Imagen: Horacio Cecchi, Página/12
por Federico Poore
Cuando los policías abrieron la caja el camión, Oscar ya no respiraba. Había sido trasladado por la Bonaerense durante un día entero, en condiciones deplorables, y no alcanzó a llegar con vida a Coronel Dorrego, su destino. Los peritos determinaron que la asfixia fue su causa de su muerte, posiblemente provocada por una combinación de falta de ventilación y altas temperaturas.
Oscar Chaparro, de 26 años y oriundo de Avellaneda, estaba procesado por robo calificado y cumplía prisión preventiva en la comisaría 1a. Un hábeas corpus que denunciaba el estado lamentable del calabozo en el que estaban él y otros reclusos motivó la decisión, por parte de un juez de Garantías, de reubicarlos. A tales fines, el camión número 10458 de la División Custodia de Objetivos y Traslado de Detenidos pasó por ellos por la comisaría en la mañana del miércoles 14 de enero.
El interior del camión en el que fueron ubicados Chaparro y 11 detenidos más tiene doce celdas pequeñas, seis a cada lado del camión, separadas por un estrecho pasillo. La única ventilación que recibían los reclusos provenía de unos pequeños orificios que dan al exterior. Un vocero allegado al caso comparó las celdas con una caja de zapatos.
A cargo de la operación se encontraban dos uniformados de la 1ª de Avellaneda y dos integrantes de la División Traslados. La localidad de destino se encontraba a menos de 590 kilómetros de la comisaría, yendo por la ruta 3, con lo cual el viaje debería haber demorado entre 7 y 10 horas. Terminó tomando un día porque los demás presos fueron repartidos en el camino en distintos puntos del interior de la provincia: las paradas previas fueron Saladillo, Trenque Lauquen, Tres Arroyos y González Chaves, y la distancia se duplicó.
En el trayecto, los presos no recibieron comida: apenas les dieron de tomar agua dos veces, si bien pidieron por ello varias veces más. Las condiciones infrahumanas en las que se encontraban se potenciaron porque aquella jornada fue una de las más sofocantes del año, con una sensación térmica que arañaba los 40 grados. Para colmo, el aparato de aire acondicionado del vehículo no funcionaba.
Los presos vomitaron, orinaron, y tenían que soportar ese hedor reforzado por las altas temperaturas y la total falta de ventilación.
A las siete de la mañana del 15 de enero –es decir, veinticuatro horas después de haberse iniciado la travesía– los efectivos llegaron a la sede de la Policía Comunal de Coronel Dorrego, situada en la avenida Fuertes al 500. Al abrir las puertas de la caja para hacer descender a los reclusos, encontraron a Chaparro enrollado sobre sí mismo en el piso, con signos de haber sido zapateado en la cabeza, el rostro y la espalda. No respiraba.
Las fuentes sostienen que los maltratos exhibidos podrían haber sido golpes que el propio Chaparro se dio contra las paredes de la celda, consecuencia de su desesperación ante la ausencia de oxígeno.
Junto a él llegaron otros dos presos, que testimoniaron en la causa ante el fiscal de Delitos Complejos de Bahía Blanca, Gustavo Zorzano. Los detenidos sostuvieron que Chaparro se quejó toda la noche, pero que en algún momento de la madrugada dejaron de escucharlo. Los detenidos confirmaron que no fueron alimentados y que apenas recibieron agua.
La autopsia realizada reveló que la muerte de Chaparro tenía como motivo la asfixia. La principal hipótesis que manejan los investigadores es que la misma habría sido provocada por la mala ventilación y las temperaturas sofocantes. Las fuentes indicaron que el detenido presentaba problemas de salud. El paupérrimo contexto en el que se realizó su traslado multiplicó su complicación, causándole la muerte.
También se llevó a cabo una pericia del aire en la parte trasera del camión en donde se comprobó que la temperatura allí dentro superaba los treinta grados centígrados, informó un investigador de la causa. La misma fuente agregó que “no sólo funcionó mal el aire acondicionado, sino que se comprobó que salía aire caliente sumado al fuerte olor de la caja, que no cuenta con baño”, circunstancias a todas luces insoportables para un periplo de veinticuatro horas.
Los cuatro custodios del rodado quedaron a disposición de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad, en donde se les inició un sumario administrativo. El hecho quedó en manos del fiscal Zorzano en el marco de la causa caratulada “averiguación de causales de muerte”.
El de Oscar Chaparro se ha convertido en otro caso más de detenidos muertos en la provincia de Buenos Aires por malas condiciones de reclusión o traslado. Según informó la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), durante el año 2008 sesenta y ocho personas murieron mientras se encontraban “bajo tutela del Estado”.
Hace 5 años.
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