De cómo la privatización no fue la panacea viernes, 18 de mayo de 2007

La hora de los hornos (cuando pasa eso que todos saben que un día va a pasar)

por Cristian Vazquez (Clarín)



Todo llega, toda paciencia y abnegación tienen un límite. Para muchos, ese límite llegó ayer a la tarde cuando un tren de la ex línea Roca (¿se dieron cuenta de que en la Argentina los ferrocarriles no tienen nombre sino ex nombres?) se detuvo a pocos metros de arrancar y sus pasajeros tuvieron que volver caminando por las vías –como en la película "Cuenta conmigo", pero menos emotivo– y no sólo eso, sino que además, supuestamente, ese tren impedía que cualquier otro pudiera arrancar. Justo a las seis y media de la tarde, cuando la gente vuelve de trabajar. Gente que, sí, aunque muchos se sorprendan, a veces dice basta. Aunque esté acostumbrada a viajar peor que ganado, hacinada, en vagones destrozados en los que se muere de calor en verano y de frío en invierno, en formaciones que salen a cualquier hora –si salen–, con menos respeto por los horarios que la televisión. Lo que es decir mucho.

Precisamente, ayer varios canales de TV interrumpieron su transmisión para mostrar las escenas de la batalla campal de la estación Constitución. Crónica dijo tener la primicia, TN y el Canal 26 se sumaron y Telenoche dedicó casi todo su espacio a los incidentes. Y mostraron imágenes que recordaban a aquellas de 2001, esas que muchos quieren hacer creer que son de un pasado que no volverá: manifestantes "genuinos" (como si los convocados por una agrupación política no lo fueran, pero en fin) enfrentándose con palos y piedras a la policía, con un fondo de incendios.

En general los periodistas, tanto los que estaban en los estudios como los movileros que hablaban entre el humo y las balas de goma, trataron de remitirse a contar los hechos, a describir lo que iban viendo. Es que no hacía falta agregar mucho más a las imágenes. O sí: que el "desperfecto" del que habló con TN el vocero de Metropolitano, Fernando Jantus, no es algo aislado, sino algo constante, permanente, que los usuarios del ferrocarril sufren día tras día. Lo decimos por experiencia, sí, aunque ayer nos haya tocado mirarlo por televisión.

En un momento, Jantus hasta se puso a hablar de que "la estación estaba hermosa" y señaló, como una virtud, que muchas productoras vienen a filmar películas al edificio. ¿Hace falta recordarle a este hombre que las películas que vienen a rodar son todas de época, y que esa época no es la contemporánea, precisamente? ¿Hace falta invitarlo un día a ver las escaleras mecánicas siempre inmóviles, los asientos rotos, los trenes cancelados, la suciedad en el piso, los agujeros en los techos que hacen que cuando llueve caiga más agua sobre los andenes que fuera del edificio? Bueno, si quiere un día lo invitamos. Aunque él trabaja ahí y se supone que las conoce, aunque no lo recuerde cuando habla por televisión.

La TV, probablemente, olvidará rápido el asunto. Y cuando lo haga –perdonen el escepticismo– todo volverá a la normalidad ("los trenes del Roca funcionan con normalidad", escuchamos en los noticieros a la mañana, de lo que entendemos que andan como siempre: mal), y la gente seguirá viajando peor que ganado, hacinada, en vagones destrozados. Pero que nadie se sorprenda cuando esa gente vuelva a enojarse.

1 comentarios:

Dante dijo...

No sé si lo viste pero hubo un momento muy loco en lo que fue la televisación de todo ese lío tremendo. Derrepente se vio a un comisario agarrando poco menos (y cuando digo poco menos quiero decir muy poco menos) que a las trompadas a un cabeza de tortuga jefe de otros cabeza de tortuga porque estaban disparando balas de goma. El tipo lo agarraba del uniforme, lo zamarreaba, le pegaba en el casco y le gritaba "no tiren más, no tiren un solo tiro más". El tipo estaba sacado. Mal. Casi lo mata en televisión nacional al que (se supone) había ordenado tirar. Los manifestantes que justo estaban por ahí al rededor mientras pasaba eso y lo vieron se quedaron quietos y lo re aplaudieron al tipo. Muy loco...