El mejor mundial de mi historia martes, 15 de julio de 2014























No sé si fue el mejor mundial de la historia porque a México '70 lo vi en compilados de la historia de la Copa del Mundo en VHS. No sé si fue el mejor mundial de la historia, pero sí de los que tengo memoria, o sea, de mi historia. (Vuelvo sobre lo escrito y dos clicks me llevan a un texto de Santiago Llach que dice casi lo mismo. Se amplían las coincidencias). También podemos ir por partes: decir, por ejemplo, que fue la mejor primera ronda de la historia. Que no hubo empates en los primeros trece partidos. Que el promedio de gol -cifra más o menos indiscutida para evaluar el nivel de emociones en un torneo- fue altísimo, uno de los más altos de los que se tenga memoria, a pesar de que ya no existen más los cinco delanteros, que los equipos juegan más cerrados, en fin, todo lo que conocemos sobre la era hiperprofesional del fútbol. De paso, se termina la mentira de Galeano de que el consumismo mató al fútbol y que por eso todos los partidos terminan 0-0.
Sé que hubiese dicho todo esto a pesar de que la selección Argentina, siguiendo la lógica, se hubiese quedado afuera en cuartos (como en 2006 y 2010), a pesar de que en la memoria colectiva el mundial y la performance de la selección en el mundial suelen dejar una misma huella. Pero lo primero que tendremos para la posteridad es la sentencia de Nico Lantos: fuimos finalistas del mejor mundial de la historia.
Esto requiere insistir sobre algo obvio: la selección cumplió con creces su objetivo inicial, que era colocarse entre los cuatro mejores, para lo cual había que perforar la barrera (psicológica) de los cuartos de final por primera vez en casi tres décadas. Lo hizo, además, con un plantel que -al menos en los papeles- no era mejor, en promedio, que Italia, España, Holanda o Brasil. (Teníamos al mejor del planeta, es cierto, pero hace un cuarto de siglo más o menos que un mundial no te lo gana un solo jugador, ¿o me equivoco?).
Por mucho que me haya gustado la selección de José Pekerman -que en cuartos empató y perdió por penales un partido que podría haber estado para cualquiera-, esta fue la primera que me emocionó genuinamente. Los motivos son infinitos, casi todos tocan una fibra muy personal (advertencia para los sub-25: con los años uno llora más fácil), no vale la pena explicitarlos. Lo que sí podemos agregar, sin temor a equivocarnos, es que hay más orgullo en las derrotas que en las victorias. Y esta selección enfrentó en la final al mejor equipo del mundial, un combinado que había metido casi tres goles por partido (a rivales, en promedio, más difíciles: Portugal, Francia, Estados Unidos, Brasil...) y que llegaba como el claro favorito. Alemania tenía la mejor escuadra del torneo y acababa de clavarle siete goles a Brasil en uno de los partidos más increíbles de la historia de los mundiales, performance solo comparable (y recurro nuevamente a los VHS del altillo, tatarabuelos de YouTube) al totaalvoetbal, el fútbol total, de Holanda en el '74. Era un partido que íbamos a perder. Y lo perdimos. Pero vendimos muy cara la derrota. Y estuvimos tan cerca del milagro que duele de solo pensarlo.

Lo otro que duele: nada suena tan lejano como Rusia 2018 o Qatar 2022. Y ni hablar si finalmente el capo-mafia local arregla un Argentina-Uruguay 2030: para entonces este cronista tendrá 45 años. ¿Qué hacemos, mientras tanto, con este vacío?

Por lo pronto, una idea: la cápsula del tiempo. El cajón de los recuerdos. El listado de instantes para revisitar si este sitio sigue en pie dentro de diez años (ojo, ya va casi una década). La palomita de Van Persie; la rabona de Rojo en el debut; Campbell alejándose del tumulto (gateando) después de la patada que le pegó Maxi Pereira; el golazo de Cahill a Holanda; uno de puntín a España; el 5-2 de Francia a Suiza y el sexto tanto no cobrado porque había ya sonado el silbato, cual partido de la NBA; Messi frotando la lámpara contra Irán en el minuto 91; el zapatazo de James Rodríguez contra Uruguay; Lavezzi tirándole agua a Sabella; la mordida de Suárez sancionada por la AFIP (sic); el gol de Di María a Suiza cuando los penales eran casi un hecho (relato insistente, imborrable: "Messi. Messi. Messi. Di MaríaAAAAAAAAAALLL"), con microinfarto posterior incluido (el palo en el minuto 120); la sorpresa de Costa Rica, que salió octavo con recursos limitadísimos; el arquero nigeriano pidiéndole al árbitro que por favor no le de más tiros libres a Messi ("Encima siempre le quiere pegar. Es muy bueno"); el fatídico 1-7 en Belo Horizonte; el quite de Mascherano a Robben en tiempo adicional; las dos tapadas gigantes de Romero; y sí, el gol de Götze.

Cierro el cajón y miro adelante.

5 comentarios:

Pat- dijo...

Me gustó mucho tu resumen del mundial, pero sobre todo me arrancó una sonrisa el listadito de los mejores momentos del mundial :)

Dandy dijo...

fuimos finalistas del mejor mundial, ta cual...

hermoso cajón de los recuerdos, ya me había olvidado del golazo de Cahill

Anónimo dijo...

Me hiciste emocionar hasta las lágrimas. Sin dudas el mejor mundial que vi en mis 26 años.

Escuadrón Mataburros Gran América dijo...

Al ver el cajón deslizandose al compartimento de los recursos para el humano, me quitaste un gran peso pragmático...Gracias...también me dí cuenta que a Messi aún lo podemos seguir viendo cuando lo llamen...siempre, siempre...para vestir esa misma camiseta...no puedo creer que esa misma es al nuestra. Abrazo.

Nico dijo...

Monumental lo de Campbell yendose en 4 patas...