Fidel Castro renunció al poder tras 49 años al frente de la Revolución
Clarín, 20-12-2008
Faltaban apenas diez meses para que cumpliera 50 años en el poder. Pero no llegará a celebrar ese récord. Convaleciente tras la compleja operación intestinal que lo mantiene en las sombras desde hace más de un año y medio, Fidel Castro anunció ayer su renuncia a la presidencia de Cuba y abrió el camino a una era de cambios en la isla que parecen inevitables.
"A mis entrañables compatriotas, que me hicieron el inmenso honor de elegirme en días recientes como miembro del Parlamento, en cuyo seno se deben adoptar acuerdos importantes para el destino de nuestra Revolución, les comunico que no aspiraré ni aceptaré -repito- no aspiraré ni aceptaré el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe", afirmó el líder de 81 años en un mensaje publicado ayer en el diario oficial Granma.
Concluye así una era en Cuba, y se disparan las expectativas de cambio que ha dejado entrever Raúl Castro, hermano menor de Fidel y ministro de Defensa, a cargo del poder "en forma provisional" desde el 31 de julio de 2006, cuando por primera vez desde la revolución de enero de 1959 Fidel debió soltar las riendas por una complicada cirugía.
El largo adiós de uno de los grandes y polémicos estrategas del siglo XX
por María Seoane
Ni sus amigos ni sus enemigos discuten ya su talento para guiar a los cubanos a través de utopías, guerras, crisis, paraísos y desiertos; para conquistar el respeto de pueblos y dirigentes de Oriente y Occidente. Fidel Castro Ruz fue uno de los productos más depurados de un mundo que aún existe: la injusticia y la pobreza rampante en América latina. Pero también, de un mundo que ya no existe: el del capitalismo y socialismo enfrentados a lo largo del siglo XX, con su última batalla durante la Guerra Fría. Pero el bloqueo al que Estados Unidos sometió y somete a Cuba luego de medio siglo -contra la postura de toda la comunidad internacional- parece su prolongación indeseada. Fidel mantuvo, para muchos, la utopía socialista en la isla porque creyó siempre que el dilema era la persistencia en la revolución o que Cuba volviera a ser el prostíbulo de mafiosos y traficantes norteamericanos y europeos que ya habían asolado la isla en tiempos del dictador Fulgencio Batista antes de que en enero de 1959 las tropas conducidas por Fidel, Raúl Castro y el Che Guevara lo derrocaran.
Castro parece condensar la historia rebelde de América latina. Su biografía sólo puede comprenderse en esa espesura y dilemas americanos que Rubén Darío cantó en su oda al presidente norteamericano Theodore Roosevelt, promotor de las invasiones para anexar a Cuba y Nicaragua a principios del siglo XX: "Este pueblo aún cree en Jesucristo y aún habla en español... donde pones el ojo, pones la bala: no." Fidel nació en Birán en agosto de 1926. Hijo de inmigrantes españoles dedicados a la producción azucarera, fue formado en el universalismo profundo de los jesuitas que lo prepararon como parte de la elite que aspiraba a dirigir los destinos de la isla. Se formó como orador y agitador con las ideas de los pensadores de la independencia americana, entre ellos José Martí y Antonio Maceo. Se recibió de abogado en la Universidad de La Habana porque quería pelear contra las dictaduras de la hora: la de Trujillo en Dominicana y la de Batista en Cuba. Fundó el Partido Ortodoxo para enfrentarse a Batista que dio un golpe de Estado y se alzó con el gobierno: su opresión y crueldad forzó la lucha armada de muchos jóvenes. Fidel los dirigió con su hermano Raúl en el célebre asalto al cuartel Moncada en julio de 1953, que fracasó. Fue a la cárcel y allí escribió un alegato que revelaba su estirpe cultural y política."Condenadme, no importa. La historia me absolverá", desafió a los jueces batistianos, en un texto que se transformará en guía de rebelión contra las dictaduras latinoamericanas. En México organizó la rebelión. Conoció al Che Guevara y desembarcó en la isla para iniciar la guerrilla en Sierra Maestra. Lo demás es historia conocida a partir de 1959 guió los destinos de Cuba, primero con los EE.UU. como aliado y luego como enemigo. Se alió con la URSS, vio con simpatía las guerrillas latinoamericanas guevaristas en los setenta pero se opuso a su militarismo como se opuso a las provocaciones políticas contra los EE.UU. -mientras sumó diplomáticamente al mundo a la defensa de Cuba- mientras marchaba a una apertura económica controlada después de la caída del Muro de Berlín.
Ahora, que Fidel se despide del gobierno pero no del tremendo poder simbólico que mantiene en la cabeza de su gente, Cuba ya no parece condenada a ese destino prostibular, con los mayores índices de educación y salud de latinoamérica, aunque aún sea incierto su decurso. Muchos prevén ahora un futuro de capitalismo de estado, con ingreso de capitales, con un sólo partido de gobierno y con base a una organización popular tal como ahora. EE.UU., enfrente, con millones de cubanos en Miami parece exigir una rendición total del sistema. Será el turno de ver si existe una sola forma de democracia en Occidente y si la era imperial prolonga su voracidad. De ver, en fin, a quién la historia absolverá.
Hace 5 años.
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