La sociedad como conflicto sábado, 5 de noviembre de 2005

Noté que dos hechos recientes, aparentemente inconexos, tienen mucho que ver uno con el otro. Y mucho de donde aprender. Me refiero a la violencia social en París, por un lado, y a las cumbres hemisféricas en Mar del Plata, por el otro.

El clic me vino luego de notar algunas (contradictorias) características importantes de los editoriales de La Nación, Infobae y Ámbito Financiero:
- Conciben a la sociedad de manera funcional: como un organismo vivo, en equilibrio, en el que todos debemos atenernos a cumplir con nuestros roles. Los desequilibrios, los cambios bruscos, las interrupciones, son todas disfunciones y -como tales- deben ser eliminadas. El objetivo es el orden. El orden lleva al progreso.
- Admiran a los "modelos" de los países "serios", que han resultado "exitosos" y los han llevado a su lugar privilegiado. Sostienen que existe un modelo único de progreso, alcanzable a través de la liberalización de los mercados y el achicamiento del Estado.

Ahora bien: ahora que está en el centro de la escena mundial, ¿dónde entra Francia en este doble esquema? Si lo consideramos "exitoso" -como de hecho hacen, en buena medida, estos tres diarios- ¿cuál consideramos que fueron las causas de el estado actual de cosas?
¿Será el achicamiento del Estado y el camino hacia un total libre mercado? En absoluto: el Estado sigue siendo un importante actor económico y un regulador fundamental de una economía mixta.
¿Será el orden, el funcionamiento normal, el equilibrio social? No parece: de 1968 en adelante, Francia recuerda incontables luchas sociales, incluyendo una gigante huelga de transpotes en 1995, la lucha por las 35 horas semanales, y las reacciones -esta misma semana- contra la represión a inmigrantes.
¿No será precisamente que estos conflictos son los que logran los progresos sociales de estas sociedades? ¿No será que ese Estado aún benefactor no se achica precisamente por la persistencia de las luchas sociales?
A la inversa: ¿no será que aquellas sociedades sin huelgas, sin manifestaciones, sin presiones populares -ideales, según los diarios neoliberales- son aquellas en donde los gobernantes del Tercer Mundo cuentan con más libertad a la hora de realizar negocios entregadores? (Y he aquí la cumbre de los pueblos, y la presión de Washington).

Aún cercados por esta contradicción, los diarios neoliberales piden calma, paz: desmovilización. Piden que estemos tranquilos cuando viene un poderoso asesino a gran escala, mientras él y su lacayo mexicano abogan de manera fundamentalista por un Área de Libre Comercio continental. Que nos quedemos en nuestras casas, que miremos la cumbre por TV, que dejemos que los representantes decidan. Que K se vaya corriendo de a poco hacia el ALCA, que Tabaré diga que quiere un tratado bilateral con el Imperio.
Como dijo Oscar Raúl Cardoso, el comentarista político de Clarín: "con la excusa de verse abrumada por el poder unilateral de Estados Unidos, la región no puede darse ya el lujo de carecer de una estrategia auténticamente común. O puede dárselo a su exclusivo riesgo."

El resultado de las reuniones de ayer es claro: o presionamos para una estrategia común (concibiendo a la sociedad como conflicto, como lucha de intereses... que horror, diría Antonio Laje!)... o dios sabe lo que viene.

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