por Daniel Muchnik
El primer ministro británico Gordon Brown aseguró que su Gobierno plantea seriamente la posibilidad de nacionalizar Northern Rock, el banco inglés que se hizo famoso, a fines de 2007, por la larga fila de depositantes queriendo retirar sus depósitos, una tensa imagen que recordaba los graves momentos vividos en la Argentina hace no demasiado tiempo.
Brown reconoció que, aunque varias empresas privadas expresaron su interés por el banco, la nacionalización sería necesaria para preservar la estabilidad de la economía británica. El Northern Rock no pudo recomponer sus activos y está fuertemente endeudado con sus depositantes y con el Banco de Inglaterra que salió presuroso en su auxilio.
Estas declaraciones se dan en un momento en que los bancos centrales de Europa y Estados Unidos están inyectando fuertes sumas de dinero (cientos de miles de millones) para mantener la liquidez del sistema financiero, a sabiendas incluso de que muchas instituciones nunca podrán devolver esos redescuentos o préstamos o salvavidas o socorros sofocantes.
El dinero de los depositantes -que no es de los banqueros, por supuesto- y de los contribuyentes -que no es el de los Gobiernos- se está destinando al salvataje de grupos privados que lucraron con las tasas de interés y la hipotecas. Ahora, al revelarse los préstamos irresponsables que otorgaron, reclaman la "ayuda" de los Bancos Centrales y de los Estados. El pedido de ayuda urgente es atronador e insistente.
¿Y la economía de mercado? ¿En qué quedó? ¿Y las diatribas contra el intervencionismo estatal, que ahoga la iniciativa privada? ¿Adónde se refugió la famosa "mano invisible" que oficiaría de elemento equilibrador de las fuerzas económicas y sociales?
Fue la "libertad del mercado", la "apertura irrestricta de la economía", el desguace del Estado por su mentada "ineficiencia", la "privatización de los activos del Estado" la ola ortodoxa y avasalladora que llegó del Norte del planeta y que se constituyó como paradigma en las naciones periféricas. Los gobiernos en la Argentina, a partir del golpe militar de 1976 se aferraron a esa ideología y la aplicaron a rajatabla en los noventa dando vuelta como una media la estructura productiva, creando masas de desocupados y empresas quebradas.
Hoy no se conocen ni editoriales ni declaraciones de los partidarios de las economías desreguladas en contra del intervencionismo estatal que recorre Estados Unidos y Europa. Aunque los detalles serán seguramente tema de debate en el Congreso en Washington, el desprestigiado y vapuleado presidente George Bush anunció a fin de la semana pasada una reducción impositiva de 145.000 millones de dólares para estimular la economía de su país, seriamente golpeada por la crisis hipotecaria, los bancos exhaustos, la acumulación de las deudas de los ciudadanos y los voluminosos déficit estatales.
Como siempre, el Republicano Bush se preocupó de las empresas en un paquete de medidas que incluye reducciones impositivas, también respaldado por algunos dirigentes del Partido Demócrata. Ofrece, del mismo modo, exenciones fiscales a los particulares.
Es importante, pese a todo, su olvido de impulsar imprescindibles programas sociales para los que nada o poco tienen o para los desocupados o para frenar la inflación, ya en las alturas. Hay millones de desamparados sin destino y vastos sectores de clase media paralizados por el miedo.
Al momento de la verdad, de correr las cortinas del escenario donde el sistema aparece seriamente herido, la intervención estatal es reclamada.
Hace 5 años.
2 comentarios:
Muy bien por el amigo (?) Muchnik.
Qué profesión fácil ser banquero!
With a little help from my friends
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