de un diario. Pocos argentinos del siglo XX vieron de esa manera la potencialidad de un diario y la posibilidad de instalarse. El mundo de la prensa es también una web de relaciones, del diario con los lectores, el mercado, los gremios: Noble entiende toda esa complejidad. Era un tipo muy intuitivo.
Tras la muerte de Noble, su viuda Ernestina Herrera de Noble y el entonces joven contador Héctor Magnetto asumieron la conducción del diario y lo transformaron en un multimedios. Se han peleado con algunos gobiernos, pero nunca como con el gobierno kirchnerista.
El grupo siempre tomó una opción intermedia entre los lectores y los negocios, pero este nivel de hostilidad no tiene precedentes ni del lado de Clarín ni del lado del gobierno. Es muy llamativo.
Si uno piensa a Clarín en función del termómetro social, podemos pensar que rompe con el gobierno en años malos para el gobierno (2008-2009). Pero si Clarín hubiese acompañado más el humor social, en 2010-2011 debería haber sido más oficialista…
Totalmente. Uno de los mayores errores de Clarín fue pensar que con la crisis del campo se terminaba el kirchnerismo, una interpretación errada que llevó a la empresa a pensar según esa coyuntura y pagó muy cara esa apreciación.
¿Algún periodista o integrante del diario se negó a hablar para el libro?
Sabat y Laura Yusem fueron los únicos. Bah, dos de los periodistas actuales tampoco quisieron hablar, pero no puedo mencionar quiénes son.
¿Cómo se lo tomó la gente de Clarín?
Nadie me escribió para decir “esto no es así”. Algunos ex periodistas me hicieron algunas observaciones, no de datos, pero de interpretación de personajes.
De cómo los recuerda cada uno.
Claro, es más una cuestión emotiva que otra cosa. Que debería ser más crítico del libro de Jorge Asís, en fin, cosas de periodistas (risas)
¿Registrás una división al interior de los periodistas de Clarín?
Todavía no lo sé, es algo que quiero trabajar para el segundo tomo (que va desde 1982 hasta la actualidad). Pero es un momento incómodo para muchos de los entrevistados. Para Kirschbaum o Van der Kooy puede ser más fácil, pero para el laburante… Quiero hacer una diferenciación clara entre los periodistas y la empresa, porque esa diferencia existe. Pero algunos no lo entienden así, están demasiado comprometidos con las causas de la empresa.
Hace 5 años.