El escritor Marcelo Birmajer publicó el sábado una comentada columna de opinión en Clarín titulada A mi sí me gusta la SOPA. Más allá de su afán polémico, el texto sufre de un problema central: plantea la pregunta equivocada. El escritor comienza interrogándose: "¿Es perjudicial o beneficioso el actual sistema de tráfico de películas y canciones por Internet?".
Ante todo, algo en lo que coincidimos: a diferencia de varios defensores del copyright, Birmajer entiende que al empresario que lucra con derechos que no les pertenecen no le cabe la misma responsabilidad que al "consumidor final" de algunas canciones por la que no abonó (como la conocida publicidad de "no robarás..." que reduce todos los actos de distribución a la idea burguesa del robo).
Pero a continuación comenta algunas sandeces (como que que la libertad de expresión rige plenamente en Occidente y sólo falla "en países como Irán o Cuba") y repite algunas de las muletillas preferidas de las cámaras empresarias. La primera: que "hay que trabajar para vivir" (¿quiénes? ¿todos? ¿algunos? ¿trabajadores, rentistas, capitalistas?). La segunda: que los artistas viven de lo que cobran por derechos de autor (¿cuántos de ellos?). Si se me permite un juego con el título de su columna, me parece que a Birmajer le gusta la SOPA porque es uno de los laburantes mejor pagos de Knorr. Habría que ver qué piensan los demás "creadores".
Más interesante resulta su metáfora del semáforo, donde Birmajer concluye que sin una fuerte regulación estatal (con "castigos lógicos") los usuarios terminan haciéndose "como pueden" del material protegido. Desnuda así el estatus histórico, artificial y convencional del sistema de derechos de autor, que tantos intentan naturalizar como si fuera (y siempre hubiese sido) el aire que respiramos.
Entonces, frente a la duda inicial de Birmajer ("¿Es perjudicial o beneficioso el actual sistema de tráfico de películas y canciones por Internet?") me gustaría plantear la pregunta opuesta: "¿Es perjudicial o beneficioso el actual sistema propietario de derechos de autor?".
¿Qué tan compatible con "vivir del trabajo" es que el post mortem auctoris, es decir, el plazo desde la muerte del autor para que su obra pase al dominio público, sea de setenta años? ¿Privatizamos también los chistes solo porque muchos comediantes que pretenden "vivir de su trabajo" escriben libros? ¿Tiene sentido multar a una mina con un quinto de millón de dólares por bajarse del Kazaa veinte canciones de No Doubt? Llegados al año 2012, el sistema que Birmajer defiende con uñas y dientes presenta serios problemas prácticos, que el escritor se niega a reconocer.
Update: Los amigos de derechoaleer.org me acercaron este link en el que Birmajer se muestra menos condescendiente con "los delincuentes que, por medio de Internet, distribuían masiva y gratuitamente canciones ajenas". Más lejos, entonces, de poder llegar un acuerdo con alguien con una visión tan reaccionaria.
4 comentarios:
Excelente, es increíble como nadie discute la ley de propiedad intelectual. Pareciera que es intocable.
Da gusto leer una nota así en el contexto actual y con el profesionalismo con el que respondés. Felicitaciones, Fede.
"(...) Si se me permite un juego con el título de su columna, me parece que a Birmajer le gusta la SOPA porque es uno de los laburantes mejor pagos de Knorr.(...)"
¡CHAPEAU!
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