Volvía de Retiro, y el remisero no tardó en hablarme. Los temas: su profesión anterior, su familia, su idea de la vida. Tanto tiempo frente al volante, supongo, le da tiempo de sobra para desarrollar y perfeccionar las más variadas teorías sobre el mundo. Y luego explicárselas a los pasajeros.
A veces, en un arranque de cinismo, pienso que debería usar más el transporte público. Ahí, por lo menos, puedo viajar más de una una hora sin que al chofer se le de por charlar.
Pero otras veces, las más, pienso que escuchándolos aprendo tanto sobre esta suerte de clase media tirando a un cuarto que esas charlas (o cuasi-monólogos) se vuelven interesantes reflejos de los venidos a menos, completos retratos de este sueño truncado del ascenso social en la Argentina.
Y entonces, la atención.
Hace 4 años.
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