Transference, de Spoon
All That Is Solid Melts into Air, de Marshall Berman
Goodbye Cinema, Hello Cinephilia: Film Culture in Transition, de Jonathan Rosenbaum
Y felices vacaciones de invierno para mí.
Adquisiciones sábado, 16 de julio de 2011
por Fede / Billie a las 1:48 p.m. 0 comentarios
Vos jueves, 14 de julio de 2011
por Fede / Billie a las 8:50 p.m. 0 comentarios
Etiquetas: El Mundo
La diferencia entre popular y pop lunes, 11 de julio de 2011
La diferencia entre popular y pop
Libre y Muy representan formatos novedosos de prensa popular diaria que alternan servicios con chimentos y alguna que otra noticia policial. De las vidas “anónimas”, poco y nada.
Un medio no siempre refleja la vida cotidiana de sus lectores. Así lo demuestran la mayor parte de las revistas de viajes, estilo de vida y farándula, que se venden a un público que tiene dinero para comprar la publicación pero no siempre para acceder al mundo del que hablan. De hecho, tienen un nombre: “aspiracionales”. Ahora bien, ¿qué sucede cuando un diario que pretende ser “la voz de la calle” o “un diario compinche” termina siendo un medio generalista o una vidriera de ricos y famosos?
Los editores de Libre y Muy dejaron en claro que ellos querían hacer “un periodismo popular” (así lo expresó Ricardo Roa en una entrevista televisiva), pero una mirada detenida revela que si ése ese el propósito declarado, aún están lejos de alcanzarlo.
Se necesita una poca de gracia
Luego de investigar durante algún tiempo los diarios sensacionalistas chilenos, Guillermo Sunkel vio que éstos presentaban tres características:
- Logran conectarse con el lenguaje oral de los sectores populares.
- Capturan experiencias de violencia urbana que el lector conoce de cerca (intrafamiliar, sexual, crímenes pasionales).
- Presentan un cierto modo narrativo de contar las noticias.
Los artículos de este dossier [N. del A.: el artículo formó parte de una investigación presentada en la UBA en forma de dossier periodístico] revelan que Libre y Muy presentan pocos de estos elementos, comenzando por las palabras. Títulos como “Los autos más cómodos para hacer el amor” o “La marihuana viaja por las rutas 12 y 14”, en el caso del diario de Gallo, o el genérico “Adiós maestro” en el que Muy enmarca la muerte del escritor Ernesto Sábato, revelan un excesivo apego a las fórmulas clásicas y un escaso manejo de la oralidad popular. El lenguaje más coloquial e irónico recién reaparece en la sección deportiva de Muy, lo cual no es de extrañar teniendo en cuenta que el grupo Clarín viene practicando –y en parte definiendo– ese formato desde 1996.
(La excepción a la regla: En las últimas páginas del primer número de Libre se encuentra quizás la única nota del periódico editado por Darío Gallo que penetra exitosamente en el imaginario popular. Cuenta, con un poco de picardía, la historia de Raúl Saavedra, “el jugador que descendió cuatro veces consecutivas”. “Mis compañeros dicen que soy mufa”, titula el diario en una nota firmada por Mariano Verrina, que con un buen hilo narrativo se presta rápidamente al comentario cómplice.)
Más pantalla que barrio
Si bien para la investigadora Stella Martini el modelo de diario popular se maneja habitualmente “en términos de cercanía” (algo tiene más chance de ser noticia si sucede cerca del público al que se dirige), las páginas precedentes revelan que tanto Muy como Libre han desarrollado un periodismo bien lejos del barrio.
Salvo las páginas de la sección Muy de Buenos Aires –que, por otra parte, separa claramente las noticias “del barrio” de las del resto del diario–, los personajes que protagonizan las noticias están más cerca de los programas televisivos de chimentos que del pulso cotidiano del conurbano. Poco queda de las historias anónimas, violentas o simplemente insólitas, con las que los referentes del mercado –Crónica y Popular– nutren sus páginas, y que apuntan al público trabajador con su información de la vida política y gremial, la realidad económica, en fin, el día a día. De hecho, estamos casi en las antípodas de un periodismo que hable “de y sobre” la cotidianeidad de los sectores populares.
“Lo que quedó claro en las primeras ediciones de ambos diarios es el tipo de público al que suponen como destinatario: cholulo, televidente, amante de la espectacularización de la información y la vida privada de los otros siempre y cuando los otros sean famosos”, concluye la periodista Victoria Linari.
Conclusión: Pop no significa popular
Es allí cuando resurge la pregunta del millón: ¿logran Libre y Muy recuperar los sucesos que ocurren en el ámbito local-popular? Depende. Aquellos que creen que la vida de las grandes mayorías comienza y acaba en lo que la televisión tiene para ofrecerles, sí. Estos medios incorporaron exitosamente el star system local a sus páginas y dedican tres cuartas partes de cada número, de lunes a viernes, a sus riñas y escándalos. Los que creemos que los sectores populares también viven un mundo más allá de los medios masivos, tal vez tengamos otra respuesta.
por Fede / Billie a las 10:01 a.m. 1 comentarios
Etiquetas: Medios
"Grecia aprueba el ajuste y alivia a todo el mundo" lunes, 4 de julio de 2011
Son tiempos difíciles para los propagandistas del libre mercado. Aún así, son (siguen siendo) tiempos fáciles para el libre mercado. Gran paradoja, cuya persistencia queda confirmada por dos ejemplos recientes.
Lima, Perú. Elecciones presidenciales. El candidato de la izquierda nacionalista, Ollanta Humala, logró una trabajosa victoria: obtuvo más votos que la postulante de la derecha, Keiko Fujimori, a pesar de los voceros del empresariado (que pronosticaban catástrofes si Humala se imponía) y de la prensa mainstream (que armó una campaña sucia en su contra con los mismos argumentos). Los comicios fueron transparentes y concurridos: un verdadero triunfo de la democracia.
Pero las grandes mayorías no tuvieron la última palabra.
Una nota de la BBC publicada horas después de las elecciones destacó la tan importante reacción empresarial: "Los malos augurios de algunos analistas se cumplieron", comienza diciendo la bajada. "Pocas horas después de que se confirmara la victoria de Ollanta Humala en las elecciones presidenciales celebradas en Perú, la Bolsa de Valores de Lima registró la caída más importante de su historia". ¡Oh no! ¿Qué debemos hacer? "Se va a mantener este tipo de volatilidad hasta que el presidente electo no dé señalas más claras al mercado de su intención en política económica", es la sugerencia de Luis Oganes, jefe de investigación económica de la firma JP Morgan. ¿Qué esperan "los mercados"? Sin medias tintas, que Humala haga "nombramientos de tecnócratas, con tendencia ortodoxa y moderada que generen confianza".
Resumiendo: la mayor parte de los peruanos votó por un candidato de izquierda, para que lleve adelante un plan heterodoxo, mientras que unos tipos de Nueva York a los que nadie votó le reclaman (mejor dicho: lo extorsionan, mediante golpes de mercado) un masivo plan ortodoxo. Lo mismo opina el escritor Mario Vargas Llosa, para quien "una izquierda genuinamente democrática" debe mantener "el sistema de libre empresa": es decir, no ser izquierda. Cito el párrafo porque no tiene desperdicio
El sistema de libre empresa y de mercado vale más que ellos y por eso el nuevo gobierno debe mantenerlo y perfeccionarlo, abriéndolo a nuevos empresarios, que entiendan por fin y para siempre que la libertad económica no es separable de la libertad política y de la libertad social, y que la igualdad de oportunidades es un principio irrenunciable en todo sistema genuinamente democrático. Si el gobierno de Ollanta Humala lo entiende así y procede en consecuencia por fin tendremos, como en Chile, Uruguay y Brasil, una izquierda genuinamente democrática y liberal y el Perú no volverá a correr el riesgo que ha corrido en estos meses, de volver a empantanarse en el atraso y la barbarie de una dictadura.
Atenas, Grecia. Todos los países de la zona euro adhieren al "pacto de estabilidad y de crecimiento", una cláusula monetarista y ortodoxa que marca un límite del déficit público de un máximo del 3% del PBI. Desde su ingreso al euro, Grecia falló al cumplir con ese objetivo -en 2011 su déficit será tres veces mayor- y por eso perdió "credibilidad" frente a sus financiadores, es decir, que los capitalistas creen posible que Grecia no pueda pagar su deuda.
¿Pero por qué está tan endeudado el país? En primer lugar, por los préstamos concedidos décadas atrás a dictadores y coroneles (similar al salto que pegó la deuda externa argentina en la última dictadura); en segundo lugar, recuerda Eric Toussaint, "el recurso al préstamo sirvió desde los años noventa para rellenar el agujero producido en las finanzas públicas por la reducción del impuesto de sociedades y sobre las rentas más altas".
¿A quién le debe todo ese dinero? Principalmente a bancos extranjeros y sociedades financieras del resto de Europa: Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo. ¿Qué pasa cuando un país relativamente débil le debe dinero a un grupo de poderosos países europeos? Pues claro: vienen la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional con un plan de "rescate". Pero si leemos entre líneas más que rescatar al país vienen a rescatar sus fondos. ¿Y cómo los obtendrán? Mediante un bonito préstamo. De allí los "paquetes" que el FMI le ofrece a Grecia a cambio de una serie de medidas de "austeridad": despidos masivos de trabajadores municipales, cierre de empresas públicas, aumento de los impuestos directos (el IVA pasó del 19 al 23%), privatización de aeropuertos, ferrocarriles, distribución de agua y electricidad, reducción y congelamiento de pensiones, aumento de la edad de jubilación, aumento del transporte público... Terapia de shock, recordaba Naomi Klein.
Estos "paquetes" de leyes de ajuste fueron impulsadas por el gobierno socialista (risas) de Grecia. El parlamento aprobó los recortes en el marco de una huelga general, la cuarta del año, y una verdadera pueblada en las principales ciudades con choques con la policía, represión a mansalva y cientos de heridos en las calles.
¿Cómo tituló el diario La Nación al día siguiente? "Grecia aprueba el ajuste y alivia a todo el mundo". Juro que recordaré esa tapa por mucho tiempo. Sobre todo, porque el título muestra a las claras cómo funciona la ideología, incluso en su versión más burda: disfrazando un interés particular (el de banqueros y capitalistas) como el interés general, que ciertamente no lo era.
Así es precisamente como se "vende" -se fabrica el consenso, diría Chomsky- la "necesidad objetiva" de un recorte: naturalizándolo. El capitalismo representa una forma de organizar la producción y las sociedades: hoy hegemónica, por supuesto, pero antes y después hubo y habrá otros. Ésta es la visión histórica que se pierde cuando algo se vende como dado, de una vez y para siempre.
En algún momento debemos haber comprado este buzón de que el capitalismo is here to stay, de alguna manera nuestras coordenadas ideológicas no conciben otra cosa que no sea el avance del mercado y la mundialización capitalista. Somos los Jensen de la película de Sidney Lumet, que creen -realmente creen- que las fuerzas del mercado son las fuerzas de la naturaleza. Si no, no se explica cómo se filtran, incuestionados, conceptos como estos "paquetes", "rescates" o "planes de ayuda".
¿Qué tenemos que oponer a esta visión? Apenas un poco de historicismo, ya que como decía Slavoj Zizek
uno siempre debe de tener en cuenta que entre la "causa" (el gasto social creciente) y el "efecto" (la crisis económica) no hay una relación causal objetiva directa: ésta siempre se halla inserta en una situación de lucha y antagonismo social: El hecho de que si uno no obedece los limites impuestos por el capital "verdaderamente se desencadena" una crisis, no "prueba" en modo alguno que esos límites sean una necesidad objetiva de la vida económica. Mas bien debería verse como una prueba de la posición privilegiada que tiene el capital en la lucha económica y política, como ocurre cuando un compañero mas fuerte te amenaza con que si haces X, vas a ser castigado por Y, y luego, cuando estas haciendo X, efectivamente resulta Y.La modesta sugerencia es leer entre líneas y cuestionar, cada vez que se pueda, el núcleo de estas proposiciones. Porque, en última instancia, ¿para qué organizamos como humanos un sistema económico? ¿Para garantizar las necesidades y el bienestar de miles de millones de personas? ¿O para cuidar, mantener y velar por la "salud" de "los mercados"?
Vivimos en una época donde ambas visiones comienzan a ser cada vez más contrapuestas. Por eso me pareció más honesta la mirada del diario El Cronista, que sin medias tintas resumió la noticia griega, acaso el mejor ejemplo actual de por qué la democracia y el libre mercado son, en última instancia, incompatibles.
La nota se titulaba: "Arde Grecia pero suben los mercados".
por Fede / Billie a las 11:04 p.m. 4 comentarios
Etiquetas: El Mundo, Mercaderes