¡Macabra propuesta automotriz!
por Podeti
Y ALLÍ ESTABA YO, EN LA CHARLA TEÓRICA PARA RENDIR EL EXAMEN DE CONDUCTOR, INMERSO EN UN GRUPO DONDE SE ENTREMEZCLABAN COMPLETOS PRINCIPIANTES Y MAMERTOS A LOS QUE “SE LES VENCIÓ” EL REGISTRO POR MÁS DE UN AÑO (O DOS, o tres, o *cof!*, cuatro), y escuchando la serie de reglas, indicaciones y consejos del joven y levemente nerd instructor, charla amenizada por retruécanos, datos sobre el origen de los números arábigos y muestras de humorismo automotriz como la siguiente pregunta: “Si vas manejando y delante tuyo se aparece una viejita que viene con un perrito, ¿qué pisás primero?” La respuesta correcta, luego de ser emitidos balbuceos y especulaciones por parte del alumnado, resultó ser “El freno, el freno”.
Aunque siempre se agradece una broma en forma de pregunta capciosa, el asunto me inquietó un poco porque se contradecía contra una de las reglas de la conducción que escuché toda mi vida, de los labios de mi venerable padre: “Si vas muy rápido y se te cruza un perro en la carretera, no tenés más remedio que pisarlo porque frenar puede poner en peligro algo más valioso: las vidas humanas”.
Una regla que he seguido fervientemente, casi con fanatismo. A veces incluso desviándome de mi recorrido, dando varias vueltas a la manzana e incluso –en casos extremos- subiéndome a la vereda y así poder pisar al bendito perro. No es que esto me resulte agradable (gasto mucha nafta), pero mi alma se tranquiliza cuando pienso en las vidas humanas que estoy salvaguardando con este acto. Lo bueno es que para ser un salvador de vidas humanas ni siquiera se necesita un automóvil: con un bife y una cucharadita de estricnina alcanza.
En fin, la cosa es que la respuesta correcta que tenía grabada en mi cabeza no era “el freno” sino “el perro” (“la viejita” queda resguardada para casos de herencias y economía doméstica y cosas así). Temía, entonces, que esa fuera una pregunta de examen y que natural repugnancia por la hipocresía me traicionara, obligándome a optar por “el perro”. Sin embargo la pregunta no apareció y logré pasar el examen teórico con singular gracia y velocidad –aunque reconozco que mi natural repugnancia por la hipocresía (afortunadamente) no se presentó a trabajar, especialmente en algunas preguntas que tenían que ver con velocidades máximas y prioridades de paso.
Entonces llegó el desafío máximo: el examen práctico. Como llegar hasta allí en el Taunus para renovar el registro hubiera sido un contrasentido lógico (y además creo que está prohibido), opté por alquilar un auto. Uno blanco. Uno de esos autos nuevos, pequeños, redondeados y que cuando pisás el pedal, no braman como una docena de Furias encerradas en un cofre. Bueno, uno de esos autos afeminados nuevos que manejan ustedes. Y fue este afeminamiento el que estuvo a punto de ser mi perdición (nótese que hablo de “afeminamiento” y no de “femineidad” –en cuyo caso, el hecho de “ser mi perdición” hubiera sido una consecuencia de la natural crueldad del corazón de la mujer- porque los autos son varones. Otra cosa hubiera sido de sacar el Registro para manejar una moto, que es mujer).
Acostumbrado como estoy a hacer esfuerzos hercúleos cada vez que quiero mover el volante de “Mr. T” (así bautizó mi señora esposa al Taunus), la dirección hidráulica del vehículo suplente me puso en la situación de un Coloso subido a un triciclo. El mínimo torcer del volante movía el vehículo hacia los cuatro puntos cardinales; la más minúscula presión del freno clavaba al coche violentamente. Es decir, se trataba de un coche diseñado para los Eloi, esa raza del futuro que aparece en “La máquina del tiempo”, indolente, pasiva y físicamente débil.
Y allí descubrí una causa oculta de la monstruosa tasa de accidentes de tránsito que riega de sangre nuestro país: se habla mucho de los vehículos que no están en condiciones de estar en la calle, pero nadie menciona los vehículos que tienen EXCESIVAS CONDICIONES!
En “Jurassic Park”, Jeff Goldblum le dice al viejito que ellos no deberían jugar con la clonación; que son aprendices de brujo utilizando una técnica que no manejan con responsabilidad. En suma, que (intentaré poner la cara esa de vegetariano degenerado de Jeff Goldblum para que la recreación sea perfecta) “utilizaron los conocimientos que grandes mentes pusieron a su disposición, pero sin haber realizado el esfuerzo para conseguirlos”. Bueno, el auto es lo mismo.
Un auto es una maquinaria pesada y asesina. No se debería poder manejar con el dedo meñique. ¿Querés que la gente no ande a 200 km/h? Y bueno, querido, que el pedal no baje con tanta facilidad. Que haya que hacer la fuerza que se necesita para quebrar una nuez. ¿Querés pare en las esquinas y no doble a los santos pedos? Bueno, que para doblar el volante haya que ejercitarse con pesas todos los días durante dos horas. Cuanto más fácil de utilizar es un aparato, la gente lo utiliza con más negligencia. Ahí tenés el Photoshop. Antes, las artes gráficas estaban reserrvadas para quienes se entrenaban en las técnicas del dibujo y el diseño; hoy, los medios están abarrotados de bodrios photoshoperos hechos a la que te criaste, afeando nuestro campo visual en un 56 %.
Pero en fin, si alguien hace un Photoshop horrible no se muere nadie. En cambio, hoy tenemos autos manejados por energúmenos y debiluchos que aprietan el acelerador sólo porque es FÁCIL. ¡No, querido! ¡Estás hablando de media tonelada de hierro, aceite y cables con electricidad y cosas complicadísimas! No debería consistir en apretar el pedal y listo, Calixto. Hay que entrenar el arte del equilibrio, la medición de distancias, el cálculo de probabilidades y sobre todo, la musculación. El ejercicio físico constante e intensivo tranquiliza un poco el espíritu. Nadie quiere ir a toda velocidad, porque ir a toda velocidad significaría, por ejemplo, llegar rápido al gimnasio. Que es horrible. Y aparte, cuando la gente choca y se caga a trompadas lo haría como debe ser, con resultados positivos y concretos.
De acuerdo, estacionar un Taunus del año 80 se complica un poquito. Como que te quedás sin aire y terminás –por ejemplo, como yo- estacionándolo para el culo. Pero estamos hablando de seguridad en las rutas, y justamente es en el acto del estacionamiento donde hay menos accidentes; o sea, me atrevo a decir que los la tasa de choques sangrientos protagonizados por autos estacionados debe ser bajísima, ENTENDÉS.
En resumen, mi propuesta es que se realice un “Plan Contracanje” de autos, para devolver a las calles los coches previos al año ’81, que ninguno tenga dirección hidráulica y que todos hagan mucho ruido y todo cueste mucho trabajo y de ese modo evitar que CUALQUIER PAJARÓN maneje un auto, y que si lo hace se le quede cada dos semanas y lo tenga que mandar al mecánico, de tal modo que se reduzca la presencia de automotores en las calles.
Y ahí vas a tener seguridad en el tránsito en serio y no vamos a tener que pisar tantos perros, criaturitas de Dios.
Hace 5 años.
3 comentarios:
excelente fede.... los autos de hoy (ademas) no tienen personalidad, son todos lo mismo... que vuelvan los autos viejos y con caracter.
yo quiero un supercharger! desde q use uno en ese jueguito q matabas "zombies" que quiero manejar uno:P
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