Aquí se construye (o Ya no existe el lugar donde nací)
de Ignacio Agüero
Chile, 2000, 77'
I. La cámara registra una mudanza. Una madre empaca sus cosas y camina en silencio por el jardín. El espectador intuye que esta será la última vez que lo vea. Acto seguido, la casa es demolida.
Disgresión. En Toy Story 3, una serie de juguetes que están a punto de morir incendiados son rescatados por un brazo mecánico. El recurso, un literal deus ex machina, me vino a la mente mientras veía los movimientos de las máquinas excavadoras: proyecciones del brazo humano que arman y desarman hogares a piacere. Un verdadero dios dedicado a modificar mundos sin demasiado esfuerzo.
II. Uno puede suponer lo fácil que es arruinar un documental que comienza así. La manera más sencilla de hacerlo es avanzar con un mero trabajo de denuncia. La obra puede dedicarse a sugerir, más o menos explícitamente, que las nuevas construcciones son monstruosas, que la "destrucción creativa" capitalista es mala, etcétera. Sin embargo, las decisiones formales que siguen a estos primeros planos son mucho más sutiles y, por ende, poderosas.
III. En medio de las grúas y excavadoras que ocupan este barrio residencial de Santiago, Agüero se encuentra con un biólogo, uno de los pocos vecinos que vive desde hace tiempo en la misma casa. El hombre tiene una especie de jardín casi selvático y observa, con desesperada templanza, cómo la cuadra que conoció durante cinco décadas va desapareciendo ante sus ojos. Pero al hombre se le pregunta, más que nada, por los bichos que colecciona, cuyas sociedades estratificadas y verticales parecen tener bastantes elementos en común con la América latina de la era globalizada. Sálvese quien pueda, manda el mercado. Algunos pueden, otros no.
IV. Los mejores documentales son verdaderos trabajos antropológicos. Y, como bien sabía el Levi-Strauss de Mythologiques, la mejor antropología demuestra que, de todas maneras, estamos condenados a la extinción. Esto es lo que señala Agüero con una inteligencia, una sutileza y una templanza propia de quien sabe que alcanza con diseccionar una comunidad y presentar sus conflictos (urbanos, de clase, humanos en general) para iluminar los aspectos más profundos de nuestra propia vida en la Tierra.
V. Entre Ignacio Agüero y Patricio Guzmán -conocido por La batalla de Chile pero consagrado, a mi entender, con Nostalgia de la luz- estamos en codiciones de afirmar que Chile está bien narrado, porque tiene los documentalistas que (su paradójica sociedad) se merece.
9 billies
Hace 4 años.
2 comentarios:
Cuando leo el punto V pienso, además, en "El Mocito", el documental sobre el encargado de servir cafés a los torturadores en los lugares que tenía la DINA. Otro de los grandes documentales chilenos del último tiempo.
Una deuda pendiente, entonces. Gracias por la recomendación.
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