Las 100 mejores canciones de los últimos años: Intermission jueves, 28 de mayo de 2009

Welcome to the intermission









Bueno. Este ambicioso ranking de Las Mejores 100 Canciones de la Década ya va por la mitad de su recorrido, y parece ser un buen momento para parar un poco la pelota.

Aprovecho para dejar en claro las reglas de selección:
- Canciones aparecidas en grabaciones larga duración o en sencillos, editados originalmente entre 2000 y 2009
- 1 canción por álbum, como máximo
- 3 canciones por artista, como máximo

Este sábado no se publicará la próxima parte. La siguiente entrega del ranking recién tendrá lugar el 6 de junio. Para todos aquellos que estén algo atrasados con las bajadas y escuchas, les recomiendo que aprovechen este pequeño párate para ponerse al día. Al mismo tiempo, serán bienvenidos los comentarios que quieran ir dejando en cada post.









Independencia musical siglo XXI: The Stayaways lunes, 25 de mayo de 2009

The Stayaways es un trío formado en Londres compuesto por Liam-John (voz y guitarra), Sean (bajo) y Matt (batería). Tuve la oportunidad de verlos en vivo, en julio de 2007, y hace algunas semanas los entreviste vía mail para un artículo que estoy armando sobre las bandas independientes de distintas partes del mundo.



- ¿Cuál es su opinión sobre el circuito under de Inglaterra?
- Estando en una banda que actualmente toca en el ambiente under podés ver un montón de estilos diferentes que salen de los artistas que te rodean. Desde que los Stayaways comenzamos como banda, no vimos aún una movida musical distintiva, aislable como un todo. Encontramos algunas grandes bandas, como Blue Bambinos, que dan un show increíble, tocando un rock and roll bien retro con el cantante principal tocando ¡con un serrucho!, pero en general la música está bastante fragmentada, con cada banda siguiendo lo que cree que es la próxima gran cosa. Si lees revistas como la NME, podrías llegar a creer que existe una escena basada en el indie, pero eso es apenas lo que la prensa creó y vemos que hay un montón de bandas que se rinden frente a eso en un intento por complacer. Crear algo nuevo siempre cuesta más que imitar, y creo que el circuito under necesita más de eso.

- ¿Cómo consiguen un lugar para tocar?
- Hay varios locales en Londres bien reputados por tener buenos shows en vivo, como el Barfly y el Dublin Castle, en Camden. Claro que también hay otros locales que no son tan buenos, algo que aprendimos por las malas. Es más fácil tocar ahí, pero para llegar a tocar en lugares como el Barfly tenés que romperte el lomo tocando en otros lados hasta construir una base de fans. A la larga, la mayor parte de los locales te va a contratar sólo si podés llevar una cantidad decente de seguidores, algo complicado para las bandas que recién empiezan. Si te va bien no tenés ni que pagar por tocar ahí: ellos te van a pagar a vos.

- Mucha gente llega a conocer su banda via MySpace, YouTube y las llamadas “redes sociales”. ¿Cuál es su opinión sobre este fenómeno?
- Da la impresión de que en los 60 o en los 70 la industria musical solía ser muy diferente. Eran otras las maneras de tocar y armar una banda, y tenías mejores chances para generar una base de fanáticos en base a tener un sonido único y genuinamente bueno, un literal boca a boca. Hoy parece que se perdió un poco el punto, con cada pequeña banda buscando en Internet la manera de ser encontradas. El tema es que como todas las bandas del planeta están haciendo lo mismo, las chances de que esto pase no mejoran. El acceso a la música es mucho más sencillo hoy en día, pero cuando escuchás una canción en MySpace o YouTube no lográs la conexión que lográs viendo a la banda en vivo, y eso es lo más importante que tenés cuando recién estás empezando, transmitir la energía de la banda a los fans, y es algo que no lográs a través de Internet. También vemos un montón de sitios de revistas musicales aprovechándose de bandas desesperadas, prometiéndoles exposición mientras que lo único que quieren es sacar plata con ellos. El interés no está en la música.

- En MySpace se definieron como “zurditos borrachos”. ¿Cómo ven la influencia de la política en su música?
- La cita a la que te referís es esa en la que nos definimos el sonido de la banda como “la torpeza audible de zurditos borrachos enfrentando a los tibiecitos recatados”. Es apenas una frase, pero la idea es que la banda está en algún punto entre la izquierda y la derecha -un poco más hacia la izquierda, pero por algún motivo no del todo. También se refiere a aquellas personas que sólo salen con opiniones políticas cuando están un poco borrachos porque les da miedo pensar que no es copado hablar de esas cosas. The Stayways tiene opiniones como todos y la política es definitivamente es algo que guía el ethos de la banda, aunque de manera no tan obvia, quizás a esta altura una cosa más personal. Hay mucho para quejarse sobre el momento actual, pero nadie parece estar comenzando a atacar los problemas. La mayor parte de las personas no se involucra en política y en los grandes temas salvo que los afecten directamente, lo cual es una lástima, hasta un poco egoísta. Es importante poder ver más allá de tu ombligo y de lo que te importa exclusivamente a vos.

- Por último, me gustaría que cada miembro de la banda eligiera un álbum clásico y un álbum “indie” favorito
- Liam-John: Si bien es difícil elegir uno, mi álbum favorito de todos los tiempos es “Abbey Road” de los Beatles. Tiene incoporados tantos sonidos que te tienen escuchándolo mil veces y nunca me canso. Actualmente no creo que haya mucho en términos de “Indie”, pero Blur se juntó a fines del año pasado, y “Modern life is rubbish” es mi álbum favorito de ellos.
- Seany: Mi álbum favorito es de The Who –“Live at Leeds”. Y el otro sería “The Bends” de Radiohead.
- Matt: Mi álbum clásico tiene que ser “Dark side of the Moon” de Pink Floyd, y el indie sería “Love Ire & Song” de Frank Turner, ¡qué tipo!


Página oficial de MySpace de The Stayaways.

Homecoming

What the hell's your name?
What's your pleasure and what's your pain?
Do you dream too much?
Do you think what you need is a crutch?

Las 100 mejores canciones de los últimos años: 60-51 sábado, 23 de mayo de 2009

# 60. Black Tambourine / Beck
Guero (2005), Geffen

Sonidos africanos, las letras mitad cantadas, mitad habladas por el buen amigo Beck Hansen, y lo bien que quedan las guitarras levemente distorsionadas que entran después del segundo estribillo. La mejor canción de Guero, por encima de "E-Pro" y "Girl", los otros singles de este exitoso álbum de 2005. Lo redescubrí viendo Inland Empire, de David Lynch. Mejor ni les cuento cómo queda ahí...

# 59. A Little More for Little You / The Hives
Tyrannosaurus Hives (2004), Interscope

La salida sonora sucia y sin concesiones de este quinteto sueco es tan jodidamente genuina que, al escucharla, a uno lo invade la abrumadora sensación de que todas las otras bandas del universo suenan caretas en comparación. Para el sucesor de Veni Vidi Vicious los Hives armaron un ajustado set de canciones mostrando una variedad estilística hasta entonces inédita. En esta oportunidad nos deleitan con un delicioso blend de ska, reggae, blues, new wave y soul, todo al precio de un sencillo y servido caliente en medio de un álbum de treinta minutos de rock hecho y derecho. Mitad baile, mitad pogo, estribillo sindicalista: palo y a la bolsa.

# 58. Lovesick / Grand Duchy
Petit Fours (2009), Cooking Vinyl

Frank Black -como Jacques Lacan, o Jorge Lanata- tiene la manía de armar proyectos de los que rápidamente se aburre y de los cuales se va para armar nuevos planes. Cinco años (¡y qué años!) con los Pixies parecieron demasiado para este muchacho, que ya en el 1993 se cansó de su banda y sacó su primer álbum solista. Estar solo tampoco era divertido, asíque luego se juntó con The Catholics para una serie de trabajos más. Y ni Pixies, ni Frank Black, ni Frank Black and the Catholics ni Black Francis fueron suficientes para este personaje de ya cuarenta años: la última noticia es que se alió musicalmente con su esposa -sí, leyeron bien- y armó Grand Duchy, una banda que sacó su disco en Francia antes que en los Estados Unidos y cuyo grupo en Facebook tiene 800 miembros -para que se den una idea, menos que el grupo de Platense.
Así de marginal -además de extraño y sorprendente- es este nuevo proyecto, en el cual la mujer de Black, Violet Clark, aporta vocales y un sonido marcadamente ochentoso (sí, también leyeron bien). "Es curioso que esté acá", reflexionaba Frank Black en una entrevista reciente, "ya que me pasé la última parte de los '80 tratando de destruir los '80...". Pero uno nunca sabe dónde puede terminar. Una de las posibilidades es esta: preguntándole a tu esposa en medio de tu último single qué lleva puesto en ese momento. Clark, por las dudas, dice que no tiene idea.

# 57. Stars and Sons / Broken Social Scene
You Forgot It In People (2002), Arts & Crafts

Broken Social Scene es un colectivo musical de Toronto formado por más de una docena de integrantes que en 2002 irrumpió en la escena indie norteamericana con su álbum You Forgot It In People. Los motivos para el éxito del mismo, claro, hay que buscarlos en las propias composiciones: me interesa acercarles uno de los mejores ejemplos.
Si hubiese un Concurso de Belleza de Líneas de Bajo, esta sin lugar a dudas sería coronada Miss Canadá. ¿No es preciosa? La melodía está inundada por un desorden estructural (cambios de ritmo, palmas) que estalla por todos lados pero que se mantiene sorpresivamente unida por medio de la mencionada bassline. Las vocales son discretas y le otorgan un encanto particular. Un pop ambiental, barroco que difícilmente encontremos en otros exponentes más clásicos de la escena independiente.

# 56. Declare Independence / Björk
Volta (2007), One Little Indian

Uno de los sencillos más abrasivos de la década, construido a partir de elementos electrónicos, una batería raspante y todo tipo de cortocircuitos comunicativos. Por encima de los ruidos e interferencias encontramos a la pequeña islandesa arengando, a los gritos: "Damn colonists / Ignore their patronizing / Tear off their blindfolds / Open their eyes / Declare independence! / Don't let them do that to you!" Más claro, echale agua de montaña. Debería pasarse en cualquier fiesta extrema, junto a su impresionante video musical dirigido por Michel Gondry.

# 55. Bixby Canyon Bridge / Death Cab for Cutie
Narrow Stairs (2008), Atlantic

Este grupo oriundo del estado de Washington abre su último álbum con una melodía insidiosa:

"I descended a dusty gravel ridge beneath the Bixby Canyon Bridge
Until I eventually arrived at the place where your soul had died.
Barefoot in the shallow creek, I grabbed some stones from underneath
and waited for you to speak to me.
And the silence; it became so very clear that you had long ago dissapeared.
I cursed myself for being surprised that this didn't play like it did in my mind."

Un crescendo guitarrero teje los próximos minutos, que con el ayuda de alguna distorsión simil Radiohead va complejizando la canción, un momento -ya lo hemos dicho- prácticamente de comunión para varias bandas indies anglosajonas de Weezer en adelante. Llegando al final el guitarreo se va yendo de a poco, mientras su cantante Ben Gibbard incluye un verso prácticamente póstumo a la canción:

"And then it started getting dark.
I truged back to where the car was parked
No closer to any kind of truth
as I assume was the case with you."

Las últimas palabras quedan flotando en el aire. ¿Ubican la situación? Les habrá pasado alguna vez de estar hablando con alguien a los gritos en un lugar ruidoso: de repente, el chirrido desaparece y ustedes se encuentran diciendo lo mismo, que de pronto cobró una dimensión mucho más potente. Así es el final de "Bixby Canyon Bridge": tan intenso e intrigante como su comienzo.

# 54. Light Years / Pearl Jam
Binaural (2000), Epic

Pearl Jam comenzó la década de los noventa como una de los grupos más grandes del mundo y la terminó como una banda de culto. En el medio hubo una notable transformación musical, del grunge más clásico de sus primeros dos álbumes a los experimentos -mayormente exitosos- de No Code y Yield, discos en algún punto desparejos pero en donde se respiraba una libertad mayor que la que se podía esperar de ellos en tiempos en donde se los comparaba, casi inmediatamente, con Nirvana.
Su primer trabajo de este década, Binaural, presenta al ex Soundgarden Matt Cameron en batería, quizás le mejor percusionista de rock de las últimas dos décadas junto a Dave Grohl, quien aquí no tiene ocasión de lucirse pero sí de abrir el espacio sónico para las texturas de los otros instrumentos y la voz del gran Eddie Vedder, incluyendo una inteligente pausa justo antes del estribillo. En un disco mayormente relajado, este segundo corte de difusión es la canción melancólica por antonomasia, pariente cercana de algunos de los grandes b-sides compilados en Lost Dogs como "Sad" o "Fatal" -enormes outtakes de este álbum que bien podrían haber figurado en la lista. Y algo más, si me permiten la indiscreción: "Light Years" es una de las pocas melodías aquí presentadas que, además de darme escalofríos, me ha hecho llorar alguna vez.

"I've understood feelings and I've understood words
But how could you be taken away?
And wherever you've gone, and where ever we might go
It don't seem fair, today just disappeared
Your light's reflected, now
Reflected from afar
We were but stones, your light made us stars"

# 53. I Predict a Riot / Kaiser Chiefs
Employment (2005), B-Unique

Cuando escuché Employment por primera vez, en 2005, por un momento tuve la sensación de que habían revivido a XTC. El hecho de que muchos de ustedes crean que lo que acabo de mencionar es una marca de anticongelante le aporta todavía más sentido a la teoría que esbocé hace algunas semanas a propósito de The Long Blondes. ¿Cuál es el problema con las influencias marcadas en los trabajos si casi siempre la producción tiene un aporte nuevo, un filtro novedoso, y aparece en un contexto distinto? Son demasiados cambios juntos para poder asegurar, por ejemplo, que los Kaiser Chiefs son apenas un revival -precoz- del britpop de mediados de los '90. En otras palabras: no todo aquel que arme juegos entre teclados y guitarras, use pianos e inserte un coro del tipo "lalalala-lalá" en el medio es, necesariamente, Supergrass. (Por otra parte, lo de los coritos de Supergrass ya eran una influencia beatle. Toda producción, y la música popular en particular, se va tejiendo de producciones anteriores en un juego intertextual infinito).
Es decir: también valoro -cómo no hacerlo- a las bandas que han hecho aportes más arriesgados. Sin embargo, a la manera de las buenas películas de acción, la mayor parte de los hits de tres minutos se insertan en un sistema de géneros con elementos reconocibles: el efecto logrado es el placer de la repetición. De la repetición bien hecha sumada a algunos elementos y combinaciones nuevas salen estos grandes hits que, dicho sea de paso, son grandes canciones y en una de esas -como insinué al principio- hasta los puede conducir hasta XTC.

# 52. Selkie Bride / Frank Black
Honeycomb (2005), Back Porch

Un par de notas de piano misteriosas inauguran Honeycomb, llamando a la mente del cronista sustantivos gentiles como "desglose" y "desenvolvimiento". Una tonada relajada en donde la espontaneidad florece y en donde nadie siente el apuro. La narración sigue una pequeña historia legendaria y agridulce, muy a la manera del mejor Leonard Cohen. La voz de Black -ya un amigo de la casa- que calza perfectamente. Ni una nota de más. Made in Nashville.

# 51. Woman and Man / Ween
La Cucaracha (2007), Rounder Records

Con Ween uno nunca sabe hasta donde tomarse las cosas en serio. Este dúo formado en Pennsylvania comenzó a grabar en sus años adolescentes como un set de comedy rock (pequeños sketches sonoros sobre drogas y flatulencias), y con el correr de los años fue armando una sólida base de fans y un envidiable prestigio en el underground norteamericano. Cómo lo lograron siendo una banda que titulaba sus álbumes Chocolate and Cheese o The Mollusk, es algo que los teóricos musicales tendrán que debatir en las próximas décadas.
Su carrera reciente es aún más interesante: desde la producción en 1996 del sólido álbum americano 12 Golden Country Greats (compuesto en realidad por 10 temas), las variadas canciones de discos subsiguientes fueron logrados ejercicios en distintos géneros, yendo mucho más allá de la parodia o el homenaje tan en boga por estos tiempos. Qué mejor ejemplo para ilustrar mi punto, y deleitar sus oídos, que esta épica pieza de rock progresivo, de diez minutos de duración, que comienza por... Adán y Eva (!). ¿Alguien dijo ambición?. Un track electrizante, que ostenta algunos de los solos de guitarra más impresionantes de lo que va del siglo. Saludos a Santana.






"Uy mirá, Newell's - Banfield, qué bueno" domingo, 17 de mayo de 2009

Es gracioso. Recién miré la hora y dije "Uh, a las diez empieza Fútbol de Primera, ahora lo pongo".
Después pensé que las únicas veces EN MI VIDA en las que me he puesto a ver Fútbol de Primera estaban intimamente relacionadas con la inminencia de alguna instancia evaluatoria.

Mi habilidad para autosabotearme en época de parciales no deja de sorprenderme.

Separados al nacer


Roger Federer, tenista suizo / Morrissey, cantante inglés

Las 100 mejores canciones de los últimos años: 70-61 sábado, 16 de mayo de 2009

# 70. Always Where I Need To Be / The Kooks
Konk (2008), Astralwerks

Las décadas pasan, los estilos van y vienen, pero hay uno que se mantiene siempre saludable: la melodía rock/pop de tres minutos. Hay quienes sostienen que esta suerte de comodín musical es, como mucho, un exponente musical menor. Se olvidan, en su rápida descalificación, de tomar en cuenta lo difícil que es adaptarse a la fórmula del género y producir un hit de calidad: una tonada agradable pero infecciosa, con un sonido ganchero y un estribillo instantáneo.
Desde su surgimiento en 2005, este cuarteto de Brighton rápidamente marcó una diferencia con una batería de sencillos que destacaban por su frescura. Y si bien "Eddie's gun", "Sofa song" y "She moves in her own way" --a mi entender, el "Absolutely (The Story of a girl)" de 2006-- de su álbum debut bien podrían haber llegado a la lista, da la impresión de que "Always where I need to be", primer single de su segundo álbum, mantiene la frescura antes mencionada pero dentro del contexto de un sonido más grande. En él, su cantante Luke Pritchard dice estar siempre donde necesita: lo que se dice un tipo con suerte. "I'm always where I need to be / and I always thought I would end up with you, eventually". Sin lugar a dudas, el tema rock/pop de de 2008.

# 69. Like Eating Glass / Bloc Party
Silent Alarm (2005), Wichita

No es casualidad que la apertura de uno de los mejores álbumes ingleses de 2005 suene como la apertura del mejor disco inglés de diez años atrás. Dicho en otras palabras, "Like Eating Glass" le debe mucho a "Planet Telex". La homología estilística es clara, en especial con esa batería simple pero fuerte y un par de guitarras eléctricas que se juegan a cruzarse, formando lo que sería la doble hélice del ADN del post-punk: una especie que desciende de Joy Division, The Fall y The Jesus and Mary Chain. La voz de Kele Okereke es parecida a la de Robert Smith y nos sumerge, sin demasiados preámbulos, en la claustrofobia post 11/9:

"It's so cold in this house
it's so cold in this house
I can't eat, I can't sleep
I can't sleep, I can't dream
An aversion to light
Got a fear of the ocean
Like drinking poison,
like eating glass"
.

Si bien el "party" del nombre del grupo hace referencia a lo que serían los partidos políticos, también se aplica a las fiestas -oscuras, enojadas- que se deben haber librado por todo Londres, bajo estos sonidos, el año en el que sus subtes estallaban y el terror golpeaba las puertas del Primer Mundo.

# 68. Spitting Venom / Modest Mouse
We Were Dead Before the Ship Even Sank (2007) / Epic

Si alguien creyó que solo por haber pegado un hit #1 en el Billboard Modern Rock ("Float On", en 2004) esta banda del estado de Washington iba a tomar en su próximo disco una dirección blandita e hipercomercial, pues creyó mal. En We Were Dead Before the Ship Even Sank no hay grandes singles, los ganchos pop están totalmente ausentes o bien escondidos, y los riesgos se siguen tomando igual que siempre, como en esta furiosa épica de ocho minutos y monedas. Un acústico crudo que se va construyendo mediante capas de guitarras, a la manera de "Only in dreams" del Blue Album de Weezer, sólo que cantado por alguien que imposta la voz de Tom Waits --y bastante más enojado. La edificación sonora es por momentos apabullante: a la manera de las mareas, sube y baja, con las vocales y la furia de Isaac Brock como hilo conductor.

"We were spitting venom at most everyone we know
If the damned gave us a roadmap then we'd know just where to go
We've got a knack for fucked-up history
Well, we went downtown and we sat in the rain
Both looking one direction and waiting for a train
And thought over, thought over
I don't know you kept track
I didn't know there was a score
Well, it looks like you're the winner
I ain't going to play no more
It's over, game over"


# 67. Hey Ya / OutKast
Speakerboxxx/The Love Below (2003), La Face

OutKast reformuló completamente el hip-hop norteamericano, llevandolo a los nuevos horizontes que John Bush de AllMusic enumeró: menos tendencia a la agresión, más positividad y melodía, arreglos ajustados. No hay con qué darle: este dúo, formado por André 3000 y su amigo Big Boi, ambos originarios de Atlanta, es una máquina hecha de talento y sorpresas. No sé si se pueden hacer mejores cosas con una guitarra acústica y un sintetizador: esta melodía es tan adictiva que debería ser prohibida por el Gobierno. Merecidamente, "Hey ya" fue la canción que tuvo, durante buena parte de la década, a millones de personas en todo el mundo "shakin' like a Polaroid picture". Soul clásico, electrofunk, Prince y Beach Boys: la ensalada bailable más deliciosa del milenio.

# 66. I Summon You / Spoon
Gimme Fiction (2005), Merge

Quizás hoy no alcanze a notarse, pero Gimme Fiction es uno de esos clásicos instantáneos que futuras generaciones abrazarán como álbum de culto. Para ellos, su nuevo ídolo se llamará Brett Daniel, la actual cabeza creativa detrás de este proyecto, que armó aquí un set de canciones tan sólido que a la hora de señalar un destacado cuesta decidirse. Me juego por esta cohesiva pieza minimalista, guitarra acústica en mano, con un piano apenas perceptible y una instrumentación sin adornos, en donde Daniel convoca a su novia a aparecer.

"And now this little girl
She says will we make it at all
800 miles is a drive...
You got the weight of the world coming down like a mother’s eye
And all that you can,
All that you can give is a cold goodbye"
.

Melancolía versión indie pop, en una de esas historias de terminales y aeropuertos que algunos de nosotros conocemos tan bien.

# 65. First of the Gang to Die / Morrisey
You Are the Quarry (2004), Sanctuary Records

En 2004 Moz regresó con un álbum parejo y ocasionalmente brillante que, después de siete años de reclusión, fue saludado como un regreso a la mejor forma. You Are The Quarry fue producido por el ahora finado Jerry Finn, más conocido por su trabajo a mediados de los '90 con Green Day y Rancid, dándole a la obra una producción pulida pero clara, con guitarras al frente y sin miedo al impacto: un sonido, si se quiere, más clásicamente power pop. Este exitoso segundo sencillo nos trae unas pequeñas líneas sobre la vida y muerte de en el mundillo de los ladrones de poca monta, y nuestro amigo de Lancashire se acerca a la perfección pop en su fantástico estribillo.

#64. Shadow Stabbing / Cake
Comfort Eagle (2001), Columbia

Este conjunto de Sacramento liderado por John McCrea fue uno de los mayores y mejores exponentes del rock "alternativo" de los '90, en una vena similar a la de Flaming Lips o Beck, y este LP de 2001 fue, sin lugar a dudas, su último gran disco. Haciendo gala de una fresca mezcla de country, jazz y funk blanco, todas sus canciones mostraban ese gusto extraño e irónico. Podrían haber entrado en su lugar la divertidísima y ajustada "Opera Singer" o la gema pop de "Pretty pink ribbon": me decidí por el track más infeccioso del álbum. "Shadow Stabbing" describe las obsesiones de un tipo que se encuentra encerrado y que desde allí escribe ¿una pieza creativa? ¿una denuncia? Nunca lo sabremos. "Adjectives on the typewriter / He moves his words like a prizefighter / The frenzied pace of the mind inside the cell / ... / Somebody's got to say it all". Le sumamos un comienzo a la "Loser", un estribillo matador, unos coritos deliciosos, y tenemos una de las grandes melodías de principios de la década.

# 63. Do You Realize?? / The Flaming Lips
Yoshimi Battles the Pink Robots (2002), Warner Bros.

"Do you realize that everyone you know someday will die?"
La sentencia es clara. No queda mucho más para decir sobre esta melodía pop psicodélica existencialista, en donde la producción bombástica, los arreglos explosivos y los cimbales que estallan forman un combo de éxtasis de marcado contrapunto con las grandes y dolorosas verdades que expone la letra de la canción.

# 62. The Importance of Being Idle / Oasis
Don't Believe the Truth (2005), Big Brother

Nunca fui un gran fan de Oasis. A esta altura, su reiterada combinación de (a) estribillos antémicos + (b) guitarras fuertes y ruidosas en modo "pared de sonido" es, más que un estilo más o menos definible, ya directamente una marca comercial registrada. Hace años que todos sus sencillos se muestran indistinguibles, cansados y con mucho menos sabor a clásico. Afortunadamente, los últimos dos discos indicaron cierta distensión y mayor espacio para otras búsquedas. ¿Llegó la originalidad? No, bueno: tampoco la pavada. Acá tenemos a Noel Gallagher haciendo un poco de The Kinks, un pedazo de The Kinks y otro tanto de The Kinks. Pero garpa su oda a la calidad de vida y al sentido de motivación: "I can't get a life if my heart's not in it". Llegó al número uno en el Reino Unido a mediados de 2005, acompañado por un gran video musical.

# 61. Feel Good Inc. / Gorillaz
Demon Days (2005), Virgin

De manera similar a los dos temas anteriores que vine reseñando, "Feel Good Inc" es otra ingeniosa crítica al frenesí del día a día, la carrera hacia la nada, la acumulación, el consumo y el hedonismo. El equivalente lírico a este enorme single sería la frase de Fight Club: "Advertising has us chasing cars and clothes, working jobs we hate so we can buy shit we don't need." Uno de los puntos más altos de Gorillaz, el experimento sónico de esta década del ex Blur Damon Albarn. ¡Esa línea de bajo, por dios! Otro track bailable para uno de los años más oscuros en las discotecas del Viejo Continente.









Entrevista con el Financial Times: Slavoj Žižek martes, 12 de mayo de 2009

Almuerzo con el FT: Slavoj Žižek

por John Thornhill
Editor de noticias del Financial Times

06-03-2009


Mientras viajo a Ljubljana para encontrarme con Slavoj Žižek, leo dos interpretaciones diferentes del hombre y su obra. Una describe a este culto filósofo esloveno marxista (aprecio la improbabilidad de aquella descripción mientras la escribo) como un valiente intelectual que revoluciona la manera en la que entendemos al mundo. La otra sugiere que es un bufón fatal, cuyo humor ingenioso y “confusión desorientante” esconden sus intentos de absolver al totalitarismo y de rehabilitar varias de las ideas más malvadas del siglo XX.

De cualquier forma que se lo mire, Žižek ciertamente tiene un talento para inspirar polémica intelectual. Autor de una serie de provocativos libros sobre política, psicoanálisis, ideología y cine, da charlas apasionantes alrededor del mundo, yuxtaponiendo teoría marxista, psicoanálisis freudiano y cultura pop. Es el héroe de una película, Žižek!, en la cual grabó algunas de sus conferencias más cómicas, y el narrador de otra, The Pervert’s Guide to Cinema, una anárquica interpretación crítica de 43 películas populares.

Actualmente instalado como el director internacional del Birkbeck Institute for the Humanities de la Universidad de Londres, Žižek fue votado uno de los 25 intelectuales más importantes del mundo por los lectores de la revista Foreign Policy. También es celebrado en el International Journal of Žižek Studies, una revista digital lanzada en 2007 por un grupo de admiradores con el fin de debatir sus ideas y superar “el ruido intelectual de frases insistentes”.

Žižek parece un paquete de encanto desalineado al llegar al restaurant Pri Vitezu, en el corazón de la pintoresca capital de Eslovenia, lugar donde nació. Vestido con jeans y una camisa azul a cuadros, despeinado y con barba desprolija, el filósofo de 59 años es una maníaca y perpetua máquina de pensar. Con su acento eslavo, lenguaje vulgar y sintaxis ocasionalmente torturada, las palabras salen de su boca en como un torrencial fluir de la conciencia. Antes incluso de haber abierto el menú, ya discutió su diabetes incipiente y sus palpitaciones cardíacas, las dificultades que conlleva criar un hijo de nueve años, la inaceptable falta de “buena diversión burguesa”, alimentos digeribles o juguetes atractivos en el Eurodisney de París, sus días como estudiante en París, y sus problemas favoritos en Berlín. “Mi vida es totalmente confusa”, dice.

Intentamos simplificar nuestras vidas pidiendo algo de comida. Pero Žižek está sorprendido por la mezcla de cocina internacional estándar y las especialidades eslovenas locales en el menú de lo que una vez fue un punto de encuentro para los intelectuales comunistas de Yugoslavia ahora transformado en una bodega burguesa con arcos en el techo y retratos antiguos de oficiales condecorados de la armada. “Para ponerlo en mis términos estalinistas, este restaurant no tiene un claro perfil ideológico”, bromea. Recomienda la sopa hecha de sabrosos hongos locales y elige los medallones de carne. Yo paso y elijo un cordero sazonado. Para tomar, agua con gas.

Le pregunto sobre la crisis financiera, esperando algún comentario político incendiario sobre la agonía del capitalismo. ¿La crisis trae noticias de una revolución? “No, no, no. Soy un marxista extremadamente modesto”, responde, de manera decepcionante. “No soy una persona catastrófica. No digo que la revolución esté a la vuelta de la esquina. Soy perfectamente consciente de que no habrá ninguna solución comunista a la vieja usanza”.

De todas formas, insiste, la crisis financiera terminó por matar la utopía liberal que floreció luego del colapso de la Unión Soviética en 1991 y toda esa gran charla sobre “el fin de la historia”. Los ataques terroristas de septiembre de 2001 y el bajón financiero acabaron con el mito de que la economía de mercado y la democracia liberal tienen todas las respuestas a todas las preguntas. En el corto plazo, al menos, los gobiernos intervendrán más desde el Estado y coordinarán globalmente la intensificación del sistema capitalista. En este sentido, sugiere que el liberal Barack Obama quizás algún día sea recordado como uno de los mejores presidentes conservadores de la historia de los Estados Unidos.

Pero aunque el capitalismo sea temporalmente reparado, dice Žižek, esto no resolverá sus contradicciones inherentes. El colapso alarmante de la sociedad llevará a nuevas formas de apartheid y estados de emergencia. Žižek subraya la creciente militarización de Italia, donde el gobierno envió a las fuerzas armadas a Nápoles para lidiar con la mafia. Sostiene que São Paulo está mutando en una versión verdadera de la película Blade Runner. La ciudad ahora tiene 70 helipuertos en donde los ricos viajan, literalmente, a otro nivel que los pobres.

El capitalismo, afirma, es incapaz de resolver los grandes desafíos del momento: la catástrofe ambiental y el abuso de la tecnología de la información, los derechos de propiedad intelectual y la biogenética. Las sociedades deberán inventar nuevas formas de propiedad y de bienes comunes o perecerán. “Mi principal crítica al capitalismo liberal no es que sea malo, sino que no puede durar para siempre. El comunismo debe ser reinventado”, subraya.

Mientras deglutimos nuestras ensaladas verdes y le entramos a nuestros deliciosos platos principales, Žižek dice que lo que le más le fascina en este momento es la batalla ideológica sobre cómo interpretar la crisis financiera. La clase dominante está tratando de correr la culpa del sistema capitalista global como tal hacia sus desviaciones accidentales –como la blanda regulación o la corrupción de las grandes instituciones financieras. En algunos aspectos esto le permitió a los capitalistas afirmar sus valores más agresivamente: al tiempo que salvaban a Wall Street, destruyeron acuerdos colectivos en General Motors y relegaron los problemas del calentamiento global, el sida y el hambre.

“El problema hoy es que al tener caos y desorden, las personas pierden su mapa cognitivo. Entonces se vuelve una lucha abierta sobre cuál interpretación se impondrá”, afirma. “No hay que olvidar que así fue como Hitler ganó”. Según Žižek, la razón por la cual Hitler llegó al poder en la década del ’30 fue porque ofreció la interpretación más atractiva de eventos desastrosos. Simplemente complació a los alemanes asegurando que su ejército había sido traicionado en la Primera Guerra Mundial y echándole toda la culpa a los judíos.

Pedimos ensalada de frutas.

Žižek está obsesionado con la manera en la que las sociedades interpretan los eventos y en los sistemas de creencias que sostienen a la política. Una de las “fábricas” ideológicas más poderosas –argumenta– es Hollywood, la cual ayuda a forjar nuestra comprensión del mundo. Žižek admite que disfruta muchas películas de Hollywood y dice que las mejores, como Short Cuts de Robert Altman, merecen ser llamadas arte y son superiores a muchas “falsas” películas europeas. Pero, sugiere, Hollywood también cumple una función ideológica, moldeando la manera en la que guiamos nuestras vidas. “No me refiero a grandes esquemas ideológicos. Todo eso murió, ya lo sé. Lo que me interesa es la ideología como parte de la vida cotidiana”, sostiene. “Lo que me interesa es: ¿cuál es el mensaje? Me gusta encontrar texturas diferentes que den como resultado una historia distinta”.

Por ejemplo, Titanic. La mayor parte de los espectadores lo ve como una simple historia de amor. Žižek no. Muchos críticos notaron el tono anti-establishment de la película: cómo los pasajeros ricos son crueles, mientras que aquellos en los compartimentos inferiores eran más considerados. Pero –afirma Žižek– el film, lejos de subvertir el orden social, lo refuerza. La verdadera narrativa trata sobre una chica rica y malcriada que perdió su identidad. Toma a un amante de clase baja para restaurar su vitalidad, para rearmar su ego. El amante literalmente dibuja su imagen. “Y luego, después de que su trabajo terminó, el puede irse al carajo y desaparecer. Él es lo que en teoría llamaría un mediador puro que se desvanece. No es una historia de amor: es una explotación vampírica, egoísta.”
Luego de discutir los “mensajes” ideológicos de Batman, Kung Fu Panda y La Vida de los Otros, los cuales todos –cada uno a su manera, bien diferente– exploran cómo podemos (con)vivir felizmente con la traición, llegamos a los parecidos entre la película de cine catástrofe de Armageddon y La Caída de Berlín, la gran película estalinista de 1949. Esto dispara el argumento de Žižek sobre la fascinación mutua entre Hollywood y las altas esferas estalinistas: cómo los productores de King Kong le robaron la idea de un gorila gigante en la cima de un rascacielos a los arquitectos futuristas que querían instalar una estatua gigante de Lenin en la cima del Palacio de los Soviets; y cómo las estrellas de cine favoritas de Stalin eran Ginger Rogers y Fred Astaire.

Lo que le intriga particularmente a Žižek es cómo películas que aparentemente resisten la ideología hegemónica, como Titanic, a menudo sirven para consolidarla. Algo parecido sucedía, sugiere, en los tiempos comunistas, cuando quienes contaban chistes aparentemente subversivos sólo conseguían expandir el cinismo y la indiferencia –exactamente lo que la nomenclatura del partido necesitaba para sostener su mandato. Como miembro del partido Comunista en los últimos años de Yugoslavia, Žižek recuerda muy bien cómo los líderes del país sostenían el régimen explotando la pasividad de la población.

“Si me preguntás a punta de pistola qué es lo que realmente amo, diría que leer idealismo alemán, Hegel. Lo que más me gusta, lo que más amo, es la objetividad de la creencia”, dice. A pesar de que la gente puede asegurar que no cree en el sistema político, su cinismo inerte lo valida por sí solo. Esto puede explicarse, de acuerdo con Žižek, por la teoría marxista del fetichismo de la mercancía, esta idea según la cual la manera en la que nos comportamos en sociedad está determinada por fuerzas objetivas de mercado más que en creencias subjetivas. “La importancia está en lo que hacés, no en lo que pensás. Me encanta esta transposición dialéctica”.

Žižek continúa hablando sobre marchas militares, que comenzó a apreciar durante su tiempo en la armada yugoslava. Canta una de las que aparece en la película Nacido para matar, silenciando por un momento todas las otras conversaciones en el restaurant. “I don’t know but I’ve been told / Eskimo pussy is mighty cold.” Continúa, en cualquier caso: “Lo que aprendí de mi propio servicio militar es que todos los chistes obscenos, esas aparentes formas de rebelión, son exactamente lo que el poder precisa para reproducirse a sí mismo. No hay nada subversivo en ello.”

¿Pero qué hay del propio uso del humor por parte de Žižek? En un artículo condenatorio aparecido el año pasado en The New Republic, Adam Kirsch, uno de sus principales editores, acusó a Žižek de corrupción moral, preguntándose si su audiencia no estaba demasiado ocupada riéndose de sus chistes como para poder escuchar lo que realmente tenía para decir. Debajo de la superficie cómica, sostenía Kirsch, Žižek intentaba “deshacer todos los logros de los pensadores de posguerra, que nos enseñaron a considerar al totalitarismo, el terror revolucionario, la violencia utópica y el antisemitismo como inadmisibles en el discurso político serio”. ¿Qué podemos hacer, después de todo, con el argumento aparentemente absurdo del último libro de Žižek, En defensa de las causas perdidas, según el cual Stalin, autor de alguno de los crímenes más monstruosos del siglo XX, “salvó a la humanidad del hombre”?

Claramente dolido por el ataque de Kirsch, Žižek denuncia a su crítico norteamericano como un estúpido. Luego clarifica su actitud aparentemente ambigua hacia el estalinismo. En primer lugar, reconoce sin matices todos los sufrimientos humanos que ocurrieron durante los tiempos de Stalin y enumera una serie de “bonitas, horribles” historias ilustrando la crueldad excepcional de aquellos años. Pero, insiste, tendríamos que hacer un esfuerzo por entender al estalinismo como fenómeno. “Uno puede argumentar que hubo más violencia, incluso, que bajo el régimen de Hitler”, dice. “Pero Hitler era un tipo malvado que anunció que haría cosas malvadas y las hizo. La verdadera tragedia del estalinismo es que comenzó como una explosión popular de igualdad emancipatoria. No tenemos una buena teoría de por qué esto se transformó en una pesadilla aún peor.”

Lo que a menudo no comprendemos, sostiene, es cómo el estalinismo fue una contrarrevolución, reaccionando contra las ambiciones utópicas, “post-humanas” de los líderes bolcheviques en la década del 20. Los extremistas comunistas predijeron el día en el que los trabajadores vivirían en una sociedad perfecta, sin la necesidad de emociones, siquiera nombres, y en donde la sexualidad y la vida familiar quedarían suprimidas. Pero Stalin fue mucho más conservador, reaccionando contra el arte de vanguardia e insistiendo en la santidad de la vida familiar. “El estalinismo reaccionó contra aquellas distopías negativas que eran aún más atemorizantes. El estalinismo fue, en ese sentido, un regreso a la vida normal. Muchos olvidan eso.”

¿Deberían los tipos como Žižek dedicarle tanto tiempo a tratar de entender el mundo cuando, como Marx insistía, la idea es cambiarlo? Žižek, el marxista modesto, cree que nuestros tiempos son tan extraordinarios que necesitamos entender completamente qué está sucediendo antes de poder actuar inteligentemente. “Necesitamos retraernos, reflexionar y pensar”, dice.

Tal como él lo ve, el rol de los filósofos es ayudar a mejorar las preguntas que las sociedades deberían preguntarse y obligarnos a pensar, antes que hacer aparecer soluciones listas para ser usadas en todos nuestros problemas. “Me siento como un mago que sólo produce galeras y nunca conejos”, afirma.


Traducción: Federico Poore

Las 100 mejores canciones de los últimos años: 80-71 sábado, 9 de mayo de 2009

# 80. Giddy Stratospheres / The Long Blondes
Someone to Drive You Home (2006), Beggars Banquet

"Give me a good film noir and a bottle of gin". La propuesta -además de una gran idea- es toda una firma de autor, y pertenece al disco debut de este quinteto de Sheffield que en 2006 tomó a algunas radios y pistas de baile por sorpresa. Guitarras angulares -toda una marca de época de este último lustro-, riffs salidos de los últimos 1970s y mucho, mucho glamour. ¿Otro revival? No, bueno, viejo, paremos un poco: estamos exagerando si creemos que todo es un revival. Sacarle algo a Pulp, un poco a Blondie, y otro tanto Siouxsie and the Banshees, en canciones autoconscientes sobre amores idealizados, noviazgos posmodernos y femmes fatales... es, en algún punto, algo nuevo. Quizás esa mezcla jamás se hizo antes. Quizás el contexto en el que se enmarca es novedoso, distinto. Por supuesto: estamos en tiempos en los que la industria cultural y la prensa musical han montado una compleja maquinaria que precisa vender y, a tales fines, rápidamente etiqueta cada single, cada banda, en "movimientos" y "olas". Y si son revivals, mejor: nada más seguro que apostar a una secuela (y sino preguntenle a Dreamworks que el año que viene saca Shrek 4). Sin embargo, de la misma manera que este impulso clasificador no nos hace creer el verso que The Strokes, The Hives, White Stripes e Interpol salen talladas del mismo árbol de "bandas de garage revival", sería injusto considerar a The Long Blondes como, apenas, una fotocopia de Pulp.

# 79. The Past is a Grotesque Animal / Of Montreal
Hissing Fauna, Are You The Destroyer? (2007), Polyvinyl

El principal reto para todo aquel compositor que intente sonar genuino se resume en un solo dilema: cómo combinar intimidad con universalidad. En otras palabras, cómo conseguir que las letras de una canción muestren un costado personal, único, pero que pueda apelar, a la vez, a un público más grande, que toque alguna fibra sensible de un colectivo mayor.
Lo genuino es justamente el dato distintivo de este álbum de Of Montreal y, en especial, de la épica melodía "The Past Is A Grotesque Animal" que aparece promediando el trabajo. Montado sobre una base oscura guiada por una batería monótona y un sintetizador que suena como un OVNI de los '50 cuyos integrantes no vienen precisamente en son de paz, emerge la voz, seca, del frontman Kevin Barnes que enojado, indiferente, totalmente ido, construye una de las piezas más alarmantes, intrigantes del período. Barnes no canta, pronuncia:

"It's so embarrassing to need someone like I do you...
Though our love project has so much potential
But it's like we weren't made for this world
But you know, no matter where we are
We're always touching by underground wires..."


#78. (Drawing) Rings Around the World / Super Furry Animals
Rings Around the World (2001) / Epic

De Gales nos llega esta melodía luminosa, title track del debut en una discográfica grande de los Super Furry Animals. Psicodelia pop en la vena de los Flaming Lips y una construcción sencilla pero altamente efectiva. Espíritu juguetón que prende al instante, la canción en sí dura algo menos de dos minutos y medio; luego se queda flotando con una mínima instrumentación y una interferencia, residual, de lo que parecen ser una serie de conversaciones digitales.

# 77. What it is / Mark Knopfler
Sailing to Philadelphia (2000), Mercury

Hola, soy Mark Knopfler. Tal vez me recuerden de canciones como "Sultans of swing", "Down on the waterline" y "Private investigations". Efectivamente, soy el guitarrista y cantante de Dire Straits, la gran banda de pub rock que surgió a finales de los '70 y que conjugó varias tradiciones musicales en piezas minimalistas -al principio- y más amplias y complejas -más tarde. Unos años después el grupo se separó y yo me dediqué a grabar algunos álbumes solistas menores, en un nicho de mercado adulto y "americano", bastante cómodo. Incluso hice soundtracks para diversas películas. Pero ustedes verán, el bichito pica de vez en cuando, y nada mejor que arrancar mi primer disco de este milenio con un guiño a mis primeros años con los Dire Straits. "What it is" hereda mucho de "Sultans of swing"; no sólo a nivel musical, sino que además su narración (sobre una taberna escocesa que le sirve de refugio a distintos personajes) es muy remniscente de aquella famosa tonada. Mi veloz guitarreo -verán, todavía conservo algunas destrezas- enlaza con el violín de mi amigo Aubrey Haynie creando sabrosas texturas. ¿No soy un grosso?

# 76. We're Going to Be Friends / The White Stripes
White Blood Cells (2001), V2

Esta pareja de Detroit la venía remando desde 1997 con promisorias melodías que llenaron sus dos primeros álbumes y que ocasionalmente le escapaban a las imitaciones de Robert Plant, o al blues más áspero y muscular. El 2001 los encontró lanzando White Blood Cells, su trabajo consagratorio. Allí la mezcla se transformó en un sonido más original, definitivamente propio, en donde lo blusero se encontraba con el garage y el punk (para más datos, escuchar "Fell in love with a girl", preferentemente a todo volumen). Sin embargo, toda esta rockeada guitarrera -sea en su variante frenética, o en la más densa y pesada- encontró su respiro hacia mitad del álbum, donde Jack White se juega con una pieza acústica a puro talento, en la mejor tradición Lennon/McCartney. "We're going to be friends" construye una mirada nostálgica e inocente a los años escolares, y rescata ese momento delicioso en el que uno descubre que ha dado con una nueva gran amistad.

# 75. Nature Boy / Nick Cave & The Bad Seeds
Abattoir Blues / Lyre of Orpheus (2004), Anti

El veterano Nick Cave ostenta, a esta altura del partido, una de las carreras más prestigiosas del rock anglosajón. Vaya novedad, dirán. Claro. Pero dejenme agregar un dato distintivo: a la inversa de algunos de sus pares de algún imaginario Hall of Fame, los álbumes de Cave parecen ser cada vez mejores. "Nature Boy", coescrita junto al batero Jim Sclavunos y Martin Casey, su bajista, es uno de los fuertes destacados del disco doble Abattoir Blues / Lyre of Orpheus. Sin ser el cenit compositivo en lo que se refiere a letras, es un track accesible, con un poco de pop agregado, que se sostiene por sí mismo y sirve como muestra de la versatilidad del australiano. Gran uso del piano, acertados coros femeninos en el estribillo.

"She moves among the shadows
She floats upon the breeze
She moves among the candles
And we moved through the days
and through the years".


# 74. Threshold Apprehension / Black Francis
Bluefinger (2007), Cooking Vinyl

Luego de abandonar el legendario grupo The Pixies en 1993, Charles K. Thompson, por entonces conocido como Black Francis, se cambió el nombre a Frank Black. ¿Declaración de principios? Frank Black desarrolló una prolífica carrera solista, que de a poco lo fue alejando del sonido que tenía con su anterior banda, y acercando a un estilo más cantautor, de raíces típicamente americanas... a tal punto que sus dos últimos álbumes fueron grabados en Nashville y lo emparentaban más con Doug Sahm que con The Jesus and Mary Chain. Pero en 2007, con cuarenta pirulos cumplidos, el hombre se volvió a cambiar el nombre a Black Francis, y sacó uno de sus discos más crudos, indies rockeros en muchísimo tiempo. ¿Declaración de principios? Este primer single tiene toda la pinta de haber salido de un disco de The Jon Spencer Blues Explosion, aunque incluye los aullidos clásicos de Black y unos coritos femeninos en contrapunto, cortesía de Violet Clark. ¿Alguien dijo Pixies? El que a la segunda escucha no corea u-uhu-uhu-uhu-uhu-uhu-uhu-uhu-uh-u-uiuiuiuiuiuiui / u-uhu-uhu-uhu-uhu-uhu-uhu-uhu-uh-u-uiuiuiuiuiuiui, no entiende nada de la vida.

# 73. Time to Pretend / MGMT
Oracular Spectacular (2008), Sony

"I'm feeling rough, I'm feeling raw, I'm in the prime of my life.
Let's make some music, make some money, find some models for wives.
I'll move to Paris, shoot some heroin, and fuck with the stars.
You man the island and the cocaine and the elegant cars."

¿Celebración de la fama? Más bien su reverso: una crítica irónica y despiadada, oculta bajo el disfraz de un hit bailable. Hace un tiempo que no contabamos con grandes éxitos así: pop espacioso, psicodélico, con sintetizadores setentosos y cimbales que estallan. Aparecido originalmente en 2005, "Time to pretend" estalló al ser incluido en Oracular Spectacular, el primer larga duración de este dúo neoyorkino todavía joven como para que su alcance e influencia sean efectivamente juzgados. Por lo pronto, tenemos ironía y cinismo para rato: "We'll choke on our vomit and that will be the end / We were fated to pretend."

# 72. Radio/Video / System of a Down
Mezmerize (2005), Sony

"¿Cómo carajo puede una banda de armenios excéntricos, igualmente influenciados por el hardcore clásico de Los Ángeles, el metal ochentoso, música del Medio Oriente y Frank Zappa, convertirse hoy en uno de los grupos heavy más populares de los Estados Unidos?" se preguntaban, en 2005, los amigos de la revista Pop Matters. Repasemos: a principios de la década, Toxicity puso a los System of a Down en el centro de la escena de la mano de "Chop Suey", una canción que hablaba nada menos que de suicidas convencidos... en septiembre de 2001. Y claro: antes que pudieran pronunciar "Patriot Act" el tema ya había sido prohibido en distintas emisoras de todo el país -lo cual, sin embargo, no impidió que el álbum alcanzara el primer puesto de los charts norteamericanos. Definitivamente había algo nuevo en estas vibras que iba más allá de la corriente nü-metal (Limp Bizkit, Korn, Papa Roach y otros tantos olvidables) en la que estaban intentando colocar a nuestros amigos armenios.
Mezmerize, primera parte de un ambicioso álbum doble, es otro certero ataque sónico que de la mano del cantante Serj Tankian y el guitarrista Daron Malankian (que en esta oportunidad pasa al frente con las vocales). Sólo hace falta darle play a esta ensalada de heavy metal, ska y polka para que ustedes mismos tengan que mirar a la persona que tienen al lado y preguntarle "¿Cómo carajo puede una banda de armenios...?"

# 71. Twin Cinema / The New Pornographers
Twin Cinema (2005), Matador

Moviéndose a través de letras surrealistas y difícilmente descrifrables, este numeroso grupo de Vancouver estalla aquí con su particular tipo de de slam-bang power-pop, pegajoso como chicle en verano e instantáneo como el Nescafé. El track, que abre su tercer álbum, fue escrita por el treinteañero Carl Newman y su guía es el talentoso batero Kurt Dahle. No tenemos la menor idea a qué hace referencia la canción... aunque hay algo sobre proyecciones, "home theaters" y "dust in the light". ¿La eterna gloria de la pantalla grande? ¿Una reivindicación del cine como acto social? Si me pusiera a pensarlo, estaría desperdiciando tiempo que podría estar dedicándole a la escucha, liviana y relajada, de esta gema pop.









El fin del Estado de Bienestar / 2 jueves, 7 de mayo de 2009



Hacia el laissez-faire: la nueva derecha

Desde aproximadamente dos décadas ha hecho aparición dentro del campo del pensamiento social un movimiento neoconservador que traspasa con creces los confines del laissez-faire: creencia en el monetarismo y en el libre juego de las fuerzas del mercado. De hecho no es una exageración hablar de una contrarrevolución conservadora en el pensamiento social.

Las ideas de la nueva derecha representan un contraataque significativo contra la socialdemocracia y el liberalismo –los defensores ideológicos del estado de bienestar– y, de forma global, contra la izquierda. (…)

Para la nueva derecha, las raíces del problema se pueden identificar en cierto modo con la existencia de un “exceso” de igualitarismo y democracia. Este grupo señala un conjunto de problemas que contribuyen directamente a esta sobrecargada.

En primer lugar, durante los años de posguerra tuvo lugar un considerable crecimiento de los grupos de interés organizados.

En segundo lugar, durante el mismo período tuvo lugar una auténtica revolución en lo que se refiere a las expectativas de futuro, que se suponía más prometedor, o mejor aún, en relación con los derechos de los ciudadanos a mejorar su nivel de vida, habiéndose extendido el concepto de derechos sociales y la idea de que el gobierno es responsable de su garantía.

En tercer lugar, se han debilitado las restricciones tradicionalmente existentes que limitaban las actuaciones de algunos de los grupos de interés: a medida que van perdiendo influencia elementos que actuaban como restricciones aceptadas de forma natural (como la existencia de diferencias en los ingresos), los distintos grupos intentan presionar al máximo para alcanzar sus intereses sectoriales. (…)

En este sentido el proyecto de la nueva derecha se puede interpretar como un intento de corregir los “daños” provocados en las economías occidentales por el keynesianismo y la democracia liberal durante los últimos treinta años. Una reivindicación de los principios clásicos de la hacienda pública, resumidos en el principio de presupuesto equilibrado, y de la disciplina de mercado. (...)

La nueva derecha y el bienestar social: una evaluación

El neoconservadurismo es anterior a la crisis económica de los 70. Pero es la combinación de estancamiento con inflación –para el que no estaba preparado el análisis keynesiano más corriente– la que dio la posibilidad a los teóricos del mercado y a muchos liberales desencantados de recuperar y reconstruir las doctrinas relacionadas con el laissez-faire. (…) La argumentación económica representa también, en lo esencial, una vuelta al pensamiento neoclásico pre-keynesiano.

Los principales elementos de una crítica del neoconservadurismo se podrían resumir en:

1) La tendencia a exagerar y generalizar a partir de una evidencia insuficiente: una parte significativa del crecimiento de los gastos sociales puede explicarse por mecanismos “automáticos” como el envejecimiento de la población, el efecto de los precios relativos, el haber alcanzado los programas de pensiones el período de madurez.

2) La utilización altamente selectiva de la evidencia disponible: por ejemplo, se hace gran hincapié en la creciente escala y complejidad del sector público. Se mantiene que los sistemas, cuando traspasan cierto nivel de complejidad, dejan de ser susceptibles de control. Sin embargo, no tienen en cuenta que junto con el sector público moderno, existen empresas gigantescas con operaciones internacionales y cuya complejidad iguala, cuando no supera, a la del gobierno. Por otra parte, no parecen haberse percatado de que un sector público “grande” puede no ser una aberración en un mundo de grandes corporaciones y grandes sindicatos y asociaciones profesionales.

3) Una visión unilateral y sesgada del funcionamiento del sector público

4) Una concepción poco adecuada del papel de la democracia y los políticos en las sociedades modernas

5) El fracaso en reconocer el problema de la integración social en las economías de mercado: cómo hacer frente a los efectos perjudiciales del funcionamiento de las economías de mercado y mantener la cohesión de la comunidad nacional.

La crítica de la nueva derecha al modo de hacer política en las democracias muestra, indirectamente, el conflicto existente entre los principios básicos subyacentes a la economía de mercado y los subyacentes a la democracia.
El principio democrático y la política de los grupos de interés ponen de manifiesto la existencia de una importante contradicción dentro del propio sistema social occidental. La nueva derecha, que considera a la sociedad en gran parte como una extensión del mercado, reconoce la existencia de esta contradicción y pretende resolverla reduciendo la parte correspondiente a la democracia y despolitizando al máximo la economía.

El mismo individualismo atomista impide a la nueva derecha reconocer la existencia de un problema de “justicia social”. Si se considera que la sociedad está formada por individuos jugando al juego del mercado, de acuerdo con las reglas actuales, y aceptando sus riesgos, para bien o para mal, entonces, ¿dónde está el problema de la justicia? Desaparece. Primero porque no hay nada que se pueda considerar como social en un mundo donde sólo existen los individuos. En segundo lugar porque, ¿quién es injusto en un orden de mercado producto de la evolución espontánea a lo largo de los años y cuyas consecuencias no se pueden prever? Nadie.

El principal problema es que el modo de pensar de la nueva derecha es profundamente asocial y ahistórico. No reconoce las consecuencias sociales derivadas de la presencia de un orden económico espontáneo. El problema del conflicto social, en lo referente a la distribución y a las oportunidades que tienen los individuos durante su existencia, no parece preocupar de forma generalizada a los anticolectivistas. Su aproximación ahistórica (o si se prefiere, su enfoque erróneo de la historia) considera al orden de mercado en un sentido “ideal”, haciendo abstracción en la historia. La auténtica historia del capitalismo de mercado es inseparable del colonialismo y del imperialismo, de los conflictos sociales de dimensiones titánicas, y de las guerras nacionales. (…) La historia nos enseña que el orden sociales una mezcla de espontaneidad e intervención de la autoridad política. ¿Forma parte de ese desarrollo espontáneo la disolución de los monasterios y la ruptura con Roma de Enrique VIII? ¿Y qué se puede decir del movimiento de los cercamientos en Inglaterra? ¿Y la derogación de parte de la legislación mercantilista, incluyendo las Leyes del Maíz? ¿Son parte de la espontaneidad aunque tengan que ver con la acción estatal? De hecho, sin estas formas de intervención estatal es muy difícil imaginar cómo podría haber hecho su aparición el sistema de mercado, la propiedad privada o el mercado de trabajo con salarios fijados libremente. Cambios que necesitaron de una gran cantidad de violencia y coerción.



Mishra, Ramesh: El Estado de bienestar en crisis, Colección Ediciones de la Revista del Trabajo N° 33, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1992.

El fin del Estado de Bienestar / 1 martes, 5 de mayo de 2009



La sociedad opulenta y el consenso sobre el bienestar

Decir que el estado de bienestar de posguerra disfrutó de algo parecido a un consenso universal sería una exageración. Desde su mera aparición se ha enfrentado a críticas. Así, un pequeño grupo de economistas, entre los que probablemente sean Hayek y Freidman los más conocidos, criticó duramente la economía mixta y el estado de bienestar. El estado de bienestar, advirtieron, significaba el camino a la “servidumbre” y a la ruina económica. Este punto de vista también fue adoptado por numerosos políticos conservadores en la mayor parte de los países occidentales. Aún así, lo que fue distintivo de los años 50 y 60 es que, fuera de un pequeño círculo de creyentes, este anti-colectivismo nunca fue tomado muy en serio, sus ideas nunca tuvieron mucho respaldo político –y menos aún intelectual– (…) Ningún político pragmático puede defender verdaderamente el desmantelamiento del Estado de bienestar y la devolución de servicios básicos como la salud, la educación y las pensiones, al mercado y a las iniciativas voluntarias. El compromiso del estado con el mantenimiento del pleno empleo, la provisión de servicios básicos a todos los ciudadanos y la prevención o la lucha contra la pobreza parecen ser una parte tan fundamental de la sociedad de posguerra que casi los convierte en irreversibles. (...)

Los gastos sociales suponían una redistribución de los recursos horizontal más que vertical. El estado de bienestar no era un Robin Hood robando a los ricos para ayudar a los pobres. Más aún, lejos de ser pernicioso para la economía era evidente que muchos servicios sociales –siendo la educación el mejor ejemplo– estaban diseñados con el propósito de contribuir directamente al proceso de crecimiento económico.

Por lo tanto se puede decir que, en aquella época, existía un acuerdo social que aparentemente generaba pocos costos y muchos beneficios, entre los que se incluían el mantenimiento de la estabilidad social y el desarrollo de un sentimiento de solidaridad y comunidad nacional. No es sorprendente, pues, que el consenso sobre política social estuviera muy extendido. (…)



El capitalismo “hecho seguro”: Keynes y Beveridge

El Estado de bienestar de la posguerra se basaba en dos pilares: uno Keynesiano y el otro Beveridgiano. (…) El elemento Keynesiano defendía la capacidad del gobierno para controlar la demanda en una economía de mercado a través de una intervención adecuada. Podemos considerarlo, por lo tanto, como el componente “económico” del Estado de bienestar. Por otra aparte, el concepto Beveridgiano de seguridad (entendido en sentido amplio) constituía el componente “social”.

Lo que era nuevo, especialmente en los países anglosajones, era que el principio de intervención social se manifestara de forma explícita, y que el marco institucional que hacía al estado responsable del mantenimiento de unos niveles de vida mínimos se convirtiera en una realidad diseñada con detalle. Esto significaba juntar los recursos de la sociedad y repartir los riesgos. La seguridad social resumía esta nueva tendencia. La universalidad en la cobertura de la población, la amplitud de los riesgos cubiertos, prestaciones adecuadas y el concepto de ciudadanía en lo referente a los servicios sociales constituían los elementos centrales de esta propuesta.

Ahora bien, tanto Keynes como Beveridge daban por sentado que estos mecanismos de intervención estatal y de provisión de servicios complementarían a la economía de mercado. Se intentaba hacer a la economía de mercado más productiva, estable y armoniosa. (…) La racionalidad de la reforma se basaba en que las relaciones eran positivas y beneficiosas. Ni la economía de mercado ni la estructura de clases iban a cambiar de forma radical. Era una auténtica reformulación del capitalismo liberal.

El estado de bienestar de posguerra era, sobre todo, un mecanismo de integración social. Los programas universales y de amplias prestaciones, como los de pensiones, salud, bienestar personal, manifestaban la idea de una “nación” o una “comunidad nacional” en un medio de capitalismo de mercado y de desigualdad de clase. En resumen, el estado de bienestar pretendía hacer al capitalismo liberal económicamente más productivo y socialmente más justo. (…)

En la década del 50 y 60, parecía obvio que el estado de bienestar no sólo no estaba haciendo ningún mal, sino que quizás estaba ayudando al avance de la propia economía de mercado y del capitalismo. El debate sobre el bienestar se centraba en los problemas de distribución, considerando la producción –un crecimiento más o menos constante del producto nacional– como algo dado. Incluso el marxismo, la teoría más venerable sobre conflicto y contradicciones, enfrentado con el aparente éxito del capitalismo de bienestar, tendía a considerar al bienestar social en términos funcionales positivos.

La promesa de una “ciencia” social

Otro desarrollo teórico que ayudó a legitimar el estadio de bienestar de posguerra y, de forma más general, la idea de intervención social o ingeniería social, fue la promesa de poder llegar a construir una “ciencia social”. (…) La economía avalaba la promesa de que la sociedad podría en el futuro dirigir sus asuntos de forma “racional” en vez de abandonarlos al azar, el laissez-faire, el funcionamiento del mercado, o las modas. Esta racionalidad social era, después de todo, uno de los aspectos derivados de la racionalización del mundo moderno que tan poderosamente había reflejado Weber.
(…) No era necesaria una planificación total y un nuevo reparto de papeles entre las organizaciones sociales, sino el estudio y corrección de algunos males específicos. Y esto, más o menos, era lo que pretendía el Estado de bienestar. Pretendía dejar tal y como estaba a la mayor parte de la sociedad, influyendo a la economía de mercado como mecanismo de autorregulación, y eliminar algunos de sus desequilibrios y conflictos mediante cuidadosas intervenciones selectivas.

El retroceso

A finales de la década de los 70 la mayor parte de estos elementos de sustentación se habían debilitado. El crecimiento económico permanente de las primeras décadas dio paso a un estancamiento económico acompañado de altas tasas de inflación. De vez en cuando, el estancamiento con inflación amenazaba con convertirse en recesión con inflación. En términos globales, la economía occidental estaba en recesión. El desempleo había aumentado prácticamente en todos los países. (…) La racionalidad económica del estado de bienestar se ha debilitado de forma significativa, dejando tan sólo, en su lugar, los aspectos sociales. De hecho, con un desempleo creciente, su función amortiguadora se hace cada vez más evidente.

El eclipse del keynesianismo ha conducido a la disociación entre lo social y lo económico, y a su progresivo distanciamiento. Cada vez es más frecuente considerar que los gastos sociales y el bienestar social tienen consecuencias negativas para la economía.


Mishra, Ramesh: El Estado de bienestar en crisis, Colección Ediciones de la Revista del Trabajo N° 33, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1992.