Son tiempos difíciles para Piñera sábado, 6 de agosto de 2011


















La agenda del gobierno para sortear la crisis
La Tercera, 06-08-2011

El fin de semana pasado, todos los ministros, subsecretarios, seremis y parlamentarios de la Alianza recibieron el mismo correo electrónico. El email -enviado desde La Moneda- contenía la última parte del discurso que el Presidente Sebastián Piñera pronunció el martes 26 de julio en el aniversario de La Segunda. La idea del gobierno era unificar el mensaje oficialista en torno a una nueva agenda, que, según afirman en Palacio, representa un cambio en el sello de gobierno: la prioridad por el crecimiento económico y el salto al desarrollo también contemplará ahora -mediante un paquete de reformas y medidas- el combate a las desigualdades y a los abusos contra los consumidores.

Ese día, Piñera leyó su discurso desde un block de notas, donde plasmó de su puño y letra lo que venía conversando con un grupo de ministros, asesores y su círculo familiar y de amigos más cercanos. Así, el Presidente intentaba encontrar una respuesta a un diagnóstico de malestar ciudadano. Este comenzó a asomarse tras la aprobación de HidroAysén y se reforzó con las movilizaciones estudiantiles que comenzaron en mayo y en la sostenida caída en las encuestas que experimentó el gobierno desde marzo pasado.

Ambos elementos explotaron con más fuerza el pasado jueves, poniendo a prueba la incipiente agenda que buscaba instalar el gobierno. Estudiantes secundarios y universitarios desataron una severa crisis de orden público y expresaron su rechazo a la propuesta educacional del Ejecutivo. La encuesta del Centro de Estudios Públicos, en tanto, marcó los peores índices de aprobación (26%) y rechazo (53%) presidencial desde 1990. A esto se sumó un factor nuevo, que hasta fines de esta semana no era aquilatado con precisión en el gobierno: la inestable situación de la economía mundial, que ese día comenzaba a repercutir con fuerza en la Bolsa santiaguina. (...)

La suma de episodios llevó a Piñera a la convicción de que lo que estaba en entredicho era el camino que se había trazado para su gobierno. Que el nivel de 15 mil dólares de ingreso per cápita en el que se encuentra Chile no era suficiente para alcanzar el desarrollo si las desigualdades seguían acentuándose. Una idea que plasmó en su intervención del 26 de julio, en el aniversario del diario La Segunda, a partir de la frase pronunciada por Enrique Mac Iver en su discurso ante el Ateneo en 1900: "Me parece que no somos felices".

"Los chilenos ya no toleran los grados excesivos de desigualdad que han cruzado a nuestra sociedad durante tanto tiempo", dijo el Presidente, quien dio a entender que ya no sólo había que mirar el modelo norteamericano, sino también el "desarrollo integral" de naciones europeas, "ese selecto y pequeño club de países sabios que han logrado compatibilizar democracia, desarrollo, igualdad y paz". (...)

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