El nuevo es para papito lunes, 28 de septiembre de 2009

Pensamientos sueltos sobre la nueva publicidad de la AFIP



Don Carlos es un acierto publicitario notable. El segundo spot está sin lugar a dudas basado en las repercusiones del primero, llegando incluso a la autoparodia. No hacen falta más "chistes" del aviso de la AFIP, ya que de a poco estos spots se van convirtiendo en parodias de sí mismas.

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La moral del spot considera -abiertamente- a los obreros de una fábrica como morochos idiotas que festejan cualquier huevada. Y Don Carlos es un personaje más complejo de lo que parece: es paternalista, sí -como cabría esperar en toda postal de conciliación de clases- pero también es garca: vive subordinando el bienestar de sus empleados al suyo propio.

Es decir: los cortos de "Don Carlos" conforman una extraña publicidad oficial, en donde el jefe es (¿ex?)negrero, paternalista y garca, pero sin embargo... ¡es el héroe de la película! Y sus empleados sólo saben decir "bieeen, Don Carlos" a cualquier promesa estúpida. ¿Alguien dijo incorrección política?

Ese combo es el que logra el objetivo de la publicidad: la instalación de la marca y del mensaje. Todos saben que es de la AFIP. Y desde la primera publicidad, aseguran, se blanquearon 300.000 empleados. Mientras tanto, tu jefe sigue siendo un garca con auto nuevo que trata a sus laburantes como animales.

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Tal como leía Zizek con la película "The Fountainhead" (basada en un guión de la ultraliberal Ayn Rand), la publicidad es tan sobreconformista que subvierten el edificio ideológico dominante por su propia identificación excesiva con él. La adoración total a los mecanismos de una Secretaría de Ingresos Públicos (¡y el impresionante conocimiento que tienen acerca de sus sorteos los obreros de una fábrica!) no hacen más que volver evidente la ridiculez intrínseca de todo el (injusto) sistema tributario local y la notable estupidez del proceso impositivo.

Separados al nacer lunes, 21 de septiembre de 2009


Matthew Broderick + Adolfo Rodríguez Saa = Rubén Giustiniani

El centroizquierda, por fin en una pulseada real domingo, 20 de septiembre de 2009



(...) Para la izquierda parece ser un momento de grandes definiciones. No se trata del falso dilema de apoyar o no al gobierno de Cristina Kirchner. Lo que está en cuestión es el perfil de una posición política y su proyección futura. En estos días hemos asistido a una demostración de fuerzas del progresismo. Lejos de quedar atrapado en una lógica de “todo o nada”, los diputados del sector activaron una negociación inteligente y con base de principios. Lograron la modificación de los aspectos más conflictivos del proyecto: la apertura del acceso de las telefónicas al negocio mediático y la composición de la autoridad de aplicación. Tenemos un proyecto con media sanción mejorado seriamente respecto de su redacción original. El Gobierno también hizo la experiencia de cómo la flexibilidad política y el diálogo facilita la construcción de mayorías concretas en temas de particular sensibilidad. El progresismo no puso esta vez el testimonio moral en el lugar de la definición política; no recitó su desgraciadamente frecuente apelación a todo lo que está mal en el país y a todo lo que este gobierno no ha resuelto. Se situó en la materia del debate y produjo un resultado que por su amplitud y contundencia crea favorables condiciones para el debate en el Senado.

Pero la discusión sigue. Y las presiones de los grupos multimediáticos y de las corporaciones empresarias se pondrán al rojo vivo. Están dispuestos a dialogar con un centroizquierda “serio”, “moderno”, “realista”. Con un centroizquierda que haya aprendido definitivamente la existencia de límites insalvables para cualquier proyecto transformador. No importa si el progresismo clama contra la pobreza y la injusticia: eso forma parte del folklore de cualquier “país normal”. El problema es que esté dispuesto a comprometer sus fuerzas en la definición de las pulseadas reales de poder que transcurren. Si así ocurre se termina con los buenos modales. Sobreviene el chantaje, las campañas de descalificación, el silenciamiento. Para tener buen marketing, la izquierda tiene que tener comportamientos “razonables”.

Parece estar naciendo un proyecto serio y maduro en el centroizquierda. Un proyecto sólida e indiscutiblemente democrático. Ajeno a toda idea fundamentalista y maniquea. Y dispuesto a crecer en democracia, a ampliar su base de sustentación con un horizonte de mayorías y de gobierno. Por supuesto que tendrá que recorrer un camino complejo y lleno de obstáculos. Pero ni el atajo de las concesiones políticas a la derecha, ni el ejercicio de la proclamación sectaria de las propias verdades al margen de la lucha política deberían torcer el camino emprendido. (...)

Edgardo Mocca, Página/12, 20-09-2009

Pino Solanas: "Es una tontería creer que esta ley es kirchnerista" sábado, 19 de septiembre de 2009



"Este proyecto nace muchísimos años antes de que los Kirchner llegaran a la Casa Rosada"

Sostiene, acertadamente, Pino Solanas, en una entrevista otorgada a La Nación que reproduzco a continuación:

Horas después del avance en la Cámara de Diputados del proyecto de ley de medios que impulsa el Gobierno, el diputado electo de Proyecto Sur, Pino Solanas, defendió hoy la posición de su bloque que apoyó la iniciativa y aseguró que "es una tontería" pensar que está alineado con el Gobierno.

Aunque criticó las modificaciones impulsadas en el órgano de aplicación de la ley -que se amplió de cinco a siete miembros-, señaló que "en el balance" la mayor parte de los cambios planteados desde ese sector político fueron implementados.

En diálogo con lanacion.com, sostuvo que desde la oposición "se exagera mucho" respecto de la posibilidad de que con la iniciativa kirchnerista se viole la libertad de prensa. (...)

- Con respecto a la autoridad de aplicación ¿No cree que es riesgoso que el Gobierno mantenga el control de este organismo? ¿Más allá de todas las modificaciones que se incorporaron, no es éste un punto esencial?

- Por supuesto que sí. No todos los puntos que hemos planteado los hemos conseguido, pero en el balance, la mayor parte de ellos, empezando por el de las telefónicas, se consiguió. Además, esta autoridad de aplicación es mejor que la que estaba planteada en sus orígenes y mejor a la que hoy rige. Además, el consejo asesor tiene la facultad de remover a los miembros de este comité.

- ¿Si usted hubiera estado en el recinto, hubiese tomado la misma decisión que Lozano?

- Por supuesto. Las leyes son siempre perfectibles. Lo importante es que por primera vez en más de 30 años se discute una ley que va a reemplazar la norma de la dictadura, que es muy inferior a esta.

- La diputada socialista Laura Sesma, la única de ese bloque que votó en contra del proyecto, sostuvo que "la letra de la ley no tiene nada que ver con lo que viene diciendo" el Gobierno sobre la democratización del sistema de medios.

- No, esa es una opinión de ella. No estoy de acuerdo con eso. La ley diversifica, descentraliza, desmonopoliza, tiende a asegurar el desarrollo realmente independiente. Incluso este consejo de control introdujo dos miembros más. Antes era mayoría absoluta del Ejecutivo. Es muy difícil que con siete miembros las trapisondas queden ocultas. (...)

- ¿No cree que está en riesgo la libertad de prensa, como denuncian otros partidos de la oposición?

- Creo que se exagera mucho. Todo eso depende del organismo de control. Es una exageración porque los poderes de la República como la Justicia y el Parlamento no han dejado de existir. Es como si esta ley anulara todo. Esta ley introduce el control de la Sigen y de la Auditoría General de la Nación.

- Usted fue votado en los últimos comicios como la mejor opción de centroizquierda opositora al Gobierno. ¿Qué sensación piensa que puede tener la gente que lo votó en los últimos comicios tras el apoyo a la iniciativa oficial?

- Hemos recibido todo tipo de apoyos. En general, las encuestas nos están dando al tope.

- Desde la oposición, lo acusan de haberse alineado con el Gobierno y señalan que este voto es una prueba de ello.

- Cada uno dice lo que se le da la gana. Tendrían que decir que 25 diputados de centroizquierda hoy son kirchneristas. Eso es una tontería. Es como creer que esta ley es kirchnerista. Eso es ignorar la cantidad de años que decenas de organizaciones sociales, de derechos humanos, de comisiones de comunicación, de legisladores y dirigentes, hemos luchado para cambiar la ley de la dictadura. Pocos han organizado tantos encuentros nacionales sobre la materia como yo. No se puede decir eso. Ya en la campaña se me decía que yo era kirchnerista porque que apoyaba el proyecto de reforma de la ley de radiodifusión. Este proyecto nace muchísimos años antes de que los Kirchner llegaran a la Casa Rosada. El kirchnerismo ha tomado esto, lo manipuló mucho. Su proyecto inicial era muy contestado por muchos de nosotros y este proyecto creemos que es todo un triunfo de todo ese trabajo anterior. El proyecto Kirchner fue abierto y modificado en muchos puntos sustanciales. (...)

- ¿Pero avalaría comenzar un debate para impulsar modificaciones?

- Nos hemos cansado de decir que no tenemos prejuicios. Hay otras fuerzas que piensan que todo lo que viene del Gobierno o de la oposición hay que patearlo. Todo lo que es bueno para el país lo vamos a apoyar y vamos a criticar lo que es criticable. Acá para no confundir a nadie hay que estar todos en contra o todos a favor. La política no es ni blanco ni negro. Consiste en zonas grises.

Rehecha la ley viernes, 18 de septiembre de 2009



por Martín Caparrós
Crítica, 18-09-2009


Ayer, tras tanta tinta, tanta cháchara chocha, tanto tonto tanteando al tuntún, la Honorable Cámara de Diputados de la Nación –Argentina– terminó votando a favor de la ley más debatida de los últimos tiempos porque el gobierno había cambiado algunos de sus artículos. ¿Puedo decir que ese proceso de negociación que Morales Solá en La Nación definió como “un gesto desesperado”, Susana Viau en Crítica de la Argentina como “un mamarracho mezquino”, Clarín en Clarín como “una marcha atrás” y Macri como “fachista” en todos lados, me pareció un gran momento democrático? O, por decirlo de un modo menos precioso y más preciso, un ejemplo infrecuente de funcionamiento de los mecanismos de la democracia de delegación.

Digo: un gobierno pretende sancionar una ley para regular una cuestión que visiblemente le importa mucho, y la presenta a la consideración de los legisladores; los oficialistas, faltaba más, dicen que la votan, pero una cantidad de diputados de otros partidos dice que así no porque tal, porque cual. Entonces el gobierno, que por supuesto quiere que aprueben su ley, la cambia para conseguir el apoyo y el consenso –el famoso consenso– necesarios y, al fin, gracias a esos cambios, logra la media sanción más complicada.

Si esto no es lo que pensaban los que inventaron el sistema parlamentario, que vengan y me expliquen cómo era. Todos los demócratas que le reprochaban flamígeros al gobierno su tozudez, su obcecación, su caprichonería, su autismo y, por supuesto, su autoritarismo ahora lo acusan de haber modificado su proyecto para ganar los votos que necesitaba. Lo acusan de haber cooptado a ciertos opositores: cuando socialistas, solanistas y otros explicaron por qué se oponían, el gobierno medio satifizo sus demandas y les permitió –los obligó– a votar a favor. Fue una maniobra –perfectamente democrática– bien hecha y ahora estos opositores tienen que explicarles a muchos de sus votantes, que los votaban por opositores, por qué votaron a favor de una ley del gobierno –en un asunto que sale del blanco o negro fácil y pasa al gris, siempre más complicado de traducir en un minuto de televisión o tres de radio.

Los demócrata-reprochistas acusan al gobierno, además, de haber apurado el trámite –después de haberlo acusado antes, durante meses, de darle largas–, e incluso se retiraron de la sesión alegando que empezó media hora tarde. Mientras tanto, los grandes medios, abroquelados como nunca, insisten en su defensa acérrima de la libertad oíd mortales. Ya escribí hace quince días aquí mismo lo que pienso cuando veo a Clarín, La Nación y otros buenos muchachos enarbolando la “libertad de prensa”; también lo escribió aquí mismo ayer, mucho mejor, Reynaldo Sietecase.

Insisto: me sorprende que hoy nadie salga a hablar de democracia. La democracia no es mi fetiche favorito pero ustedes, estimados, que se llenan la boca con democracia, se hacen gárgaras de democracia a la mañana, buches de democracia después de las comidas, lavativas de democracia tras las deposiciones, deberían festejar alborozados. Señores Pro, señoras Acuerdo, señoritas coberas, señores y señoras etcétera y etcétera, ¿no deberían proclamar su felicidad porque el congreso por fin ha servido para algo, los mecanismos democráticos para algo, para algo los debates de un proyecto? (...)

Media sanción para la Ley de Servicios Audiovisuales: Eduardo Macaluse jueves, 17 de septiembre de 2009



"Hasta ahora la tesis del actual y del anterior Poder Ejecutivo consistía en que ceder era perder; entonces, no se cedía un palmo, porque se tenían los votos. Ahora, los diputados oficialistas pueden demostrar que si ceden, ganan, lo que puede ser un buen augurio."

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Lo dice Eduardo Macaluse, del bloque Solidaridad e Igualdad (SI), en su exposición de su voto favorable para el proyecto de Ley de Servicios Audiovisuales, que ya cuenta con media sanción en el Congreso Nacional. La exposición de Macaluse es notable, asíque me permito compartir con ustedes sus principales pasajes:

“No podemos creer nada de lo que se lee en un periódico. La misma noción de verdad resulta sospechosa cuando está inmersa en ese transmisor de polución.”
Esta frase no es de Hugo Chávez, El Khadafi o Evo Morales... sino del presidente Thomas Jefferson, que curiosamente es reconocido por otra frase que indica el enorme respeto por la independencia de la prensa libre.
Cito esta frase que él le escribe a un amigo y es citada por Giovanni Sartoni en Homo Videns porque expresa la ambivalencia y la pulsión del hombre que está en el poder, la tentación de no ser controlado.
También podría citar frases que un siglo después pronunció William Randolph Hearst, dueño de varios medios en los Estados Unidos. Él había mandado un dibujante a Cuba para tomar imágenes de lo que pensaban que debía ser la guerra, porque en ese momento no había fotógrafos. El dibujante le dice: “Acá no va a haber guerra. Mándeme de vuelta porque estoy harto en Cuba.” Entonces él le contesta, mediante un telegrama: “Usted suminístreme los dibujos, que yo le voy a suministrar la guerra.”
Esa guerra se produjo porque se dio a conocer una noticia falsa. Por accidente había explotado una mina debajo de un buque -el Maine- y los medios que estaban bajo la órbita de Hearst y todos los otros medios reprodujeron en cadena la noticia de que había habido un atentado. O sea que Estados Unidos fue a la guerra por una noticia falsa.
No fue la única vez, porque siglos después se repitió esto con muchas otras guerras, casi con las mismas características, con la diferencia de que han existido avances tecnológicos.
Lo paradójico es que en lo tecnológico se producen avances, pero hay retrocesos en el tratamiento de las noticias. ¿Qué quiero decir con esto? Las disputas entre los hombres de poder y los dueños de los medios de comunicación no son un invento argentino, porque no nacieron ahora. Está en la naturaleza humana, porque el hombre que está en el poder no quiere que le pongan límites. Y nosotros, mediante la legislación, debemos ponerles límites a los hombres que están en el poder político.
Los hombres que son dueños de los medios de comunicación tienen la tentación y la pulsión de convertir ese poder en un poder ilimitado. Nosotros debemos ponerles límites. De eso se trata este proyecto de ley. En esto quiero ser minimalista; no tengo expectativas grandilocuentes, pero estoy absolutamente convencido de que la futura norma será una mejor ley que la que tenemos hoy en vigencia, que vergonzosamente proviene de una dictadura. No sólo nos avergüenza su procedencia, sino también su concepción ideológica y política.
¿Qué es lo que tenemos que hacer nosotros? Evitar que quien está en el poder tenga un poder ilimitado. Debe aceptar ser limitado. También debemos evitar que quienes tienen medios de comunicación pasen a tener un poder ilimitado a través de la concentración.
Eso lo puede hacer y lo debe hacer la dirigencia política, y no la clase política. La clase política es una categoría impuesta por los medios para degradar justamente a aquellos que los deben regular. (Aplausos y manifestaciones en las bancas y las galerías.) ¿Cómo cumplimos nosotros con nuestra tarea? Discutiendo y debatiendo. Este proyecto de ley se viene discutiendo desde hace décadas. Lo vienen impulsando por fuera de las instituciones las organizaciones no gubernamentales con muchas luchas. Es la primera vez que nosotros institucionalmente avanzamos hasta este punto. Me parece que es muy bueno. Rompimos el tabú. Hablar de la ley de radiodifusión hasta hace tiempo estaba permitido como jueguito al costado de la tribuna, pero no se podía entrar a la cancha. Pero hoy entramos a la cancha a discutir estas cosas.
No debemos discutirla en términos de guerra santa, sino en términos de establecer regulaciones sensatas y racionales, teniendo en cuenta parámetros internacionales y legislación comparada, sobre todo de los países desarrollados y de los que muchas veces se ponen como paradigma de la democracia. Esto es lo que mínimamente hace esta norma. Y no me parece mal que lo haga.
¿Cuál es la tentación del oficialismo? Evitar que en la ley aparezcan controles que puedan limitar la pulsión de poder ilimitado de los gobernantes. Sobre esto nosotros, como oposición, tenemos la obligación de avanzar.
¿Cuál es la tentación de la oposición? Buscar el favor de los grandes dueños de los medios de comunicación, que no quieren ser regulados. Esto es lógico y natural. No nos tenemos que enojar con los dueños de los medios porque no quieren ser regulados. Simplemente tenemos que regularlos. Esa es la obligación que tiene el poder político. (Aplausos.)
Por eso esto no tiene que ser una guerra. De aquí debe salir una normativa racional y sensata. En las modificaciones siempre hay un doble estándar por parte del poder económico. Cuando el poder concentrado necesita –porque le conviene- tener cambios, lo que se dice es que hace falta una modernización legislativa para dar por tierra con las leyes vetustas. Y cuando no le conviene porque no quiere, porque se regula o porque se avanza sobre alguno de sus privilegios, se plantea la cuestión de la inseguridad jurídica.
Para algunas cosas el cambio legislativo, aunque lo hagan avasallando como ocurrió en los 90, es una modernización; para otras cosas, es inseguridad jurídica. Nosotros no tenemos que hacernos cargo de ese doble estándar; debemos tener uno solo. Tenemos que normar y regular, y nadie se va a morir por eso.
¿Por qué hay que reglar esta cuestión? Porque las disputas entre el poder político y el poder de los medios muchas veces se puede llevar puesto a un país. Y puede resultar peor cuando acuerdan, porque ni siquiera sabemos sobre qué han coincidido. Esto tiene que estar normado y reglado.
Que haya una autoridad de aplicación donde convivan representantes de distinta naturaleza y extracción rompe con el silencio, con la opacidad y con la oscuridad en la negociación. Esto es absolutamente claro e indiscutible: cómo se controla mejor y cómo se previene contra la opacidad y la oscuridad de las discusiones entre los dueños de los medios y los que ejercen el poder político con más gente.
¿Qué es mejor, tener un interventor que sea el que discuta y decida, o tener siete miembros, que son los que discutirán? Obviamente, los medios hacen su cuenta y dicen “hay siete”. El poder político puede cooptar, y son cinco a dos. También es arbitrario cinco a dos. Si cooptan todo, puede ser siete a cero. Busquemos la legislación comparada. ¿Cuántos representantes tiene la autoridad de aplicación en Francia? Nueve. Tres los pone el presidente de la Nación, tres el presidente del Senado y los tres restantes, el presidente de la Cámara de Diputados. En Estados Unidos hay cinco representantes, todos designados por el presidente de la Nación con acuerdo del Senado. ¿En Brasil cuántos hay? Cinco. A todos los nombra el presidente de la Nación. En Estados Unidos no puede haber más de tres de un mismo partido. Es decir que el Poder Ejecutivo tiene mayoría y dispone de ella. Esto no es ilógico porque el Poder Ejecutivo no sale por sorteo. (Aplausos.) De lo contrario vivimos repitiendo la frase de doña Rosa “¿No escucharon el mensaje de las urnas?”. Pero el mensaje de las urnas se da cada dos años y tiene la misma validez; no se trata de escucharlo sólo cuando a mí me gusta. (Aplausos.)
A fuerza de ser sincero, debo decir que a mí no me gustó el mensaje de las urnas de cuando ganó la presidenta actual. Pero me lo tengo que bancar porque esa es la regla elemental de la democracia. El mensaje de las urnas dice que hay una presidenta hasta 2011. Después habrá otro. Debemos respetar esto y tiene que gobernar.
Ahora bien, creo que se debe trabajar más profundamente sobre las reglas de control. (...) En general los organismos de control son el botín que desde la oposición se plantea para generar un problema el Ejecutivo, que obviamente rechaza. Y después, cuando hay que hacer un trabajo, ni el oficialismo ni la oposición han trabajado con la fuerza suficiente como para que cada funcionario esté obligado a venir a rendir cuentas. Creo que tendríamos que avanzar muchísimo en profundizar todo el sistema de controles cruzados, porque si no, terminaremos sancionando proyectos que no son malos, pero que después no servirán para nada.
Esta iniciativa es perfectible, y hemos propuesto modificaciones. Algunas apuntaban al corazón de la ley, y el oficialismo aceptó modificaciones sustanciales. Con respecto a los medios de comunicación, un día dicen que la presidenta dio marcha atrás e introdujo modificaciones al corazón del proyecto de ley, pero al día siguiente, la noticia es vieja y se afirma que no se modificó nada y que el proyecto no sirve.
Si se dio marcha atrás en cuestiones que atañen al corazón de la ley fue porque alguien las propuso y se aceptaron. Esto fija un hito, porque hasta ahora la tesis del actual y del anterior Poder Ejecutivo consistía en que ceder era perder; entonces, no se cedía un palmo, porque se tenían los votos. Ahora, los diputados oficialistas pueden demostrar que si ceden, ganan, lo que puede ser un buen augurio (Aplausos.)
Se planteaba el tema de las telefónicas y teníamos la preocupación de que se iba a crear un monopolio, con la posibilidad de negocios de gente allegada al Poder Ejecutivo. Ello se volteó y no podemos minimizar el cambio que se dio allí. Lo reconocemos y creo que es un avance en el proyecto de ley. (...) Preferimos el contenido a la forma, pero la forma también es importante. Estoy seguro de que habrá modificaciones que introducirá el Senado, las que terminaremos aprobando por no haber trabajado con más tiempo.
De todas formas, estoy convencido de que es un avance, porque es mejor tener este proyecto, que establece controles cruzados de la democracia, que tener una ley que otorga un poder omnímodo a una sola persona para hacer negociaciones que por definición se hacen en la opacidad y oscuridad. (Aplausos en las bancas y en las galerías.)

Quién lo hubiese dicho: la batalla ideológica dentro del mainstream la conducen Wainraich y Schultz domingo, 13 de septiembre de 2009

En febrero de este año el New York Times publicó un artículo bastante crítico del magnate mexicano Carlos Slim. Hasta acá, nada nuevo, claro... Sólo que Carlos Slim es uno de los principales accionistas -uno de los dueños- del diario. Esto le llamó la atención -un poco, si apenas- a Martín Caparrós, que una semanas más tarde escribió una columna en la que sostenía

Si el New York Times publica una nota dura sobre los negocios de uno de sus dueños es, en parte, porque a sus editores les gusta esa imagen inflexible de sí mismos y, mayormente, porque saben que sin esa imagen su negocio se derrumba: que su público espera eso de ellos, y no los toleraría –dejaría de consumirlos– si fueran muy claramente de otro modo. Entonces publica ese artículo –que al fin y al cabo no tiene grandes revelaciones, que dice lo mismo que todos dicen y nadie puede ignorar del todo, y que le sirve para salvar la cara. Pero ése es el punto: que crean que tienen que hacerlo, que su público les exija que lo hagan.

Nuestro columinsta terminaba preguntándose

cuándo Clarín va a contar las maniobras de Héctor Magnetto, La Nación las tretas de vaya a saber quién –porque ni siquiera está muy claro de quién es. Cuándo van a salir por América TV los curros de la pareja Vila-Manzano, cuándo en Radio América los negocitos del nuevo magnate Sergio Spolsky. O si, por ejemplo, sin ir más lejos, Crítica de la Argentina escribirá sobre sus dueños.

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Hace un año, más o menos, publiqué una pequeña nota en donde cuestionaba el modelo de emisiones como Televisión Registrada, en donde si bien se intentaba delinear una línea editorial más firme que otros programas autorreferenciales, "el escándalo siempre puede más y lo que por momentos amaga con ser político o periodístico en el programa se pierde, una y otra vez, en 'informes' frívolos con escándalos del mundo deportivo y del espectáculo" y que allí "más que una distancia crítica frente a lo mostrado, lo que se da es una reproducción del fenómeno."

Creo que sigo pensando más o menos lo mismo de TVR que hace un año. Pero anoche, antes de irme a dormir, enganché un potente informe del programa -en Canal 13, sí- sobre el proyecto de Ley de Servicios Audiovisuales y me quedé pensando en lo que dijo Caparrós. Lo comparto con ustedes.

Moratoria espiritual martes, 8 de septiembre de 2009

Cuando hace algunos meses la cúpula de la Iglesia Católica local -con la clara intención de ganar prensa y en no ser la única religión en plegarse a la onda opositora republicana liberal- salió a denunciar el "escándalo" de la pobreza, muchos recordaron que se trataba, apenas, de una condena nominal, políticamente correcta. ¿De qué le serviría a la Iglesia terminar con ella, si de ella se alimenta?, argumentaba Cecil, basándose en Mateo 5:1-12, que después de todo "Los mansos, los pobres de espíritu, los que tienen hambre y sed... son absolutamente necesarios para el sostenimiento de la iglesia tal y como la conocemos hasta hoy. El statu quo: quedate ahí donde estás, porque el sufrimiento terrenal te garantizará una vida eterna feliz... y, de paso, ya que estamos, sé bueno y poné la otra mejilla."

Pero hay algo aún más absurdo en la oposición eclesiástica a este gobierno, que hasta habla de neomarxismo por primera vez desde Marcuse 1969, y que si se opone a todo lo que hacen los Kirchner como la ultracatólica de Carrió, se cae de maduro que también estarán contra el "polémico" proyecto de blanqueo de capitales, la llamada moratoria impositiva. Lo cual es aún más increible porque, ¿de qué se trató sino el Jubileo del año 2000? Una moratoria de confesiones, un perdón de las deudas.

Se comenta que todos aquellos que se habían portado bien todos los días durante los últimos veinticinco años estaban a las puteadas, porque "al final uno es el gil que tiene todo en regla para que después caiga cualquier hijo de puta y lo perdonan".

Más sobre el Proyecto de Ley de Servicios Audiovisuales domingo, 6 de septiembre de 2009



Comparto algunos artículos de interés para profundizar el debate sobre la ley que, esperemos, reemplace a la vigente Ley de Radiodifusión de 1980 y sus modificaciones menemistas y delarruístas.

- Por si quedaba alguna duda, el proyecto presentado es, ante todo, una ley antimonopolios. Los grandes medios pierden el 76% de sus licencias, afirma Crítica en una nota que detalla quiénes tienen que perder para que puedan ingresar más voces en un mercado más equilibrado.

- Resulta que algunos de los diputados que participaron en el armado de la actual ley ahora se le oponen. Y para colmo, con argumentos falaces o falsos. Ya lo viene diciendo Carrió desde 2003: "¡Me opongo! ¿De qué se trata?"

- Comenta Mario Wainfeld: "El debate, empero, avanza. Es una primera victoria, digamos gramsciana, del oficialismo y de quienes lo acompañan en la reforma. Temas que fueron tabú durante años se ventilan al aire libre. Se habla sobre monopolios, sobre abuso de posición dominante, se repasan privilegios cristalizados en los últimos treinta años. La posición de quienes quieren cerrar la puerta es poco airosa: deben empezar haciéndose cargo de que la norma vigente es anacrónica, que lleva las marcas indelebles del autoritarismo procesista y la desaprensión privatista del menemismo, que arrasó el patrimonio público. La propia invocación de eventuales monopolios futuros como un riesgo los introduce en un declive que les complica la existencia."

- Opina Martín Caparrós, a pesar de la sospecha: "...una ley que va a romper las grandes corporaciones mediáticas tendrá consecuencias favorables para todos. Yo creo en el cambio en general –porque veo muy pocas cosas que no lo merezcan–, y en el cambio de la estructura de medios argentinos en particular –porque son una desgracia. No me gusta del todo cómo se hace éste, pero me parece que es bueno patear un hormiguero tan nocivo. Estoy convencido –opino– de que lo que salga no puede ser peor que lo que hay."

¡Extra, extra: Edición Histórica! miércoles, 2 de septiembre de 2009

Clarín, 28/08.
Una tapa histórica. Para coleccionar y guardar.



"El gobierno quiere avanzar sobre la prensa independiente"
"Presentan la ley para controlar los medios"
"Ernestina de Noble: ningún apriete torcerá nuestro compromiso con la sociedad"
"Lo que molesta (al gobierno) es la impotencia para controlar y manipular a los medios"
"Unánime rechazo de la oposición: reclaman que lo debata el nuevo Congreso"
"Nuevos ataques contra oficinas del Grupo Clarín".

Dice mi amigo Santi: "Imperdible el título, el copete, y la foto del Ronaldinho camionero que apoya la ley: un horror choripanero para que se indigne la clase media blanca urbana y bien pensante".

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Una investigación del sitio Diario Sobre Diarios sobre los títulos de tapa del diario Clarín de los meses de junio y julio de 2007, 2008 y 2009, en relación con el gobierno nacional, reveló lo siguiente:

- En 2007 hubo un promedio de 7 títulos positivos, 7 negativos y 7 neutros
- En 2008 hubo un promedio de 4 títulos positivos, 9 negativos y 16 neutros.
- En 2009 hubo un promedio de 3 títulos positivos, 10 negativos y 21 neutros.*

[* Jorge Fontevecchia había citado mal estas cifras colocando "ningún título positivo" en su nota del Domingo pasado. Diario sobre Diarios corrigió esta cifra.]

También Clarín fue el diario que más veces utilizó la palabra “tarifazo” y TN quien le anexó más adjetivos descalificativos.

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Noticias #1705, 29/08. Una tapa histórica. Para coleccionar y guardar.



"Huellas profundas de su personalidad. Informe psicológico de Kirchner. El paso de la depresión a la euforia y a creer ahora que le está ganando al campo, a Clarín y a la oposición. Las razones íntimas de un hombre sin límites, desde su compleja infancia hasta su intransigencia actual. Para poder entenderlo a él y a una sociedad que pasó de admirarlo a considerarlo la imagen del Mal. (...) De día embiste con más fuerza que nunca contra aquellos que creían haberlo derrotado, de noche duerme en posición fetal para lamerse las heridas y recuperarse para la siguiente batalla."

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Dice Vicente Lereño en su manual de periodismo: Adjetivar es una forma de mentir porque se altera la realidad de un hecho (y si no se altera se incide en la percepción del lector), se inmiscuye la opinión de una persona (o personas) con un (o muchos) propósito (oculto o no), con intenciones (oscuras o claras) o no, pero sí desconocidas. Yo acá veo tres adjetivos refiriéndose al mismo objeto. Y todo esto sin contar las metáforas bélicas ("aunar voluntades de la tropa") y las "fuertes críticas" que, se ve, llovieron tan de repente que no dieron tiempo ni a buscarles un sinónimo.



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Ah, ¿estos señores siguen pataleando?



De vuelta Diario Sobre Diarios: Entre los diarios financieros, Ambito edita un título levemente adverso a la Mesa de Enlace. “Campo se endurece con plan de paros crónicos”, así encabeza la tapa Ambito, y asegura que en el sector rural “amenazan con, cada dos semanas, volver a las medidas de protesta”.

Decía Michael Moore en su discurso de los Oscar: "And any time that you have the Pope and the Dixie Chicks against you, your time is up." Cuando ya hasta Ambito Financiero está en contra tuyo, Mesa de Enlace, sabé que tu hora se acerca...