Separados al nacer * jueves, 28 de febrero de 2008


Natalia Lobo, la de "Chiquititas" / Minnie Driver, de "Good Will Hunting"

* Propuesto por Luquitas

«La inseguridad social será el tema del futuro» lunes, 25 de febrero de 2008

Les acerco un reportaje con uno de los grandes discípulos de Pierre Bourdieu. Especial atención al texto marcado en itálica.

Entrevista a Louis Wacquant
por Laura Di Marco para La Nación, 28-11-2007



La tesis central de sus trabajos sobre los guetos urbanos resulta inquietante: “Al contrario de lo que se supone, el crecimiento económico fabricará más y más pobres. La solución a la desigualdad ya no pasará exclusivamente por generar más empleos y que la gente pueda vivir de su trabajo. Eso ya no será posible, porque la supervivencia no podrá garantizarse sólo a través del mercado laboral. Se deberá pensar en nuevas maneras de distribuir los derechos sociales y económicos, porque la inseguridad social será el gran tema del siglo XXI”.

Louis Wacquant, de 47 años, es el principal discípulo del sociólogo francés Pierre Bourdieu, uno de los más influyentes y conocidos del siglo XX. Con él escribió Una invitación a la sociología reflexiva.

- Usted dice que el crecimiento económico no sólo traerá bienestar, sino también más marginalidad. Pero la verdad es que no me imagino a los políticos argentinos proponiendo un retroceso. ¿Qué solución potable sugiere?

-La solución no pasa por frenar el crecimiento, sino por dejar de ilusionarse con que remediará la marginalidad, porque es al revés: traerá más pobres si nos quedamos esperando que el mercado laboral mejore y que la gente consiga trabajo. La expansión del trabajo precario asalariado, con baja remuneración, hecho que ya estamos viendo en los países más desarrollados, generaliza la inseguridad social. Es necesario buscar políticas públicas que ataquen la marginalidad en forma más directa.

- ¿Cómo es eso? Si no es del trabajo, ¿de qué vamos a vivir?

-La principal fuente de marginalidad es el desempleo y la proliferación del trabajo part time y en negro, y eso no se resolverá con el crecimiento económico. La precariedad no es un fenómeno pasajero ni del pasado: está en nuestro futuro. En adelante, ya no podremos depender del salario para garantizar lo básico. Se requerirá un mayor compromiso del Estado para distribuir los principales bienes sociales: tener un techo sobre la cabeza, no morir de una enfermedad curable, poder trasladarse, tener acceso al entrenamiento laboral...

- ¿Propone algo así como un piso mínimo de derechos básicos, garantizado por el Estado?

-Sí, pero cuando hablo de una política pública igualadora no es porque ame el Estado. No debe ser entendido el Estado como la teología de la izquierda. Precisamente a mí me parece que el desafío del siglo XXI es salir de la discusión de Estado versus mercado, como si fuera un debate religioso. El punto es que hasta ahora no se ha inventado un instrumento mejor para reducir la desigualdad. Mientras los pobres afrontan una inseguridad objetiva, la clase media sufre otro tipo de inseguridad social. Se trata de la inseguridad subjetiva, porque los trabajos son cada vez menos seguros. Entonces se comienza a sentir incertidumbre por el futuro, la ansiedad de no saber si se podrá transmitir a los hijos el propio estatus social. Eso lleva a la clase media a sentir hostilidad por los marginales, que aquí pueden ser los piqueteros. El rechazo esconde un temor profundo, que dice: "Ese podría ser yo". El piquetero es una amenaza concreta. (...)

- Algunos dicen que a ciertos sectores del poder, incluso a cierta dirigencia política, les conviene que haya pobres, porque son manejables.

-Yo diría, más bien, que no les importa. Hay un enorme egoísmo social que hace que los que más tienen digan: a mí me va bien, yo estoy haciendo plata. Es tu problema... Hay un individualismo que lleva, incluso, a echarles la culpa a los pobres por su condición.

- Muchas veces el poder político ha usado los planes sociales para generar redes de clientelismo y atacar la dignidad de las personas, en lugar de fortalecerlas.

-Yo creo, sin embargo, que este tema de la dependencia es un prejuicio contra los pobres. Se cree que si a los pobres se los ayuda con subsidios no van a trabajar, pero no se piensa lo mismo de quienes tienen bonos y participan en la Bolsa. Nadie dice que a quienes viven de rentas no les gusta trabajar. El trabajo implica participar en la corriente de la vida, hace a la identidad de las personas. Que se reciba un subsidio en forma de ayuda social no implica que la gente deje de trabajar. Ese es un mito.

- Mi pregunta apuntaba al uso del clientelismo político. En la Argentina, al menos, hay una fuerte conexión entre las políticas sociales y los aparatos políticos tradicionales que buscan perpetuarse en el poder a cualquier precio.

-El tema es complejo, porque el discurso de la dependencia es dual. Hay una larga tradición latinoamericana según la cual las grandes firmas reciben grandes subsidios del gobierno o ventajas fiscales. ¿Nadie piensa que esas empresas son dependientes? (...)

Las ganancias de las empresas tras la devaluación viernes, 22 de febrero de 2008

La noticia más importante de los últimos días a nivel nacional es la "pelea" salarial, término que quizás haya que poner en tela de juicio desde que la burocracia sindical reclama incluso menos de lo que le aconsejan desde el gobierno.

Comencemos desde el principio: todos conocemos el grosero aumento del costo de vida de los últimos meses. Viajamos en transporte público, compramos en el supermercado o en el almacén, vamos al cine, si podemos comemos afuera o de vez en cuando tomamos un taxi o un micro. ¿Cuanto aumentó todo esto en los últimos tiempos? ¿30 por ciento? ¿40 por ciento? Pongamos una cifra, igual nos vamos a quedar cortos: ese número va a ser sólo el trailer de una película más larga que venimos viendo desde 2002, una de suspenso en donde venimos persiguiendo, sin éxito, al señor Costo de Vida.
Pues bien: llega 2008 y es hora de sentarse a negociar aumentos, en medio de un anunciado crecimiento económico ininterrumpido que ahora lleva más de cinco años. Los sindicatos más combativos (como por ejemplo los docentes, agrupados en la CTA) piden 34,6%. Las empresas salen a decir que como mucho van a dar ¡12%!, un número increíble por dos motivos:

1) Es un divorcio patológico de la realidad, evidentemente los tipos viven en otro país y no en este.
2) Así y todo, bajísimo como es, es un reconocimiento implícito de que el Indec es una mentira, ya que por primera vez en la historia las empresas proponen más que lo que el gobierno dice que fue la inflación (el dibujado 8% de inflación para todo 2007; sí, a mí también me da gracia).

El gobierno, colocado desde que asumió en una supuesta posición populista-peronista de conciliación de clases, "sugiere" un 20%. Y Hugo Moyano, el "gordo" burócrata, dirigente camionero y titular de la tibia CGT, sale diciendo que arregló un aumento del ¡19,5%! Y hace unas horas la UOCRA de Gerardo Martínez anunció lo mismo para su gremio. Lo digo de vuelta por si todavía no lo creen: el sindicato reclama menos que lo que le ofrece el gobierno (que a su vez se acercaba mucho al pedido empresarial). Una cosa de locos.



***

Volvamos a revisar por qué las empresas dicen que no pueden dar más aumentos.

- En primer lugar, porque With a Little Help From My Friends... in the Government salen a decir que "resulta fundamental que las negociaciones salariales en el sector industrial en el 2008 no excedan la inflación anual proyectada" (textual del comunicado de prensa de la Unión Industrial), que según los númeritos hechos en paint por el Indec será del ¡12%! para todo 2008.
- En segundo lugar, el costo laboral es alto -dicen-, y los hace perder rentabilidad. ¿Rentabilidad, dijeron? Vamos a los bifes: revisemos los números.

***

En una nota publicada hoy en iEco y firmada por Mara Laudonia se expone con datos concretos lo que ya es un secreto a voces: desde la devaluación, los empresarios argentinos gozan de altos niveles de rentabilidad, mayores incluso a los de los 90.

Un estudio realizado por los investigadores del Cenda, un think tank del que participan profesores de las universidades de la UBA, Quilmes y Sarmiento, e Investigadores del Conicet, estimó que, desde 2001 hasta el 2006, la masa de ganancias del conjunto de la economía creció 30%, gracias al crecimiento de la producción y al nuevo modelo económico. En cambio, el incremento de la masa salarial fue de sólo 18%.

¿Los ganadores del modelo? El agro, la industria textil, metalúrgica, automotriz, los bancos y los grupos concesionarios. Todos estos sectores sufrieron "un verdadero desplome en el costo laboral", aún considerando la recomposición salarial que se inició desde 2004.

Asimismo, se produjo un proceso de concentración donde las 500 empresas más importantes del país explican hoy 26% del PBI, mientras que previo a la devaluación producían 16% del valor agregado total de la economía local, indica el texto. Dentro del universo de las 500 empresas privilegiadas, el costo laboral descendió sin pausa desde 1993

El informe concluye que "el sector empresario goza en la actualidad de elevados niveles de ganancia, lo que habilita a la posibilidad de un mayor crecimiento de los salarios".

Así, sostiene que, pese a que el costo laboral creció 20% entre 2003 y 2006, el costo por unidad de producto disminuyó 14% durante el mismo período: "ello no significó ningún estrangulamiento". De hecho, agrega el texto, la rentabilidad se ubico por encima de 2001 y fue mayor a la de la década de los '90.

Cecilia Nahón , del Cenda, indicó a iEco que "si bien es difícil estimar con precisión como evolucionan las variables del 2007 por dificultades con las estadísticas públicas, se puede suponer que se mantuvo la tendencia verificada en 2006: un crecimiento de la masa salarial, de ganancias y sostenimiento de la rentabilidad promedio por encima de la vigente en la década del '90 y colapso de la convertibilidad".

¿No contrasta esta información con la que brindó el último martes la Unión Industrial, al buscar poner un tope de 12% a los incrementos salariales de 2008?

La nota concluye: "Pese a la preocupación expresada por los grandes capitales, los aumentos salariales de los últimos años están muy lejos de poner en peligro la rentabilidad empresaria, que supera holgadamente a los niveles de la convertibilidad".

Disco jueves, 21 de febrero de 2008



(...) Me gusta el Compact Disc. No es que sea conservador, ni nostálgico, ni amigo de las discográficas diabólicas, pero me gusta el Compact Disc y punto. Los que ahora me miran con desdén son los pobres infelices que nunca en sus vidas - igualmente infelices - supieron lo que es ansiar un álbum, esperar ardorosamente para comprarlo, buscarlo incansablemente de sucucho en sucucho como un tesoro perdido. No saben lo que es acopiar varios vueltos hasta llegar a unos mugrosos veinticinco pesos, lo que es salir en bicicleta o en colectivo a la disquería amiga más cercana, lo que es encontrarlo de pronto radiante (esa sensación de triunfo) entre los demás discos anónimos - o simplmente explorar afanosamente entre mil tapas y leer mil tracklists para elegir solo uno - lo que es volver a casa con el amado paquetito todo apretujado en el bolsillo, lo que es abrirlo (el apuro al comprobar que ese plástico de mierda no se rompe), ver la tapa con sus detalles, los colores, los títulos de las canciones, los nombres de sus autores entre paréntesis, el olor a nuevo de los libritos. Y después, quedarse escuchando hasta la medianoche, absorbiendo cada nota, sorprendiéndose con cada momento. Y despertarse al día siguiente y seguir, y seguir, y seguir dándole vueltitas al circulito ese hasta saber cantárselo de memoria, hasta que todos esos días, esas sensaciones, esos pensamientos sin lenguaje quedaran para siempre fosilizados en ese álbum particular, no como un mero recuerdo sino como un deja-vu carnal que nos rejuvenece un segundo o dos cuando, mucho tiempo después, se nos ocurre desempolvarlo. Pero todos esos infelices no saben de lo que hablo, porque nunca en sus vidas compraron un disco.

Esos infelices arrancaron directamente con el kazaa, el audiogalaxy, el emule y toda la pindonga del mp3, para atiborrarse el winamp de playlists histéricos, remixes cuadrúpedos, temas huérfanos de contexto, algunos incluso mal nombrados, con clicks, saltos y mala calidad de sonido, para escucharlos dos o tres veces antes de olvidárselos para siempre, sin saber ni el año ni el álbum, o siquiera el artista o el mismísimo título de la canción. La música, para esos infelices, no es más que un silencio adornado, un batifondo que suena mientras revisan el mail o chatean por msn o miran gratis una secuencia de sexo oral en el Windows Media. (...)


(Discurrires de mi amigo Fede Fernández, mientras se prepara para reseñar el último disco de Radiohead. La crítica, y el resto de la nota, a un click de distancia.)

Separados al nacer miércoles, 20 de febrero de 2008


Juan Miceli, periodista con "corte ventana" / Diego Peretti, actor con "corte ventana"

Luquitas, no nos olvidamos de tus separados. Se viene el de Andrizzi y el de Natalia Lobo. Estamos buscando buenas fotos.

Cuba y el futuro



Fidel Castro renunció al poder tras 49 años al frente de la Revolución
Clarín, 20-12-2008


Faltaban apenas diez meses para que cumpliera 50 años en el poder. Pero no llegará a celebrar ese récord. Convaleciente tras la compleja operación intestinal que lo mantiene en las sombras desde hace más de un año y medio, Fidel Castro anunció ayer su renuncia a la presidencia de Cuba y abrió el camino a una era de cambios en la isla que parecen inevitables.

"A mis entrañables compatriotas, que me hicieron el inmenso honor de elegirme en días recientes como miembro del Parlamento, en cuyo seno se deben adoptar acuerdos importantes para el destino de nuestra Revolución, les comunico que no aspiraré ni aceptaré -repito- no aspiraré ni aceptaré el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe", afirmó el líder de 81 años en un mensaje publicado ayer en el diario oficial Granma.

Concluye así una era en Cuba, y se disparan las expectativas de cambio que ha dejado entrever Raúl Castro, hermano menor de Fidel y ministro de Defensa, a cargo del poder "en forma provisional" desde el 31 de julio de 2006, cuando por primera vez desde la revolución de enero de 1959 Fidel debió soltar las riendas por una complicada cirugía.


El largo adiós de uno de los grandes y polémicos estrategas del siglo XX
por María Seoane

Ni sus amigos ni sus enemigos discuten ya su talento para guiar a los cubanos a través de utopías, guerras, crisis, paraísos y desiertos; para conquistar el respeto de pueblos y dirigentes de Oriente y Occidente. Fidel Castro Ruz fue uno de los productos más depurados de un mundo que aún existe: la injusticia y la pobreza rampante en América latina. Pero también, de un mundo que ya no existe: el del capitalismo y socialismo enfrentados a lo largo del siglo XX, con su última batalla durante la Guerra Fría. Pero el bloqueo al que Estados Unidos sometió y somete a Cuba luego de medio siglo -contra la postura de toda la comunidad internacional- parece su prolongación indeseada. Fidel mantuvo, para muchos, la utopía socialista en la isla porque creyó siempre que el dilema era la persistencia en la revolución o que Cuba volviera a ser el prostíbulo de mafiosos y traficantes norteamericanos y europeos que ya habían asolado la isla en tiempos del dictador Fulgencio Batista antes de que en enero de 1959 las tropas conducidas por Fidel, Raúl Castro y el Che Guevara lo derrocaran.

Castro parece condensar la historia rebelde de América latina. Su biografía sólo puede comprenderse en esa espesura y dilemas americanos que Rubén Darío cantó en su oda al presidente norteamericano Theodore Roosevelt, promotor de las invasiones para anexar a Cuba y Nicaragua a principios del siglo XX: "Este pueblo aún cree en Jesucristo y aún habla en español... donde pones el ojo, pones la bala: no." Fidel nació en Birán en agosto de 1926. Hijo de inmigrantes españoles dedicados a la producción azucarera, fue formado en el universalismo profundo de los jesuitas que lo prepararon como parte de la elite que aspiraba a dirigir los destinos de la isla. Se formó como orador y agitador con las ideas de los pensadores de la independencia americana, entre ellos José Martí y Antonio Maceo. Se recibió de abogado en la Universidad de La Habana porque quería pelear contra las dictaduras de la hora: la de Trujillo en Dominicana y la de Batista en Cuba. Fundó el Partido Ortodoxo para enfrentarse a Batista que dio un golpe de Estado y se alzó con el gobierno: su opresión y crueldad forzó la lucha armada de muchos jóvenes. Fidel los dirigió con su hermano Raúl en el célebre asalto al cuartel Moncada en julio de 1953, que fracasó. Fue a la cárcel y allí escribió un alegato que revelaba su estirpe cultural y política."Condenadme, no importa. La historia me absolverá", desafió a los jueces batistianos, en un texto que se transformará en guía de rebelión contra las dictaduras latinoamericanas. En México organizó la rebelión. Conoció al Che Guevara y desembarcó en la isla para iniciar la guerrilla en Sierra Maestra. Lo demás es historia conocida a partir de 1959 guió los destinos de Cuba, primero con los EE.UU. como aliado y luego como enemigo. Se alió con la URSS, vio con simpatía las guerrillas latinoamericanas guevaristas en los setenta pero se opuso a su militarismo como se opuso a las provocaciones políticas contra los EE.UU. -mientras sumó diplomáticamente al mundo a la defensa de Cuba- mientras marchaba a una apertura económica controlada después de la caída del Muro de Berlín.

Ahora, que Fidel se despide del gobierno pero no del tremendo poder simbólico que mantiene en la cabeza de su gente, Cuba ya no parece condenada a ese destino prostibular, con los mayores índices de educación y salud de latinoamérica, aunque aún sea incierto su decurso. Muchos prevén ahora un futuro de capitalismo de estado, con ingreso de capitales, con un sólo partido de gobierno y con base a una organización popular tal como ahora. EE.UU., enfrente, con millones de cubanos en Miami parece exigir una rendición total del sistema. Será el turno de ver si existe una sola forma de democracia en Occidente y si la era imperial prolonga su voracidad. De ver, en fin, a quién la historia absolverá.

The times they are a-changin' martes, 19 de febrero de 2008

All Filler No Killler lunes, 18 de febrero de 2008



¡Ah! La imposible tapa de los lunes... Reconstruyendo infructuosamente un domingo de verano en donde, por definición, nunca pasa nada. Habría que tomar en serio la propuesta de Uriarte del diario aperiódico, que saliera sólo "cuando hubiera novedades, cuando hubiera algo nuevo que decir". Hasta entonces, quédense con los titulares nunca trascendentales del "Gran Diario Argentino". Es lo que hay:


  • BOCA FUE UNA FIESTA DE GOLES
  • BAJÓ A 25 AÑOS LA EDAD PROMEDIO DE LAS MUJERES QUE SE HACEN CIRUGÍA ESTÉTICA
  • PINAMAR: BATALLA CAMPAL ENTRE ADOLESCENTES
  • INCIDENTES CON TURISTAS EN EL PUENTE DE COLÓN
  • EL AUMENTO ARRANCA EN LA SEGUNDA MITAD DE MARZO
  • UN SALTO FATAL DE DOS PARACAIDISTAS
  • PUERTO MADERO: LIBERAN AL CAMIONERO
  • EL MISTERIO DE LA MUJER ESTRANGULADA (a propósito, buen título para un libro de "Elige tu propia aventura")

¿Periodismo o traducción de cables de noticias? martes, 12 de febrero de 2008

Arriba la nota de Clarín, abajo el cable oficial de NBA.com:

"Su rebote más importante llegó en los últimos 20 segundos, cuando falló un disparo y atrapó él mismo el balón, antes de recibir una falta."
"Ginobili's biggest rebound came in the final 20 seconds when he rebounded his own miss and was fouled with the Spurs clinging to a three-point lead."

"Tim Duncan añadió 22 puntos y 13 rebotes por los Spurs, que nunca estuvieron en desventaja..."
"Tim Duncan added 22 points and 13 rebounds for the Spurs, who never trailed and were able to withstand a fourth-quarter rally."

"... y cosecharon su quinto triunfo en los últimos seis partidos. La única derrota de San Antonio en esta racha se registró el domingo, en Boston. "
"...the Spurs their fifth win in six games. Their only defeat in that span was a 98-90 loss at Boston on Sunday."


¿Acaso siguen tomando periodistas en El Gran Diario Argentino? ¿O ahora solo buscan traductores de cables de noticias?

Oda al Nokia 1100 lunes, 11 de febrero de 2008

Qué me vienen con tapitas, colorcitos, jueguitos y demás gansadas para la pendejada cool.
Qué me vienen con camaritas incorporadas, lectura de cancioncitas conchetas o navegación online en una pantalla de dos pulgadas.
Qué me vienen con telefonitos que salen cien, doscientos, trescientos dólares.

Señores, el que bate el viejo y peludo Nokia 1100 les bate la justa. Con un menú simple y directo, una sensacional antena y una batería eterna, es todo lo que van a necesitar en un celular.



Este modelo fue vendido 200 millones de veces, lo cual lo convierte en uno de los aparatos electrónicos más populares de la historia, por delante de la Playstation o el iPod. En tiempos de intensa segmentación mercadotécnica y targets específicos, el Nokia 1100 es como un regreso al Ford T: el producto útil, barato y masivo, sin espejitos de colores.

La gilada saltará como leche hervida y, en su afán por vender novedades, sus voces mutarán y sus discursos comenazarán a parecerse a aquellos pronunciados por los grandes gerentes de marketing. Pero firmes al pie del cañón como buenos soldados, los fieles usuarios de la posta-posta resistiremos los cantos de sirena con el 1100 en el bolsillo. Y así, las tapitas, colorcitos y melodías polifónicas de los otros aparatos se desvanecerán tal como lo hacen todas las fantasías, tarde o temprano, en la la incesante, frenética y posmoderna renovación hacia la nada.

Entrevista a Slavoj Žižek jueves, 7 de febrero de 2008

por Sabine Reul y Thomas Deichmann
Spiked, 15-11-2001



- ¿Arrojó el 11 de septiembre nueva luz sobre su diagnóstico de lo que está ocurriendo en el mundo?

- Una de las frases que oímos repetirse sin cesar en las últimas semanas es que nada volverá a ser igual luego del 11 de septiembre. Me pregunto si hay de verdad un cambio tan sustancial. Hay, por cierto, un cambio en el nivel de percepción o publicidad, pero no creo que podamos hablar todavía de una ruptura fundamental. Se confirmaron actitudes y miedos preexistentes, y ahora ocurrió realmente lo que los medios nos decían sobre el terrorismo.
En mi obra, pongo un fuerte énfasis en lo que usualmente se llama virtualización o digitalización de nuestro medio ambiente. Sabemos que el 60% de la gente en el planeta no ha hecho siquiera un llamado telefónico en toda su vida, pero hay un 30% de nosotros que vive en un universo digitalizado construido y manipulado artificialmente, que se distingue de modo creciente de los medios naturales o tradicionales. Parece como si en todos los niveles viviéramos cada vez más una vida desprovista de sustancia. Se consume cerveza sin alcohol, carne sin grasa, café sin cafeína, y eventualmente, sexo virtual... sin sexo.
La realidad virtual, para mí, representa el clímax de este proceso: hay ahora realidad sin realidad.. o una realidad absolutamente regulada. Pero hay otra faceta más. A lo largo de todo el siglo XX, veo una tendencia en sentido contrario, para la que mi buen amigo el filósofo Alain Badiou inventó un bello nombre: la passion du réel, la pasión por lo real. Es decir, dado precisamente que el universo en que vivimos es un universo de convenciones muertas y artificialidad, la única real experiencia auténtica debe ser algo extremadamente violento, una experiencia desgarradora. Y lo sentimos de alguna manera como una vuelta a la vida real.

- ¿Sería eso lo que estamos viendo ahora?

- Creo que eso puede ser lo que ha definido al siglo XX, un siglo que comenzó en realidad con la Primera Guerra Mundial. Todos recordamos los escritos de Ernst Jünger, donde ensalza la experiencia del combate cara a cara y la define como la más auténtica. O en el nivel del sexo, el film arquetípico del siglo XX sería El imperio de los sentidos, de Nagisa Oshima, donde la idea es que no se es verdaderamente radical si no se va hasta el fin en un encuentro sexual, si no se torturan el uno al otro hasta que no sobrevenga prácticamente la muerte. Debe hacer extrema violencia para que el encuentro sea auténtico.
Otra figura emblemática en este sentido sería el así llamado ‘cutter’, un fenómeno patológico muy difundido en los EEUU. Debe haber alrededor de dos millones de personas, en su mayoría mujeres, pero varones también, que se cortan con navajas. ¿Por qué? No tiene nada que ver con masoquismo o impulsos suicidas. Es simplemente que no sienten ser personas reales, de modo que la idea básica es que sólo a través del dolor y cuando se siente la tibieza de la sangre es posible volver a conectarse. Me parece que esta tensión es el trasfondo contra el que se puede apreciar el efecto de aquel acto de que hablamos.

- ¿Se relaciona esto con sus observaciones sobre la muerte de la subjetividad en El Espinoso Sujeto? Allí dice Ud. que el problema es de lo que llama ‘forclusión’: la articulación del sujeto es forcluída por la evolución de la sociedad en los últimos años.

- El punto de partida de mi libro sobre el sujeto es que, incluso si se encuentran en neta oposición unas respecto de la otras, casi todas las orientaciones filosóficas actuales concuerdan en una suerte de posición antisubjetivista básica. Por ejemplo, Jürgen Habermas y Jacques Derrida estarían ambos de acuerdo en que el sujeto cartesiano debe ser desconstruido, o, en el caso de Habermas, introducido en una dialéctica subjetiva más amplia. Cognitivistas, hegelianos... todos concuerdan en esto.
Siento la tentación de decir que debemos retornar al sujeto, aunque no a un sujeto puramente racional al modo cartesiano. Mi idea es que el sujeto es inherentemente político, en el sentido en que ‘sujeto’, para mí, denota una partícula de libertad, uno ya no hunde sus raíces en una sustancia firme cualquiera, sino que se encuentra en una situación abierta. No es posible hoy en día seguir aplicando simplemente las viejas reglas. Enfrentamos paradojas que no nos ofrecen salidas inmediatas. En este sentido, la subjetividad es política.

- Pero este tipo de subjetividad política parece haber desaparecido. En sus libros habla Ud. de un mundo post-político.

- Cuando digo que vivimos en un mundo post-político, me refiero a una impresión ideológica errónea. En realidad no vivimos en un mundo así, pero el universo existente se presenta como post-político en el sentido de que hay una suerte de pacto social básico según el cual ya no se percibe a las decisiones sociales elementales como decisiones políticas, y no se las discute como tales. Se han vuelto simples decisiones de gesto y de administración. Y los conflictos restantes son en su mayoría conflictos entre diferentes culturas. Tenemos la forma presente de capitalismo global, más algun tipo de democracia tolerante como el último exponente de esa idea. Y, paradójicamente, sólo muy pocos están preparados para cuestionar este mundo.

- ¿Y qué hay de malo en eso?

- Este mundo post-político parece conservar todavía la tensión entre lo que usualmente llamamos liberalismo tolerante y multiculturalismo. Para mí –y esto a pesar de que nunca me gustó Nietzsche– la vieja oposición nietzscheana entre nihilismo activo y pasivo es la definición que más se adapta a este estado de cosas. Nihilismo activo, en el sentido de no querer nada por sí mismo, es esta auto-destrucción activa que sería precisamente la pasión por lo real, la idea de que, para vivir completa y auténticamente, hay que comprometerse en la auto-destrucción. Por otro lado, está el nihilismo pasivo, lo que Nietzsche llama “el último hombre”, que vive una vida estúpida y autocomplaciente, sin grandes pasiones.
El problema con un universo post-político es que tenemos estos dos aspectos enfrentados en una suerte de dialéctica mortal. Me parece que para romper el círculo vicioso hay que reinventar la subjetividad.

- Dice Ud. también que las élites en nuestro mundo occidental están perdiendo los estribos. Que quieren abandonar viejos conceptos como humanismo o subjetividad. Contra eso, dice Ud. que es importante considerar todo lo que puede ser importante conservar de lo viejo.

- Por supuesto, no estoy en contra de lo nuevo. De hecho, me siento casi tentado de repetir lo que decía Virginia Woolf. Creo que fue en 1914 que dijo que era como si la eterna naturaleza humana hubiera cambiado. Ser humano no significa ya lo mismo. No deberíamos, por ejemplo, subestimar el impacto social intersubjetivo del ciberespacio. Lo que estamos presenciando hoy es una redefinición radical de lo que significa el concepto de ser humano.
En internet, por ejemplo, se dan fenómenos extraños. Están los sitios llamados ‘cam’, donde la gente expone sus secretos más íntimos en el sentido más vulgar a un público anónimo. Hay sitios donde –incluso yo, con mis gustos decadentes, sufrí un golpe al enterarme de esto– la gente pone una cámara de video en el baño, de modo que se los pueda ver defecar. Es una situación totalmente nueva. No es privado, pero tampoco es público. No es el viejo gesto exhibicionista.
Comoquiera que sea, está ocurriendo algo radical, y hay una cierta cantidad de nuevos términos que se nos proponen para describirlo. El más comúnmente usado es ‘cambio de paradigma’, denotando que vivimos en una época de paradigmas cambiantes. Así, los cultores de la New Age nos dicen que no tenemos ya un individualismo cartesiano, mecanicista, sino una nueva mente universal. En sociología, los teóricos de la segunda modernidad dicen cosas similares. Y los teóricos del psicoanálisis dicen que ya no rige más el complejo de Edipo, sino que vivimos una era de perversión universalizada.
No creo que debamos aferrarnos a lo viejo, pero estas respuestas son erróneas y no registran verdaderamente el quiebre que está teniendo lugar. Si juzgamos lo que está ocurriendo hoy según los estándares de lo viejo, podemos advertir el abismo de lo nuevo que emerge.
Aquí me gustaría referirme a Pascal, cuyo problema también era la confrontación con la modernidad y la ciencia moderna. Su dificultad era que él quería seguir siendo un cristiano viejo y ortodoxo en esa era nueva, moderna. Es interesante que sus resultados sean mucho más radicales e interesantes para nosotros hoy que los resultados de superficiales filósofos liberales ingleses, que se limitaban simplemente a aceptar la modernidad.
Se advierte lo mismo en la historia del cine, si nos detenemos en la época en que aparece el sonoro. Bien, se podría decir, “¿cuál es el problema?”. Adicionando el sonido a la imagen simplemente logramos una reproducción más realista de la realidad. Pero esto no es cierto en modo alguno. Es interesante que los directores que fueron más sensibles a lo que la introducción del sonido representaba realmente fueran generalmente los conservadores, los que lo miraban con excepticismo: Charlie Chaplin (hasta cierto punto), y Fritz Lang. El testamento del Dr. Mabuse, de Lang, presentaba de modo maravilloso esta dimensión espectral, fantasmal, de la voz, mostrando que la voz no es una simple cualidad secundaria de un cuerpo. Lo que no es más que otro ejemplo de cómo un conservador, como si estuviera temeroso del nuevo medio, tiene una comprensión mucho más profunda de su inquietante potencial de radicalidad.
Lo mismo se aplica hoy. Hay gente que dice: “¿Cuál es el problema? Zambullámonos en el mundo digital, en internet, o en lo que sea.” No ven realmente lo que está ocurriendo.

- ¿Por qué entonces la gente declara el inicio de una nueva era cada cinco minutos?

- Precisamente, se trata de un intento desesperado para evitar el trauma de lo nuevo. Un profundo gesto conservador. Los verdaderos conservadores de hoy son los seguidores de los nuevos paradigmas. Tratan desesperadamente de evitar enfrentarse con lo que realmente cambia.
Déjenme volver a mi ejemplo. En El gran dictador, de Chaplin, se satiriza a Hitler con el personaje de Hinkel. La voz es percibida como algo obsceno. Hay una escena maravillosa en que Hinkel da un gran discurso compuesto sólo por palabras obscenas, sin sentido. Sólo cada tanto reconocemos alguna palabra vulgar alemana como ‘Wienerschnitzel’ o ‘Kartoffelstrudel’. Se trataba de una genial intuición: de cómo la voz es una suerte de fantasma espectral. Esto se reveló a los conservadores que eran sensibles a la ruptura de lo nuevo.
De hecho, todos los grandes quiebres ocurrieron de esa manera. Nietzsche era, en este sentido, un conservador, y creo poder decir que también Marx lo era. Marx siempre subrayaba que podemos aprender más de los conservadores inteligentes que de los simples liberales. Hoy, más que nunca, debemos mantenernos en esta actitud. Cuando algo sorprende, golpea, no se puede simplemente aceptarlo. No está bien decir: “Bueno, listo, juguemos los juegos digitales.” No deberíamos olvidar nuestra capacidad real de ser sorprendidos. Creo que el peligro mayor de estos tiempos es el de nada más dejarse llevar. (...)

- En su libro sobre el sujeto, habla Ud. de un “verdadero universalismo”, que se opondría a este falso sentido de armonía global. ¿A qué se refería con eso?

- Aquí tengo que hacerme una simple pregunta habermasiana: ¿cómo podemos fundar la universalidad en nuestra experiencia? Naturalmente, no acepto este juego posmoderno según el cual todos vivimos en una suerte de universo particular nuestro. Creo que hay una universalidad. Pero no creo en una universalidad a priori de reglas fundamentales o nociones universales. La única verdadera universalidad a la que tenemos acceso es la universalidad política, que no equivale a cierto sentido idealista abstracto, sino a una solidaridad en la lucha.
Si estamos comprometidos en la misma lucha, si descubrimos que –y éste para mí es el auténtico momento de solidaridad– feministas y ecologistas, o feministas y obreros, todos tenemos de repente esta misma revelación: “Oh Dios, ¡pero si nuestra lucha era en última instancia la misma!” Esta universalidad política sería la única auténtica universalidad. Y esto, claro, es lo que falta hoy, porque hoy la política no es más que una mera negociación de compromisos entre diferentes posiciones.

- ¿Lo post-político subvierte la libertad de la que se ha venido hablando tanto en las últimas semanas? ¿Es eso lo que quiere decir?

- Lo que digo es que lo que nos venden hoy como libertad es algo de lo que se ha vaciado esta más radical dimensión de libertad y democracia. En otras palabras, la creencia de que las decisiones básicas respecto del desarrollo social se discuten o son zanjadas involucrando a la mayor cantidad de gente posible, una mayoría. En este sentido, no tenemos hoy una experiencia real de libertad. Nuestras libertades se reducen crecientemente a la libertad de elegir nuestro estilo de vida. Hasta cierto punto se puede elegir incluso la identidad étnica.
Pero este nuevo mundo de libertad descrito por gente como Ulrich Beck, que dice que todo es asunto de negociación reflexiva, de elección, puede incluir nueva no-libertad. Mi ejemplo favorito es éste (y aquí tenemos ideología en estado químicamente puro): sabemos que es hoy muy difícil, en cada vez más dominios profesionales, obtener un trabajo duradero. Académicos o periodistas, por ejemplo, firman contratos de dos o tres años, que luego deben renegociar. Por supuesto, la mayoría de nosotros siente esto como algo traumático, perturbador, con lo que nunca se puede estar seguro. Pero entonces viene el ideólogo posmoderno: “Bueno, pero ésta es tu nueva libertad... ¡Puedes reinventarte cada dos años!”
El problema para mí, es el modo en que se oculta la falta de libertad, se la enmascara precisamente en aquello que se nos presenta como libertades nuevas. Me parece que la explosión de estas nuevas libertades, que caen en el dominio de lo que Michel Foucault llamó el “cuidado de sí”, implica mayor falta de libertad social.
Veinte o treinta años atrás, todavía estaba la discusión de si el futuro sería fascista, socialista, comunista o capitalista. Hoy nadie siquiera se molesta en discutirlo. Estas elecciones sociales fundamentales ya no son percibidas como materia de decisión. Un cierto dominio de cuestiones radicalmente sociales fue simplemente despolitizado.
Me parece muy triste que, precisamente en una época en que tienen lugar cambios enormes, y en que de hecho se transforman profundamente las coordenadas sociales, no sintamos que esto es algo sobre lo que podemos decidir libremente.

De acuerdo lunes, 4 de febrero de 2008

Kirchner hizo un acuerdo con Cobos y los Radicales K. Los Otros Radicales hicieron un acuerdo con Lavagna, que quiso hacer un acuerdo con Macri (que hizo un acuerdo con Sobisch y Blumberg) y con Carrió. Macri quiso hacer un acuerdo con Carrió pero Carrió solo hizo un acuerdo con Lopez Murphy (que hizo un acuerdo con Macri), aunque buena parte del ARI (que hizo un acuerdo con Carrió) hizo un acuerdo con Kirchner. ¿Hasta ahí estamos? Bueno, ahora Lavagna hizo un acuerdo con Kirchner.



En esta foto me parece que están todos "de acuerdo".
Se me hace que quienes puedan ofrecer algo al país que no sea más de lo mismo... están por fuera de esta red.