Los 10 mejores libros de 2015 martes, 29 de diciembre de 2015
















A continuación, los mejores 10 libros editados en Argentina durante 2015.

Mención especial I:
Derechos Humanos ® / Santiago O'Donnell (Sudamericana). El título y el prólogo no le hacen justicia a un otrora buen laburo de investigación sobre la historia, las internas y las tensiones con el poder político del organismo de derechos humanos más prestigioso del país. Acá plasmé mis dudas en esta entrevista para el Herald.

Mención especial II.
De la concentración a la convergencia / Martín Becerra (Paidós). El especialista en medios más equilibrado de estas pampas le pasa revista a las políticas de medios en Argentina y la región. Su epílogo, "estado de la cuestión del periodismo", vale el precio de la entrada, y si no me creen lean esta muy buena cita.

10.
Massa. La biografía no autorizada / Diego Genoud (Sudamericana). Además de una mirada crítica sobre el ex Ucedé (con buenos capítulos sobre cómo opera con la prensa y su relación con el artista anteriormente conocido como Jorge Bergoglio) el libro es una excelente radiografía de Tigre más allá del Puerto de Frutos, el casino y las camaritas. Al final incluye una imperdible entrevista con Eduardo Constantini sobre narcos y Nordelta.

9.
Las guerras de Internet / Natalia Zuazo (Debate). Economía política aplicada a la red, o periodismo tecnológico más allá de las reseñas de las reseñas de gadgets. Con estilo croniquero, baja "la nube" de un hondazo y nos lleva de las narices al backstage de la red local, donde conocemos (por fin) las granjas de servidores o los cables submarinos de Las Toninas. Libro necesario en tiempos de celebración acrítica de "la magia de Internet". Acá mi entrevista con ella para el Herald.

8.
Cartas de la Wehrmacht / Marie Moutier (ed.) (Crítica). Casi cien cartas de soldados alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, publicadas en orden cronológico. Sus lectores podrán advertir cómo lo más extraordinario (las bombas, los ghettos, la crueldad, el dolor, las masacres) se une a lo más trivial (el "turismo de guerra", los momentos de aburrimiento, las críticas a los jefes), a veces en una misma carta, que podía estar dirigida a las esposas, madres, hermanas o hijos de aquellos que combatían en el frente.

7.
Born / María O'Donnell (Sudamericana). Tiene motivos de peso para haberse convertido en un best seller: aborda un episodio ganchero de una temática popular y lo narra como una película de suspenso. Un buen cronista, de esos que también investigaron "los setenta", señaló que hay capítulos enteros basados en una o dos fuentes de dudosa reputación ("Tata" Yofre, anyone?), lo que posiblemente sea cierto. Pero el plato fuerte del libro es otro: las entrevistas con Jorge Born sobre el rescate más caro de la historia, y es allí donde el libro cumple en su tarea de ayudar a completar la aparentemente saturada narrativa sobre esa década.

6.
Scioli Secreto / Pablo Ibáñez y Walter Schmidt (Sudamericana). Parece imposible entrarle a Daniel Osvaldo, un tipo que no tiene off, ejemplo cabal del WYSIWYG en el que se ha convertido la política argentina de candidatos conservadores salidos de universidades privadas y con relaciones más o menos utilitarias (parasitarias, en algunos casos) con el peronismo. Pero Ibáñez y Schmidt le encontraron al vuelta: le dedicaron años y paciencia al asunto, y el resultado es un libro muy entretenido, muy bien escrito sobre el presidente que no fue. Acá mi entrevista con el buen Pablo Ibañez.

5.
Open / Andre Agassi (Duomo). Adjudicarle este libro a Andre Agassi fue un abuso del marketing. La pluma detrás de este proyecto, y el que hace que Open se eleve por sobre el mar de biografías de estrellas deportivas escritas con los codos, es J. R. Moehringer, ganador del Pulitzer y autor de su propia biografía (The Tender Bar, que estoy promediando y promete). Agassi se abre como nunca antes -de ahí el juego de palabras del título- y cuenta detalles sobre sus adicciones, Brooke Shields, la fama, el tenis (interesante incluso para el que no es fan del deporte, como este servidor), la vida y todo lo demás. La parte sobre The Andre Agassi School for Kids Who Can't Play Tennis Good and Want to Do Other Stuff Good Too es media densa, aunque lo demás es brillante, y como digo, mérito del mejor ghost writer de la década.

4.
El impostor / Javier Cercas (Random House). La historia real de un impostor, el español Enric Marco Batlle, que durante décadas se hizo pasar por superviviente de los campos de concentración nazis. Tras una extensa investigación, el autor de Soldados de Salamina descubre que Marco también se había hecho pasar por antifranquista y mientras cuenta su historia se pregunta, en voz alta, por el Quijote (que también decidió, a los cincuenta años, que una gran historia de aventuras y valentía era mejor que vida gris que había llevado hasta el momento), por la verdad y la mentira y "la industria de la memoria". ¿No será que la izquierda está en declive, en parte, porque abrazó el papel de víctima que le dejaron los demás?

3.
Censores trabajando / Robert Darnton (Fondo de Cultura Económica). A menudo imaginamos al censor como un burócrata amargado que tacha párrafos a diestra y siniestra, algo así como un Edgardo Sorona, vicealmirante del Comfer. No obstante, y aún suponiendo que la caricatura se ajuste a determinados personajes, Robert Darnton cumple con su papel de eximio historiador al mostrarnos que esto no siempre fue así. Tras un repaso por la Francia de los Borbones, la India bajo dominio británico y los últimos años del gobierno comunista en Alemania Oriental, nuestro especialista concluye que, a menudo, el censor trabajaba junto a los autores, cumpliendo el rol que hoy se le adjudica a los editores modernos. El ida y vuelta no estaba exento de presiones, negociaciones y, sí, episodios de abierta censura, pero al terminar de leerlo uno tiene una visión mucho más acabada sobre el tema.

2.
Clarín. La era Magnetto / Martín Sivak (Planeta). Segundo volumen del opus de Sivak sobre la historia del Gran Diario Argentino que tiene, como frutilla del postre, la entrevista con uno de los hombres más poderosos del país. De la guerra de Malvinas ("el Clarín del '82 es un Clarín muy tramposo", cuenta Sivak en esta entrevista que le hice en julio) al apoyo abierto al gobierno de Néstor Kirchner, La era Magnetto es el retrato minucioso de un diario que vio pasar la hiperinflación, el menemismo, el gobierno de la Alianza (y un extenso período de gracia del que ningún presidente había gozado hasta el momento, veremos si Macri bate el récord), el interregno Duhalde y el mito de que Clarín licuó su deuda con la devaluación, el asesinato de Kosteki y Santillán, el ascenso del kirchnerismo, las ya famosas tapas negociadas con Alberto Fernández. El libro es también el relato de estos mismos hechos desde adentro de una redacción, con todas sus internas, agachadas, éxitos fugaces, el piloto automático de rutinas productivas y todo lo que los periodistas argentinos conocemos más que bien.

1.
Vaca Muerta / Alejandro Bercovich y Alejandro Rebossio (Planeta). ¿Cómo enganchar a la gente con un libro sobre el shale oil? Pensándolo como una buena película o, al menos, como un gran documental. De Texas a Añelo, y de Añelo al piso 30 de la torre de YPF en Puerto Madero, Vaca Muerta es, al mismo tiempo, una investigación periodística, un ensayo de economía política, un libro de divulgación y un storyboard pensado con personajes y conflictos. Por algún motivo nos gustan los libros escritos a cuatro manos, y la dupla Bercovich-Rebossio sacó uno de esos libros que, como el shale, requiren mucha inversión pero cuando sale, es oro (negro) puro.

Los mejores tweets de 2015 martes, 22 de diciembre de 2015

El año más cargado de noticias (y con devaluaciones más intensas) desde 2002 arrancó con Sergio Massa arriba en las encuestas, siguió con Daniel Scioli sintiéndose ganador y terminó con el ¿sorpresivo? triunfo de Mauricio Macri, que al cierre de esta edición aplicaba la primera etapa de su plan económico shock and awe, tal como resumíamos por acá.

Después, lo que sabemos: Charlie Hebdo, el FIFAgate, la marcha por #niunamenos, inundaciones en Córdoba y provincia de Buenos Aires, la muerte de Nisman, la apertura política (pero sobre todo comercial) de Cuba, el Panadero Díaz y el "tiraste gas, abandonaste" que culminó con River ganando la Libertadores y perdiendo el Mundial de Clubes, "el drama de los refugiados" (o el énfasis mediático por la llegada masiva a Europa de personas huyendo de sus países) así como su vinculación con el terrorismo modelo siglo XXI de ISIS, el atentado en Bataclán. El círculo rojo porteño cerraba el año con la declaración de la emergencia en seguridad y al ritmo de Gilda, mientras la etiqueta "prensa oficialista" cruzaba la grieta y se pegaba bien fuerte en el ex sector "independiente".

Este año el listado viene con yapa de previa: las cinco mejores frases políticas de 2015

5. "¿Durán Barba le regala una licuadora al dirigente de PRO que me insulta mejor?"
Martín Lousteau, antes de aceptar trabajar para el gobierno de Durán Barba, 11 de julio

4. "El único bono que conoce, es el de U2"
Aníbal Fernández sobre las críticas de Sergio Massa a las nuevas regulaciones de la CNV, 23 de septiembre

3. "Me encantaría ser Juan Carr, que es muy bueno, es realmente buenísimo. Siempre está buscando a un perrito, a una viejita que se perdió"
Miguel Ángel Pichetto, tras la derrota en las elecciones en Río Negro, 14 de junio

2. "No me hagan hablar mucho que a las 12 me convierto en calabaza"
Cristina Kirchner, 9 de diciembre

1. "A Eseverri lo mandamos a espiar, movió la ligustrina, lo vieron, entró a comer asado y no salió mas".
Felipe Solá sobre una de las últimas fugas en el massismo, 14 de junio

Como siempre, el criterio de selección es: tuits en español, redactados por argentinos, no famosos.
Recibimos sugerencias y recomendaciones en los comentarios.


























































































































































Citizen Kang miércoles, 28 de octubre de 2015




















Tal vez sea el cansancio de la campaña, pero desde esta posición no parece que el 22 de noviembre se vaya a jugar el futuro de la democracia popular (o de la República) en Argentina, sea quien gane las próximas elecciones presidenciales.

A pesar de estos años de "febrilidad estancada" (no existe mejor definición para los últimos cuarenta meses del kirchnerismo), colegas, amigos y conocidos han comprado una idea que dice más o menos así: si a partir de diciembre el Poder Ejecutivo queda en manos de la alianza PRO-UCR encabezada por Mauricio Macri descenderán sobre el país una serie de maldiciones, casi todas de índole económica.

Antes de entrar a diseccionar estos futuros planes, una pregunta: ¿Cuál es la alternativa que se le presenta a los votantes en este ballotage? Daniel Osvaldo Scioli, peronista tardío, gobernador saliente de la provincia de Buenos Aires y candidato por descarte de la presidenta Cristina Kirchner, quien no pudo, no quiso o no supo nombrar un sucesor que representara mejor los valores del movimiento político que encabeza.

No se trata solo de su gestion gris al frente de la provincia más poblada del país, ni de su dudoso historial en materia de derechos humanos, ni de los nombramientos cuestionables que propuso en todas las áreas sensibles de gobierno. En términos políticos, el sciolismo es una versión empeorada del kirchnerismo, que retiene todo lo malo y casi nada de lo bueno del partido político que le dio origen. (A tal punto que muchos de los que hoy lo apoyan desde el progresismo o la "izquierda peronista" se conforman con que su gestión no barra con los derechos sociales instalados durante los tres gobiernos Kirchner. Nadie habla de "profundizar" nada en 2016.)

Una posible excepción es el área económica. Pero incluso aceptando que el "equipo económico de Scioli" es mejor que "el equipo económico de Macri" -premisa a la que adhiero, con reservas-, no encuentro aquí una brutal oposición de modelos, como la que podía existir a fines de 2001 entre devaluadores y dolarizadores. El motivo es sencillo: el daño (económico) ya está hecho.

Los intentos, si acaso loables, de "incentivar el consumo" y "proteger a la industria" en un contexto donde el gobierno nacional propuso "vivir con lo nuestro" mientras se mantuvieron e instalaron medidas socialmentre regresivas como esos guiños/compensaciones a la clase media y media-alta llamados dólar ahorro y electricidad a 40 pesos el bimestre en Santa Fe y Scalabrini Ortiz derivó en una moneda prácticamente despojada de su valor, un mercado paralelo de divisas y un Banco Central reventado. Lo que comienza a aparecer como inevitable en el horizonte es que quien sea que reemplace a Cristina Kirchner en el sillón de Rivadavia deberá ajustar (esa es la palabra, tut mir leid) una serie de indicadores macroeconómicos con medidas que se caen de maduras y que serán, inevitablemente, impopulares (y no me refiero únicamente a su efecto en el humor social sino en cómo van a afectar, concretamente, el bosillo del laburante).

Dicho en otras palabras, si Scioli gana, no nos salvamos del ajuste. Si Scioli gana, él será el encargado del ajuste con rostro humano, a la Dilma.

***

La nueva ley de partidos políticos, con su sistema de elección en tres vueltas, fue "purificando" candidaturas. Por primera vez desde su creación, lo que solía ser un festival de narcicismo fue derivando en una oferta más clara de alianzas políticas. No faltaron opciones variadas en la primera vuelta, pero ahora solo quedan tres: Scioli, Macri o blanco/nulo.

Es cierto que la opción por esta versión peronista-conserva del FpV parece prometer -si no a partir de sus expertos, por su base corporativa de apoyos- una transición más moderada hacia (digámoslo como si fuésemos economistas pro-mercado) una macro sincerada, con el kirchnerismo emocional como guardián del modelo político. Pero en el paquete vienen otras cosas que, si se piensan en frío, no son mejores que lo que ofrece el macrismo. ¿O acaso Sergio Berni es mejor que Guillermo Montenegro? ¿O Ricardo Casal va a ser mejor ministro de Justicia que cualquiera que nombre Macri excepto, digamos, Martín Ocampo? ¿Alejandro Granados no es más o menos (o igual de) peligroso que cualquier outsider o famoso sin experiencia como los que el macrismo gusta "sumar" a su "equipo"?

Por otra parte, creer que el macrismo y su equipo pro-mercado va a barrer en cien días con "los logros sociales de los gobiernos populares de Néstor y Cristina" es (1) olvidar que Cambiemos seguirá siendo una fuerza minoritaria en el Congreso y deberá negociar, en el mejor de los casos, un gobierno de coalición con Sergio Massa, quien tiene su propia base de apoyos industriales y sindicales opuestos a cambios bruscos y, sobre todo (2) subestimar el tejido social que el kirchnerismo ayudó a construir en todos estos años. Por otro lado, la salida "institucionalista" del gobierno de CFK, con nuevos derechos sociales consagrados por ley, parece haber sellado las conquistas que los alarmistas parecen más preocupados en mantener. ¿Que habrá tensiones si el PRO resulta vencedor y comienza a circular su propio relato? Sin dudas. Ahora bien, no quiero sonar provocador, pero que ciertas organizaciones de la sociedad civil y de derechos humanos se vean obligadas a andar en bici sin rueditas resulta, cuanto menos, un desafío interesante a futuro.

(Una disgresión: en los últimos días, algunos personajes de Tuiter Argentina parecen entusiasmados con la idea de que una victoria macrista "desabroche del presupuesto público" a los "artistas K" y se pueda desarrollar el arte por el arte sin un star-system que, en algunos casos, es cuasi-parasitario. Me permito dudar: el PRO ha dado sobradas pruebas de que existen prácticas similares en su administración. De hecho, hablamos de un fenómeno que atraviesa a casi toda la clase política argentina y que también ocurre en el caso del periodismo, el sistema de medios y la publicidad oficial, aunque este último tema excede el espacio de estas líneas).

Mi punto es que si el scioli-kirchnerismo pierde el ballotage, lo habrá perdido antes del día de la elección, un poco como en 2013, cuando decidió llevar a Martín Insaurralde en provincia de Buenos Aires para mimetizarse con el rival político de turno. (La ironía última de tener que vender tus "ideales" para ganar, y encima no ganar). Las últimas dos grandes medidas del kirchnerismo -el plan Procrear y la estatización de YPF- datan de hace tres años. Ley de rendimientos decrecientes: hay muchísimo más estado (recursos, ministerios, nuevos tribunales) para muchísimos menos avances. Como ese intento desesperado por mantener, ni siquiera reducir, el índice que muestra que uno de cada tres trabajadores no está registrado o las cincuenta cadenas nacionales para inaugurar una fábrica de bochas de inodoro con una inversión de un millón de pesos. El lejano recuerdo de la tarjeta SUBE (2009) como una de las últimas medidas que le solucionan los problemas a la gente. Hipótesis: la potencia creadora del gobierno está tan en baja que casi le hacemos un favor si forzamos una renovación.

De la vereda de enfrente, lo que ya sabemos: que no hay futuro ni esperanza posible con Patricia Bullrich, Laura Alonso, Silvana Giudici, Prat-Gay, la alianza del Pacífico y el salto sin paracaídas a la "economía creativa".

Los doce años de gobiernos Kirchner terminan con un ambiente político, económico y periodístico denso, casi tóxico, y hay elementos para ganar y para perder gane quien gane las próximas elecciones (que haya más de lo segundo que de los primero es mi apreciación personal, que no todos comparten), por lo que la prescindencia es ciertamente una opción. Se entiende que varios no lo vean así y estén, por estos días, militando activamente el voto a favor de uno y otro, cosa que respeto, pero por todo lo expuesto no deberíamos comprar at face value ninguno de los dos "modelos" propuestos. O como dice uno que yo sé: "El drama del sobrepolitizado es que para seguir discutiendo se tiene que inventar un Scioli y un Macri que no existen".

No desperdiciemos saliva que, pase lo que pase, en julio de 2016 todos vamos a estar diciendo:
- A mí no me miren, yo voté por Kodos.

Victoria, de Sebastian Schipper martes, 27 de octubre de 2015

And the rich were so mean.

The Kinks, Victoria
(1969)


Top 10 recitales domingo, 27 de septiembre de 2015


















A continuación, el top 10 recitales internacionales a los que asistí.

10. Morrissey (GEBA, 2012)
Setlist

9. NOFX (Obras, 2006)
Setlist

8. Radiohead (Club Ciudad 2009)
Setlist

7. R.E.M. (Club Ciudad 2008)
Setlist

6. Pavement (Trastienda, 2010)
Setlist

5. Green Day (Costanera Sur, 2010)
Setlist

4. Pixies (Luna Park, 2010)
Setlist

3. The Hives (Obras, 2007)
Setlist

2. The White Stripes (Luna Park, 2005)
Setlist

1. Pearl Jam (Ferro, 2005)
Setlists uno y dos

Teflón jueves, 27 de agosto de 2015

Scioli es tan de amianto que creo que ni una inundación en La Plata con represión subacuática adentro de una casa de cambio ofreciendo dólar blue a $19 impedirá que se convierta en el próximo presidente.

It Follows, de David Robert Mitchell lunes, 27 de julio de 2015

Learn from the best, steal from the rest.

Tout est corrompu: a propósito de Número Cero miércoles, 24 de junio de 2015



















My morning papers got the scores,
the human interest stories, and the obituary
Bad Religion, Stranger Than Fiction


That's the press, baby. The press! And there's nothing you can do about it.
Ed Hutcheson (Humphrey Bogart) en Deadline - USA 



El autor de Apocalípticos e integrados está cada vez más en el bando apocalíptico. Y no sólo porque por estos días es noticia por su crítica a las redes sociales ("el drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad", dijo este mes en una charla en Turín): el mayor indicio de que Umberto Eco se ha vuelto resistente al clima de época ya podía encontrarse en su última novela, Número Cero.

***

Novella menor, por su extensión (unas doscientas páginas) y por su tema: un periódico ficticio en la Milán de principios de los noventa, elaborado por una pequeña redacción a la que se le da la orden de chantajear y difamar.

La pregunta que surge de inmediato, antes que profundicemos en la premisa, es si esta mordaz crítica es vista como tal por el público masivo (y no puede sino ser masivo un libro cuya primera edición en Argentina tira 50.000 ejemplares). ¿Curados de espanto? Puede que sí: la hipótesis que lanzamos en estas líneas es que años de batalla cultural post Ley de Medios han dejado al lector local promedio más cerca de pensar lo que ya sabe cualquier redactor de un diario argentino de mediados de la segunda década del siglo XXI: que Eco "no hace más que decir, más o menos intensamente, lo que vivimos cotidianamente". La cita es de Castoriadis, quien (à propos de Muerte de un viajante) explicaba el mayor problema al que se enfrentaba la literatura contemporánea, a saber, que "ya no hay ningún polo de no-absurdo al cual pudiera oponerse para revelarse fuertemente como absurdo. Es lo negro pintado sobre lo negro."

Veamos: Colonna, el protagonista, recibe una extraña propuesta a sus cincuenta años: convertirse en redactor en jefe de Domani, un diario que, en realidad, jamás vera la luz del día, pero que cumplirá con el rol de su accionista: presionar y manipular al poder. Partiendo del (correcto) diagnóstico de que muchos diarios se equivocan al limitarse a contar lo que todo el mundo sabe (porque lo dijo el noticiero de la noche anterior), Domani se propone abrir cada número con una investigación especial. Claro que pronto queda claro en qué consisten estas famosas investigaciones: dossiers e informes sobre poderosos enfrentados al Commendatore, el accionista de referencia.

Tal vez sea adecuada la descripción de Guillermo Rodríguez en el Huffington Post (hablando de la muerte del periodismo...). Lo que hace el autor italiano, dice Rodríguez, es colocar al periodismo en la mesa de operaciones. "Lo disecciona lentamente, sí, pero en vez de despojarlo de los tumores malignos que lo están liquidando, se los muestra al lector, los vuelve a colocar en el mismo lugar y procede a cerrar el cuerpo enfermo."

En el medio, algunas de las viejas pasiones de Eco: su crítica a la telefonía celular, su deleite con juegos de traducciones y hasta una teoría alternativa sobre la muerte de Mussolini (que bebe mucho de los cruces entre Kafka y Hitler de Respiración artificial). Y luego, la resignación: "yo me vuelvo a mis traducciones del alemán y tú a tu revista para coiffeurs pour dames y salas de espera de los dentistas. Y qué más, una buena película por la noche, los fines de semana aquí en Orta. Y al diablo todo lo demás".

***

Marcha de periodistas frente a sus propias redacciones al grito de: Je suis Colonna. Eso sí sería noticia.

Kids jueves, 11 de junio de 2015

En el 152, pasando Casa Rosada, concentrado en "Born" de María O'Donnell. Un chico me toca el hombro.
-¿Lees todos los días?
-Siempre que puedo -le contesto.
Me doy vuelta para verlo. Pelo negro, pecas, jogging de Boca, botines naranjas. Me dice que tiene 12 años y que está yendo a entrenar.
-A mí también me gusta leer.

BAFICI 2015: A Pigeon Sat on a Branch Reflecting on Existence martes, 5 de mayo de 2015


















A Pigeon Sat on a Branch Reflecting on Existence
En duva satt på en gren och funderade på tillvaron
de Roy Andersson
con Holger Andersson, Nils Westblom, Viktor Gyllenberg
Suecia / Alemania / Noruega / Francia, 2014, 101'

Lo rídiculo puede ser sublime. Lo sabe Roy Andersson, que filma un tipo de humor que va mucho (muchísimo) más allá del deadpan norteamericano. Esto es humor existencialista, como lo prueban los tres "encuentros cercanos con la muerte" que abren la película o el par de vendedores de bromas pesadas que van de negocio en negocio tratando de colocar algunos de sus productos (como dientes de vampiro "extra largos" o la máscara del "tío de un diente") mientras anuncian: "Queremos que la gente se divierta". Con voz triste, casi quebrada.

7 billies

BAFICI 2015: No Somos Animales


















No Somos Animales
de Alejandro Agresti
con John Cusack, Alejandro Agresti, Al Pacino
Estados Unidos / Argentina, 2013, 90'

Me permito coincidir acá con Diego Battle: No Somos Animales es "uno de los ego-trips más descarados de la historia del cine", una excusa para llevar a John Cusack a Mar de Ajó, poner a Leticia Bredice a imitar a Evita... en tetas, todo unido por el remanido tópico del movie-within-a-movie con un toque documental, con Agresti haciendo de director extravagante pero "copado" que le explica a los inocentes actores de Hollywood su particular lectura sobre los años setenta, mientras todos descansan y comen en el Faena Hotel. No es una película en el sentido estricto, se acerca más al ejercicio automasturbatorio, pero no puedo decir que no me divertí.

6 billies

BAFICI 2015: Goodnight Mommy martes, 28 de abril de 2015


















Goodnight Mommy
Ich seh, ich seh
de Severin Fiala y Veronika Franz
con Susanne Wuest, Elias Schwarz, Lukas Schwarz
Austria, 2014, 99'

Buen thriller psicológico a la austríaca, con el sello de la Ulrich Seidl Film Produktion. No inventa nada (más después de Haneke), incluso la vuelta de tuerca se ve venir, pero vale el intento. Me entretuvo. Que no les extrañe que en 2018 hagan una remake con Ethan Hawke o algo así.

6 billies

BAFICI 2015: The Lies of the Victors sábado, 25 de abril de 2015


















The Lies of the Victors
Die Lugen Der Sieger 
de Christoph Hochhäusler
con Florian David Fitz, Horst Kotterba y Lilith Stangenberg
Alemania, 2014, 112'

Otro exponente del nuevo cine alemán, si acaso menos "seco" y más estilizado que el de Cristian Petzold. Un thriller político-periodístico en la mejor tradición Costa-Gavras, pesimista como debe ser cualquier narración sobre el periodismo en la segunda década del siglo XXI. Es la segunda película que vemos de Hochhäusler (The City Below nos había gustado mucho también).

8 billies

Choke jueves, 16 de abril de 2015

Esta semana, la senadora Gabriela Michetti participa en la remake argentina de "8 mile", la línea psicológica que divide el verticalismo partidario de la rebeldía.

Fragmento del guión:

Han pasado solo algunos días luego de una feroz interna en la que Michetti acusó al gris funcionario conservador Horacio Rodríguez Larreta de colgarse de la pollera del alcalde de Ciudad Caótica, Mauricio Macri. Días atrás, la estocada final: Larreta mandó al spin doctor ecuatoriano Jaime Durán Barba a decir que ella era apenas "una militante" y Federico Pinedo, su virtual jefe de campaña, "un viejito senil". Ahora Gabriela parece decidida a cargarse a sus rivales del partido.

ESTUDIO DE TODO NOTICIAS. INTERIOR.

El debate televisado está por comenzar. De fondo vemos al conductor Marcelo Bonelli practicando las letras del abecedario, oímos la voz en off de Michetti donde se nos revelan sus pensamientos más íntimos:

"Voy a hablar del juego en la ciudad, voy a hablar de los negocios de Caputo, voy a revelar los nombres de las empresas que le financiaron la campaña a este hijo de puta..."

Bonelli:
-Michetti, su minuto...

SUBJETIVA DE GABRIELA MICHETTI MIRANDO HACIA LA TRIBUNA DEL PROGRAMA, SU SENTIDO DE REALIDAD SE DISTORSIONA. EN LUGAR DE VARIOS FUNCIONARIOS Y LEGISLADORES PRO, LA SENADORA FLASHEA UN TEATRO LLENO DE DE BURÓCRATAS PORTEÑOS CON CARETAS DE MACRI QUE LA AMENAZAN CON CANTITOS

Burócratas con caretas de Macri:
-CHOKE! CHOKE! CHOKE!

Michetti:
-Hola, soy Gabriela, la mamá de Lautaro. Quiero construir muchos Metrobus y que Mauricio sea el presidente de todos los argentinos...

Force majeure jueves, 26 de marzo de 2015

¿Uno o dos escenarios a futuro? lunes, 2 de febrero de 2015

por Luis Tonelli
Debate Nº 511, agosto 2014

El país está dividido. Sí, entre los pesimistas y los recontra pesimistas. Ah, cierto, también están los kirchneristas. Aquellos que, más que confiar en el relato, tienen absoluta fe en las decisiones que toma la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Desde cierto punto de vista, mal no les ha ido. Los que se les han colocado enfrente con el mismo nivel de fogosidad política se han equivocado en anunciar los apocalipsis que nunca se dieron y, en contraste, apostar por la supervivencia del kirchnerismo pagó en ventanilla.

Tan funcional a los que están en el poder fue esa oposición desmedida que ahora, siguiendo el teorema de Baglini, el de que la “irresponsabilidad opositora es directamente proporcional a la distancia del poder”, sobresalen los candidatos presidenciales moderados y centristas. A tal punto que el kirchnerismo, ávido del enemigo-constituyente-de-sí-mismo, ha tenido que salir por su propia cuenta a denunciar un nuevo golpe destituyente, pero esta vez en forma de una fabulosa conspiración interna y externa que incluso se propone cometer un magnicidio contra la mismísima Presidenta.

Pareciera que aquí el teorema de Baglini se invierte y la distancia a abandonar el gobierno es directamente proporcional a la irresponsabilidad política. Hay un curso de polarización que el kirchnerismo ha elegido y del cual la oposición no se hizo eco, lo cual lo obliga a polarizar más y tomar su posición pasiva como reaccionaria. Y por lo tanto, el “kirchnercristinismo” se asume en su última fase directamente como revolucionario.

No se sabe de qué revolución, sin embargo, ya que el famoso modelo de acumulación inclusivo y con matriz diversificada en sus estertores exhibe con crudeza que fue sólo un changüí que nos dio el mismo capitalismo global al que se dice combatir, aprovechado por los precios de liquidación internos, producto de la Gran Crisis del 2001/2. Desapareciendo ambos factores, el externo y el interno, volvemos a la típica economía estrangulada, inflacionaria y con su clase media y aparato productivo demandando dólares para importar sus deseos consumistas.

Por lo tanto, se ha llegado al fin del experimento kirchnerista de sustitución de inversiones extranjeras, y se vuelve imprescindible volver al odiado, denostado, y del que se había dicho “nunca más”, endeudamiento. Fase que inició Axel Kicillof, el ministro más heterodoxo (en términos ideológicos) por lo menos desde Ber Gelbard o Bernie Grinspun si se quiere, aunque haya sido quien negoció -es una forma de decir- las jugosas reparaciones al Club de París, a Repsol, a Aerolíneas, y que desembocaría -se decía y “el mercado” lo creyó- en un cafecito con los buitres y sanseacabó.

Nadie esperaba que el lobby del congresista por Florida y furioso anticastrista Mario Díaz-Balart sobre el secretario del Tesoro Jacob Lew diera sus frutos, y que Estados Unidos desistiera de enviar al amicus curiae a la comparecencia ante la Corte Suprema, lo que determinó que ésta mantuviera el fallo de Griesa y lo que prometía ser un paseo terminara en una pesadilla.

Y aquí se abren dos escenarios muy diferentes: según uno, escuche los discursos cada vez más incendiarios de la Presidenta, o bien converse discretamente en los despachos con sus funcionarios (incluso con los que integran el equipo económico, que supuestamente serían los que le dan letra “rupturista” a CFK).

El primer escenario es el de extremar el “vivir con los nuestros”,  afianzar la relación con los aliados poderosos que provienen de “Oriente”, China y Rusia. Reducir al máximo las importaciones, obligar a liquidar los dólares a los exportadores al precio que sea -total, ya perdieron muchísimo por amarrocar los granos en los silobolsas, y haberse derrumbado el precio y la demanda de la soja. Seguir bombeando la economía para que no decaiga la fiesta y subir la intensidad en el plan Precios Cuidados sin aumentar las tasas para tratar de evitar que la inflación no se espiralice. Ejercer todo el poder policial sobre cuevas y afines, con tal de que el blue no se vaya demasiado arriba (y romper las expectativas devaluatorias, incluso bajando el dólar oficial). El relato aquí seguirá siendo que el dólar paralelo es cocaína -y claro, aquí no se aplicaría la liberación del consumo de drogas que propugna el curita de la Sedronar.

Para quien quiera más pruebas de que la Presidenta está embarcada en este curso político extremo tenemos el durísimo discurso en la ONU, donde le dijo “in his face” a un atribulado Obama que “sus enemigos de ayer pasaban a ser rápidamente sus amigos de hoy”, y que no había que hacer “sonar los tambores de la guerra” sino evitar la injusticias que estaban en la base de la emergencia de la violencia en el mundo, siendo la más evidente la disparidad de poder entre los miembros comunes de la ONU y los miembros permanentes de su Consejo de Seguridad. Palabras que se radicalizaron todavía más en una seguidilla de actos, llegando incluso a mencionar que “si a Ella le pasara algo, no había que mirar a Oriente sino al Norte”, generando el paroxismo de los imberbes que gritaban (¡y cómo!) en el reducido Patio de las Palmeras.

Siguiendo el relato, el kirchnerismo entonces llegaría con todas sus banderas desplegadas a las elecciones, incluso se permitiría presentar un candidato camporista por fuera de las PASO del FPV para clavar pica en Flandes y transformarse en el fiscal Nac & Pop del próximo gobierno. Quien volaría bajo desde el comienzo, necesitado como está de hacer un ajuste muy fuerte. Y desde El Calafate, Cristina Fernández, junto a Máximo y el resto del Núcleo, tramaría el regreso.

Claro que hay un pequeño problema con este “relato”. Y es que la economía así no llega hasta la entrega del poder. Entonces aparecen los funcionarios que anuncian otro escenario: “La Presidenta les está bajando el precio a los Buitres diciéndoles que preferirá incendiar el país antes que darles lo que quieren”. Al punto tal de sacar una ley cerrojo donde les anuncia que no les pagará un peso más. Pero, después de enero, ya sea a través de la recompra de privados, o una apertura discreta de negociaciones del Gobierno, o un mix de ambos, se arreglará la cuestión y, volviendo al mercado, la Bolsa volará, el blue bajará y se descomprimirán las cosas. Plan que contaría con la bendición de ricachones como Soros y David Martínez, el “buitre bueno”. Presumiblemente Scioli ganará las PASO del FPV, y La Cámpora se adueñaría de su lista de diputados, aunque el búnker cristinista se ilusiona con que luego gane Macri y, así siguiendo el expediente chileno, Ella vuelva al poder, después de un período en el banco de suplentes.

Sin embargo, hay un problema inmediato con este escenario que mira hacia febrero del año que viene: los meses que siguen. La salida de Juan Carlos Fábrega ha generado muchas dudas porque, mientras él estuviera, los funcionarios moderados podían decir “tapate los oídos y mirá los hechos: en la ONU finalmente se apoyó la moción de Estados Unidos de la guerra contra el terrorismo, y aquí sigue el presidente del Banco Central”. Ya ese argumento no existe más, y el blue sube y las reservas caen. De nada sirve decir que es un “mercado pequeño e ilegal” dado que la enorme masa de los que tienen dólares tampoco los vende, siquiera a semejante precio, con semejante desfasaje.

O sea, el escenario uno y el escenario dos podrían converger en una escena crítica, fulminante e inminente, a la que el ministro Kicillof confía en contener gracias al swap chino, las inversiones rusas y la plata por el 4G. Expectativas que, como siempre, esa verdad llamada realidad confirmará o no, aunque esta vez no haya que esperar el juicio de la historia, sino meses, o incluso días.