What? The land of the free?
Whoever told you that is your enemy
Rage Against the Machine, Know your enemy
(...) Vivimos en una sociedad en la que se da una especie de identidad especulativa de los opuestos. Ciertas características, actitudes y normas de la vida no son ya percibidas como si estuvieran marcadas ideológicamente, sino que parecen ser neutrales, no ideológicas, naturales, de sentido común. [Solo] designamos como ideología lo que se mantiene fuera de este contexto: el celo religioso extremo o la dedicación a una orientación política determinada. La clave hegeliana sería aquí que es precisamente la neutralización de algunas características en un contexto aceptado espontáneamente lo que define la ideología en su grado más puro y efectivo. Ésta es la "coincidencia de los opuestos" dialéctica: la actualización de una noción o una ideología en su grado más puro coincide con, o más precisamente, aparece como su opuesto, como no ideología. Mutatis mutandis, lo mismo ocurre con la violencia. La violencia socio-simbólica en su grado más puro aparece como su opuesto, como la espontaneidad del medio en el que vivimos o del aire que respiramos.
Ésta es la razón de que los delicados comunistas liberales -asustados, preocupados, contrarios a toda violencia- y la explosión de rabia fundamentalista sean las dos caras de la misma moneda. Mientras que luchan contra la violencia subjetiva, los comunistas liberales son los auténticos agentes de la violencia estructural que crea las condiciones para las explosiones de violencia subjetiva. Los mismos filántropos que donan millones para la lucha contra el sida o la educación tolerante han arruinado la vida de millones de personas por medio de la especulación financiera, creando así las condiciones del surgimiento de la misma intolerancia contra la que se luchaba.
En las décadas de 1960 y 1970 se podían comprar postales eróticas de una chica en bikini o en camisón. Cuando se movía un poco la postal o se miraba desde una perspectiva ligeramente diferente, su ropa desaparecía como por arte de magia y mostraba el cuerpo desnudo de la chica. Cuando nos bombardean con noticias esperanzadoras sobre cancelaciones de deudas o grandes campañas humanitarias para erradicar una peligrosa epidemia, simplemente debemos girar un poco la postal para echar un vistazo fugaz a la obscena figura del liberal comunista que actúa por debajo.
No deberíamos hacernos ilusiones: los comunistas liberales son en la actualidad el enemigo de cualquier lucha progresista. El resto de los enemigos -fundamentalistas religiosos y terroristas, ineficaces y corruptas burocracias de Estado- son personajes concretos cuyo auge y caída dependen de circunstancias locales contigentes. Precisamente porque quieren resolver todas las disfunciones secundarias del sistema global, los comunistas liberales son la encarnación de lo que está mal en el sistema como tal. Es necesario tener esto presente en todas las alianzas tácticas y compromisos que se hacen con los comunistas liberales en su lucha contra el racismo, el sexismo y el oscurantismo religioso.
¿Qué debe hacerse entonces con nuestro comunista liberal, que es sin duda un buen hombre y está realmente preocupado por la pobreza y la violencia en el mundo y puede afrontar estas preocupaciones? En realidad, ¿qué hacer con un hombre que no puede ser sobornado por los intereses de las corporaciones, puesto que es copropietario de ellas, que sabe lo que dice acerca de la lucha de la pobreza porque se aprovecha de ella, que expresa con sinceridad su opinión puesto que es tan poderoso que puede permitírselo, que es valiente y sabio a la hora de llevar adelante de forma despiadada sus empresas y no considera sus ventajas personales, puesto que todas sus necesidades están ya satisfechas, y que además es un buen amigo, en especial de sus colegas de Davos? Bertolt Bretch proporcionó una respuesta en su poema "La pregunta sobre el bien":
Da un paso al frente: oímos
que eres un buen hombre.
No pueden comprarte, pero el relámpago
que golpea la casa tampoco
puede ser comprado.
Mantienes tu palabra.
Pero ¿qué dijiste?
Eres sincero, das tu opinión.
¿Qué opinión?
Eres valiente.
¿Contra quién?
Eres sabio.
¿Para quién?
No persigues tu beneficio personal.
¿Qué persigues entonces?
Eres un buen amigo.
¿Eres también un buen amigo de la gente buena?
Escúchanos: sabemos
que eres nuestro enemigo. Por ello
te pondremos frente al muro. Pero en consideración
a tus méritos y buenas cualidades
te pondré frente a un buen muro y te dispararemos
con una bala buena de un arma buena y te enterraremos
con una pala buena en la buena tierra.
Slavoj Zizek
Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales
Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales
3 comentarios:
Se dice: "los comunistas liberales son en la actualidad el enemigo de cualquier lucha progresista. El resto de los enemigos -fundamentalistas religiosos y terroristas, ineficaces y corruptas burocracias de Estado...".
A mí me parece que en esa definición de "el enemigo" ¿enemigo de qué?) falta el capitalismo. Y el imperialismo (etapa superior del capitalismo, dijo un pelado hace 100 años). Es un problema centrar el problema central en agentes, figuras, sicarios, personajes, motivos (lo de "fundamentalistas religiosos y terroristas" es digno de un mal film de Hallmark).
Hay una cosa que hace siglos funciona muy mal y se llama capitalismo. Hay que reemplazarla por otra cosa mejor. Es así de fácil y así de improbable.
Saludos.
Quizás no quedó suficientemente claro desde qué lugar habla Zizek.
"Tómese por ejemplo la figura de George Soros, el magnate y filántropo. Soros representa la explotación financiera y especulativa más despiadada combinada con una opuesta preocupación humanitaria por las consecuencias sociales catastróficas de una economía de mercado desbocada. Incluso su rutina está marcada por un contrapunto autoeliminador: la mitad de su tiempo está dedicada a la especulación financiera y la otra mitad a actividades humanitarias, como proporcionar financiamiento para actividades culturales y democráticas en países poscomunistas, escribir ensayos y libros que, en definitiva, combaten los efectos de su propia especulación. (...) La ética liberal-comunista, la despiadada persecución del beneficio se ve contrarrestada por la caridad. Tal es la máscara humanitaria que oculta el rostro de la explotación económica. Cediendo a un chantaje del superyó de dimensiones gigantescas, los países desarrollados "ayudan" a los subdesarrollados con aportaciones humanitarias, créditos y demás, y de este modo evitan la cuestión clave, es decir, su complicidad y corresponsabilidad en la miserable situación de aquellos.
(...) Su obra de caridad (sis inmensas donaciones al bienestar público) no es sólo una idisincracia personal. Sincera o hipócrita, es el punto de conclusión lógico de la circulación capitalista, necesario desde el punto de vista estrictcamente económico, puesto que permite al sistema capitalista posponer su crisis."
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