Democracias en el continente: ¿hacia dónde vamos? viernes, 21 de agosto de 2009



Leemos:

(...) El señor Uribe y todo el resto saben que si se presenta gana: es ese 70 por ciento de aprobación, dos de cada tres colombianos dispuestos a volver a votar por alguien que mantiene el orden mientras sus fuerzas armadas y de seguridad asesinan y espían, mientras sus colaboradores van a la cárcel por haberse corrompido en gran escala. Según la vulgata política al uso, cualquier gobierno que haga todo eso debería ser repudiado por sus súbditos: se ve que no es así. Se ve, por ejemplo, que para muchos colombianos toda esa bulla de los derechos humanos no es tan importante frente al hecho cierto de que las Farc está en extremo retroceso. Todavía hay, por supuesto, en Colombia, muchas personas –casi todas las que conozco– que repudian esta idea del mundo: son, está visto, clara minoría.

La paradoja está servida: el gobierno con más apoyo democrático del continente es uno de los menos democráticos. Porque, probablemente, las razones que definen ese apoyo mayoritario no sean las que la democracia define como fundamentales. Porque, probablemente, la democracia no sea percibida por muchos como fundamental. Porque el cuarto de siglo de democracia en la región ha dejado tantos problemas sin resolver que muchos ciudadanos empiezan a buscar por otro lado –o, por lo menos, a desdeñar los parámetros democráticos para medir a sus gobernantes. Y sospecho que en la medida en que ciertas democracias sigan siendo inútiles para resolver esos problemas, la confianza –la creencia– en ese sistema de gobierno se va a seguir debilitando. No me preocupa tanto: yo creo que la democracia es mucho mejor que cualquier dictadura y mucho peor que otras formas posibles, sólo que todavía no sabemos cuáles son esas formas.

También creo que la gran ventaja de la democracia es que permite, más que cualquier otro modelo, la búsqueda de esas formas, del modelo que algún día la sucederá. Pero creo que cuando los colombianos prefieren un gobierno que parece alcanzar ciertos objetivos aunque no cumpla con las bases de esta democracia –cumplimiento de la constitución, uso legal de la violencia del Estado, respeto de las libertades básicas de los ciudadanos, honestidad en la administración de la cosa pública, separación entre el Estado y la delincuencia– están siendo pioneros en este modelo de “democracias de baja intensidad pero eficientes” que el fracaso de nuestros gobiernos puede prologar. Entonces me pregunto si los argentinos también preferirían algo así. (...)

1 comentarios:

Dark Tide dijo...

Lo peor de todo es que muchos que votan a Macri o a Alikate, lo hacen buscando un sorete como Uribe...