Apuntes mundialistas: el día de sumar de a tres jueves, 14 de junio de 2018


Me preparé para Rusia 2018 sabiendo que sería uno de los mundiales más anti-laburante del mundo. Y por anti-laburante no me refiero a los informes de oenegés con cifras de cientos de obreros que perdieron la vida construyendo estadios contrarreloj a tiempo para la Copa del Mundo: hablo de la diferencia horaria entre Argentina y las ciudades rusas, que nos condena a ver partidos a las nueve de la mañana, a las doce del mediodía, a las tres de la tarde en la oficina, entre reuniones, llamados, informes. Si Brasil fue el mundial de las redes sociales, Rusia será el mundial del streaming con carpa.


























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Para el público local, la apertura no podía haber sido más anticlimática. La Argentina llegaba como uno de los países más informados sobre el Mundial y, sin embargo, a minutos del puntapié incial en el Estadio Luzhniki de Moscú nueve de los diez trending topics en Buenos Aires estaban vinculados a la discusión por el aborto legal que estaba teniendo lugar en el Congreso de la Nación. (De qué manera "interrupción voluntaria del embarazo" pudo tener más rating que los memes de Putin, Ronaldo o cual sea el tipo de boludeces que nos gusta comentar en vivo en la aldea de Twitter Argentina como señoras mirando el Martín Fierro merece otro análisis, más profundo, sobre la intensidad con la que la sociedad civil argentina empuja algunos debates.) Y sin embargo, ahí estaba, la esperada ceremonia inaugural. Cuatro años tuvieron para prepararla. Se sabía que iba a durar poco, pero no que iba a ser tan floja, tan... de manual. Ronaldo de la mano de un nene X, un medley por los greatest hits de Robbie Williams, la cantante o modelo rusa de rigor, los bailecitos con pelotas onda United Colors of Benetton. Como se dijo por ahí: mucha cartulina, mucho papel maché. Y, sobre todo, la sensación de que esta apertura se programó sin ganas, como si Putin le hubiese dado enter al Random World Cup Opening Ceremony Generator a ver si le daba más tiempo para conversar con el jeque sobre la cotización del barril de petróleo WTI.

























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Rusia hace tiempo que dejó de ser una potencia futbolística. Entre 1958 y 1982, el país -como Unión Soviética- participó de cinco Copas del Mundo y nunca bajó del séptimo puesto. Ya para México '86 e Italia '90 sus años de gloria habían quedado atrás y desde la desintegración del socialismo real participó solo tres veces y en todas ellas quedó eliminada en primera ronda. Este año, más allá del impulso de la localía, nada hace suponer que puedan hacer un gran papel, aunque tienen uno de los grupos más accesibles del Mundial. Enfrente tenían a Arabia Saudita, país que no pasa de ronda desde Estados Unidos '94 y que siempre cae a los mundiales de relleno, lista para comerse entre 7 y 12 goles en tres partidos y volverse rápido a la monarquía. Conducida por Juan Antonio Pizzi, habían cumplido un buen papel en los amistosos previos con victorias ante Algeria y Grecia y derrotas dignas con Italia y Alemania. Pero hay días en los que todo sale mal, y en este caso el trámite del encuentro fue de ensueño para los locales. Yury Gazinsky abrió el marcador al minuto 12 y desde entonces el plan de Pizzi se fue desmoronando. Para sorpresa de muchos, sin embargo, el man of the match terminó siendo Denis Cheryshev, un ex Real Madrid nacido en Nizhny Novgorod (la ciudad que visitará la selección argentina para enfrentar a Croacia) que ahora juega para el Villareal. Decimos sorpresa ya que Cheryshev venía arrastrando varias lesiones y encima es muy zurdo, por lo que los comentaristas le aseguraban pocos minutos en el Mundial. Hoy le tocó entrar por la lesión del talentoso Alan Dzagoev y al poco tiempo metió un golazo, el segundo de Rusia. El segundo tiempo sirvió para decorar el resultado, con errores infantiles del conjunto árabe que derivaron en los goles tres, cuatro (otro de Cheryshev, un tres dedos exquisito) y cinco de la selección rusa.





















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El resultado engaña porque Rusia no es un gran equipo y el debut fue con acaso el peor equipo que veremos en este mundial (hay que ver Panamá, quizás). El martes el anfitrión enfrenta a Egipto y ahí puede cambiar la cosa. Si se da la lógica -cosa que no se viene dando en los últimos mundiales, al menos en los grupos que tienen a Uruguay-, los charrúas deberían ganar cómodamente el grupo y el segundo lugar deberá definirse entre Rusia y el Egipto de Mohamed Salah. Arrancó el mundial y todavía no estamos en clima: hoy "sumar de a tres" fue que Verna gestionara los votos clave de La Pampa para el aborto legal.

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