Dinosaurios y perros
por Eduardo Aliverti
(...) Blumberg candidato o enfilado hacia allí es sólo la punta más ostensible de un (intento de) reacomodamiento partidario y social que, al margen de su carácter bizarro e inclusive pornográfico, y de sus muy relativas chances electorales, pretende ser el rejuntado homogéneo de una derecha que se quedó sin discurso creíble. Al lado, a la par o por arriba de él, es fácil ver ese parque jurásico donde se articulan animales como Macri, Cecilia Pando, Grondona, el diario La Nación, los terratenientes más enormes, la Iglesia, los restos de Neustadt, lo peor de los militares retirados, los servicios. Y por lo tanto acecha de modo constante esa sensación de que es algo o infinitamente mejor correrse hacia lo que Kirchner expresa en su discurso, en sus peleas semanales con todos o cada uno de esos mostrencos y también, debe admitirse, en algunas de las medidas que toma.
Pero entonces también acecha, por más que ya suene a cantinela, la necesidad de no perder pensamiento crítico. Ese discurso y esas determinaciones del oficialismo no deben dejar de contrastarse con elementos negativos que, como mínimo, hacen poner en duda las intenciones y el rumbo de este gobierno por fuera del momento internacional que vive, excepcionalmente favorable gracias al precio y las perspectivas de las materias primas. Kirchner viene siendo un tipo inteligente para leer y actuar sobre la coyuntura que le tocó; y que en muchos aspectos tiene poco o nada que ver con la dramática etapa de los ’90, cuando parecía que las ideologías habían muerto. Precisamente porque no murieron y porque el mundo sigue dividiéndose entre los que luchan por cambiarlo y quienes quieren dejarlo como está, más injusto que nunca, debe continuar midiéndose, sin renuncios, la distancia entre los dichos y los hechos. Así como el Gobierno es lo enunciado por la positiva, así también no tocó a fondo, hasta ahora, ninguno de los resortes estructurales que definen al modelo de exclusión: impuestos, salarios, educación, salud. Es un gobierno del día a día, sustentado por las condiciones externas y por la fresca memoria de lo que hicieron estallar sus antecesores. Conformarse con eso, y abonarlo con el dato de que los opositores son una exposición de esperpentos, supone el muy alto riesgo de que un día nos despertemos mojados por haber creído, otra vez, en el carácter delegativo de la democracia. Hoy Kirchner, que pinta “bien” o menos malo que el resto. Igual que pintaban la rata y los milicos.
Esto no es igual a aquello/s, obviamente. Pero la vara para medir una gestión no debe pasar exclusivamente, ni mucho menos, por el tenor de los enojados con ella. Eso es una trampa y la teje, fácil, el propio gobierno. Sólo un marciano puede no darse cuenta de que el oficialismo construye la oposición que le conviene. Y hasta podría concedérsele que eso es legítimo en la lucha política. Pero de ahí a que el análisis serio se establezca desde lo ofendidos que se sienten unos cuantos y patéticos dinosaurios... Una vez más: cuidado, mucho cuidado con el perro.
Hace 4 años.
2 comentarios:
Excelente artículo.
Ya lo había leído, aunque esta vez lo leí mas detenidamente.
Creo que es es el dilema de mas de uno: por izquierda de K no hay nadie fuerte.
¿la gorda? Primero que no creo que esté "a la izquierda de K" sino a la misma altura.
La única "ventaja" es que al no ser pejotista (conste que hay que diferenciar pejotismo de peronismo), no está acompañada de todos esos crápulas, pero fue capáz de meter a alguien como Olivera como primer legislador.
Asi que no hay nadie. En efecto, K consigue llevarse los votos del centro a la izquierda y uno lo termina eligiendo porque, la alternativa es lo peor de la derecha que, obviamente, vendría a ser lo peor de lo peor.
Saludos
Esa es, precisamente, la trampa de Kirchner. Elegirse enemigos a su medida. Si en sus discursos debate con Macri y la derecha... para uno, desde una posición progresista, se le hace difícil salir y decir "sí, pero...".
Y proponer la alternativa a la alternativa a Macri.
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