Clarín, 06-11-2005:
Desde 1999, cuando estallaron en protestas contra la globalización las calles de Steattle, quedaron más claras que nunca las contradicciones entre lo que se llama el Norte y el Sur. En aquella reunión se instaló la idea de que el libre comercio perpetúa las relaciones de poder entre ricos y pobres. Y a partir de entonces los países en vías de desarrollo ya no aceptaron abrir sus mercados sin tratar de obtener a cambio condiciones favorables para penetrar con sus productos en las naciones desarrolladas.
Lo que ocurrió con el ALCA no está divorciado de este contexto. La iniciativa de libre comercio había sido lanzada en el 95. (...) Pero (...) habían quedado casi excluidos los temas agrícolas, por lo que tras el fracaso de Seattle, se convocó en 2001 en Qatar, a otro round de negociaciones. Así, se llegó a Cancún, en 2003, cuando Argentina, Brasil, China e India, entre otros, patearon el tablero y crearon lo que se llamó el Grupo de los 20. Ahora, los países no condenaban el libre comercio. Sólo ponían en claro sobre la mesa que iban a defender sus intereses. El tema de los subsidios al campo pasó al primer plano, y se convirtieron en la cara opuesta a las demandas del flexibilización de los regímenes de inversión extranjera y las compras gubernamentales. Estas contradicciones de escala global (...) son las que tienen al ALCA en ascuas.
(...)
Al ver que el ALCA no nacería en 2005, EE.UU. planeó llegar a él por partes. Como hizo primero en el NAFTA, acordó luego con Chile, Centroamérica y avanzó sobre la zona andina. Sólo Venezuela y el Mercosur no firman, también por presión de sus movimientos sociales.
Hace 5 años.
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