EN LAS TIERRAS DEL ENEMIGO
por Esteban Podetti
“Papá, ¿puedo jugar con el abuelo?” “Bueno, pero después volvelo a guardar en el cajón”
El humor es degradación. Trabaja con la degradación de los valores, de
las personas, del lenguaje y hasta de la autoestima. Al contrario del
poeta, que trata de hacer al mundo más bello de lo que es, la misión del
humor es rebajar al mundo a un nivel más bajo posible. ¿Por qué? Porque
nos hace reir. Porque recordar que nada es tan sagrado nos produce un
alivio y (si insistimos en encontrarle un lado noble) de alguna manera nos hermana.
Lo contrario de la degradación es, justamente, el homenaje. El homenaje
y la elegía son el terreno del principal enemigo del humor, que es la
solemnidad. Y de sus cultores, los recitadores de discursos y los
ensalzadores de los valores y los nobles sentimientos. Porque aunque al
humorista le gusta sentirse un filósofo o un revolucionario, en realidad
es una especie de pibe medio rompepelotas en la edad del pavo: sus
enemigos son el jefe tiránico y el dictador, pero también lo son el
héroe, el santo, el poeta, el trabajador, la maestra de grado, la madre
abnegada y hasta la víctima: la tarea del humor es encontrar el detalle
estúpido en la cruzada más intachable y la tragedia más espantosa. En el
camino se ofende a un montón de gente y nuestras abuelas nos quitan el
saludo, claro, pero esa es la cruz que carga nuestra tarea.
Que
un humorista homenajee a otro humorista es completamente contradictorio;
va contra la naturaleza misma de nuestro trabajo. El humorista que se
presta a un homenaje ha claudicado. Porque entramos a jugar el juego del
enemigo (el juego de la frente surcada de arrugas y las palabras
altisonantes), con sus armas, sus estrategias y sus ceremonias. He visto
suficientes películas de artes marciales para saber que esto es un
grave error. Durante un homenaje, el humorista debería ocuparse de
lanzar ingeniosas ironías y, si esto no funciona, imitar al difunto con
una voz graciosa, o tal vez bajarse los pantalones y mostrar el culo.
Pero claro, somos humanos. El otro día fueron asesinados humoristas por
el hecho de hacer su trabajo (sea a causa del fanatismo o de una
diabólica estrategia política pro-OTAN, el tiempo dirá) y que yo
recuerde es la primera vez que pasa algo así en la historia de nuestro
gremio. Y nuestra primera reacción es “¡Homenaje! ¡Homenaje! ¡Duelo!
¡Elegía! ¡Dibujo de lápiz ensangrentado!”
Atribuyamos esta
claudicación al shock y el espanto, pero tratemos de recordar que este
no es el orden natural de las cosas: Hemos entrado al reino de los
plomos alegremente y entregado las armas, la armadura y el rosquete.
¿Qué puedo decir ante esta derrota? Lo único que debería decir un humorista en estos casos: ¡Patapúfete!
(Escribí esto junto al chiste adjunto publicado en Página 12, porque
desde luego formo parte del ejército de entregadores del rosquete,
quevachaché)
Nada es sagrado martes, 13 de enero de 2015
por Fede / Billie a las 12:29 a.m. 0 comentarios
Etiquetas: El Mundo, Humor, Pensamientos
Readymades viernes, 9 de enero de 2015
I do not say that all Muslims are terrorists, but I have noticed that an alarmingly high proportion of terrorists are Muslim. A paranoid or depressive person —of whom we have many millions in our midst— does not have to end up screaming religious slogans while butchering his fellow creatures. But a paranoid or depressive person who is in regular touch with a jihadist 'spiritual leader' is presented with a ready-made script that offers him paradise in exchange of homicide.
Christopher Hitchens, "Hard Evidence", Slate, 16-11-2009
por Fede / Billie a las 1:32 p.m. 0 comentarios
Etiquetas: El Mundo, Pensamientos
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