Estaba cansado de estudiar para el examen del lunes, así que me metí un rato a la sección Entretenimientos de La Nación a quemar neuronas. Sandro, Amor en custodia, Kevin Johansen. Nada del otro mundo. En fin, el tiempo se me acaba y tenía que volver a los apuntes, así que hice click en una nota titulada "¿Qué le pasó a Peter Jackson?" que me llamó la atención.
La nota en cuestión mostraba, de manera sumamente gráfica, cómo el famoso director había conseguido adelgazar 32 kilos en diez meses. Y prometía develar los secretos del cambio.
¿Una dieta estricta, una cirugía, una exigente rutina de ejercicios? Nada de eso. A decir del mismo Jackson, después de parir la trilogía de "El Señor de los Anillos" se planteó la necesidad de dejar atrás ciertos hábitos nocivos en su alimentación: "Me cansé de mi sobrepeso, así que cambié las hamburguesas por yogur con cereales. Y creo que funcionó".
Nada del otro mundo hasta acá. Hasta que se desplegó la enorme publicidad que acompañaba la nota (uno de esos invasivos "chivos" que ahora abundan en los diarios online, que se te pegan a la pantalla y no te dejan leer una mierda). Ofrecía algunos de los más jugosos productos de... McDonald's.
Y después me vienen con eso del "marketing estratégico". Sí, claro.
Hace 4 años.
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