Desmontando creencias: "las retenciones son confiscatorias" miércoles, 10 de diciembre de 2008

“Las retenciones son confiscatorias”

La sociedad es un imposible. Debemos aceptar que estamos atravesados por el conflicto, y que el lazo social es apenas un intento precario de constituirse como sociedad –algo, por supuesto, inalcanzable e inaccesible.
Cuando observamos el conflicto entre “el campo” y “el gobierno”, en el cual se enmarca la creencia que nos disponemos a analizar, lo primero que tenemos que saber es que las identidades per se no existen: tal como sostienen Laclau y Mouffe, toda identidad es relacional. Es sólo por medio de diferencias que los hombres vamos definiendo un nosotros –y siempre de manera parcial.
Esta imposibilidad de cierre es tan insoportable para el hombre, que pronto nos convencemos de que efectivamente existe un lugar en donde el otro me impide ser “yo mismo”. Por eso armamos lo que Žižek llama fantasías ideológicas, intentos de cerrar el antagonismo: la promesa de que sin el otro, podríamos ser nosotros completamente. Esto es un sistema de representaciones al que podemos llamar ideología.
En el presente trabajo se intentará señalar por qué la creencia que sostiene que “las retenciones son confiscatorias” es, efectivamente, ideológica, así como cuáles son sus principales componentes y de qué manera esto se fue construyendo a lo largo del período estudiando.

Marco de condiciones objetivas
El fin de la convertibilidad y la adopción de un tipo de cambio flotante, a principios de 2002, se tradujo en una fuerte devaluación que pronto posicionó el dólar en torno a los tres pesos. La consecuencia inmediata de la medida fue una marcada transferencia de ingresos de la masa de asalariados al sector exportador. En este contexto, el gobierno de Eduardo Duhalde instaló retenciones a las exportaciones al sector agropecuario en torno al 20%, las cuales fueron aceptadas sin mayores reclamos por los actores afectados. Para el gobierno y varios otros sectores, resultaba imprescindible reestablecer el impuesto para evitar una estampida de los precios de los alimentos en el mercado interno en el marco de una profunda crisis económica.
El esquema económico general se mantuvo con la asunción de Néstor Kirchner, y las retenciones fueron aumentando gradualmente, acompañando la previsibilidad jurídica y económica de la que empezaron a gozar los exportadores, así como el marcado incremento del precio de los alimentos en el mercado internacional. Hacia fines de 2007, las retenciones a los principales productos del agro superaban el 25%.
A principios del presente año, en el marco de una “crisis alimentaria mundial” provocada por un nuevo y dramático incremento en el valor de estos productos, el ministro Lousteau anunció una resolución del Poder Ejecutivo según la cual se implementaría un esquema de retenciones móviles. De esta manera, el porcentaje del impuesto fluctuaría según los vaivenes del precio internacional: si éste subía, la retención también lo haría. La medida dio comienzo a una serie de protestas –e intensificó otras que la precedían–: la principal de ellas resultó ser un lock-out del sector agrario que se mantuvo durante más de cien días.
Por lo antedicho, el episodio en el que se enmarca esta creencia no tiene momentos de inauguración y clausura definidos. Sin embargo, y a fines prácticos, lo insertaremos entre el 11 de marzo (con la aprobación de la resolución que instalaba retenciones móviles a las exportaciones) y el 18 de julio del corriente año (fecha en la que fueron eliminadas).


Categorías teóricas para el análisis
A fines de analizar la creencia señalada, nuestro mapa teórico se verá nutrido de distintas vertientes del marxismo y de la teoría de los discursos. Nuestra principal categoría será la de ideología. Ella nos va a permitir pensar, desde una perspectiva más rica, cómo este latiguillo es vinculable a una cadena de episodios significativos y cuáles son sus modos de circulación.
Anteriormente señalamos los motivos por los cuales el uso clásico del concepto de ideología (como “falsa conciencia”) no nos parecía pertinente para nuestro análisis. Como sostiene Foucault: “el problema no está en hacer la partición entre lo que, en un discurso, evidencia la cientificidad y la verdad y lo que evidencia otra cosa, sino ver históricamente cómo se producen los efectos de verdad en el interior de los discursos”.
Esto va en sintonía con las corrientes que plantean la apariencia como una ilusión necesaria. Žižek llama a esto “fantasía ideológica”, una fantasía que estructura nuestra propia realidad social. Es decir, que mientras la perspectiva marxista clásica sostenía que la mirada ideológica era una mirada parcial que no tiene en cuenta la totalidad de las relaciones sociales, esta nueva perspectiva –nutrida por los aportes del psicoanálisis– considerará a la ideología como “una totalidad que borra las huellas de su propia imposibilidad”.
¿Cuál es esa imposibilidad? La de concebir “lo primordialmente reprimido, aquel X irrepresentable sobre cuya ‘represión’ se funda la realidad misma”. Este límite insondable es la lucha de clases, dado que es “el límite que nos impide concebir la sociedad como una totalidad cerrada”.
Una ideología no es necesariamente “falsa”. Es más: en cuanto a su contenido positivo puede ser “cierta”, bastante precisa. Pero lo que realmente importa no es su contenido positivo, sino el modo como este contenido se relaciona con la posición subjetiva supuesta por su propio sujeto de enunciación. Es decir, cuál es el yo o el nosotros construido por estos discursos y de qué manera es que allí el conflicto, el antagonismo social, aparece borrado, oculto.
La noción de antagonismo aparece desarrollada en la obra de Laclau y Mouffe. Estos autores parten de la base de que lo social es un imposible –que “la sociedad” como totalidad suturada y autodefinida no existe. Y que por lo tanto

la imposibilidad de fijación última del sentido implica que tiene que haber fijaciones parciales. (...) Si lo social no consigue fijarse en las formas inteligibles e instituidas de una sociedad, lo social sólo existe, sin embargo, como esfuerzo por producir este objeto imposible. (Laclau y Mouffe, 2004)

Algunos ideologemas circulan en lo social como “significantes flotantes”, esto es, diseminados sin un anclaje. Pero este esfuerzo por producir el lazo, lo social, ese objeto imposible, hace que en algún punto estos significantes logren fijarse parcialmente.
Los puntos discursivos claves de esta fijación parcial son llamados puntos nodales. Dirá Žižek: “Lo que está en juego en la lucha ideológica es cuál de los puntos nodales, points de capiton, totalizará, incluirá en su serie de equivalencias a esos elementos flotantes.” En otras palabras, cuál será el significante que “acolche” todo el campo y efectúe su identidad.
Por ende, “la primera labor del análisis consiste... en aislar en un campo ideológico determinado la lucha particular que al mismo tiempo determina el horizonte de su totalidad” . Para ello, vamos a referirnos a los actores en pugna.

Los distintos actores del conflicto
El período analizado muestra cómo una serie de demandas inicialmente planteadas por asociaciones agrarias fue articulándose con diferentes imaginarios sociales. Con el paso del tiempo, estas articulaciones –por un lado– y la articulación de creencias opuestas –por el otro– fueron definiendo dos bloques enfrentados.
Cabe señalar que los sectores en pugna en el recorte no son antagónicos per se, pero así se construyen, ya que sus cadenas significantes forman bloques opuestos. “Es esto, precisamente, lo que hace posible la relación de equivalencia: diferentes luchas individuales... pueden encarnar la oposición colectiva al poder represivo”
En el conflicto agrario que tuvo lugar durante este año, surgieron voces que intentaron instalar la creencia de que las retenciones a las exportaciones eran injustas, ilegales, ilegítimas, o directamente confiscatorias.
Los primeros actores en sostener estas creencias fueron las propias agrupaciones agrarias, es decir, organizaciones encargadas de defender los intereses de los distintos sujetos relacionados a las economías rurales. Sus demandas estaban específicamente dirigidas al Gobierno, a quien en un principio se le acusaba de haberles “privado” de “ganancias legítimas” con la implementación de la Resolución 125.
Desde el Gobierno nacional, argumentaron que la decisión tenía un “criterio redistributivo” para “garantizar” que las ganancias del sector se compartan “con todos los argentinos” . Esta postura era claramente ideológica en tanto concebía a la sociedad de manera armónica y de esta manera –diría Žižek– estaría esquivando el trauma fundamental, intentando disimular el inevitable antagonismo social.
Desde esta posición inicial de defensa de ganancias, las entidades agrarias fueron corriendo su discurso hacia posturas más amplias, en donde ese interés particular fue fundiéndose con otro más general, a través de consignas cada vez más difusas.
Fue por medio de esta serie de articulaciones que las demandas sectoriales mencionadas se hicieron del apoyo de grupos más amplios. En la vereda opuesta al gobierno, comenzaron a aparecer un mayor número voces en apoyo al reclamo, entre los que se encontraban intendentes y gobernadores de zonas económicamente dependientes de la actividad agrícola, pero también figuras nacionales de diferentes partidos de la oposición, y distintos grupos de personas que se denominaron a sí mismas “independientes”, y que comulgaron con las consignas más amplias que se fueron tejiendo en semanas posteriores a la implementación de la resolución.
Como decíamos, el Ejecutivo ya había tomado una postura clásicamente ideológica desde el día uno, al relacionar la medida con la tan mentada “redistribución del ingreso” –una imagen completa de justicia social que excedía la medida en cuestión.
Sin embargo, a medida que la cuestión recrudecía, este encadenamiento de ideas comenzó a incluir otras creencias. Por ejemplo, el día posterior al primer cacerolazo Cristina Kirchner salió a hablar de la existencia de un conflicto “con los que cuestionan la política de derechos humanos” . La red de apoyos pronto empezó a incluir a otros actores, como –justamente– las asociaciones de DDHH, un grupo de intelectuales que adhirió a la teoría del “clima destituyente” impuesto por el gobierno , y distintos asalariados que expresaron su descontento frente a la falta de “colaboración” del sector agrario, al que suponían más beneficiado que ellos por las políticas oficiales, y al que ahora le “tocaría” aportar algo al país. Cristina Fernández, desde su rol de árbitro social, lo afirmó en reiteradas veces: “al país lo construimos todos.”
Las entidades agrarias y sus apoyos presentaban una mayor pluralidad de discursos. Recordemos que, si bien aparecieron bajo un frente común llamado “Mesa de enlace”, los representantes del agro eran cuatro entidades con distintos objetivos e intereses concretos. Este es uno de los motivos por los cuales estos discursos se fueron encadenando rápidamente con otros más amplios, de manera de poder enlazar con creencias que los conectaran con las otras organizaciones, por un lado, y con franjas más amplias de la población, por el otro.
Es por eso, además, que las caras visibles en los reclamos de las asociaciones patronales resultaron ser Alfredo De Angeli y Eduardo Buzzi, miembros de la Federación Agraria, una agrupación que respondía a los productores pequeños y medianos, más simpáticos a los ojos de las mayorías.

Emergencia de la creencia
La palabra “confiscación” posee una serie de fuertes connotaciones, ya que está directamente asociada a la violación de la propiedad privada. El diccionario la define como una “pena con privación de bienes, que son asumidos por el fisco” y es esto lo que tangencialmente empieza a oírse y leerse en foros de opinión, desde el primer día del anuncio de la medida:

• “De cada $1000 recaudados por el campo al Estado le quedan $410, ¡esto es comunismo!”
• “El gobierno empieza a quedarse con el sueldo de la gente”
• “Esto es expropiación lisa y llana. Es un grupo de personas decidiendo arbitrariamente sobre el fruto del trabajo y el capital de otras, usando la fuerza (el estado) como garantía del saqueo.”


Desde la postura oficial o aliada a la oficial, aparece un pedido de solidaridad. El sector agroexportador es visto como un “privilegiado” en la actual situación de crisis, y lo que se espera es que ellos “cumplan” con su parte:

• “¿Animo socialista? ¿De que están hablando? ¡Resulta que a los terratenientes cuando tienen que pagar impuestos se les aparece el fantasma del comunismo soviético! Yo pago 21% sobre todo lo que compro.”

Posibles cadenas significantes y componentes imaginarios
Para entender el trabajo de lo ideológico dentro del campo de las representaciones colectivas hay que entender la lógica de la equivalencia y sus dos operaciones centrales: el flotamiento y el vaciamiento. “En el caso del significante flotante tendríamos aparentemente un exceso de sentido, mientras que el significante vacío sería, por el contrario, un significante sin significado.”
Como explica Slavoj Žižek, lo que crea y sostiene un terreno ideológico es

el cúmulo de “significantes flotantes”, de elementos protoideológicos, estructurado en un campo unificado mediante la intervención de un determinado “punto nodal” que los “acolcha”, detiene su deslizamiento y fija su significado. (Žižek, 1992)

Existen, para cada “bando”, concepciones distintas de lo que sería el “trabajo”, la “riqueza”, el “pueblo”. Diría Laclau: “Cada uno de los eslabones de la cadena equivalencial nombra algo diferente de sí mismo, pero que este sombrar sólo tiene lugar en la medida en que el eslabón es parte de la cadena.” Tal como decíamos desde Žižek, existe un punto nodal que fija un significado y lo establece, retroactivamente, para toda la sucesión.
Recordemos las opiniones de los lectores de los diarios opositores: el gobierno se “queda” con “el capital”, con “el fruto de nuestro trabajo”. En esta lectura, el Gobierno resulta ser un obstáculo para la apropiación de la “plata” que uno mismo se ganó “legítimamente”. El trabajo y la riqueza aparecen atravesadas bajo una lógica capitalista liberal.
Desde el gobierno, “trabajo” y “riqueza” tuvieron una concepción diferente. Al comenzar el paro agrario, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández les pidió a los ruralistas que admitan que “ganaron mucha plata”. Es decir que bajo la óptica del bloque oficial, existiría un tope legítimo de ganancias, por encima de la cual el Estado se las apropiaría para consagrar la “redistribución del ingreso”.
Como inicialmente la medida fue decretada a través de una resolución del Poder Ejecutivo, resultaba sencillo culpar por el problema al “matrimonio gobernante”. Sin embargo, en el corpus se detecta un punto de quiebre en los discursos cuando Cristina Fernández envía la resolución al Congreso para que sea ratificada. Allí comienza otro ataque, más “legalista” si se quiere, por parte del agro y sus aliados, y es la denuncia de que una medida “confiscatoria”, y por ende “anticonstitucional”, está a punto de aprobarse. De repente lo que está en riesgo es “el destino de la República”:

• “¡El ejecutivo repleto de abogados sabe que la 125 y sus modificaciones son anticonstitucionales! Carecen de todo sustento jurídico y son inaplicables. Violan la constitución nacional.”
• “El Congreso insiste con medidas confiscatorias.”
• “Las retenciones móviles son confiscatorias, inequitativas e inconsultas.”
• “La batalla por el imperio de la Constitución, de la República, del federalismo y del campo no está perdida, sino que por el contrario, estamos en el medio de esa lucha.”


Decíamos que el punto nodal es “la palabra que, en tanto que palabra, en el nivel del significante, unifica un campo determinado, constituye su identidad: es, por así decirlo, la palabra a la que las cosas se refieren para reconocerse en su unidad.”

En la situación extrema de una desorganización radical del tejido social... la gente necesita un orden... El “orden” como tal no tiene contenido..., pero en una situación de desorden radical, el “orden” está presente como aquello que está ausente; pasa a ser un significante vacío, el significante de esa ausencia... y varias fuerzas políticas pueden competir en su esfuerzo por presentar sus objetivos particulares como aquellos que llenan este vacío. (Laclau, 1996)

Recordemos que para Laclau y Mouffe, las identidades nunca pueden ser positivas, sino que son puramente relacionales. Dado que “la sociedad” no existe, al menos como objeto total y definido, “no hay principio subyacente único que fije –y así constituya– al conjunto del campo de las diferencias”. De aquí que toda identidad resulte necesariamente precaria. Y que, para construirla a medida que el conflicto se agudizaba, ambos sectores salieron a reflotar el significante vacío de la “unidad”. En el caso del kirchnerismo y sus apoyos, unidad contra los intereses particulares de un sector, y en el caso del sector agrario y sus aliados, unidad contra los atropellos a las libertades (económicas, constitucionales).
De esta manera, “el elemento que sólo detenta el lugar de una falta, que es en su presencia corporal sólo la encarnación de una falta” –es decir, la unidad– “se percibe como un punto de suprema plenitud... La pura diferencia se percibe como identidad”. La ilusión es que la unidad brindará el fin del conflicto, algo que según las perspectivas de Laclau y Žižek es claramente un imposible.
En el caso analizado –“las retenciones son confiscatorias”–, el bloque agrario exhibe el fantasma de la confiscación y pronto lo asocia a un saqueo legalizado del partido gobernante: la identidad estaría dada por la oposición a las prácticas autoritarias (“anticonstitucionales”, “ilegales”) de los Kirchner.
El contraargumento es que las retenciones son justas y necesarias, y que a ganancias “extraordinarias” le corresponden aportes fiscales acordes. En un país en crisis, la creencia sostiene que riqueza es, por definición, sospechosa, y exige la intervención estatal. El enemigo es aquel que se está quedando con la “riqueza de todos”, y esa diferencia es la que construye la (ilusión de) identidad.

Operaciones ideológicas
Volvamos, pues, a nuestra creencia: “Las retenciones son confiscatorias”. La afirmación es tajante, define una realidad de las cosas. Las cosas son así, las retenciones son confiscatorias. Parece que estamos frente a un discurso ideológico. ¿Por qué? El discurso explica qué está ocurriendo (el gobierno impone restricciones ilegales, ilegítimas al comercio) y qué debería ocurrir (al ser ilegales, deberíamos rebelarnos contra ellas, las retenciones deberían desaparecer).
No hay lugar para la duda, para la pregunta, ya que “en la ideología, todas las preguntas se responden por adelantado”.
Decíamos que un discurso pasa al terreno clásicamente ideológico cuando un contenido particular se presenta como más que sí mismo. Supongamos, dice Laclau,

que en un país del Tercer Mundo se propone la nacionalización de las industrias básicas como panacea económica. Pues bien, ésta una forma técnica de administrar la economía y si permaneciera como tal nunca pasaría a ser una ideología. ¿Cómo puede transformarse en ésta última? Sólo si la particularidad de la medida económica comienza a encarnar algo más y diferente de sí misma –por ejemplo, la emancipación de la dominación extranjera, la eliminación del despilfarro capitalista, la posibilidad de justicia social para sectores excluidos de la población... En suma: la posibilidad de constituir a la comunidad como un todo coherente... Éste es el efecto ideológico strictu sensu: la creencia en que hay un ordenamiento social particular que aportará el cierre y la transparencia a la comunidad. (Laclau, 2002)

El discurso del gobierno asocia un posible aumento porcentual en la estructura de retenciones al agro con la “soberanía alimentaria” y el “cubrir la mesa de los argentinos” –es decir, la redistribución. En la vereda de enfrente, una decisión de política económica es acusada de ser “una propuesta autoritaria” y “un atropello a la democracia”, es decir, una confiscación.
En el trabajo anterior decíamos que la visión capitalista liberal sobre la cual se apoya el rechazo tajante a las retenciones, también es ideológica por excelencia, ya que –de Adam Smith en adelante– supone que persiguiendo el interés particular uno colabora al interés general.
En el encadenamiento discursivo de los aliados del agro se ve cómo determinados intereses, muy particulares ellos, se van sumando a otras demandas (“seguridad jurídica”, “libertad económica”) y conforman una idea de República asociada a estos valores. El matrimonio gobernante –y el Congreso, cuando todos suponían que iba a ratificar la medida– resultaban, por consiguiente, la anti-República, aquello que impedía la “paz social”, la “unidad” y la “reconciliación” de los argentinos. Como afirmó en un momento Eduardo Buzzi: “Los Kirchner son un obstáculo”.

Conclusión
En las páginas precedentes hemos intentado ubicar un conjunto de creencias condensadas a partir de una serie de cadenas significantes. Nuestra intención fue identificar su surgimiento, trazar su circulación y dar cuenta del marco de condiciones objetivas en las cuales estas creencias son afirmadas o refutadas.
Nos interesó demostrar cómo estas creencias se han construido, mediante mecanismos de universalización y abstracción, de manera típicamente ideológica, concibiendo la ideología en un sentido más rico y amplio que el de la teoría marxista clásica –esto es, no como un reflejo distorsionado de alguna realidad empírica, sino (al decir de Žižek) como “una totalidad que borra las huellas de su propia imposibilidad”.



Fuentes:
- Althusser, Louis. “Tres notas sobre la teoría de los discursos” en Escritos sobre psicoanálisis, Siglo XXI, México, 1996
- Foucault, Michel.
Verdad y poder, entrevista en revista L'Arc #70
- Laclau, Ernesto. “Muerte y resurrección de la teoría de la ideología” en Misticismo, retórica y política, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2002
- Laclau, Ernesto. “¿Por qué los significantes vacíos son importantes para la política?” en Emancipación y diferencia, Ariel, Buenos Aires, 1996
- Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal. “Más allá de la positividad de lo social” en Hegemonía y estrategia socialista, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2004
- Žižek, Slavoj. “Che vuoi?” en El sublime objeto de la ideología, Siglo XXI, México, 1992
- Žižek, Slavoj. “El espectro de la ideología” en Ideología. Un mapa de la cuestión, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003

Monografía para Comunicación III: Investigación de la comunicación (Cs. Sociales, UBA) realizada por Federico Poore, distribuido bajo licencia Creative Commons Atribución No-Comercial 2.5 Argentina. Usted es libre de: a) copiar, distribuir, exhibir, y ejecutar la obra b) hacer obras derivadas bajo las siguientes condiciones: a) Atribución. Usted debe atribuir la obra en la forma especificada por el autor o el licenciante b) No Comercial. Usted no puede usar esta obra con fines comerciales.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Seguro que no son confiscatorias.

El tema es que este gobierno manejó el tema de la 125 tan pero tan mal, que mucha gente apoyó al impresentable gorilaje agro-sojero nada más que por llevarle la contra al gobierno.

Y ni hablar del perverso manejo mediático del asunto.

Salu2,

DT

Anónimo dijo...

Son confiscatorias, pero no estamos discutiendo eso.
Todo en la vida esta influenciado por "ideologia" o una "creencia". Como habría que hacer para sostener q son confiscatorias sin caer en tu analisis?

Fede / Billie dijo...

Creo que no entendiste -o leiste- los conceptos que se manejan en el trabajo.
Repito, por las dudas:

Una ideología no es necesariamente “falsa”. Es más: en cuanto a su contenido positivo puede ser “cierta”, bastante precisa. Pero lo que realmente importa no es su contenido positivo, sino el modo como este contenido se relaciona con la posición subjetiva supuesta por su propio sujeto de enunciación. Es decir, cuál es el yo o el nosotros construido por estos discursos y de qué manera es que allí el conflicto, el antagonismo social, aparece borrado, oculto.

La idea de confiscación remite directamente a la de una violación de la propiedad privada, por ende la visión capitalista liberal sobre la cual se apoya el rechazo tajante a las retenciones, también es ideológica por excelencia, ya que –de Adam Smith en adelante– supone que persiguiendo el interés particular uno colabora al interés general.
En el encadenamiento discursivo de los aliados del agro se ve cómo determinados intereses, muy particulares ellos, se van sumando a otras demandas (“seguridad jurídica”, “libertad económica”) y conforman una idea de República asociada a estos valores.


Esto no quiere decir que los argumentos puestos en la vereda de enfrente ("la mesa de todos los argentinos" y cosas así) no sean ideológicos. ¡De hecho lo son! En eso estamos de acuerdo, vos, yo y Althusser, Augusto: "todo está influenciado por ideología". Uno nunca puede salir del lugar ideológico, porque la ideología estructura nuestra propia percepción de la realidad social.

Lo que podrá hacer, en todo caso, es alejarse lo más posible de ella, al exhibir el propio lugar de enunciación (lo que Verón llamaría desdoblar su discurso) y no negar el antagonismo social. Si una facción o grupo pretende afirmar que las retenciones son confiscatorias deberá poner en juego todas esas estrategias, comenzando por marcar el carácter histórico y variable del derecho.

Saludos.

Martín dijo...

el hecho de hablar de retenciones y el conflicto del campo es anecdótico.

muy buen trabajo Fede.




ahora, contanos... qué te sacaste? :P

Fede / Billie dijo...

8,50

UN VOYAGEUR SANS PLACE dijo...

Zizek es un filosofo mui conciente, pero a mi me es difícil comprenderlo bién, mientras que ustéd lo puede hacer. Eso me deja lleno de envidía, aunque me guste leyerte.Digo la verdad...
Y, también, miro en ustéd un niño mui guapo, en el exterior y en el interior.
Saludos de Brasil.

Anónimo dijo...

Fede, creo que no entendiste -o leiste- el comentario anterior al mio, que dice "Seguro que no son confiscatorias" y mi opinion fue "Son confiscatorias, pero no estamos discutiendo eso.". Lo que queda bastante claro q mi intención no fue discutir si son o no confiscatorias sino contestarle al primer comentario.
El primero dijo que no son confiscatorias y vos no decis nada, yo digo que son confiscatorias y a los 15 min me contestas diciendome que no entendi o no lei bien... raro no?

Cinzcéu dijo...

Augusto: Me parece que Fede ha leído bien tu comentario y lo ha respondido de manera suficiente. Preguntabas: "Como habría que hacer para sostener q son confiscatorias sin caer en tu analisis?"; y se te respondió: "Si una facción o grupo pretende afirmar que las retenciones son confiscatorias deberá poner en juego todas esas estrategias [desdoblamiento del discurso, señalamiento de su propia enunciación, confesión de las condiciones que hacen a su ideológico], comenzando por marcar el carácter histórico y variable del derecho".
Fede te ha respondido a lo único que has preguntado. El resto consiste en un galimatías acerca de lo confiscatorio o no (y si ése es el tema o no) en el te has enredado de un modo bastante patético.
Saludos.

Anónimo dijo...

Nunca dije q no me halla respondido, solo dije q alguien dijo q no eran confiscatorias y no dijo nada, y cuando yo dije que si lo eran salto diciendo q no era el tema, cuando yo escribi "no estamos discutiendo eso".
PD: q lindo fede q tus lectores te defiendan...

Fede / Billie dijo...

Hola Agus.
Si no respondo a la pregunta es simplemente porque no nos estábamos refiriendo a eso en el post que nos ocupa. Ya lo hemos debatido largo y tendido en otra oportunidad. Creo que muy pocos acá entienden el concepto de confiscatoriedad (inclusive aquellos que sostienen, efectivamente, que las retenciones lo son).

En todo caso, planteado en esos términos, tiene que resolverse en el ámbito del derecho, asunto que vos manejás mucho mejor que yo.

Así que cerrado el tema "creencias", te pido si nos podés explicar cuál es la lógica jurídica que sostiene de manera contundente que las retenciones móviles son "confiscatorias". Y en tal caso que expliques un poco el concepto, quizás nos ayudes un poco a todos a entenderlo :)

(Lo cual no quiere decir que esa ley tampoco pueda ser sujeta, después, a una crítica ideológica. ¡Como todo! Son dimensiones distintas)

Anónimo dijo...

Nunca dije q no me hallas respondido, lo que dije es q me acusas de no haber leído el texto por decir "son confiscatorias" y al primer comentario q dijo "no son confiscatorias" no dijiste nada, nada mas. Y si entendí q no era la cuestión discutir sobre la confiscatoriedad o no, sino ver el tema desde un plano mas sociológico por decir algo.
Con respecto al tema de la confiscatoriedad, es un principio del derecho tributario que los gravámenes NO SEAN CONFISCATORIOS. Que se entiende por ello... hay muchos arts. constitucionales en juego el 17 (derecho de propiedad), 28 (ninguna ley puede alterar los derechos consagrados), etc.
Como no hay un limite exacto q diga cuando empieza o deja de ser confiscatorio, la Corte Suprema en diversos fallos, entendió q si el gravamen supera el 33% era confiscatorio.
Anticipandome a lo que me vas a contestar, ya te voy diciendo que no importan los montos concretos, es el 33% sea 1 mango o mil millones.
Los primeros fallos al respecto, se trataban de impuestos inmobiliarios, tonces lo que pasaba es que si te cobran mas del 33% del valor de una casa en 3 o 4 años el estado es dueño de la casa, lo que viola el derecho a la propiedad.
Si bien acá no se quedaría con un campo (xq lo q se grava no es un inmueble sino la renta), por analogía se tendría que aplicar el mismo principio.
Si no te gusta que se aplique la analogía te cuento que si bien en este caso podes tener la sensación de que no es justa, te cuento q en derecho laboral también se aplica este principio de confiscatoriedad.
Lo explico muy brevemente, la Ley de Contrato de Trabajo, establece que hay un tope para fijar la base de calculo (en base a eso se calcula la indemnización). En muchos casos se da que le correspondería una indemnización mucho mas alta y por este tope los números son menores. Es por esto, que la corte aplicando este principio de confiscatoriedad, estableció que el tope no puede disminuir en mas de un 33% la indemnización.
Básicamente, acá tenes un poco la lógica de la confiscatoriedad.
Saludos

Martín dijo...

y un dato de color que adorna el intrincado e incoherente regimen tributario nacional. el impuesto a las ganancias tiene como alícuota para la categoría más alta de personas físicas y empresas el 35%. se puede aplicar lo mismo q señalaste sobre que no es un bien, sino renta.

Anónimo dijo...

Por supuesto q si, de hecho se dicutió y se sigue discutiendo, el 35 % es confiscatorio.

1+ dijo...

Si los que estudian la economía son economistas, ¿los que estudian el derecho son derechistas?
Muy buen laburo para "Investigación de la comunicación", Fede. Me resultó muy interesante.