Sobre vestimentas y rebeldías
Las vestimentas son nuestra presentación en sociedad. Muchos con quienes nos cruzamos en el día a día no nos conocen –en las grandes urbes, la enorme mayoría–, y nuestra carta introductoria para con ellos suele ser aquello que llevamos puesto.
Roland Barthes, en su Semiología de la vida cotidiana, sostenía que todos deberían conocer el hecho de que los signos mediante los cuales proyectan su imagen en el mundo son expresión de una elección consciente. Lo que Barthes quería decir es que nadie se viste inocentemente, y que lo que vestimos conlleva un mensaje a la sociedad como un todo.
De esta manera, quien traspase el umbral de lo privado hacia el terreno de lo público deberá vestirse de acuerdo a las normas sociales vigentes, al menos que quiera someterse a cierta condena moral.
Si cumple con los requisitos, pasará inadvertido entre la multitud y habrá conseguido con éxito la incorporación en el cuerpo social (o, al menos, evitar el rechazo).
Ahora bien: si esta persona no cumple con lo impuesto por la sociedad, y se viste pensando en contradecir deliberadamente el sentido común, es posible que el hombre reciba cierta reprobación social.
Existen en la sociedad individuos o grupos que buscan conscientemente generar esta reprobación –este rechazo– como forma de trasgresión, pero al poco tiempo las prendas rebeldes son recuperadas por el mercado. Sus aristas más subversivas son eliminadas y la prenda vuelve a la sociedad, pasteurizada, como objeto de consumo y segmentación mercadotécnica. De esta manera, en muchos casos “el medio es el mensaje”. Y una remera muy rebelde de Levi’s quizás diga menos que una remera sin mensajes chocantes pero autogestionada por su portador.
A medida que el mercado avanza por sobre la cultura, acompañado de un vertiginoso proceso de integración vertical, los espacios de lo contracultural serán, cada vez más, los espacios de la independencia económica. A partir de ahora, no alcanzará con la frase rebelde, sino que se vuelve necesario un proyecto coherente que no termine regalándole ideas al mercado que todo lo empaqueta, que todo lo vende.
En resumen, y regresando a Barthes: dado que la forma en que nos vestimos es consciente, y siempre transmitirá algo, quizás prefiramos llevar en el pecho un mensaje abrasivo, propio, y no una marca comercial. Quizás así volvamos a ser agitadores (defensores de ideas) y no carteles publicitarios móviles.
Hace 4 años.
6 comentarios:
Yo me acuerdo cuando salió la ropa "neo hippie", hace unos años, y sigue hasta ahora.
Y la cosa era que era ropa que iba completamente en contra de lo que los hippies hablaban en los sesentas y setentas, solo rescataba (y rescata) la estética, lo superficial.
Y con este "hippie chic" marcas caras y conocidas sacaron sus trapos hippies en el siglo XXI. Y uno puede ir a Kosiuko y comprarse ESA pollera floripondiosa, divina, rotosa suuuuper "hippie" por 250$, o podés ir a Allo Martinez y conseguir esa blusita deshilachada casi transparente de bambula por el modico precio de 150$.
Y andan chicas que dicen ser hippies con esa ropa, y dicen ser hippies por usarla.
Acá mi hermano me está aclarando... "es que son hippies con plata".
Ah.
"Existen en la sociedad individuos o grupos que buscan conscientemente generar esta reprobación –este rechazo– como forma de trasgresión, pero al poco tiempo las prendas rebeldes son recuperadas por el mercado. Sus aristas más subversivas son eliminadas y la prenda vuelve a la sociedad, pasteurizada, como objeto de consumo y segmentación mercadotécnica."
Es lo mismo que se hablaba acá sobre el tema de Attaque 77.
Es como si el capitalismo fuera Scharlach, el implacable, y sus enemigos fueran Lonnrot, el idiota.
Lo siento Karl, pero yo no estoy tan seguro de que el capitalismo cargue necesariamente el germen de su propia destrucción.
Amigo, skhvcsbjkc, no entiendo cuál es tu punto.
El hecho de que las artistas más subversivas de un movimiento sean cooptados por el mercado y devuelto a la sociedad como objeto de consumo hace PRECISAMENTE mucho más inmune al sistema.
Con lo cual estoy más cerca de vos que del barbudo alemán cuando sostenía que "el capitalismo carga el germen de su propia destrucción"...
El comentario, ¿fue una crítica o un refuerzo de mi punto?
Refuerzo. Estamos en el mismo canal =).
Listo, entonces. Pensé que me llamabas Karl a mí. Y yo decía, "hey, ni siquiera tengo barba!" :P
Saludos
Si es de comprarse remeras contestatarias, yo quiero una que diga "muerte a los chupacirios"
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