Los institutos de salud privados tienen ese nosequé que me incomoda. Seré yo el extraño, pero me da un poco de cosa ver a las dolencias y a los remedios tan cerca de la caja registradora. Y qué decir de la absoluta preeminencia de La Tarjeta de la Prepaga, llave indispensable para alcanzar el fin de los sufrimientos. La salud y los billetes, juntos, me dan un poco -sólo un poco- de asco.
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Mi médico de cabecera es pediatra y yo, por costumbre, sigo yendo. Además el asunto que me convocaba -una suerte de quiste o similar- era de índole dermatológica, y el tipo además de pediatra era, justamente, dermatólogo. Pero se notaba que hace mucho que no iba: el público presente en la sala de espera era ya groseramente más chico que yo. Mientras en la tele pasaban Bambi 2 yo estaba leía unos apuntes de la facultad.
Cincuenta minutos después mi médico me llama. Jorge es uno de esos que de a poquito la fue haciendo bastante bien en ese sistema. Indudablemente un tipo simpático, y muy memorioso -hace años que no me aparecía y se acordaba todo sobre mi vida-, rápidamente identificó el problema y me hizo la receta para el antibiótico. Sorprendentemente, escribió el nombre del genérico -como corresponde. (Creo que incluso podría escribir un ensayo sobre las relaciones incestuosas entre algunos médicos y las grandes farmacéuticas. Será en otra oportunidad). Dado que la causa que nos convocaba fue breve, y el día ya estaba terminando, la charla derivó hacia temas más relajados. Me preguntó qué estaba estudiando, le dije que estaba haciendo Comunicación. "¿Para ser periodista?" "Claro, periodista". Le conté que me pintaba más el lado del periodismo gráfico.
- ¿Columnista de La Nación?
- Bueno, quizás La Nación no.
- ¡Ah, zurdelli! Bueno, Página/12.
- Ahí puede andar...
Después pensé en comentarle que no todas las plumas de La Nación me disgustaban, pero me parecía que iba a desviarse hacia una discusión que excedía largamente el nivel de charla que podía tener con un doctor un día de semana a las siete de la tarde. Ya tenía lo que había ido a buscar, era hora de comprarlo e irme a casa.
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Zona Vital entra cómodamente en el arquetipo de la farmacia posmo: multirrubricidad, colores vivos y luces varias, gigantografías publicitarias de productos de belleza, más golosinas que en el maxikiosco amigo, y al fondo, ocultos, como quien no quiere la cosa, algunos remedios.
Saco número, llega mi turno, me atiende la farmacéutica. Le entrego la receta. Al rato me pregunta
- ¿Qué marca querés? ¿MaxiYupiMegaUltra A, SuperTremendaPlus B, TurboHiperYeah C...?
- ¿El médico no escribió el genérico ahí? Dame la más barata...
Al rato me la trae. Le pago, me da la factura y el remedio.
- ¿Querés algo más? ¿Bayaspirina, Redoxon, antiinflamatorio?
La miro, extrañado.
- No, gracias. ("No soy de los que automedican")
Busqué rápidamente la salida, no vaya a ser cosa que me ofrezcan alguna otra pastilla en oferta. Estos lugares deben ser la ruina de los hipocondríacos.
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Para más información, y a pesar de las tremendas simplificaciones que uno puede esperar en una película de Michael Moore (cuyo público destinatario es claramente otro), recomiendo ver Sicko. Todavía está en cartel.
Hace 5 años.
7 comentarios:
"¿Querés algo más? ¿Bayaspirina, Redoxon, antiinflamatorio?", "¿Querés agrandar tu combo por cincuenta centavos más?".
Las golosinas son claves para los diabéticos cuando se pasan con la insulina. Las gaseosas no sé. Con respecto al "público claramente otro", supongo que serán los yankis. Pobres chabones, ya está de moda decir que son medios boludos, give'em a break! :P
Ay, ustedes no entienden nada! Uno entra a esos lugares buscando curitas (al menos yo siempre necesito curitas -algunos se dan con ansiolíticos, yo solo pago las consecuencias de la ansiedad jajaja-) y terminan dandose cuenta de QUE HAY TODO UN VASTO MUNDO DE PERFUMERÍA PARA CONSUMIR! Cuanto shampoo, cuántas cremas! (oooh, creeeeemas), exfoliantes, tónicos, algodoncitos en pompones, hisopos de colores, desodorantes, anticelulíticos (no le crean a Nivea, hay que ir por Vichy), antiarrugas, esponjas... baños líquidos!
ES EL PARAISO!
...es un desperdicio.
Yo me quedo con mis curitas.
Pues yo vi Sicko y cierto alguien no vió Perdidos en Tokio :P
Mi mamá me llevó al mismo pediatra
durante 10 años. Y el DR decia que yo iba a ser modelo. En fin.... Al lado de mi trabajo hay un Farmacity y es lo-más. No solo tienen el remedio que necesito sino q las golosinas son más baratas , y SIEMPRE tienen monedas para darte en la caja ;)
Besito.
Hay q cambiar el enfoque: no pienses en Farmacity como una farmacia q vende golosinas. Es a las claras, y muy a pesar del consfusorio nombre, un superkiosko-almacén-perfumería q vende algún q otro remedio ...
Muerte a farmacity.
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