“Ahora los empresarios tienen que hacerse responsables”
por Federico Poore
Volvió de sus vacaciones creyendo que la Policía Metropolitana ya estaba a cargo de la seguridad del subte. Pero con el correr de los días, se dio cuenta que el plan del Gobierno porteño era otro. “Todo apareció como un teleteatro, porque ya sabíamos que la Policía Federal se iba a ir”, asegura Roberto “Beto” Pianelli, secretario general del Sindicato del Subte (AGTSyP), enfrentado a la dirigencia de la UTA.
En diálogo con Debate, Pianelli explica su visión sobre el conflicto por la administración de la red de subtes y reflexiona sobre el estado del sistema de transportes en la Argentina luego de la tragedia de Once.
¿Cuál es su opinión sobre la cuestión ferroviaria?
Lo primero que hay que decir es que ha habido una política de abandono del transporte de cincuenta, sesenta años. Esto inevitablemente lleva a problemas no solo de mantenimiento, sino también en relación al resto del transporte automotor. Hoy estamos presenciando el entierro de un proceso largo de agonía. No funcionan la mitad de las cosas que tendrían que funcionar, y lo que anda está armado con el desguace de otros trenes. Esto sale en la superestructura comunicacional luego de la muerte de cincuenta personas, pero cualquiera que tomara el tren podría haber hecho una nota de diez páginas o sacar una apostilla todas las semanas contando los hechos que iban sucediendo en los distintos ramales.
¿Observa los mismos problemas de seguridad en el subte que en los trenes?
Algunos son iguales, otros distintos. Aparece la falta de mantenimiento de las unidades, que en el subte pareciera no tener la misma gravedad que en el Sarmiento, que venimos denunciando. Hemos mostrado imágenes de trenes atados con alambre, o unidades que entraban al taller para que se hagan determinados mantenimientos que salían al otro día sin ninguno. Aparte están los negociados que tiene la empresa para el mantenimiento, algo que está en el informe (del legislador porteño Rafael) Gentili. Los trenes de la línea H tienen sesenta años de antigüedad. La estación nueva de la línea A Macri la inauguró arriba de un tren belga que tiene noventa años. Es el abandono absoluto.
¿Quién controla esta falta de inversión?
Presentamos cada denuncia a medio planeta. Años atrás aprendimos a triangular las denuncias para que no te las cajoneen. Mandamos a la CNRT, a la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, a SBASE, a la empresa Metrovías en el Ministerio de Trabajo…
¿Observaron alguna mejora?
La Superintendencia hace muchas inspecciones. Viene una vez por mes o cada quince días: podemos decir que funciona. La CNRT está en los subtes, pero lo único que puede hacer es multar. Y la empresa prefiere pagar. Es una deficiencia que viene de la época de la Ley de Reforma del Estado, donde los organismos de control no tienen poder de policía.
¿Qué propone?
No hay que caer en el facilismo de decir “hay que estatizarlo”. Tenés que desarmar lo que está, porque hoy la lógica es la de la empresa. Así funciona el personal, los técnicos, los armadores… Hace falta una modificación paradigmática que incluye al sindicato. Además, hoy no existe una industria ferroviaria. ¿Dónde se fabrican rieles? En Somisa, que se privatizó. Ese horno hoy está cerrado. Tenemos que volver a montar una industria del armado. Es complejo, no hace falta con decir: “Vamos a poner una fábrica de galletitas”, entonces buscás en Google “galletitas” y te sale ‘agarre la masa, póngale vainilla…”. Necesitás un acuerdo con empresas internacionales que manejen la nueva tecnología en trenes.
Todo esto en el marco de una ley nacional de transportes que hoy no existe.
Sin dudas. Si no le vas a dar trenes nuevos a una empresa que te los va a destruir. Los coches nuevos cuentan con ATP (Automatic Train Protection), un limitador de velocidad computarizado, con sensores que permiten saber en qué tramo del trayecto tenés tal velocidad según el reglamento. Con este sistema, lo del Sarmiento no hubiera ocurrido. Porque, convengamos, el maquinista fue un héroe. Pero vamos a suponer por un segundo que el pibe era un suicida: el tipo tiene un brote psicótico y cuando está entrando a Once dice: “Me mato, no bajo de los 48 kilómetros por hora, me voy a reventar contra la pared y hasta la avenida Pueyrredón no paro”. No hay nada que se lo impida. Es el sistema el que no te lo tiene que permitir.
Usted dice que teniendo mejores unidades son no sólo se viaja más rápido sino también más seguro.
Son rápidas, seguras y, sobre todo, están en buen estado. Ojo, nosotros tenemos algunos trenes con ATP. Son los que vinieron de España. El problema es que no hay sistema que lo aguanta, entonces se lo anulan. El tren de la línea A ni siquiera tiene el sistema de “hombre muerto”. Si hoy el conductor se muere en el momento que está pasando por la estación Plaza de Mayo, aparece en la Casa Rosada.
¿Es posible tener un buen servicio bajo el sistema de concesiones?
No, en ninguna parte del mundo es así. Es lo que le pasó a Gran Bretaña en la época del thatcherismo. Liquidaron a tal punto los ferrocarriles que tuvieron que armar una empresa con el Estado y los usuarios. Otro ejemplo: el subte, el colectivo y el tren de Nueva York son de la misma empresa, estatal. Hoy el subsidio que paga el Estado es la ganancia de Metrovías. Está en el informe de Gentili.
Algo que se desliza en las declaraciones oficiales sobre la tragedia de Once es la responsabilidad de los trabajadores.
Nosotros tenemos una responsabilidad civil. Pero hay algo perverso. Se trabaja con una estructura que sabés que no es la correcta, llevando a un montón de tipos que no tienen otra alternativa que viajar así. Si algo anda mal, como el famoso “freno largo”, al conductor lo tenés que sacar. Ahora, si estás en Morón con 1500 tipos arriba, sabés que el tren que viene atrás trae otros 1500, y decís “hay que bajarse”, te queman el tren. Entonces tratás de llegar a la terminal como puedas.
Por eso le preguntaba qué lectura hacía de estos discursos.
Los trabajadores hemos sido los más responsables. Venimos haciendo las denuncias sistemáticamente. Ahora tienen que hacerse responsables los empresarios, y hay pruebas suficientes de que no lo son. Esto tiene que ver con un concepto general. El transporte es un servicio público, y los servicios no dan ganancia. Si se los quiere poner al servicio del lucro, nunca van a brindar un buen servicio. Por eso cerraron los ferrocarriles. ¿Qué ganancia tenía llevar el tren a un pueblo de veinte mil personas? ¡Ninguna! Si es por las empresas, que se mueran todos. Si dan “pérdida”…
¿Cómo ven los trabajadores la pelea entre el Gobierno nacional y el porteño en torno al subte?
Hay mucha indignación con el macrismo porque todo apareció como un teleteatro, cuando nosotros ya sabíamos que la Policía Federal se iba a ir. Semanas antes los Federales nos comentaban a dónde los habían asignado, el día anterior se habían despedido de los trabajadores… Estábamos esperando que viniera la Metropolitana. Y a medida que se acercaba el día observamos que no venían. Y no tuvo que ver con lo de Once: antes del accidente tanto (María Eugenia) Vidal como (Horacio Rodríguez) Larreta decían que no querían agarrar el subte.
Hubo declaraciones cruzadas sobre el paro del jueves 1° de marzo.
Escuchamos que (el titular de UTA, Roberto) Fernández había convocado a un paro por “problemas de seguridad”: el mismo tipo que nos había acusado de terroristas por denunciar falta de mantenimiento. El paro llega en una combinación entre la empresa y la UTA. De hecho estaban las puertas cerradas, bajó la patota de mantenimiento. Eran tres tipos del subte y el resto venía de afuera. Nosotros no nos íbamos a cagar a trompadas en ese momento y menos sin policía. (Nilda) Garré sale a decir: “Esto ya se lo trasladamos dos veces, tiene que venir la Metropolitana”. Entonces viene Macri y dice que no hay seguridad. Si la UTA no convocaba, hubiésemos hecho lo que siempre hicimos. ¿No hay policía? Cerramos las boleterías. Lo único que no anda es el Premetro: lo demás hubiera funcionado y los medios iban todos a Bolívar 1. Antes que hablara Macri, no había nadie en este país que entendiera que la Ciudad ya no tenía el subte. Más cuando ya había aumentado la tarifa, diciendo explícitamente “vamos a pagar el costo político”.
La Presidenta chicaneó a Macri pidiéndole que ponga “240 personas con uniforme policial” en las estaciones. ¿Cree que el Gobierno porteño tiene capacidad para hacerlo?
La Ciudad está custodiada por Gendarmería, por Prefectura, por la Federal, y el macrismo dice que tienen 3000 agentes de la Metropolitana. No digo que falten 240 policías, porque esos son los fijos. Pero incluso sumando adicionales, ¿qué le cuesta al Gobierno de la Ciudad poner cuatrocientos tipos?
El sindicato y la CTA
¿En qué estado está la pelea de los Metrodelegados?
Tendríamos que estar en paritarias. Pero le preguntamos a la empresa con quién tenemos que hablar y nos dicen: “vamos a la Ciudad y nos dicen que vayamos a la Nación, vamos a la Nación y nos dicen que vamos a la Ciudad”. Va a ser complicado sentarse. Después está la situación legal nuestra, donde estamos terminando el papelerío para poder ir a la compulsa con la UTA. Calculamos que estará lista para fin de año.
¿Existe una forma de saldar la disputa con Pablo Micheli en torno a la titularidad de la CTA o ya se alcanzó el punto de no retorno?
No hay vuelta atrás. Aunque mañana el Gobierno gire a la derecha, vamos a seguir teniendo diferencias: nosotros vemos este trayecto como progresivo, ellos como regresivo. Acá hablan de menemismo: yo ganaba 435 mangos en el subte y alquilaba en una casa que salía 500, laburando ocho horas. Hoy gano 7000, pago 1800 y trabajo seis. La peleamos, claro. Pero en el kirchnerismo si vos la peleás y la ganás, te levantan la mano y te dicen: ganaste. Con De la Rúa si ganaste no importaba, iban con la hinchada y te pegaban. Ahora, a mí me parece mucho más importante la pelea paradigmática que dio el kirchnerismo en torno al rol del Estado que lo que efectivamente cambió el Estado. Hace diez años atrás todo el mundo decía: “No quiero el Estado”. Hoy un sector importante de la población sostiene que dice que el Estado tiene que estar presente. Los que piensan que esto es más de lo mismo, tienen un problema político: se vuelven conservadores cuando tienen grandes oportunidades.
¿Cómo ve el enfrentamiento entre el Gobierno y la CGT?
No creo que el Gobierno quiera meter en cana a Moyano ni que Moyano sea un cuco. Si este modelo avanzó es que porque ciertos sectores estuvieron a la cabeza de la pelea por la distribución. Nosotros desprecarizamos el subte, pero es una dimensión pequeña. ¡Moyano desprecarizó el Coto! Ni los dichos de Hugo ni los últimos discursos de la Presidenta fueron precisamente brillantes. Las declaraciones contra los docentes son innecesarias. Es como cuando nos pegó a nosotros con lo de la tendinitis. Son cosas feas.
Una versión a página doble de esta entrevista se publicó en la revista Debate el sábado 10 de marzo de 2012.
Hace 5 años.
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