The Host, de Bong Joon-ho
Working class heroes
Una de las principales características del cine coreano parece ser su irremediable tendencia hacia la fusión de géneros. Así, cuando uno ve películas como "OldBoy" (Park Chan-wook) o "Woman on the Beach" (Hong Sang-soo), nunca se sabe si se está viendo una cinta de acción, un (melo)drama o una comedia.
Esto es lo primero que se me vino a la mente mientras veía estallar en "The Host" un impresionante arsenal de recursos. Después lo pensé un poco y me di cuenta que aquí la mezcla genérica existía, pero no era aleatoria. Y es que, es cierto, a uno lo agarran desprevenido en todo momento: uno no sabe si reirse, llorar o asustarse. Pero a medida que avanza la película nos damos cuenta que existe una jerarquización. ¿Qué quiero decir con esto? Que "la película de monstruos" que todos fuimos a ver es simplemente una excusa. Una excusa que el talentoso Bong Joon-ho utiliza para expresarse sobre el estado del mundo a través de una sátira tremenda, al tiempo que hace una tierna comedia sobre el valor de la familia. (Su idea de familia peleada y disfuncional pero fuertemente unida frente a un elemento común me trajo a la mente a la familia de la inclasificable "La felicidad de los Katakuris" de Takashi Miike y también, por qué no, al bizarro grupo familiar de "Little Miss Sunshine".)
"The Host" es una experiencia cinematográfica imperdible. Los primeros veinte minutos son la secuencia de apertura más memorable del año. Hong-soo se anima a mostrar al monstruo de entrada, a plena luz del día, sin arruinar nada de lo que tenía planeado.
Asimismo, al tiempo que el enorme bicho se nos presenta como terrorífico y atemorizante, determinadas tomas de cámara (lejanas) nos muestran lo opuesto, generando un efecto de distanciamiento que permite reírnos de acontecimientos tales como una matanza en un trailer o un doloroso funeral.
La explosión visual y sonora que derrocha el film genera sustos, lágrimas y risas pero, sobre todo, muchas sorpresas. Hay cambios de marcha, aparentes descansos en el relato, pero los ritmos están brillantemente manejados y el film se sostiene minuto a minuto. El suspenso está tan bien construido que casi podemos sentir la maestría en la dirección.
Considerada en su conjunto, la genialidad de "The Host" consiste en colocar una furiosa crítica social en un producto extremo pero accesible gracias a su disfraz genérico. El abuelo, sus tres hijos y su nieta luchan contra un monstruo carnívoro, viscoso y visible... pero más aún, contra las bucocracias y el desinterés del gobierno propio y ajeno (sí, los Estados Unidos, justificando una intervención militar mediante mentiras: ¿les suena?).
¿Cómo leemos que en la "escena de destrucción del monstruo" no participen grandes ejércitos occidentales ni grupos paramilitares liderados por tipos musculosos, sino un estudiante furioso con una bomba molotov? Digo: una familia laburante coreana cargándose a todos los monstruos de la era de la globalización financiera. ¿Un "Godzilla" contrahegemónico, quizás?
Hace 5 años.
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