“Máxima Velocidad” como metáfora del capitalismo actual jueves, 3 de diciembre de 2009




Jack: It's a game. If he gets the money he wins, if the bus blows up he wins.
Annie: What if you win?
Jack: Then tomorrow we'll play another one.

Máxima Velocidad (Speed), 1994


“Máxima velocidad” fue uno de los grandes hits cinematográficos de los ‘90. El film narra la historia del joven policía Jack Traven (Keanu Reeves), que acude a rescatar a los pasajeros a bordo de un autobús armado con una bomba. El problema es que la posibilidad de detenerse no existe: si el micro baja de los 80 kilómetros por hora, explota.

El rescate masivo a los grandes bancos y financieras, por su parte, fue el gran hecho político-económico de los últimos años. Singular, por supuesto: un acuerdo marcadamente bipartidista –que incluía tanto a McCain como a Obama– que acudió, sin dudarlo demasiado, al rescate a las principales firmas de Wall Street, en crisis tras el estallido de una enorme burbuja inmobiliaria. Quedaba claro que sea como fuere la máquina tenía que seguir funcionando, a máxima velocidad.

En los últimos meses, tras algunos tibios anuncios de recuperación, comenzó quedar en evidencia la apuesta de todo el establishment por una recesión breve y rápida. Esto esconde algunos problemas mayores, estructurales, que los economistas del campo neokeynesiano –los “críticos” con más visibilidad mediática– se esfuerzan en ocultar.

A tales efectos reconstruimos un diálogo que jamás tuvo lugar pero que bien podría haberlo hecho, a partir de distintas obras o artículos de –por un lado– los neokeynesianos Paul Krugman y Joseph E. Stiglitz y –por el otro– los economistas de izquierda Claudo Katz y François Chesnais. Modera el debate (o, mejor dicho, apuesta por la radical) el filósofo Slavoj Žižek.

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Paul Krugman: En una época en la que los intelectuales del mundo estaban convencidos de que el capitalismo era un sistema fallido y que sólo pasándose a una economía planificada Occidente podía salir de la Gran Depresión, Keynes estaba diciendo que el capitalismo no estaba condenado, que una clase de intervención muy limitada, una intervención que dejaría intactas la propiedad privada y la toma de decisiones privadas, era todo lo que se necesitaba para hacer que el sistema funcionara. El capitalismo sobrevivió, y esa supervivencia ocurrió básicamente en los términos que Keynes sugirió.

Joseph Stiglitz: Nadie que haya asistido a los escándalos empresariales, a las inversiones dilapidadas en los tiempos del boom y al despilfarro de recursos en tiempo de crisis podrá creerse de veras que los mercados por sí solos, consiguen resultados eficientes. Ni que decir tiene que ya mucho antes se habían registrado episodios de este tipo, que entonces tuvieron la virtud de dirigir la atención pública a las limitaciones del mercado, y la consecuencia de que el Gobierno aprobara una serie de disposiciones encaminadas a encarar estos problemas.
Si el problema de los felices noventa y la recesión que les siguió fuera achacable a la actuación del Gobierno, los errores de éste serían en todo caso por defecto, no por exceso, de intervención; en todo caso sería culpable de pasividad, pues el problema radica en la insuficiencia, no en la demasía, de los mecanismos de regulación. La regulación ejercida por el Gobierno puede y suele desempeñar un papel importante con miras a lograr un mejor funcionamiento de los mercados.

Claudio Katz: Los keynesianos han desplazado a sus adversarios del escenario mediático. Se atribuyen el mérito de presagiar la crisis, mediante reiterados cuestionamientos a la desregulación financiera. Pero en su mayoría acompañaron las prioridades de la elite bancaria y sólo expusieron sus objeciones en los últimos años. Cuando el establishment aplaudía los atropellos sociales inaugurados por Reagan y Thatcher, Stiglitz presidía el Banco Mundial, Soros se enriquecía especulando contra las monedas europeas y Jeffrey Sachs instrumentaba el ajuste de las economías periféricas.
Una explicación que comparten las dos vertientes de la economía convencional asocia el colapso actual con las ‘exageradas bonificaciones a directivos’. Este premio a la especulación es condenado con el mismo vigor que se cuestionan los fraudes perpetrados por personajes como Bernard Madoff. Estas conductas son invariablemente presentadas como excepciones y no como expresiones de la actividad bancaria imperante.
Este generalizado reinado de la estafa no debería ocultar que el propio capitalismo genera periódicamente oleadas de especulación para extender el crédito. Esta expansión requiere financistas con habilidades para inventar sofisticados instrumentos de endeudamiento, [los cuales] obtienen ganancias proporcionales a las calesitas que logran montar.

Krugman: Hoy en día, todo el mundo está a favor de tener mejor información, de que haya más ‘transparencia’ en las cuentas de los bancos y las compañías, de una regulación más estricta de la toma de riesgos financieros.
Mi sugerencia es que los gobiernos traten activamente de desestimular el endeudamiento en moneda extranjera de las compañías locales y quizás, también, de evitar una elevada dependencia de fondos prestados en general.

Katz: La fantasía de evitar la repetición del crujido financiero con nuevas disposiciones legales ha recobrado fuerza. Pero estas conmociones son inherentes al capitalismo: el propio sistema genera periódicamente presiones para valorizar el capital y crea anticuerpos para esterilizar las regulaciones precedentes. Esta reacción volverá a registrarse cuando el capitalismo necesite recomponer la tasa de beneficio.

François Chesnais: La Reserva Federal de los Estados Unidos crea más capital ficticio para mantener la ilusión de un valor del capital que está a punto de derrumbarse. Asistimos a una fuga hacia delante que no resuelve nada.

Slavoj Žižek: Una crisis ocurre cuando la realidad alcanza el espejismo auto-generador ilusorio del ‘dinero que genera más dinero’ –esta locura especulativa no puede seguir indefinidamente, tiene que explotar en crisis cada vez más fuertes.
El capitalismo se expande "pidiendo prestado del futuro" repetidamente, remitiéndose a algún momento futuro indefinido de "pleno reembolso", que es siempre diferido.

Chesnais: Lo novedoso [de esta crisis] fue la aparición, junto a las acciones y las obligaciones, de un monto cada vez más elevado de títulos cuya valorización descansa únicamente en un proceso de circulación interno a la esfera financiera. La ficción alcanza su punto culminante pues el “valor” de estos títulos sólo se mantiene en tanto y en cuanto su circulación no se interrumpa, y las sociedades financieras continúen aceptándose los títulos de unas y otras entre sí.

Žižek: Es poco probable que la crisis de 2008 termine siendo una bendición, el despertar de un sueño, el sobrio recordatorio de que vivimos en la realidad del capitalismo global. Todo depende de cómo sea simbolizado, en cuál sea la interpretación ideológica de la historia que se termine imponiendo y determinando la percepción general de la crisis. Cuando el curso normal de los acontecimientos se interrumpe traumáticamente, el campo se abre para una competencia ideológica "discursiva". La principal tarea de la clase dominante en la actual crisis es imponer una narrativa que no culpe del colapso al sistema capitalista como tal, sino a sus desviaciones -regulaciones laxas, la corrupción en las grandes instituciones financieras, etc.
Contra esta tendencia, uno debería insistir en el aspecto clave: ¿cuál "falla" del sistema como tal abrió la posibilidad para semejante crisis actual? La primera cosa a tener en cuenta aquí es que el origen de la crisis es uno "benévolo": luego de que la burbuja puntocom estallara en 2001, la decisión que tomaron los principales partidos fue la de facilitar inversiones inmobiliarias para mantener funcionando la economía y prevenir una recesión -el colapso actual es el precio a pagar por haber evitado una recesión en Estados Unidos siete años atrás.
El peligro es, entonces, que la narrativa dominante de la crisis no sea la que nos despierte e un sueño, pero aquella que nos permita seguir soñando.

***

En otras palabras: podemos hacer de cuenta que la crisis ya pasó, o que va a pasar pronto. La bolsa volverá a subir y todo el capital sobrante encontrará algún otro destino más o menos opaco en donde depositarse y circular, para generar de vuelta la danza loca especulativa, una nueva burbuja y algunas fantásticas hiperganancias. Mientras tanto aumentó la productividad, la tasa de explotación –absoluta y relativa– y el desempleo.

Quizás sea hora de entender que la cosa seguirá siendo así mientras estemos en este micro, yendo a máxima velocidad, con la amenaza de que si se para, explotamos todos. Algo que tiene toda la impresión de ser un verdadero chantaje.


Citas textuales obtenidas de:
- Chesnais, François. “El fin de un ciclo. Alcance y rumbo de la crisis financiera” en Herramienta, Año XI, N° 37, marzo 2008. Disponible en PDF.
- Krugman, Paul. “El juego de la confianza” en De vuelta a la economía de la Gran Depresión, Norma, 1999
- Katz, Claudio. “Codicia, regulación o capitalismo” en OSAL (CLACSO) Año X, Nº 25, abril 2009. Disponible en PDF.
- Stiglitz, Joseph E. “Las semillas de la destrucción” en Los Felices 90, Buenos Aires, Taurus, 2003
- Žižek, Slavoj. A propósito de Lenin, Buenos Aires, Parusía, 2004
- Žižek, Slavoj. “Use your illusions” en London Review of Books, November 2008

1 comentarios:

Anónimo dijo...

te felicito por el post
muy acertado

saludos
federico