Keyhole
de Guy Maddin
Canadá, 2011, 104'
En dos de cada tres folletos del Bafici, el nombre de Guy Maddin aparece irremediablemente unido al de David Lynch. El lugar común cobra sentido si entendemos que tanto el canadiense como el norteamericano son de los pocos cineastas reconocidos de la actualidad cuya filmografía transita una especie de revival surrealista, elección bienvenida en tiempos donde la película más celebrada de los últimos años (Inception) cree que lo más radical que puede producir un sueño es un tren sobre el asfalto o una ciudad que se dobla. Frente a estas (sobre)explicaciones racionales y cerebrales, cualquier producción que experimente un poco con la lógica de ensueño es, a priori, bienvenida.
Sin embargo, cada película de Maddin queda sistemáticamente por debajo de las de Lynch. Una posible explicación es que mientras que el director de Mulholland Dr. hechiza al espectador (con una mezcla única de misterio, suspenso, romance y humor negro), el de Kehole lo adormece. Las intenciones siempre son buenas: personajes con muchísimo potencial y un homenaje simultáneo al cine mudo y al expresionismo alemán; incluso, al igual que el norteamericano, la película plantea un misterio a resolver. Pero el conflicto nunca se encamina, ni parece que va a hacerlo. La película se densifica, se dispersa.
Cuando uno tiene un puñado de ideas, lo mejor es pulirlas, no extenderlas: no por nada, las mejores películas del cineasta son My Winnipeg (un documental de 80 minutos) y The Heart of the World (una ficción de seis). Keyhole sin dudas es "interesante y diferente", pero vayan bajo su propio riesgo.
6 billies
Próximas funciones agotadas.
Hace 4 años.
2 comentarios:
En este caso no veo mucho el punto de comparar con Lynch, aunque haya ciertos puntos de contacto. Tampoco, el de preocuparse por un conflicto que no se encamina. Las películas de Maddin funcionan como poemas sinfónicos audiovisuales, con sus movimientos, sus motivos, su rítmica y su alternancia/repetición de temas. El "oyente" asocia libremente los fragmentos in situ, moldeando su propia experiencia. Si te perdés ese elemento musical de la composición y te concentrás en la resolución de un plot o, incluso, en la linealidad de un simbolismo, una alegoría o una metáfora, va a ser difícil encontrarle la vuelta. Para mí el chabón este (y la peli de ayer lo ratifica) es un hallazgo.
A mi me pasó algo raro: No la odié, como suelo odiar este tipo de peliculas que baila entre lo real y lo imaginario o lo soñado o lo recordado y esas cosas "oníricas" que le gustan a Fede y a Lynch (?). Creo que era una idea buena, que podría haber resultado si hacia el final pasaba algo más, y si todo ese viaje del "recordar" cobraba un sentido.
Cabe destacar que el público Bafici ayer fue un deleite. Hacía mucho que no íbamos al cine sin necesidad de hacer "shh" o presencias piñas en la sala.
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