Tired of lying in the sunshine staying home to watch the rain
And you are young and life is long and there is time to kill today
And then one day you find ten years have got behind you
No one told you when to run, you missed the starting gun
El capitalismo no existe sin reloj. No existe sin disciplina laboral, sin horario de fábrica o de oficina. El llegar tarde al trabajo es un invento moderno.
Por eso, después de tantos años de reinado del capital, alguien debería hacer un estudio sobre la incidencia de los semáforos en el estrés humano. Parece una boludez. Mejor dicho: es una boludez. Pero a todos nos pasó alguna vez.
Para alguien que cree que llega tarde al trabajo, no hay nada peor que ser detenido por un semáforo. Y en un colectivo, se sabe, la cosa es peor. (En un auto propio, al menos, uno siempre tiene la opción de "correr" al semáforo: ganándose una multas, pisando dos viejas... pero llegar, vencer al tricolor.) Justo cuando la cosa está por ponerse roja, algún desubicado para al colectivo... Y entonces el jubilado que sube despacito, el nene que se queda jugando con el timbre y no baja y ¡zas! Rojo. Un minuto perdido. Y el tiempo no para.
El otro día me pasó, en la avenida Maipú. Ese minuto se estaba extendiendo más de la cuenta, pero el semáforo estaba por ponerse verde. El colectivero no aguantaba más.
En amarillo, el chofer pisó el acelerador justo a tiempo para dejar atrás a un policía que quería subirse.
Lo último que recuerdo fue el bondi pasándole por el costado y el cana volviendo la espalda, exclamando un "la puta madre" que no llegó a oirse.
Hace 5 años.
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