Algunas notas sobre el kirchnerismo miércoles, 17 de noviembre de 2010

A fines de octubre, cuando Néstor Kirchner murió en El Calafate, estos apuntes ya estaban escritos. Como suele suceder en estos casos, su repentino fallecimiento generó, al menos por el momento, un balance benévolo de su presidencia. En ese sentido, estas pinceladas son una forma de contrapesar la construcción positiva de la figura del ex mandatario. Pero sobre todo constituyen un aporte para desmontar el lugar de enunciación de ciertos comunicadores que, desde un lugar pretendidamente progresista, defienden un momento de su presidencia que parece más acorde a intereses empresariales o corporativos.

(NB: Lo que sigue no anula la valoración positiva que este cronista tiene de algunos de los ítems enumerados por el CELS: “el impulso de los juicios a los responsables de crímenes de lesa humanidad cometidos durante el terrorismo de Estado; la renovación de los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación mediante un proceso transparente y participativo que permitió la conformación de un tribunal independiente y con fuerte legitimidad social; la depuración de las Fuerzas Armadas y el apartamiento de quienes no estaban dispuestos a subordinarse al poder civil y acatar el mandato democrático; la decisión de no reprimir la protesta social…”)

Apuntes sobre los primeros años del kirchnerismo

Néstor Kirchner había sido una máquina de construir poder entre 2003 y 2005, y otra máquina para destruirlo entre 2007 y 2009. Quizá una manera de encontrar respuestas acerca de lo ocurrido era comparar a uno con el otro. Hay algo importante que el primer Kirchner entendió acerca de la sociedad argentina, por eso sintonizó con ella, y algo que al último Kirchner, al que llega hasta hoy, se le perdió: como si uno hubiera sido genial y el otro un aprendiz.

Ernesto Tenenbaum en La Nación, 28-02-2010


¿Por qué Tenenbaum se pregunta “Qué les pasó” (de 2003 a 2009)? ¿Por qué al progresismo blanco le gustan sólo los primeros años de Néstor Kirchner?

A todo progre light -así como a buena parte del empresariado- le gustan los dos primeros años del gobierno de Kirchner porque son los años de la macro ordenada. No hay mucho para criticarle porque, apenas, "ordenó el país". El efecto rebote -más el viento de cola, más el modelo exportador con el dólar barato- permitió la creación de millones de fuentes de empleo y la apertura de un horizonte más optimista en todos los frentes.

Desde una postura de izquierda, podemos destacar que esos primeros años también cerraron el proceso de luchas populares abierto en 2001, en donde a la derecha del kirchnerismo estaban las viejas recetas fallidas del ajuste --a esta altura sin consenso alguno para ser implementadas-- y a la izquierda "el desorden" y "la desunión". "Duhalde hizo el ajuste por Kirchner", destaca Nacho. En 2002, los distintos grupos de presión en Argentina eran grandes y peleaban por un lugar en el reacomodamiento post devaluatorio. En la vereda de enfrente, estaban los movimientos populares, cuyo canto del cisne fue el 10 de agosto de aquel año, con Luis Zamora y Elisa Carrió (sic) convocando a decenas de miles de personas frente al Congreso al grito de "Que se vayan todos". Meses antes, Duhalde y sus fuerzas de seguridad habían asesinados a dos piqueteros luego de una verdadera cacería represiva. Alguien tenía que cerrar este proceso vía hegemonía y no vía coacción. Ese alguien fue Néstor Kirchner.

De hecho, muchos olvidan que más allá de los reclamos de "inseguridad jurídica", 2003 y 2004 fueron años récord en cuanto a bajo costo laboral. En una nota de hace dos años, iEco marcaba que "desde la devaluación, los empresarios argentinos gozan en general de altos niveles de rentabilidad, mayores a los obtenidos durante la Convertibilidad". Más aún: la nota citaba un estudio del Cenda que indicaba cómo "dentro del universo de las 500 empresas privilegiadas, el costo laboral descendió sin pausa desde 1993" y que "pese a la preocupación expresada por los grandes capitales, los aumentos salariales de los últimos años están muy lejos de poner en peligro la rentabilidad empresaria, que supera holgadamente a los niveles de la convertibilidad". Para los empresarios, la Argentina era la tierra descrita por Podeti en aquella entrada titulada: “¡Buenos Aires declara ciudad más barata del mundo! Deme dos y llevo ese Palermo Chico para el nene”:
La que en algún momento se enorgulleció de ser la ciudad más cara del mundo y luego la ciudad con más riesgo país del globo ahora no es más que una feria americana de varios kilómetros cuadrados! ¡Parece uno de esos recuerdos de nuestros abuelos donde "con diez centavos te ibas al cine, te comías un bife de chorizo y después te sobraba para el taxi". ¿Un taxi? ¡Cómprese su propia limusina ya no con el cambio sino con el par de pelusas que están al fondo del bolsillo! ¡Y al chofer no le pague! Con decirle "bueno, por lo menos tenés laburo" estos simpáticos lugareños se ven más que satisfechos! ¡Apúrese antes de que vuelva el sindicalismo!
Obviamente el sindicalismo (cierto sindicalismo) volvió, con el impulso del propio Kirchner que desde 2004 alentó la reinstalación de paritarias. Pero el país siguió construyéndose en base al mercado interno y tuvo como principales beneficiarios a los ricos, la clase media-alta y los empleados sindicalizados en blanco. El resto del país, los condenados de la tierra pampeana, obtuvo migajas indirectas del “modelo”, acaso una versión siglo XXI de la menemista teoría del derrame.

Al progresismo blanco le gusta el armado transversal de los primeros años –mientras se cumplía, curiosamente, con el bajo costo laboral y los superávits gemelos- pero le molesta el posterior abroquelamiento en el PJ, aún cuando económicamente haya coincidido con una etapa menos ortodoxa. Aunque encierra todas las contradicciones del caso, empezando por una CTA que lo apoyó sin obtener en todos estos años la firma de Tomada que les dé personería jurídica.

Resulta sintomático pensar que este famoso “crecimiento sin desarrollo” no tuvo trabas hasta que comenzaron las discusiones reales, por la apropiación de la renta agraria, por empezar a regular los medios a los que el propio Kirchner había beneficiado (no lo escuché rezongar a Tenenbaum cuando en 2005 el Gobierno le extendió gratis las licencias por 10 años a todos los medios), por la estatización de las AFJP.

Pero esa es otra historia.

1 comentarios:

Jorge dijo...

"Crecimiento sin Desarrollo" es un término interesante, donde se puede profundizar ?
Gracias!