"Aprendimos a construir un centroizquierda territorial" miércoles, 15 de julio de 2009

ENTREVISTA A NICOLÁS TERESCHUK
“Aprendimos a construir un centroizquierda territorial”

por Federico Poore

Nicolás Tereschuk tiene 32 años, es Licenciado en Ciencia Política (UBA) y Master en Sociología Económica por la Universidad de San Martín. En las últimas elecciones legislativas participó como primer candidato a concejal de Vicente López por el partido Nuevo Encuentro que lidera Martín Sabbatella, con el que consiguió casi un 8% de los sufragios y se quedó a apenas unos cientos de votos de obtener el puesto.
Tereschuk también es un afamado blogger, conocido en el mundo virtual como El Escriba. Es, asimismo, uno de los fundadores del sitio Artepolítica.



¿Cómo llegaste a la política?
Me interesó desde siempre. En mi familia fue un tema constante de conversación y discusión. Nadie se había “dedicado” antes a la política pero, para el caso, yo tampoco me dedico a eso. Había estudiado periodismo y ciencia política como algo paralelo. Quise hacer periodismo como un terciario, pero sumándole algo más y me pareció que en Política podía tener un aspecto más cercano a una ciencia social.

¿Y cómo fue que desembarcaste en Nuevo Encuentro?
Por medio de gente amiga, compañeros de trabajo y de facultad. Teníamos un contacto y fuimos a ver qué tal. Habíamos escuchado la experiencia, pero no teníamos mucha más información. Esto fue en 2004, cuando Martín [Sabbatella] llamó a hacer un partido nacional, Encuentro por la Democracia y la Equidad. Hizo una convocatoria y desembocamos ahí porque nos pareció interesante la experiencia. Teníamos una idea favorable a algunas cosas del kirchernismo, pero tampoco había ahí lugares claros donde poder participar. En Encuentro estaban armando un instituto de estudio del partido, y nos terminamos enganchando por ese lado. Coordiné una comisión de Economía –tengo una maestría en Ciencias Económicas– y empezamos a ver las distintas actividades en un momento en el que el partido no estaba participando -en 2007 sólo fue con boletas locales. El instituto era un nexo entre la gente que estaba en el territorio y el partido: capacitaciones, organización de algún evento…

En 2004 fue la época del Encuentro de Rosario, el Espacio de Rosario…
La primera actividad en la que participé fue la organización de un evento en Morón con Martín [Sabbatella], [Hermes] Binner, [Luis] Juez y un dirigente entrerriano, [Emilio] Martínez Garbino. Ese fue un polo progresista. El conflicto del campo generó algunas divergencias, pero durante un tiempo fue un espacio de sectores progresistas que no estaban en el PJ pero que estaban buscando formas de vincularse.

¿Creés que de a poco se van armando cuadros dentro del partido?
Sí, haciendo distintas funciones. Dentro del instituto hubo una parte de formación, pero la formación viene de distintas formas de participar. Fui viendo qué cuestión se podía hacer algo en Vicente López, y fui encontrándome con otros compañeros, con gente que había tenido vinculación con la experiencia en Morón, que había visto lo que hacíamos y se había entusiasmado. Vinieron de varios lugares y se fueron metiendo. Así se forman cuadros, quienes después pueden llegar a convertirse en dirigentes.

Ustedes como Nuevo Encuentro hicieron, para las elecciones legislativas, una suerte de “pacto de no agresión” con Pino Solanas: ustedes no se presentaban en Capital, él no se presentaba en provincia.
Fue el mejor formato que se encontró. El partido de Martín en Capital era muy joven, mientras que Proyecto Sur venía hace tiempo, incluso medio de antes con lo de [Claudio] Lozano, con lo cual tenía otra trayectoria que el Encuentro por la Democracia y la Equidad no, porque era nuevo, recién estaba juntando sus avales, dando sus primeros pasos… y en provincia la cosa era distinta. La figura de Martín tenía un peso diferente y el aval de haber gobernado una región. También junto a Nuevo Encuentro hubo gente que estaba con De Gennaro, que a su vez tenía muy buena relación con Pino Solanas… con lo cual la alianza es un poco más compleja de lo que parece. Pero se fue dando así. Nuevo Encuentro era más nuevo en Capital, entonces prefirió no presentarse en un contexto en el que el progresismo se presentaba dividido, con distintas expresiones… Como se sabe, luego del ascenso de Macri existe aún todo un debate en el progresismo de Capital que todavía se va ordenando. Requiere un poco de tiempo…

Se va a ir decantando…
Sí, como Ibarra, como Telerman, como el socialismo en Capital, como Zamora…

¿Cuál es la lectura que hacés de las elecciones legislativas?
Me parece que se dio la posibilidad para que mucha gente expresara un descontento con el kirchernismo. De distintas formas, con distintas motivaciones… pero lo coincidente fue que las provincias o los distritos más grandes expresaron un voto de diferencia con el gobierno. Ahora bien, no son las mismas en todos los casos. Hay distintas expresiones y distintas razones. Algunas tienen una orientación social, otras tienen que ver con la falta de un proyecto –que no se está viendo–, otras con un “estilo”, otras con demandas puntuales que se perciben como no resueltas: para algunos será la seguridad, para otros la educación, etc. El resultado expresó esto. Esto es algo que el gobierno debería revisar. Ahora bien: ese voto no canalizó una expresión sola. Y no es sólo –como sostienen algunos– el conflicto del campo. Yo creo que si mañana bajan las retenciones a cero, esta situación de descontento no se descomprime.

Sin embargo, apenas concluidas las elecciones, Sabbatella sale a alertar sobre el avance de la derecha. Porque dentro de ese gran descontento que señalás, la mayor parte del electorado volcó su voto hacia expresiones de centroderecha.
Tiene que ver con que el kirchnerismo ocupó en los hechos en la expresión más concreta de una centroizquierda. Esto de que “a la izquierda mía está la pared” fue una pose, pero en los hechos, lo cierto es que de las expresiones grandes, partidarias, hubo determinadas cosas que el gobierno hizo desde el gobierno que eran sacadas directamente de la agenda de centroizquierda.
Entonces, el hecho de que de pronto haya un descontento con el gobierno a veces se expresa con esos formatos. Fijate que incluso dirigentes que ven que da “rating” o votos estar en contra del gobierno, se tiran hacia la centroderecha. Puede ser que haya un corrimiento hacia la derecha más que nada de las opciones políticas, yo no sé si es que el electorado fue el que hizo ese movimiento, esa demanda. El mejor ejemplo es el voto de Capital. No sólo por comparar los porcentajes actuales de Macri con los del ballotage, pero de todas maneras, el perder la mitad de los votos es un dato. El voto cambia mucho, en especial el de los sectores medios: primero el Frepaso, después Ibarra, después no…

Es que de alguna manera el voto a Macri en 2007 puede ser leído como una suerte de voto castigo al “ladriprogresismo”, por usar el neologismo de Artemio López. Pero esa expresión, un año y medio después, no se revalida.
Eso demuestra que todas las grandes opciones tienen chances si logran tomar decisiones acertadas.

¿Vos creés, retrospectivamente, que de alguna manera el gobierno estuvo a la izquierda de la sociedad?
Yo creo que estaba adelante, más que a la izquierda (risas). Creo que llevó a cabo algunos temas de la agenda en un momento muy particular, cuando hubo espacio para meterlos. El gobierno logró instalar determinadas cuestiones en un momento de recuperación económica. Desde el tema de las AJFP hasta si las empresas estaban aumentando precios de más, la renegociación de la deuda, la crítica del gobierno a los organismos de crédito internacionales…

Hubo también una coyuntura internacional, un clima de época que ayudó.
Por supuesto. Lo que pasó después con la crisis internacional demostró que el gobierno estaba bien encaminado en determinados aspectos. Si eso significa que estaba la izquierda de la sociedad, no lo sé. Lo que sí leo es que últimamente el gobierno no registró determinados cambios en las demandas… La sociedad te apoya mientras vos le resuelvas determinadas cuestiones, y le des ciertas perspectivas de crecimiento. Es decir: no hubo una explicación única para el resultado de las urnas, pero fijate que cuando los indicadores del ingreso empiezan a dejar de tener la misma velocidad de recuperación que habían tenido al principio, las cosas se empiezan a poner más tensas. Parece que hubo un techo de gravedad de los indicadores sociales con la crisis de 2001; después hubo una recuperación, pero todavía no llegamos a los de la década del ‘90 en algunas cuestiones. Para superar eso hay que hacer algunas reformas, meter algunos cambios que no se estaban metiendo. Pero hay una paradoja: porque para meter esa reforma, esos cambios, necesitás fortaleza política. Con lo que la sociedad percibe es que a este gobierno le va a ser complicado pasar ese techo. Y ahí empiezan a pasar ciertas cosas, incluso que la sociedad vote a la derecha, por más que a uno le parezca un contrasentido, por más que uno sepa que las mejoras no pasan por ese lado. La sociedad va buscando. No es sólo que funcionen, o no, sino en qué medida la sociedad deja de percibir que funcionan.

El techo del kirchernismo también pasa por la profundidad de los cambios. Los indicadores sociales, como pobreza o distribución del ingreso, mostraron una lenta mejora durante 2003-2006… pero al llegar una crisis, caen tanto que parece que todos esos años de trabajo no hubiesen significado un avance estructural. Eso también parece ser un límite propio del kircherismo como expresión, el no avanzar sobre determinados intereses.
Esos temas no tienen soluciones por sí solos. Yo pienso por ejemplo en la CTA, que está a la izquierda del gobierno, pero que sin embargo por sí sola no tiene las herramientas para hacer los cambios. Hay que buscar un formato que permita hacerlo. El kircherismo, cuando se va quedando solo, tampoco puede meter los cambios. Por eso se alía con el PJ: “lo que pasa es que sino cerramos con estos tipos se nos cae lo que tenemos”… Son decisiones que hay que tomar en el momento. La política precisa los mejores acuerdos posibles en los mejores momentos posibles. Los gobiernos, como muchos sectores políticos, van haciendo cosas con un sentido, con un formato, con un estilo que les sirve para llegar, incluso para ganar y ganar… pero hay un momento en que lo mismo dejar de servir. Es algo propio de la política. En un momento tal herramienta te ayuda a crecer, pero al siguiente tenés que cambiarla porque lo que cambió es el contexto, y si vos no modificás las herramientas, el contexto te come a vos… Pensalo con el “estilo”. Este estilo “servía”…

… pero cuando no demostraste, a nivel comunicacional, un cambio en el discurso frente a –supongamos– la crisis global, cómo la vas a enfrentar, etc... de alguna manera quedás en offside.
En la Argentina los sectores medios son los que más capacidad tienen para decir: un día voto acá, un día voto allá... Como comentábamos el ejemplo de la Capital: mientras no sea la boleta del PJ con Perón y Evita, vota cualquier cosa. Los sectores medios-bajos también pueden meter un cambio marginal, como el PJ en la Provincia de Buenos Aires, que tiene, sí, un piso fijo de 30% pero con un 10% más que vos lo tenés que traer. Hay entonces un sector de la sociedad que fluctúa, influida por los medios nacionales, por el mensaje...

Los medios construyen un mensaje mesocrático: en las semanas previas a las elecciones se arman mensajes y temas armados a medida de la clase media. El gobierno debería poder traducir mejor este tipo de demandas a nivel comunicacional: “para enfrentar la crisis, estamos haciendo esto, esto y esto”
En ese plano no logra enfrentar la situación correctamente. Fijate que el mensaje de algunos medios durante los primeros cuatro años de Kirchner era el mismo que ahora. Sin embargo, ahora tiene otro efecto: antes hacía eco sólo en un sector, ahora está penetrando en capas más amplias de la sociedad. Y esto sucede porque hay algo real que está teniendo lugar, y que la sociedad entiende que no está siendo resuelto.

La semana pasada hiciste referencia en tu blog al politólogo Pierre Ostiguy, para quien –cito– “el ‘error’ estratégico de Néstor Kirchner fue atrincherarse en el espacio bajo-izquierdo, es decir, tanto en el peronismo como en la centro-izquierda. No pudo ganar la centro-izquierda no peronista, a pesar de haberlo claramente intentado, y ahora pierde el peronismo ‘ortodoxo’.”
Es una visión de análisis, centrada, tiene lugar antes de las elecciones… Es más difícil para uno, que está en el terreno político, que debe operar sobre la realidad o estarse posicionando. Es decir: yo no sé si es un “error” como tal. Me parece que a nivel de política, concreto, hay dos agendas: una que marca cómo mantener el poder y cómo cambiar la Argentina. Una cosa es cómo mantener el poder. Puede ser, suponete, Kirchner: hago un pacto con el PJ, otro día te arma la transversalidad… Pero después tenés que ver cómo cambiás el país. Ahora llega una coyuntura en la cual al gobierno se le complica mantener una coalición que lo sostenga, entonces se ve obligado a pensar cómo mantiene el poder pero, a la vez, cómo cambia las cosas. Ahí es que uno no haría cualquier pacto, pero el que está ahí te dice “si no hago este pacto, me caigo” o “no podemos hacer tal o cual cosa”.

Ya que hablábamos de las herramientas que tiene CTA para imponer cambios: el otro día charlaba con un amigo esta idea de construcción de poder propia del kirchnerismo. Él justificaba las bases sobre las cuales Kirchner construía poder diciendo: “vos con la CTA no metés 100.000 personas en la plaza”. Era un ejemplo medio simple pero ilustra bien cuáles son las necesidades de construcción política. Algo así como “para seguir haciendo lo que quiero hacer necesito tener este apoyo”
Sí, aunque es más complicado. Un conocido me comentaba: cuando Moyano el otro día movió gente en el último acto de la CGT, fue mucha más gente que cuando fue el conflicto del campo. A la CGT le traés el tema de las retenciones, y te apoya hasta ahí. El PJ también apoyaba, pero tampoco del todo: vio que eso no daba rating y una parte se fue. De hecho, si Kirchner hubiese tenido todos los votos del PJ en el Congreso, Cobos no hubiese existido.
El problema de todo esto es que la derecha logró armar una coalición que ahora hegemoniza la cosa. Acá está lo que marca Sabbatella, este es el peligro. Hasta ahora, el kirchnerismo venía hegemonizando esto. Con muchas contradicciones, pero con una agenda en donde algunos temas de centroizquierda iban. Ahora, la nueva fuerza que puede hegemonizar eso es la derecha. Fijate que hoy por hoy los principales candidatos presidenciales son de esa extracción.

¿Creés que Nuevo Encuentro le “sacó” votos a Kirchner en la provincia de Buenos Aires? ¿O considerás que esos votos salieron de un sector “antipolítica”?
Los votos del kirchnerismo estaban perdidos. Hasta hace muy poco, Nuevo Encuentro no existía. El partido está conformado por gente que estuvo en algún momento en el kirchnerismo, pero también por muchos otros que no, como el caso de Martín. Lo que me parece es que hay es una situación previa de sectores que están buscando otro voto que no sea el del kirchnerismo. Hay sectores que tienen un enfoque más bien de izquierda: la opción K no les satisface. Al mismo tiempo, ven que las otras propuestas mayoritarias están tiradas bien al centroderecha, y entonces buscan otra fuerza.

Es similar a la lectura que se puede hacer de la elección de Solanas en Capital: evidentemente no hay un 24% de electorado identificado con la izquierda peronista, o que habrían votado la opción de Kirchner. Sabbatella y Solanas sacaron muchos votos de la antipolítica: de aquellos que, de otra manera, el día de la elección se hubiesen quedado en sus casas.
Son de un voto que está buscando algo. Llamalo como quieras. Puede ser por la honestidad, puede ser por la gestión prolija. Es decir, la agenda institucionalista está. Pero, la Coalición Cívica también la tiene. ¿Por qué a nosotros y no a la UCR? Me parece que ahí la agenda de Nuevo Encuentro marca las dos cosas: la mejora de la democracia a la vez que la distribución del ingreso.

Pero ahí me parece que está la ambigüedad: que se apueste a determinada imagen de transparencia y honestidad, que atraiga varios tipos de votos... frente a una serie de propuestas y posicionamientos políticos más fuertes cómo la distribución del ingreso o la reforma tributaria, banderas que “ahuyentan” al electorado más difuso.
Depende cómo lo vayas construyendo y cómo se vayan posicionando los principales dirigentes. Sabbatella es muy coherente con sus posturas, lo único que va a tener ahora es más visibilidad, porque va a ser un dirigente nacional, un diputado en el Congreso. Lo mismo que Solanas: antes lo llamaban y sólo le preguntaban sobre el tema energético, ahora le pueden preguntar sobre cualquier cosa, es un referente nacional. Ahí se van definiendo las políticas. Lo importante es fortalecer los distintos partidos que fueron conformando Nuevo Encuentro. El viernes pasado se formó una mesa de coordinación en donde se planteó cómo seguía esto. Nuevo Encuentro nació en unos meses: la idea es que sea mucho más que un frente electoral, es ir armando una institucionalidad. Habrá congresos partidarios, mesas de negociaciones, en donde a la sociedad le irá quedando cada vez más claro qué vota cuando vota a Nuevo Encuentro. La idea es que la plataforma resulte previsible. Cuando vos le dijiste que sí a esto, que no a tal otra cosa, y sos consecuente, vas generando una coherencia. A diferencia del radicalismo, que cada dos años inventa algo: primero presenta los Radicales K, en 2009 te inventa que el kirchnerismo fue lo peor que le pasó a la Argentina…

Luego de las elecciones, Unión-Pro quedó colocado como el principal referente de la oposición, como el que setea agenda y que marca qué cosas deben cambiar –hacia la derecha–. Prácticamente no tiene cuadros, pero cuenta con el apoyo del establishment y de buena parte del sistema de medios.
Me animaría a decir que el Pro de provincia de Buenos Aires, el de Francisco De Narváez, no va a durar mucho. Es difícil saber si Duhalde va a tejer otra alianza en el PJ provincial, o si de repente Solá se va a hacer su propio armado político. Depende de cómo lleguen a 2011, si hay internas… estamos muy lejos de eso. Son opciones malas porque no resuelven ninguno de los problemas concretos de la agenda, de hecho probablemente los empeoren. Te venden eficacia y eficiencia pero no hay nada detrás de eso.

¿Hasta qué punto el crecimiento de la derecha es el resultado de méritos propios, y hasta qué punto nace de los errores del gobierno?
Creo que acá juegan mucho los ciclos de la política. La tercera elección de cualquier gobierno siempre es complicada, y más en Argentina. Y al desgaste natural se le suma esto que decíamos: hay un momento en el que tus falencias –en el caso del kirchnerismo: la falta de construcción política sólida, la falta de lugares para participar, las decisiones que se toman entre tres y nunca bajan a la estructura– pasan a ser mucho más visibles, y se te cobran los errores del pasado.

¿Cuál es el plan de acá a dos años? ¿Armar algo más allá de Buenos Aires, pelear la gobernación de la provincia, algún objetivo más modesto?
Tiene que ir avanzando a su ritmo, no hay que volverse loco. Pienso en un formato de partido que pueda ir ganando espacios en lo local. Que sean sectores que puedan ir demostrando en lo local cómo se puede, y de ahí ir creciendo. El voto de Nuevo Encuentro en la provincia de Buenos Aires pesó, sobre todo, en Morón, Merlo, Ituzaingó, La Matanza, Tres de Febrero, Vicente López... La idea es defenderlo con trabajo, no hay mucho misterio. A veces el contexto te da muchos más votos de los que podés captar. El tema consiste en que tu trabajo territorial esté cerca de lo que vos sos, que no te venga muchos votos de arriba que vos no puedas manejar.

Por eso te preguntaba por la construcción de cuadros.
Y ahí tenés que laburar. Para lo que vos estás representando en votos se pueda representar con trabajo territorial.

¿Cómo fue la experiencia tuya en Vicente López?
Buenísima. Trabajamos mucho con las otras fuerzas de Nuevo Encuentro que ya venían: no hubo demasiados problemas ideológicos, discursivos. Mucha gente se terminó entusiasmando con la propuesta cuando se empezó a dar cuenta que era de verdad. Hicimos algo de ruido político en Vicente López, porque la forma en la que conseguimos semejante caudal de votos fue distinta a la del resto de los partidos. De hecho el comentario posterior giró sobre lo sorpresivo y lo interesante de la apuesta. Ahora lo mejor que podemos hacer es demostrar continuidad y que podés estar a la altura de este nivel de representatividad, que en este caso no alcanzó para concejal, pero que la próxima seguramente se dará.

Me resultó curioso comparar tu elección con la de Guido Lorenzino, diputado provincial por el PJ, que tuvo una campaña millonaria en Vicente López y que terminó sacando una cantidad de votos muy parecida a la tuya. Digo, de cómo –al menos a este nivel– se puede generar un efectivo boca a boca.
Yo pensaba, salvando las distancias, en la experiencia del Frente Amplio en Uruguay o el PT en Brasil. Ellos van ganando mucha confianza en las gestiones locales. Entonces el electorado responde: “Ah, esto es la izquierda, centroizquierda”. Y es lo que pasa de alguna manera con el ejemplo de Morón. Fue la primera ciudad del país en donde hubo un Museo de la Memoria en un ex Centro de Detención, en el año 2000… pero a la vez un lugar donde se ve la gestión de todos los días, la de resolver los problemas –el bache o la luminaria. Entonces: la transparencia, pero que baje el dinero que tiene que llegar; la participación ciudadana, pero la resolución de problemas o el poner la cara con plazos concretos. Si vos creás esa idea, recibís votos, cortes de boleta. Esa cercanía, esa presencia, te da la posibilidad de ir demostrando hechos concretos.

Y, además, despegarse ante el electorado de la imagen romántica…
Ese es el mayor logro que tiene la experiencia de Martín. Poder decir que, cuando tuvo la oportunidad de gobernar, mejoró el municipio.

¿Cuál es la clave para ir creciendo en un espacio de centroizquierda sin caer en lo que fue el Frepaso?
La coherencia y, sobre todo, el no perder de vista lo que te da sustentabilidad política: el trabajo político concreto, territorial. En otras palabras, estar en cada distrito, en cada municipio, con militantes de verdad. Esto es lo que te permite crecer. Lo otro –TN, el horario central de Canal 13 con Tinelli– da para cualquier cosa. El Frepaso tuvo determinados dirigentes como Carlos Álvarez –muy vivo mediáticamente– que crecieron sin que su partido fuese armando un piso institucional. Él iba muchísimo más rápido que lo que iba el resto del movimiento. ¿Qué pasa después? El día que hacés una alianza te llevan de la nariz a vos. ¿Y qué tenés vos para contrapesarles? Nada: hacen una interna, no tenés estructura, perdés. Lo que acá importa es que lo que puedas traccionar con votos tenga un correlato en trabajo político. Fijate que en el ‘99 el se ganaron varias intendencias: Morón, Avellaneda, Lomas de Zamora… ¿Cuál fue la única que sobrevivió? Morón, en donde Sabbatella logró estructurar un sustento político que lo mantuvo en el poder: con militantes reales, con un trabajo territorial real. Ahora, si vos sos solamente un afiche, un cartel y saliste en la tele… mañana te lanzan por el aire.

Cómo López Murphy en 2003
O Meijide. Llegar así es muy fácil. El tema es: ¿qué es lo que hay por debajo? Ese fue uno de nuestros mayores aprendizajes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

PROMETEN BASTANTE!!
CUMPLIRÁN BASTANTE??

HERNAN 28 dijo...

Interesante nota. Ante una correlacion de fuerzas tan desfavorables sino se conforma un amplio frente de centroizquierda( lo cual lo veo muy dificil), lamentablemente en el 2011 se viene la restauracion conservadora.