Rescaté del archivo de revistas de casa un texto breve de Martín Caparrós, a propósito de un hecho que ese día fue ese pero hoy, seguro, es otro. Y es que del julio de 2004 (fecha en la que el artículo fue publicado en la Veintitrés) a julio de este año no ha cambiado demasiado el rol de ciertos medios locales.
Tapa de La Nación del domingo 27 de junio de 2004
¿Conmoción?
por Martín Caparrós
El viernes pasado un tipo al que muchos acusan de ser dealer y buchón de la Federal mató a un dirigente del movimiento Tierra y Vivienda de La Boca, Martín Cisneros, El Oso. Esa noche muchos vecinos tomaron la comisaría "hasta tanto no buscaran a los asesinos de Martín". En casos anteriores los policías de la 24 no habían hecho nada por investigar ataques -menos graves- contra los militantes. Esta vez lo encontraron a las nueve de la mañana; los vecinos se retiraron y entregaron el local. Luis D'Elía, que había participado de la toma, mostraba a la prensa dos álbumes con fotos de oficiales y putas en pelotas. La historia es fuerte, y los diarios del domingo titularon sus ediciones con ella.
Página/12, presa de sus títulos imaginativos, escribió "Mensaje de sangre". Clarín describió un panorama -"Matan a un piquetero y aumenta la tensión"- donde las cosas suceden sin que nadie las haga. Los diarios más populares informaron los hechos: "Toman comisaría por la muerte de un piquetero", tituló el Diario Popular, y Crónica: "Echan a comisario por la muerte de un piquetero". Y La Nación, por supuesto, cambió el eje: "Conmoción por el copamiento piquetero de una comisaría".
- ¿Dónde será la conmoción, qué le parece?
- No sé, mi estimado. Seguramente ahí.
- ¿Ahí? ¿Precisamente ahí?
Yo no leo La Nación: no por nada, sólo que siempre lo consideré un club privado, uno de los pocos clubes que funcionan en la Argentina, y -aunque me fascinan los clubes- nunca pensé que ese fuera el mío. Hay quienes dicen que hay que mirar La Nación para saber qué piensan los ricos de la Argentina; como en general piensan muy poco, el ejercicio es breve, no muy interesante. Pero este domingo me llamó la atención su editorial. La Nación cree en los editoriales: se sube al banquito, eleva el dedo acusador, no se lo chupa, compone la expresión augusta y debita admoniciones con voz grave:
"Las severas advertencias del ministro de Defensa, José Pampuro, y del titular del Palacio de Hacienda, Roberto Lavagna, acerca de las protestas callejeras y los desbordes de agresividad que se reproducen a diario en los espacios públicos hablan por sí solas de la alarmante falta de capacidad de las autoridades para mantener el orden público y asegurar el pleno imperio de la ley", empezaba la pieza.
Y ahora, mientras lo copio, me doy cuenta que no alcanza con un párrafo. Es un texto demasiado rico; voy a citarlo entero -y espero no estar violando el derecho a la propiedad privada; más bien, supongo, estoy dándole al artículo la posibilidad de ejercer aún más su derecho a la libre circulación de las personas y las cosas:
"Los salvajes e inaceptables ataques del grupo Quebracho contra instalaciones y elementos del Ejército Argentino, las prepotentes agresiones de las organizaciones piqueteras contra empresas privadas -perpetradas al abrigo de una incomprensible tolerancia policial-, las descontroladas protestas vecinales contra comisarías del conurbano y el copamiento de otra sede policial producido ayer en el barrio porteño de La Boca han ido creando en el país un clima de caos e inseguridad, ante el cual no se advierte una clara voluntad de restablecer el completo imperio del Estado de Derecho. Esos hechos, al sumarse y potenciarse entre sí, están generando en la sociedad, como bien dijo el ministro Pampuro, 'miedo e incertidumbre'.
"Es inconcebible que el Gobierno permanezca inactivo ante esos desórdenes. Ni siquiera lo motiva a la acción la evidente necesidad actual del país de atraer inversiones externas y de exhibir ante el mundo, en consecuencia, un oportuno perfil de confiabilidad jurídica y estabilidad social.
"Es imprescindible tomar conciencia de que los disturbios y las alteraciones del orden que se registran día tras día son la consecuencia directa de la negligencia que las autoridades han mostrado durante muchos meses en la defensa de valores tan esenciales como el orden público y la seguridad.
"Cuando la protesta social pasa el límite de lo tolerable e incursiona claramente en el terreno de la delincuencia, los gobernantes tienen una obligación que no pueden eludir: garantizar con la máxima severidad el irrestricto respeto a la ley. Si por cálculos o especulaciones de orden político se deja de atender esa obligación esencial se abre el camino para que el orden social se quiebre y la anarquía sustituya a la ley.
"La Argentina no puede seguir viviendo al margen de toda legalidad. Ha llegado la hora de que las autoridades privilegien el mantenimiento de la seguridad y el orden por encima de las consideraciones de orden táctico destinadas a cosechar el apoyo de determinados sectores comprometidos con la protesta o la contestación ideológica. Nada es más importante ni más urgente para una comunidad que el mantenimiento de la convivencia pacífica, basada en la preservación de la tranquilidad social y, sobre todo, en el acatamiento de todos los sectores, sin distingos de ninguna naturaleza, al ordenamiento jurídico vigente. Que nunca más el Estado argentino renuncie a su vocación inomitible de hacer cumplir la ley."
¿No es muy impresionante? Dejemos de lado por un momento el tono admonitorio -"ha llegado la hora de que las autoridades..." o "es inconcebible que el Gobierno permaneza inactivo ante estos desórdenes". Dejemos de lado por otro que la razón más acuciante para ponero rden en la patria sea "la evidente necesidad actual del país de atraer inversiones extranjeras". Dejemos también, aunque sea más esforzado, el hecho de que no haya media palabra sobre el sospechoso asesinato de un militante a manos de un buchón policial. Dejemos incluso en un costado el vocablo inomitible. Lo que más me impresiona es su pintura del país. Yo salgo poco y no me entero de nada, pero al leer ese editorial me parece que o ellos o yo vivimos en otro país. O, mejor dicho: ellos y yo vivimos en otro país, en países distintos. Y quería preguntarle, querido contertulio: ¿usted, en qué país vive? En uno que sobrevive "al margen de toda la legalidad" por acción de la protesta social, uno que está "sumido en el caos y la inseguridad" cuando esa protesta "incursiona claramente en el terreno de la delincuencia"?
Yo no, yo vivo en otro. Uno donde mucha gente la pasa muy mal y muy poca -en proporción- intenta hacer algo para remediarlo sin saber muy bien qué y la mayoría acepta su condición con una resignación digna de la mejor causa. A La Nación, se ve, no le parece -y a mí me deja perplejo. Ella -la voz de los ricos argentinos- está armando otro país. Y si está armando otro país debe estar armando -siempre lo ha hecho- las soluciones para él. Eso es lo temible. Este editorial tiene la misma retórica con la que ellos mismos convocaron a todos los golpes y matanzas que en la Argentina han sido. ¿A quién convocan esta vez? ¿A quién le piden que patee las puertas? Ojalá nunca lleguemos a saberlo.
Hace 5 años.
5 comentarios:
Bueno, que ese diario es vomitivo, no es novedad. basta leer algunos editoriales y/o cartas de lectores: ¡son de terror!
Es más. Recientemente, como ellos no publicarán mis respuestas a las cartas de lectores respondiéndole a los fachos que las escriben (en general, no lo hacen. ¿Mi derecho a réplica? Bien, gracias.), les contesto via blog (en una de esas, se googlean y encuentran mi respuesta).
Ahora están re calientes porque Kornblihtt (famoso biólogo de la FCEN, también ex candidato a rector de la UBA cuando fue el kilombo de Alterini) dijo que la mayoría de las facultades privadas "son 'enseñaderos'". Creo que Kornblihtt fue generoso, porque algunas no califican ni de eso...pero algunos saltaron como leche hervida, te imaginarás.
Diario de mierda...
Saludos,
DT
¡Ojo! Admito que, a veces, uno encuentra cosas piolas. Una vez me sorprendio ller algo deMex Irtuzberrea que era bastante piola, aunque me llamó la atención que estuviera publicado ahí
Hoy temprano entré a la versión online y me daba un título más asco que otro. Me acuerdo de uno, que decía algo como "La gente dice claramente que la ministra debe irse". Si no decía eso, era el espíritu, pero me interesa rescatar lo de "la gente". "La gente", evidentemente, es la que habita el país de La Nación. Sobra aclarar que la opinión de "la gente" provenía de una encuesta online: de por sí los lectores de la nación son fachos y opositores, y peor si se excluyen los que no tienen acceso a la red.
País bananero (¿ganadero?) pero patriota de escarapela, país que como manda Dios nuestro señor es sumiso y no se cansa de poner la otra mejilla. Nación, la de La Nación, en la que no me interesa vivir.
Excelente, para mí hay que insistir con la verdad evidente del hambre y la pobreza ante todas estas manipluaciones de ricos indignados.
En esta obrita de teatro cada uno hace su papel
Publicar un comentario