En junio de 2009, el gobierno de Cristina Kirchner sufrió una dura derrota en las elecciones legislativas. La lectura que este cronista hizo a días de los comicios era, si acaso, algo benévola para con el oficialismo, aunque terminaba con una nota al pie bastante acertada a la luz de los acontecimientos. Con el diario del lunes, de hecho, el análisis resultó ser más fino que el de los grandes medios, que anunciaban el fin del kirchnerismo y ya preparaban la "transición".
Semanas después, entrevisté a Nicolás Tereschuk, uno de los cuadros de Nuevo Encuentro, el partido de centroizquierda que conduce Martín Sabbatella. Hoy, en medio de discusiones sobre colectoras, modelos y adhesiones extrapartidarias, la reflexión sigue vigente. La comparto, y les recuerdo que es de 2009:
-¿Cuál es la lectura que hacés de las elecciones legislativas?
-Me parece que se dio la posibilidad para que mucha gente expresara un descontento con el kirchernismo. De distintas formas, con distintas motivaciones… pero lo coincidente fue que las provincias o los distritos más grandes expresaron un voto de diferencia con el gobierno. Ahora bien, no son las mismas en todos los casos. Hay distintas expresiones y distintas razones. Algunas tienen una orientación social, otras tienen que ver con la falta de un proyecto –que no se está viendo–, otras con un “estilo”, otras con demandas puntuales que se perciben como no resueltas: para algunos será la seguridad, para otros la educación... El resultado expresó esto. Esto es algo que el gobierno debería revisar. Ahora bien: ese voto no canalizó una expresión sola. Y no es sólo –como sostienen algunos– el conflicto del campo.
-Sin embargo, apenas concluidas las elecciones, Sabbatella sale a alertar sobre el avance de la derecha. Porque dentro de ese gran descontento que señalás, la mayor parte del electorado volcó su voto hacia expresiones de centroderecha.
-Tiene que ver con que el kirchnerismo ocupó en los hechos en la expresión más concreta de una centroizquierda. Esto de que “a la izquierda mía está la pared” fue una pose, pero en los hechos, lo cierto es que de las expresiones grandes, partidarias, determinadas cosas que el gobierno hizo fueron sacadas directamente de la agenda de centroizquierda. Entonces, cuando de pronto hay un descontento con el gobierno a veces se expresa con esos formatos. Fijate que incluso dirigentes que ven que da “rating” o votos estar en contra del gobierno, se tiran hacia la centroderecha. Puede ser que haya un corrimiento hacia la derecha más que nada de las opciones políticas, yo no sé si es que el electorado fue el que hizo ese movimiento, esa demanda. El mejor ejemplo es el voto de Capital. (...)
-¿Vos creés, retrospectivamente, que de alguna manera el gobierno estuvo a la izquierda de la sociedad?
-Yo creo que estaba adelante, más que a la izquierda (risas). Creo que llevó a cabo algunos temas de la agenda en un momento muy particular, cuando hubo espacio para meterlos. El gobierno logró instalar determinadas cuestiones en un momento de recuperación económica. Desde el tema de las AJFP hasta si las empresas estaban aumentando precios de más, la renegociación de la deuda, la crítica del gobierno a los organismos de crédito internacionales…
-Hubo también una coyuntura internacional, un clima de época que ayudó.
-Por supuesto. Lo que pasó después con la crisis internacional demostró que el gobierno estaba bien encaminado en determinados aspectos. Si eso significa que estaba la izquierda de la sociedad, no lo sé. Lo que sí leo es que últimamente el gobierno no registró determinados cambios en las demandas… La sociedad te apoya mientras vos le resuelvas determinadas cuestiones, y le des ciertas perspectivas de crecimiento. Es decir: no hay una explicación única para el resultado de las urnas, pero fijate que cuando los indicadores del ingreso empiezan a dejar de tener la misma velocidad de recuperación que habían tenido al principio, las cosas se empiezan a poner más tensas. Parece que hubo un techo de gravedad de los indicadores sociales con la crisis de 2001; después hubo una recuperación, pero todavía no llegamos a los de la década del ‘90 en algunas cuestiones. Para superar eso hay que hacer algunas reformas, meter algunos cambios que no se estaban metiendo. Pero hay una paradoja: porque para meter esa reforma, esos cambios, necesitás fortaleza política. Con lo que la sociedad percibe es que a este gobierno le va a ser complicado pasar ese techo. Y ahí empiezan a pasar ciertas cosas, incluso que la sociedad vote a la derecha, por más que a uno le parezca un contrasentido, por más que uno sepa que las mejoras no pasan por ese lado. La sociedad va buscando.
-El techo del kirchernismo también pasa por la profundidad de los cambios. Los indicadores sociales, como pobreza o distribución del ingreso, mostraron una lenta mejora durante 2003-2006… pero al llegar una crisis, caen tanto que parece que todos esos años de trabajo no hubiesen significado un avance estructural. Eso también parece ser un límite propio del kircherismo como expresión, el no avanzar sobre determinados intereses.
-Esos temas no tienen soluciones por sí solos. Yo pienso por ejemplo en la CTA, que está a la izquierda del gobierno, pero que sin embargo por sí sola no tiene las herramientas para hacer los cambios. Hay que buscar un formato que permita hacerlo. El kircherismo, cuando se va quedando solo, tampoco puede meter los cambios. Por eso se alía con el PJ: “lo que pasa es que sino cerramos con estos tipos se nos cae lo que tenemos”… Son decisiones que hay que tomar en el momento. La política precisa los mejores acuerdos posibles en los mejores momentos posibles. Los gobiernos, como muchos sectores políticos, van haciendo cosas con un sentido, con un formato, con un estilo que les sirve para llegar, incluso para ganar y ganar… pero hay un momento en que lo mismo dejar de servir. Es algo propio de la política. En un momento tal herramienta te ayuda a crecer, pero al siguiente tenés que cambiarla porque lo que cambió es el contexto, y si vos no modificás las herramientas, el contexto te come.
Hace 4 años.
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