Imagen: Donostia Kultura
[...] Hay algunas realidades en cuanto a los espectadores que se van haciendo cada vez más claras y que las cifras vienen corroborando hace tiempo: (...) incluso cuando vemos que la variedad de la cartelera es mayor (este año así lo será), la respuesta del público ante ciertas apuestas se hace más débil.
Cada vez se constituyen con mayor claridad dos tipos de público: uno es el masivo, constituido principalmente por niños, adolescentes y adultos jóvenes, que van a ver películas-acontecimiento, las lanzadas con muchas copias y mucha publicidad. Ese público, el de los tanques, cada vez se arriesga menos, es menos curioso, menos abierto, más conservador. El promedio de este tipo de espectador no quiere sorpresas: si va a ver Hulk, quiere que le recuerde a la serie y que se parezca a otras películas de superhéroes. (En el caso de los adultos jóvenes, el ejemplar promedio quiere que la música que escucha -si es que escucha música- sea la misma de cuando era adolescente, ya "probada", ni más nueva ni más vieja; libros, no lee, salvo best sellers). El otro público es un público mayor, no menor de 50 años en promedio, con un buen pasar económico, quizás con menor acceso a copias en DVD o a tecnologías de pirateo, o simplemente con más ganas de ir al cine. Los éxitos de películas con títulos como El nido vacío o La cuestión humana y las experiencias de ir a ver esas películas en funciones más o menos llenas dan una idea bastante aproximada de cómo es ese otro público. Es probable que cuando se estrene la película de Roy Anderson bajo el título de La comedia de la vida no le vaya mal. Pero, ¿qué pasará con Shara?
En los ochenta, Pauline Kael se preguntaba por qué la gente seguía yendo al cine a pesar de lo mala que eran las películas, y se respondía que se seguía yendo al cine porque queremos ir al cine. Sí, nos gusta ir al cine, al cine, al cine, a los cines. Por supuesto que será bienvenida toda mejora de la visión y la escucha hogareñas, pero el cine no es reemplazable, y queremos seguir yendo a las salas, incluso los que no tenemos 50 años, los que no queremos ver solamente tanques, los que queremos que la entrada baje de precio para poder ver más películas, más variadas. Esperemos que las condiciones no nos hagan seguir desistiendo.
Hace 4 años.
10 comentarios:
Qué fácil puede resultar dividir lo complejo de la realidad en dos mundos bien diferenciados. Ay Javier...
Es sólo una aproximación: un trazo grueso en el cual (lamentablemente) cae buena parte de quien hoy asiste al cine.
De hecho, lo que termina diciendo Porta Fouz es que hay muchos que no estamos incluidos, pero que para que eso cambie también tienen que ayudar los precios de las entradas. Ya lo hemos discutido en este espacio: cualquiera se manda a ver una película argentina al Bafici por 10 pesos; nadie se anima si la entrada sale $28. (Es lo que dice Chino en el primer comentario).
Saludos!
coincido (obviamente) con la conclusión más barato = más me juego, pero ese análisis de público da bastante bolazo...
Viva el 2x1 en entradas de cine.
La razón por la cual el segundo grupo promedia los 50 años también tiene que ver con que los jubilados pagan mucho menos el valor de una entrada, hojaldre.
Igual me parece que generaliza (sí, ya se, es un pantallazo). Hay muchos subgrupos de espectadores de cine. Es buena idea para un post pero ahorita me da fiaca (?).
Besos!
Bueno, gente, aviso que eso es apenas un extracto de mi nota, que si mal no recuerdo era bastante más extensa.
Javier Porta Fouz
No es demasiado innovador: Masas tontas y minorías menos tontas, ya se dijo hace mucho tiempo.
Se trata de un estudio (por ej., cómo sabe que los del primer grupo leen "best sellers"?) o es tan solo una especulación clicherística?
Lo que dice Javier es lo que intenté aclarar en mi primer comentario. Quizás no quedó claro porque no incluí los corchetes de rigor, pero vamos de nuevo: el extracto, con cuyas líneas generales coincido, es apenas parte (el 15, 20 por ciento) de una nota a doble página.
De hecho unas líneas más arriba se hace una pregunta que es, en efecto, la misma inquietud que me movió a rescatar el texto y armar el post:
"La opción de ver las películas en el cine, cuando están en las salas de cine, ¿es realmente una opción para todos aquellos para los que antes era una opción?"
Como escribí a pie de post, la nota está en El Amante N° 194. Si pueden consíganla.
Una digresión, Fede, porque no es el tema principal, pero: "Será bienvenida toda mejora de la visión y la escucha hogareñas, pero el cine no es reemplazable, y queremos seguir yendo a las salas". Creo que es significativo que esas mejoras hayan venido acompañadas de empeoramientos en lo que se entiende por salas. Antes ir al cine era sentarte en una sala de las dimensiones de un teatro, construida teniendo en cuenta las cuestiones acústicas y con una pantalla de tamaño realmente importante. Hoy en ese mismo espacio se construyen seis o más salitas impresentables (el motivo es obvio: cobrar seis entradas simultáneas de $28 en lugar de una sola). Lo que digo es simplemente que para mi generación "ir al cine" hoy no es, de ningún modo, lo que era "ir al cine" hace unas décadas.
Dijo 1+: "Hoy en ese mismo espacio se construyen seis o más salitas impresentables (el motivo es obvio: cobrar seis entradas simultáneas de $28 en lugar de una sola)".
Si se construyen en el "mismo espacio", cada salita es, grosso modo, un sexto de la sala grande... No cierra el razonamiento. La cantidad de asientos en total debería ser más o menos la misma y no seis veces mayor.
No se entiende cómo harían para cobrar 6 donde antes cobraban 1.
Anónimo: Tu razonamiento es indiscutible, siempre y cuando hablemos en ambos casos de salas llenas. Lo que quise decir (y no dije bien) es que es probable que convenga más comercialmente ofrecer 6 ofertas distintas, con distintos targets, apostando a llenar las 6 salitas mínimas, que ponerle todas la fichas a una única oferta tratando de llenar la sala grande. Saludos.
Publicar un comentario