Lo miramos un ratito, sentados con Juli a un costado de la 9 de Julio.
El viejo les arrojaba maíz a las palomas. Estaba rodeado de ellas, y él las alimentaba en silencio, inexpresivo. No había emoción alguna en su acción: el hombre agarraba la bolsa, juntaba un puñado de comida, la lanzaba. Una y otra vez. Casi mecánico.
Yo pensaba en uno de esos abuelos con mucho tiempo libre, ningún amigo, y una miserable jubilación. (Aunque quizás el viejo en cuestión ni sea abuelo, ni haya estado con el tiempo justo, y viva repleto de amigos en una buena situación económica. ¿Para qué está el prejuicio si no es para no empezar de cero cada vez?).
Y lo miramos un ratito, entre besos. La imagen luchaba por hablarnos: tenía que significar algo. O quizás no.
A veces odio no estar seguro de ciertas cosas.
Hace 4 años.
1 comentarios:
Quizas no significaba nada, más que la simpleza de estar sentados los dos cerca pero lejos del ruido de los autos mientras ese viejo le tiraba comida a las palomas.
Con algo muy lindo que nos llevamos de recuerdo, aparte de acordarme de la paloma más fea del grupo.
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