En sus ediciones de ayer, Clarín y Crítica metieron púa y tergiversaron el resultado de las negociaciones paritarias.
El miércoles, el Ministerio de Educación estableció, luego de una serie de reuniones con todos los sindicatos docentes, la elevación del piso salarial. El acuerdo setea una cifra determinada y ningún docente del país podrá ganar menos que lo allí indicado. Esto no es nuevo: lo instaló la ley de educación durante la gestión de Daniel Filmus. (Después, claro, habrá provincias que paguen por encima de esa cifra, pero no están obligadas a seguir el porcentaje del acuerdo).
Justamente: por estos días hablaba con voceros del Ministerio y con representantes los gremios docentes, y ambos evitaron hablar de porcentajes. Todos subrayaron que lo que se acuerda con la Nación es un piso, en términos absolutos. Que el año pasado estaba en torno a los $1.500 y que para este año sube, en dos tramos, hasta $1.840.
¿Qué salió a decir Clarín? Que hay un acuerdo de aumentarle 23% los salarios a los maestros. "El aumento a los docentes complica a las provincias", tituló el gran diario argentino, y explicó en la bajada que "los gremios acordaron una suba de 23,4% de referencia".
Esto es inexacto.
Crítica tituló: "El nuevo mínimo para los docentes: $ 1.740", lo cual es correcto, pero en la bajada se equivocan al decir que "Macri, Scioli, Binner y Schiaretti, entre otros gobernadores, anticiparon que no podrán pagarlo". Sucede que en estos distritos los docentes ya están cobrando cifras superiores. La confusión se da justamente por estar agitando a los Gobernadores con que -como dice textual, la cabeza informativa- "se aplicará un 23,4% de incremento en los sueldos de los maestros" lo cual -insistimos- no es cierto.
Por última vez, entonces: lo acordado el miércoles setea un piso salarial de $1.740 para marzo para el cargo testigo que deben cobrar, como mínimo, todos los maestros del país. Otros distritos (como Buenos Aires o Santa Fe) ya están pagándole a los docentes más que esa cifra. En tal caso, deberán tener discusiones individuales sobre a qué monto llevarlo.
Pero decir que la Nación los obliga a aumentar 23,4% es un ejemplo cabal de periodismo malintencionado.
Hace 4 años.
3 comentarios:
Es muy probable que se trate de "periodismo malintencionado" pero podríamos ir al fondo de la cuestión. Primero: $1500, $1740 y $1840 son todos salarios docentes de escándalo y de vergüenza. Segundo: resulta muy difícil hablar del salario cuando se reparte en 10, 15 o 20 ítems.
Yo tengo dos laburos en el Estado. En términos de "sueldo básico" uno me paga $834 brutos por 35 hs. semanales; el otro brutos $235 por una carga semanal de 20 hs.
¿Qué pasa que este gobierno, restaurador del ingreso, no blanquea la cosa y a universitario con dos laburos le paga como "sueldo básico" mucho menos que el salario mínimo por una dedicación de 55 hs. semanales (que excede en un 11% la que indica la Ley de Contrato de Trabajo)? ¿Cuál es el chiste del plus funcional, técnico, incentivo, mayor equis, complemento algo, verga única, etc.? Esto sin contar que soy un privilegiado que en ambos laburos cobro en blanco: tengo muchos compañeros (no en la UBA) que facturan como monotributistas a una Fundación re- trucha que tiene "convenio de intercambio" (?) con un Ministerio. Todo trucho, todo ilegal, todo evasor de cargas sociales, todo destructor de empleo digno y todo a cargo del propio Estado que gestiona este gobierno y que ha logrado tumbar lo poco que el menemismo y el delarruísmo no alcanzaron a derribar.
Los medios construyen los hechos conforme a sus estrategias, eso no se discute. ¿Y los gobiernos (por ejemplo, éste)?
El grado de mentira aberrante e impune de este gobierno no tiene límites. Su nivel de cinismo, tampoco; su perversión excede todo índice al respecto.
Acá lo que importa es que este gobierno (no tengo problema en extenderlo a todos los gobiernos provinciales) considera que el sueldo básico de un docente no debe estar demasiado por encima del mínimo y vital (de por sí muy bajo) y que debe ser muy inferior al de un camionero, chofer de micro o metalúrgico, con mi mayor respeto a esos dignos trabajadores.
La cosa no consiste en cuánto engañan los medios sino en cuánto engaña un gobierno que sólo puede mostrar datos falsos producidos por un INDEC arrasado con métodos fascistas y vigentes.
Por último, las negociaciones paritarias del sector público son entre el gobierno kirchnerista y el sindicalismo kirchnerista, es decir, entre la patronal y la patronal. ¿En que sentido podría haber "partes" y "paritarias" entre Kirchner y Moyano?
En primer lugar, el testimonio es certero y da cuenta de una realidad terrible de la que ya hemos dado cuenta en repetidas ocasiones en este espacio (por ejemplo, acá y acá), en lo que sin dudas es una corrida por izquierda, con nombre y apellido, a los gobiernos "progresistas" de Néstor y Cristina Kirchner. Es inconcebible que el Estado inicie campañas contra el empleo en negro siendo el mismo Estado el primer precarizador laboral.
Dicho esto, me sorprende sobremanera este discurso pinosolanista sobre que "este gobierno que ha logrado tumbar lo poco que el menemismo y el delarruísmo no alcanzaron a derribar", porque significa desconocer un proceso de conflictos y de luchas políticas que dieron como resultados (parciales) ciertos lineamientos políticos impensables bajo otros mandatos. Comenzando por el propio nivel de inversión en educación y siguiendo por la recuperación del salario docente. A mí los $1.840 para el cargo testigo me siguen pareciendo una verguenza, pero si vemos que en enero de 2003 (ya con el dolar a $3,50) los docentes de la Ciudad cobraban, en promedio, 450 pesos, signfica que de 2003 a 2010 ese monto se cuadruplicó en términos nominales, superando con creces la evolución de los demás sueldos en el Estado -y de casi todos los sueldos privados- durante el mismo período.
(El tener una cantidad enorme de "no remunerativos" en el sueldo es un claro símbolo de precarización laboral -yo mismo lo experimenté en mi anterior laburo y resulta insultivo que se lo mantenga desde el propio Estado.)
Sin embargo, lo crucial es observar en qué estado estaba el salario docente allá por 2003 (en torno a los 150 dólares), cómo está hoy, y qué cosas se han tenido que hacer a nivel Estado para llegar al (regular) lugar donde hoy se está. Digo, porque incluso estas insuficiencias a Clarín y a Crítica (y a Macri y a toda la derecha) les parecen demasiado.
Comparar con 2002/2003, si bien es válido hasta cierto punto, es algo que le gusta hacer mucho a este gobierno porque siempre sale ganando. Es que es muy difícil salir perdiendo contra eso, se haga lo que se haga. Es el fondo del pozo, tras la implosión de la convertibilidad y las durísimas consecuencias de la devaluación.
Pero en este caso, aún si comparamos con momentos de auge previos a la crisis, hay cifras de acuerdo a las cuales el salario docente actual sale ganando en términos de poder adquisitivo, aunque tras un largo período de haber estado perdiendo feo. Cito:
"El salario de bolsillo del maestro de grado con 10 años de antigüedad, aumentó desde
junio de 1998 a agosto de 2007, en términos nominales 140%2, mientras que si consideramos el porcentaje de aumento en términos reales3, el mismo se reduce a 25%." (fuente -el informe es de 2007 y habla sólo de la capital-) Se sabe que es muy fácil mentir con estadísticas, así que no digo que haya que tomarlo como la verdad última de la situación docente porque esto puede estar presentado en forma tramposa, pero son también varios aquellos a los que he escuchado atestiguar que su situación ha mejorado en estos últimos años.
De ser esta impresión correcta, puede decirse que en el tema salario docente, al menos con alcance parcial y magnitud insuficiente, algunas mejoras ha habido. Claro, si a alguien esas mejoras no lo alcanzaron esto se vive como si nada, entendiblemente.
Nada de esto no quita en absoluto que el pago de apenas más de 1000 pesos en blanco por 55 horas semanales de trabajo docente universitario sea una miseria, claro está. Y personalmente, el nivel de complejidad de los salarios públicos me resutla imbancable. Hay que ser un experto para saber cuánto te están pagando, y esto cambia de año a año, de convenio a convenio, de lugar de trabajo a lugar de trabajo y -gracias a la descentralización de la educación- de provincia a provincia. Así es mucho más fácil agotar las energías de los empleados que negocian, negrear una parte del sueldo, etc.
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