Se levanta el quite de firmas viernes, 26 de noviembre de 2010

La asamblea de trabajadores de Página/12 accedió al pedido de la empresa de levantar el quite de firmas hasta el martes próximo, cuando prometieron que darán una respuesta definitiva sobre el pago de la netbook robada a un pasante del diario.

Asamblea de Trabajadores de Página/12

Página/12 sale sin firmas miércoles, 24 de noviembre de 2010

La Asamblea de Trabajadores de Página/12 resolvió hoy retirar las firmas del diario por una semana, en repudio a la decisión de la empresa de no pagarle la notebook a un pasante, a quien le robaron su herramienta de trabajo el jueves pasado a la medianoche, al salir de la redacción.

La decisión de la empresa, en perjuicio de un pasante que cobra 1400 pesos mensuales, tiene lugar en el contexto del reclamo para que se instale y garantice el servicio de Internet en todos los ámbitos de trabajo. Por tal motivo decidimos también no concurrir a la redacción con nuestras computadoras personales.

Repudiamos la decisión y exigimos que la empresa reponga al pasante su computadora, que nunca debió tener que llevar a su lugar de trabajo.

Por este medio también queremos solicitar a los compañeros colaboradores, corresponsales y redactores especiales que trabajan fuera de la redacción que se adhieran a la decisión consensuada en la asamblea y retiren sus firmas hasta el miércoles próximo.

Asamblea de Trabajadores de Página/12

After the glow, the scene, the stage, the set martes, 23 de noviembre de 2010

Pavement en La Trastienda, 23-11-2010

Las mejores 100 canciones de los noventa: 21-30 sábado, 20 de noviembre de 2010

# 30. Killing in the Name / Rage Against the Machine
Rage Against the Machine (1992), Epic

El estallido inicial, metalero, da paso a una línea de bajo y un cencerro que nos preparan para algo grande. Para cuando una nueva acumulación guitarrera culmina con la frase de Zack de la Rocha: "Killing in the name of!", ya estamos todos moviendo las cabezas comunistas. Un riff blusero, un solo memorable de Tom Morello y un explosivo rapeo sobre las fuerzas del orden, en una de las canciones mejores construidas del grupo de Los Angeles. Nota de color: En diciembre de 2009, un muchacho de Essex comenzó una campaña online para conseguir que este tema se convirtiera en el single más vendido en Navidad en el Reino Unido y desbancara, luego de cinco años, las esperables victorias de los concursantes de The X Factor (una especie de reality pedorro al estilo American Idol). En nochebuena, para sorpresa de varios, se anunció finalmente que el sencillo más popular de la semana no fue, como se preveía, el del pasteurizado producto pop Joe McElderry sino una pieza de rabia acumulada que cierra exclamando "Fuck you I won't do what you tell me!". Hablamos de medio millón de copias. El episodio, no exento de contradicciones pero admitiendo varias lecturas, colocó al tema en el número uno diecisiete años después de ser lanzado. Los Rage donaron todo lo ganado a Shelter, una organización que le da refugio a las personas que viven en la calle. Santa Claus, LTA.

# 29. Aneurysm / Nirvana
Smells Like Teen Spirit / Incesticide (1992), DGC

Me hubiese gustado tener en el ranking al menos una canción de In Utero, uno de los cinco o seis discos fundamentales de la década del noventa. El problema es que, a mi entender, todos los temas del trabajo final de Nirvana funcionan mejor en el contexto abrasivo del propio álbum. De allí que "Frances Farmer will have her revenge in Seattle" ‒uno de mis tracks favoritos‒ o el testamento musical de Kurt Cobain, "All Apologies", no aparecerán en este listado. Para remedar este problema me propuse incluir un b-side que rescata el genuino espíritu de In Utero y es, por lejos, mejor que casi todos los sencillos lanzados por el grupo. "Come on over and do the twist", nos invita el irónico Cobain, mientras las guitarras sucias inundan nuestros oídos en estereo. El tan afamado sonido grunge nunca estuvo mejor.

# 28. Isobel / Björk
Post (1995), One Little Indian

Quizás como un coletazo del creciente interés por el mal llamado "world music", el pop noventoso tenía que darnos una artista que se saliera de los canones clásicos de occidente. Aquí entra la islandesa Björk, cuyo innegable talento tiene mucho que ver con que haya llegado al lugar que se ganó en el costado exótico del mainstream. Fusionando lo mejor de las tradiciones pop, electrónica y avant-garde, la chica de Reikiavik construye aquí una canción cuya orquestación le da un sabor épico que hace de contrapunto con la batería electrónica. Las sensualidad de sus vocalizaciones se apoya sobre logradísimos arreglos: paradójico como pueda parecer, todo está calculado para que suene lo más fresco posible. Y así sale.

In a heart full of dust
lives a creature called lust
It surprises and scares
like me

# 27. From a Motel 6 / Yo La Tengo
Painful (1993), Matador

Gran pieza de la banda de New Jersey, que presenta un juego entre la calma de la base musical y el ruido guitarrero bien al frente ‒un verdadero clásico noventoso. Influencias bien aprendidas de Sonic Youth y My Bloody Valentine y un estribillo que es, básicamente, un riff distorsionado. Melancolía indie al 100%.

Pull a woollen blanket across my eyes
Dream a quiet place for us to fight
Oh no, your heart is broken- don't you think that's a little trite
I drift off to sleep, while the snow falls on the screen

# 26. Tender / Blur
13 (1999), Food / EMI

13 es uno de los trabajos más desparejos y cuestionados de la banda de Damon Albarn y Graham Coxon. No obstante, la sola existencia de una canción como "Coffee & TV" justifica su compra ‒y "Tender" acompaña. Desde los acordes iniciales podemos adivinar que estamos frente a uno de los intentos de "temas majestuosos" de la banda de Colchester. "Lord I need to find / someone who can heal my mind", canta el grupo, segundos antes de la aparición de un grupo gospel, con un ritmo tan característico que parece una variación de aquel gran éxito de Lennon/McCartney. "Tender" es el mejor cover de "Hey Jude" de la historia.

# 25. Santeria / Sublime
Sublime (1996), MCA

Ciertos géneros de la música popular llegaron a fin de milenio completamente gastados. Dos buenos ejemplos son el ska y el reggae, donde cada vez más émulos de The Specials o de Bob Marley, según el caso, se limitan a usar trajes negros y darle a los dos tonos (ska) o a jugárselas de jamaiquinos y hablar pavadas sobre Babylon (reggae), para luego disolverse sin haber producido si quiera un sencillo decente. Distinta fue la historia de Sublime, tal vez por haber tenido de frontman a Bradley Nowell, un muchacho con influencias muy bien aprendidas no sólo de ska o de reggae sino además de punk, dancehall, rythm & blues. "Santeria" es un relajado relato de venganza (si algo así es posible) con unas vocalizaciones deliciosas: el tema ideal para cantar en un karaoke veraniego cuando ya estás con dos cervezas encima.

# 24. The Death of Ferdinand de Saussure / The Magnetic Fields
69 Love Songs (1999), Merge

Recordado como pocos discos de culto en los '90, este álbum conceptual sobre el amor (mejor dicho, sobre las canciones de amor) tiene la particularidad de ser, tal como definieron los amigos de Pichfork, exactamente la suma de sus partes. Cada una de las 69 canciones que lo componen salieron de la mente del nunca bien ponderado Stephin Merrit, que en más de una ocasión trasciende el ensayo synth pop y produce piezas sublimes como la que nos ocupa, donde Merrit, siempre relajado, parece componer sin esfuerzo una delicia de estribillo que abre y cierra como quien no quiere la cosa. Pero nosotros sí la queremos; es más, la amamos.

# 23. Seymour Stein / Belle & Sebastian
The Boy With the Arab Strap (1998), Matador

Hablando de álbumes de culto, es imposible continuar con el repaso sin detenernos en The boy with the arab strap, un trabajo de altísima calidad donde resulta difícil elegir un track entre tan buen material. Quizás en otro momento volvamos sobre el toque bossanova que el grupo escocés le imprime a "Ease your feet in the sea" o al encanto minimalista de "Sleep the clock around". De momento me limitaré a destacar uno de los temas más densos ‒en el sentido amplio de la palabra‒ de la banda, guiado por la voz melancólica de Stevie Jackson y una referencia al productor musical del mismo nombre, que en su momento dirigió la discográfica Sire y firmó para ellos, entre otros, a The Ramones, Talking Heads, Pretenders y The Smiths. Y la mención de esta última banda no es casual: por aquellos años (antes de ganar músculo y matices con The Life Pursuit) los Belle & Sebastian ya se habían convertido los Smiths de fin del milenio.

# 22. Buddy Holly / Weezer
Weezer (1994), Geffen

Estos muchachos me recuerdan a los Pixies. No solo en cuanto al sonido (influencia real, palpable) sino en que, después de todo, tanto Rivers Cuomo y sus amigos como el cuarteto de Boston son apenas personas ordinarias haciendo música extraordinaria. No son rockstars, ni intentan serlo, pero sacan canciones por las que más de un rockero mataría. Claro que en cada banda hay al menos una gran mente compositora: y así como los Pixies tenían a Black Francis y Kim Deal, los Weezer tienen a Cuomo, un nerd de Harvard (véase: pantalones caqui, chombas, sweaters con rombos, anteojos de marco grueso) cuya meta máxima en la vida es llegar a construir el tema pop perfecto. Sorprendentemente, este bajito logró su cometido en su mismísimo disco debut con "Buddy Holly", una ajustada amalgama entre guitarras fuertes, distorsionadas y toneladas de melodía en la mejor tonada power pop desde "My Sharona", de The Knack.

# 21. Criminal / Fiona Apple
Tidal (1996), Clean Slate

El trabajo sumado de todas las cantautoras de América del Norte de aquel entonces ‒desde Tori Amos hasta Sheryl Crow, pasando por la canadiense Alanis Morissette‒ no puede más que empalidecer frente al segundo sencillo del disco debut de Fiona Apple. ¿Cómo explicamos que toda esta combinación de rabia, angustia, inocencia y sensualidad que suena en estos seis minutos sale de la cabeza de una neoyorkina de 18 años? Una carta de presentación así clausura al instante cualquier debate sobre a quién corresponde el título de mejor songwriter femenina del Nuevo Mundo. El tema no se agota sólo en el clima oscuro y la ejecución vocal de nuestra propia princesa Fiona...

I know tomorrow brings the consequence
at hand
But I keep livin' this day like
the next will never come, oh!

... sino que se monta sobre numerosas capas de arreglos y finaliza con una extensa coda, entre intrigante y sombría, que incluye flautas y notas de piano casi al azar. El que se pasó los noventa escuchando "All I wanna do" y aún no dio con "Criminal" se está perdiendo buena parte del panorama. Esto es un timeless classic.


Algunas notas sobre el kirchnerismo miércoles, 17 de noviembre de 2010

A fines de octubre, cuando Néstor Kirchner murió en El Calafate, estos apuntes ya estaban escritos. Como suele suceder en estos casos, su repentino fallecimiento generó, al menos por el momento, un balance benévolo de su presidencia. En ese sentido, estas pinceladas son una forma de contrapesar la construcción positiva de la figura del ex mandatario. Pero sobre todo constituyen un aporte para desmontar el lugar de enunciación de ciertos comunicadores que, desde un lugar pretendidamente progresista, defienden un momento de su presidencia que parece más acorde a intereses empresariales o corporativos.

(NB: Lo que sigue no anula la valoración positiva que este cronista tiene de algunos de los ítems enumerados por el CELS: “el impulso de los juicios a los responsables de crímenes de lesa humanidad cometidos durante el terrorismo de Estado; la renovación de los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación mediante un proceso transparente y participativo que permitió la conformación de un tribunal independiente y con fuerte legitimidad social; la depuración de las Fuerzas Armadas y el apartamiento de quienes no estaban dispuestos a subordinarse al poder civil y acatar el mandato democrático; la decisión de no reprimir la protesta social…”)

Apuntes sobre los primeros años del kirchnerismo

Néstor Kirchner había sido una máquina de construir poder entre 2003 y 2005, y otra máquina para destruirlo entre 2007 y 2009. Quizá una manera de encontrar respuestas acerca de lo ocurrido era comparar a uno con el otro. Hay algo importante que el primer Kirchner entendió acerca de la sociedad argentina, por eso sintonizó con ella, y algo que al último Kirchner, al que llega hasta hoy, se le perdió: como si uno hubiera sido genial y el otro un aprendiz.

Ernesto Tenenbaum en La Nación, 28-02-2010


¿Por qué Tenenbaum se pregunta “Qué les pasó” (de 2003 a 2009)? ¿Por qué al progresismo blanco le gustan sólo los primeros años de Néstor Kirchner?

A todo progre light -así como a buena parte del empresariado- le gustan los dos primeros años del gobierno de Kirchner porque son los años de la macro ordenada. No hay mucho para criticarle porque, apenas, "ordenó el país". El efecto rebote -más el viento de cola, más el modelo exportador con el dólar barato- permitió la creación de millones de fuentes de empleo y la apertura de un horizonte más optimista en todos los frentes.

Desde una postura de izquierda, podemos destacar que esos primeros años también cerraron el proceso de luchas populares abierto en 2001, en donde a la derecha del kirchnerismo estaban las viejas recetas fallidas del ajuste --a esta altura sin consenso alguno para ser implementadas-- y a la izquierda "el desorden" y "la desunión". "Duhalde hizo el ajuste por Kirchner", destaca Nacho. En 2002, los distintos grupos de presión en Argentina eran grandes y peleaban por un lugar en el reacomodamiento post devaluatorio. En la vereda de enfrente, estaban los movimientos populares, cuyo canto del cisne fue el 10 de agosto de aquel año, con Luis Zamora y Elisa Carrió (sic) convocando a decenas de miles de personas frente al Congreso al grito de "Que se vayan todos". Meses antes, Duhalde y sus fuerzas de seguridad habían asesinados a dos piqueteros luego de una verdadera cacería represiva. Alguien tenía que cerrar este proceso vía hegemonía y no vía coacción. Ese alguien fue Néstor Kirchner.

De hecho, muchos olvidan que más allá de los reclamos de "inseguridad jurídica", 2003 y 2004 fueron años récord en cuanto a bajo costo laboral. En una nota de hace dos años, iEco marcaba que "desde la devaluación, los empresarios argentinos gozan en general de altos niveles de rentabilidad, mayores a los obtenidos durante la Convertibilidad". Más aún: la nota citaba un estudio del Cenda que indicaba cómo "dentro del universo de las 500 empresas privilegiadas, el costo laboral descendió sin pausa desde 1993" y que "pese a la preocupación expresada por los grandes capitales, los aumentos salariales de los últimos años están muy lejos de poner en peligro la rentabilidad empresaria, que supera holgadamente a los niveles de la convertibilidad". Para los empresarios, la Argentina era la tierra descrita por Podeti en aquella entrada titulada: “¡Buenos Aires declara ciudad más barata del mundo! Deme dos y llevo ese Palermo Chico para el nene”:
La que en algún momento se enorgulleció de ser la ciudad más cara del mundo y luego la ciudad con más riesgo país del globo ahora no es más que una feria americana de varios kilómetros cuadrados! ¡Parece uno de esos recuerdos de nuestros abuelos donde "con diez centavos te ibas al cine, te comías un bife de chorizo y después te sobraba para el taxi". ¿Un taxi? ¡Cómprese su propia limusina ya no con el cambio sino con el par de pelusas que están al fondo del bolsillo! ¡Y al chofer no le pague! Con decirle "bueno, por lo menos tenés laburo" estos simpáticos lugareños se ven más que satisfechos! ¡Apúrese antes de que vuelva el sindicalismo!
Obviamente el sindicalismo (cierto sindicalismo) volvió, con el impulso del propio Kirchner que desde 2004 alentó la reinstalación de paritarias. Pero el país siguió construyéndose en base al mercado interno y tuvo como principales beneficiarios a los ricos, la clase media-alta y los empleados sindicalizados en blanco. El resto del país, los condenados de la tierra pampeana, obtuvo migajas indirectas del “modelo”, acaso una versión siglo XXI de la menemista teoría del derrame.

Al progresismo blanco le gusta el armado transversal de los primeros años –mientras se cumplía, curiosamente, con el bajo costo laboral y los superávits gemelos- pero le molesta el posterior abroquelamiento en el PJ, aún cuando económicamente haya coincidido con una etapa menos ortodoxa. Aunque encierra todas las contradicciones del caso, empezando por una CTA que lo apoyó sin obtener en todos estos años la firma de Tomada que les dé personería jurídica.

Resulta sintomático pensar que este famoso “crecimiento sin desarrollo” no tuvo trabas hasta que comenzaron las discusiones reales, por la apropiación de la renta agraria, por empezar a regular los medios a los que el propio Kirchner había beneficiado (no lo escuché rezongar a Tenenbaum cuando en 2005 el Gobierno le extendió gratis las licencias por 10 años a todos los medios), por la estatización de las AFJP.

Pero esa es otra historia.

Qué puede hacer la izquierda jueves, 11 de noviembre de 2010

"La izquierda se enfrenta a la difícil tarea de enfatizar que estamos tratando con la economía política -que no hay nada 'natural' en estas crisis, que el sistema económico global existente se apoya en una serie de decisiones políticas- al tiempo que es plenamente consciente de que, mientras nos mantengamos dentro del sistema capitalista, la violación de sus reglas efectivamente causa fallas económicas, dado que el sistema obedece a una lógica propia".


Qué puede hacer la izquierda
(What is left to do?)

por Slavoj Zizek
New Left Review #64, 2010





















Durante las protestas de este año contra las medidas de ajuste de la Eurozona (en Grecia y, en menor escala, Irlanda, Italia y España) dos historias se han impuesto. La predominante, alentada por el establishment, propone una naturalización despolitizada de la crisis: las medidas son presentadas no como decisiones fundadas en elecciones políticas, pero como imperativos de una neutral lógica financiera: si queremos estabilizar nuestras economías, tenemos que tragar la píldora amarga. La otra historia, la de los trabajadores, estudiantes y jubilados que protestan, ve a las medidas de austeridad como otro intento más del capital financiero internacional de desmantelar los últimos resabios del Estado de bienestar. Desde una de las perspectivas, el FMI aparece como un agente neutral de orden y disciplina; desde la otra, como un agente opresivo del capital global.

Hay un momento de verdad en ambas. Uno no puede dejar de notar la dimensión del superego en la manera en la que el FMI trata a sus estados miembros —los reta y castiga por deudas impagas mientras simultáneamente les ofrece nuevos préstamos, que todo el mundo sabe que no podrán devolver, llevándolos aún más al fondo del círculo vicioso de la deuda que genera más deuda. Por otra parte, la razón por la que esta estrategia funciona es que el Estado que pidió el préstamo, plenamente consciente de que jamás deberá devolver todo el monto de la deuda, espera beneficiarse de ello en última instancia.

Pero si bien cada historia tiene un grado de verdad, ambas son, en el fondo, falsas. La historia del establishment europeo esconde el hecho de que los enormes déficits crecieron por los masivos salvatajes al sector financiero y los ingresos decrecientes del gobierno durante la recesión; el gran préstamo a Atenas será usado para pagar la deuda griega a los grandes bancos franceses y alemanes. El verdadero objetivo de las garantías de la Unión Europea es ayudar a los bancos privados, ya que si cualquiera de los estados de la Eurozona entra en quiebra, ellos recibirán un fuerte golpe. Por otra parte, la historia de los manifestantes refleja una vez más la miseria de la izquierda actual: no hay un contenido positivo o programático en sus demandas, sólo un rechazo generalizado a comprometer el Estado benefactor existente. La utopía aquí no es un cambio radical de sistema, pero la idea de que uno puede mantener un Estado benefactor dentro del sistema. Acá, una vez más, uno no debería perder de vista el grado de verdad del argumento contrario: si nos mantenemos dentro de los confines del sistema capitalista global, las medidas para exprimir más dinero de los trabajadores, estudiantes y jubilados son, efectivamente, necesarias.

Uno a menudo escucha que el verdadero mensaje de la crisis europea es que no sólo el Euro sino todo el proyecto de la "Europa unida" está muerto. Pero antes de firmar su certificado de defunción, uno debería agregar un giro leninista al asunto: Europa ha muerto, sí, pero ¿cuál Europa? La respuesta es: la Europa post-política del acomodamiento al mercado mundial, la Europa rechazada repetidamente en los referendums, la Europa de los expertos y tecnócratas de Bruselas, la Europa que se presenta a sí misma como la fría, matemática, razón europea contra la corrupción y la pasión griegas. Pero, utópico como pueda parecer, aún hay lugar para otra Europa: una Europa repolitizada, fundada en un proyecto emancipatorio compartido; la Europa que dio nacimiento a la antigua democracia griega, la revolución francesa, la revolución rusa. Por eso uno debe evitar la tentación de reaccionar a la actual crisis financiera regresando a los Estados-nación plenamente soberanos, una presa fácil para el capital internacional que circula libremente, que puede enfrentar a los Estados entre ellos. Más que nunca, la respuesta a cada crisis debe ser más internacional y universal que la universalidad del capital global.





















Un nuevo período


Una cosa es clara: luego de décadas del Estado de bienestar, cuando los ajustes eran relativamente limitados y venían con la promesa de que las cosas pronto volverían a la normalidad, ahora entramos en un período de estado de emergencia económica permanente: toda una forma de vida. Junto con ella aparece la amenaza de medidas de austeridad más salvajes, recortes en beneficios, menos servicios educativos y de salud y trabajos más precarios. La izquierda se enfrenta a la difícil tarea de enfatizar que estamos tratando con la economía política —que no hay nada "natural" en estas crisis, que el sistema económico global existente se apoya en una serie de decisiones políticas- al tiempo que es plenamente consciente de que, mientras nos mantengamos dentro del sistema capitalista, la violación de sus reglas efectivamente causa fallas económicas, dado que el sistema obedece a una lógica propia. Entonces, aunque estemos claramente entrando en una nueva fase de explotación, facilitada por las condiciones del mercado global (terciarización, etc), también deberíamos tener en cuenta que esto se impone por el propio funcionamiento del sistema, siempre al borde del colapso financiero.

Sería inútil, entonces, sólo esperar que la crisis actual sea limitada y que el capitalismo europeo continúe gareantizando un estándar de vida relativamente alto para cada vez más personas. Esto sería de hecho una política extrañamente radical, cuyo principal objetivo es que las circunstancias continúen volviéndolo inoperaitvo y marginal. Es en contra de este razonamiento que uno debe leer el slogan de Badiou, mieux vaut un désastre qu’un désêtre, mejor un desastre que un no-ser; uno debe tomar el riesgo de ser fiel a un Evento, aun si el evento termina en un "oscuro desastre". El mejor indicador en la falta de confianza que la izquierda actual tiene sobre sí misma es su miedo a la crisis. Una izquierda verdadera se toma en serio a una crisis, sin ilusiones. Su concepción es que, a pesar de que las crisis son peligrosas, son inevitables, y que son el terreno en el cual las batallas deben ser dadas y ganadas. Por lo cual hoy, más que nunca, el viejo dicho de Mao Zedong es pertinente: "La naturaleza está en completo caos. La situación es excelente".

Hoy no faltan anti-capitalistas. Estamos presenciando una sobrecarga de críticas a los horrores del capitalismo: investigaciones periodísticas, reportes televisivos y best-sellers sobre compañías que contaminan el medio ambiente, banqueros corruptos que continúan llevándose gruesos bonos mientras sus empresas son rescatadas por el dinero público, talleres esclavos donde los niños trabajan largas horas... Existe, sin embargo, un truco detrás de toda esta crítica, despiadada como puede parecer: lo que no se cuestiona, por definición, es el marco liberal-democrático en el cual estos excesos deben ser combatidos. El objetivo, explícito o implícito, es la regulación del capitalismo —a través de la presión de los medios, investigaciones parlamentarias, leyes más duras, investigaciones policiales honestas— pero nunca cuestionar los mecanismos institucionales liberal-democráticos del sistema legal burgués. Esto sigue siendo la vaca sagrada, que incluso las formas más radicales de "anti-capitalismo ético" (el Foro Social Mundial de Porto Alegre, el movimiento de Seattle) no se atreve a tocar.




















Estado y clase


Es aquí donde el concepto clave de Marx sigue siendo válido, quizás más que nunca. Para Marx, la cuestión de la libertad no está en la propia esfera política, tal como sostienen las instituciones financieras cuando quieren pronunciarse sobre un país —¿Tiene elecciones libres? ¿Son los jueces independientes? ¿Existe una prensa libre de presiones? ¿Se respetan los derechos humanos?. La clave a la libertad real reside más bien en la red "apolítica" de relaciones sociales, del mercado a la familia, donde el cambio necesario para una mejora efectiva no es la reforma política, sino una transformación en las relaciones sociales de producción. No votamos quién posee qué, o sobre las relaciones entre los trabajadores y la dirección en una fábrica; todo esto es relegado a procesos que suceden por fuera de la esfera de lo político. Es ilusiorio esperar que uno puede efectivamente cambiar las cosas "extendiendo" la democracia hacia esas esferas, por ejemplo, organizando bancos "democráticos" bajo control popular. Los cambios radicales en este dominio quedan por fuera de la esfera de los derechos legales. Semejantes procesos democráticos pueden, por supuesto, tener un rol positivo. Pero siguen siendo parte de los aparatos del Estado burgués, cuyo propósito es garantizar el el funcionamiento sin trabas de la reproducción capitalista. En este preciso sentido, Badiou tenía razón cuando decía que el nombre del enemigo final no es capitalismo, el imperio de la explotación, sino la democracia. Es la aceptación de los "mecanismos democráticos" como el marco elemental que previene una transformación radical de las relaciones capitalistas.

Fuertemente ligada a esta necesidad de desfetichización de "instituciones democráticas" es la desfetichización de su contraparte negativa: la violencia. Por ejemplo, Badiou propuso recientemente ejercer "violencia defensiva" a través de la construcción de dominios libres, alejados del poder estatal, sustraídos de su dominio (como el movimiento Solidaridad en sus comienzos), y sólo resistiendo por la fuerza los intentos de aplastar y reapropiarse de estas "zonas liberadas". El inconveniente de esta fórmula es que se apoya en una distinción muy problemática entre el funcionamiento "normal" de los aparatos del Estado y el ejercicio "excesivo" de la violencia estatal. De hecho, el ABC de la lucha de clases sostiene que la vida social "pacífica" es sólo una expresión de la victoria (provisoria) de una clase —la dominante. Desde el punto de vista de los oprimidos, la propia existencia del Estado, así como del aparato de dominación de clase, es un hecho de violencia. Similarmente, Robespierre argumentaba que el regicidio estaba justificado no por probar que el Rey haya cometido un crimen específico; la misma existencia del Rey es un crimen, una ofensa contra la libertad del pueblo. En este mismo sentido, el uso de la fuerza por los oprimidos contra la clase dominante y su estado es siempre, en última instancia, "defensivo". Si concedemos este punto, "normalizamos" el Estado y aceptamos su violencia como apenas un problema de excesos contingentes. El slogan liberal clásico —de que a veces es necesario recurrir a la violencia, pero que nunca es legítima— no es suficiente. Desde la perspectiva radical-emancipatoria, uno debería darla vuelta: para los oprimidos, la violencia siempre es legítima —dado que su propio estatus es el resultado de la violencia— pero nunca necesaria: es siempre una cuestión de consideración estratégica el usar o no la fuerza contra el enemigo.

En resumen, el tema de violencia debe ser desmistificado. Lo que estuvo mal con el comunismo del siglo XX no fue su recurrencia a la violencia per se —la toma del poder estatal, la guerra civil para mantenerla— sino su modo más amplio de funcionamiento, que volvió a este tipo de recurrencia a la violencia algo inevitable y legitimado: el Partido como el instrumento de la necesidad histórica, etc. En una nota a la CIA, aconsejándoles sobre cómo desmoronar el gobierno de Allende, Henry Kissinger escribió brevemente: "Hagan gritar a la economía". Algunos ex oficiales de los Estados Unidos hoy admiten abiertamente que la misma estrategia se aplica en Venezuela: el antiguo secretario de Estado, Lawrence Eagleburger, dijo en Fox News que la economía venezolana "es la primera arma que tenemos contra Chávez, y la que deberíamos estar usando: las herramientas para empeorar la economía, de manera tal que su popularidad caiga en el país y en la región". Está claro que en la actual situación de emergencia económica no estamos lidiando con ciegos procesos del mercado sino con intervenciones estatales y financieras estratégicas y altamente organizadas, un intento de resolver la crisis a su favor —y en tales condiciones, ¿no puede haber medidas defensivas?

Estas consideraciones sacuden la cómoda posición subjetiva de los intelectuales radicales, quienes continúan con los ejercicios mentales que los deleitaron durante el siglo XX: la urgencia por volver catastróficas las situaciones políticas. Adorno y Horkheimer vieron catástrofe en la culminación de la "dialéctica del iluminismo" en el "mundo administrado"; Giorgio Agamben definió a los campos de concentración del siglo pasado como la "verdad" de todo el proyecto político occidental. Pero recuerden la figura de Horkheimer en Alemania occidental en la década del '50. Mientras denunciaba el "eclipse de la razón" en la moderna sociedad de consumo, simultáneamente defendía esa misma sociedad como la única isla de libertad en un mar de totalitarismos y dictaduras corruptas. ¿Qué pasaría si, en realidad, los intelectuales llevan vidas seguras y cómodas y, para ganarse la vida, construyen escenarios de de catástrofe radical? Para muchos, sin duda, si una revolución tuviera lugar, debería ocurrir a una distancia segura —Cuba, Nicaragua, Venezuela— para que, mientras sus corazones se regocijan pensando en eventos bien lejanos, pueden seguir avanzando con sus carreras. Pero con el actual colapso de adecuados Estados de bienestar en las economías industriales, los intelectuales radicales podrían alcanzar un momento de verdad cuando deban hacer sus aclaraciones: ¿Querían un cambio real? Ahí lo tienen...

En el dominio de las relaciones socioeconómicas, nuestra era se percibe a sí misma como una etapa de madurez en la que la humanidad ha abandonado los viejos sueños utópicos y aceptaron los contornos de la realidad —es decir: la realidad socioeconómica capitalista— con todas sus imposibilidades. El mandamiento "no podés" es su mot d'ordre: no podés embarcarte en grandes actos colectivos, que necesariamente terminan en terror totalitario; no podés aferrarte al viejo Estado de bienestar, te quita competitividad y lleva a la crisis económica; no te podés aislar del mercado global sin caer preso del espectro del juche norcoreano. En su versión ideológica, la ecología también aporta su propia lista de imposibilidades, llamados umbrales máximos —no más de dos grados de calentamiento global— basados en "opiniones de los expertos".

Es crucial distinguir aquí dos imposibilidades: el real-imposible del antagonismo social, y la "imposibilidad" que subraya el campo ideológico dominante. La imposibilidad es aquí redoblada, sirve como una máscara de sí misma: es decir, la función ideológica de la segunda es ofuscar la realidad de la primera. Hoy, la clase dominante quiere hacernos aceptar la "imposibilidad" de un cambio radical, de abolir al capitalismo, de una democracia no reducida a un juego parlamentario corrupto, para volver invisible el real-imposible del antagonismo que atraviesa las sociedades capitalistas. Este real es "imposible" en el sentido de que es el imposible del orden social existente, su antagonismo constituyente; lo cual no quiere decir que este real-imposible pueda ser abordado o radicalmente transformado.

Es por ello que la fórmula de Lacan para superar una imposibilidad ideológica no es "todo es posible" sino "lo imposible sucede". El real-imposible lacaniano no es una limitación a priori, que debe ser tomada en cuenta de manera realista, sino el dominio de la acción. Un acto es más que una intervención en el dominio de lo posible -un acto cambia las propias coordenadas de lo que es posible y crea, por ende, sus propias condiciones de posibilidad. Es por eso que el comunismo también concierne a lo Real: actuar como comunista significa intervenir en lo real del básico antagonismo que subyace al capitalismo global.























¿Libertades?


Pero la pregunta presiste: ¿Qué significa esta afirmación programática sobre hacer lo imposible cuando nos confrontamos con una imposibilidad empírica, el fiasco del comunismo como una idea capaz de movilizar a las masas? Dos años antes de su muerte, cuando era claro de que no habría una revolución en Europa, y sabiendo que la idea de construir el socialismo en un sólo país no tenía sentido, Lenin escribió:

¿Y si la completa desesperanza de la situación, al multiplicar los esfuerzos de los trabajadores y campesinos, nos ofrece la oportunidad de crear los requisitos fundamentales de la civilización de manera diferente a la de los países de Europa occidental?

¿No fue ésta la prédica del gobierno de Morales en Bolivia, del gobierno de Chávez en Venezuela, del gobierno maoísta en Nepal? Llegaron al poder por medio de elecciones "limpias", no a través de la insurrección. Pero una vez allí, usaron su poder de una manera "no estatal", al menos parcialmente: movilizando directamente a sus militantes, evitando la red representativa del sistema de partidos. Su situación es una causa "objetivamente" perdida: básicamente, todo el rumbo de la historia está en contra suya, no pueden apoyarse en ninguna "tendencia objetiva" empujando a su favor, todo lo que pueden hacer es improvisar, hacer lo que pueden en una situación desesperada. Así y todo, ¿no les da esto una libertad única? ¿No estamos —la izquierda hoy— todos en la misma situación?

Nuestra situación es la opuesta a la del clásico escenario de principios del siglo XX, en la que la izquierda sabía lo que debía hacer (establecer la dictadura del proletariado), pero debía esperar pacientemente su momento de ejecución. Hoy no sabemos lo que debemos hacer, pero debemos hacerlo ya, porque las consecuencias de la inacción podrían ser desastrosas. Estaremos obligados a vivir "como si fuésemos libres". Debemos arriesgar y tomar medidas en el abismo, en situaciones totalmente inapropiadas; debemos reinventar aspectos de lo nuevo, sólo para poder mantener funcionando el engranaje y mantener lo bueno de lo viejo —educación, sistema de salud, servicios sociales básicos. En resumen, nuestra situación es como aquello que Stalin dijo de la bomba atómica: no apta para cardíacos. O como dijo Gramsci, caracterizando la época que comenzó con la Primera Guerra Mundial, "el viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer, y en ese claroscuro surgen los monstruos".

Traducción: Federico Poore



Las mejores 100 canciones de los noventa: 31-40 viernes, 5 de noviembre de 2010

# 40. Black Hole Sun / Soundgarden
Superunknown (1994), A&M

Lanzado como tercer single de Superunknown y acompañado de un interesante video musical, "Black Hole Sun" se convirtió en una de las canciones más populares del grupo liderado por Chris Cornell. Lanzado durante el verano de 1994, en el clímax de la ola grunge, el tema era uno de los mejores ejemplos de la ampliada paleta sónica que la banda de Seattle había desarrollado en aquel trabajo. Descontamos la presencia ineludible de Cornell en las vocales, destacamos el ajustado laburo en batería por parte de Matt Cameron y nos sorprendemos con un estribillo ("Black hole sun, won't you come") que no tiene mucho sentido pero que parece salido de una pesadillezca canción para niños. Con falsos finales que hacen que parezca estar dividida en capítulos, la construcción del tema y los climas que logra lo vuelven uno de los mejores singles de aquel glorioso año.

# 39. Rock Music / Pixies
Bossanova (1990), 4AD / Elektra

Otra de las entradas polémicas de este listado: posiblemente el tema más odiado de Bossanova, el tercer disco de los Pixies. ¿Qué pasa con "Allison"? Demasiado corta. ¿"Velouria"? Autoplagio -le afana el riff a "River Euphrates" de Surfer Rosa. ¿Qué hay de "Hang Wire"? No me entusiasma mucho el comienzo. ¿"The Happening"? Me gusta esa onda Pink Floyd, pero demasiado noise. ¿Saben qué? Mando todo al carajo y pongo un tema de dos minutos, con alaridos ininteligibles, cuyas letras los antropólogos de los próximos siglos intentarán descrifrar sin éxito, una canción que ya sonaba nirvanera cuando Kurt Cobain todavía no tenía plata ni para comprarse una camisa leñador. Eso es rock music, muchachos. Lo demás son sólo detalles.

# 38. Late in the Day / Supergrass
In it for the money (1997), Parlophone

Quizás por haber hecho sus mejores álbumes cuando la fiebre del britpop ya estaba en declive (recordemos que 1997 fue el año de "Angels" y la consolidación de las teen bands noventosas) Supergrass nunca tuvo el lugar que mereció como uno de los mejores grupos pop del Reino Unido. Si alguien necesita saber por qué lo son, puede recurrir al excelente compilado Supergrass is 10, que en algo más de una hora demuestra por qué el trío de Oxford merece todo un capítulo en los anales de la historia de la música. Si no tienen tanto tiempo, pueden escuchar el tema que seleccioné. ¿Qué tenemos aquí? Piano, teclados, un sonido stone; buenos coros y en el medio, un cautivante solo distorsionado. En suma, una canción predominantemente acústica, muy pero muy british, sobre la vagancia y el pensar en cosas. Antes de que puedan decir "The importance of being idle", lo digo yo: Oasis, no inventaste nada.

# 37. 1979 / Smashing Pumpkins
Mellon Collie and the Infinite Sadness (1995), Virgin

Las reglas autoimpuestas de este ranking tienen por objetivo no sólo compartir la crème de la crème del sonido 90s sino, sobre todo, mostrar un panorama variado en términos de géneros y de cantidad de bandas involucradas. Esto explica, en parte, que hacia el principio del recorrido hayan aparecido algunas inclusiones dudosas (Offspring, Sleeper, System of a Down...). Pero cada vez van quedando menos temas, menos bandas ‒en suma, menos dudas‒, y la aparición de este tema da cuenta de ello. Acá es cuando la cosa se empieza a poner seria porque con "1979" llega una de las tonadas mas directamente increíbles: beats tecno, un estribillo monumental y el relato melancólico, icónico, de de la Generación X, brillantemente ilustrado por el videoclip que acompaña la canción.

And I don't even care to shake these zipper blues
And we don't know
Just where our bones will rest
To dust I guess
Forgotten and absorbed into the earth below


La adolescencia se parecía demasiado a esas líneas, tanto como a las sillas de plástico en la pileta, el papel higiénico alrededor del árbol, el auto de papá a toda velocidad, el alcohol en el minimercado a medianoche. Las postales gráficas y el sonido envolvente ‒que imagino azul, por algún motivo‒ de la voz de Billy Corgan, cuyo estatus de referente generacional nació y murió con aquella década:

The street heats the urgency of now
As you see there's no one around


# 36. Immortality / Pearl Jam
Vitalogy (1994), Epic

Luego del rock de estadios de Ten y Vs. que los convirtió en la banda más grande de los Estados Unidos, Pearl Jam volvió al estudio y grabó un álbum tan crudo y desfachatado que parece salido de uno de los míticos garages en los cuales, se supone, el rock vuelve a las raíces. Eso fue, en efecto, Vitalogy: rock sucio y baladas mínimas. "Immortality" el momento definitivo de un disco ya de por sí alucinante, con punteos con sabor a western, una atmósfera apagada pero hermosa, y la voz intimista de Eddie Vedder. Hacia el final del disco, y entre otros grandes temas como "Better man" o "Corduroy", puede pasar inadvertida... pero hagan el experimento. Escúchenla suelta, de noche, solos y con buenos auriculares. Después me cuentan.

# 35. Lover, You Should've Have Come Over / Jeff Buckley
Grace (1994), Columbia

El imaginario religioso nunca puede estar lejos de un tipo que en su único disco publicado en vida hace un cover del "Hallelujah" de Leonard Cohen (y que ese disco le pone Grace). Por eso, quizás, no sorprende el comienzo eclesiástico de este tema. Sí sus letras, los silencios, los reveses.
"Too young to hold on, and too old to just break free and run", nos cuenta Buckley, antes que aparezca un coro gospel y un crescendo desesperado en el que el chico de Orange County se resiste:

It's never over
My kingdom for a kiss upon her shoulder
It's never over
All my riches for her smiles when I slept so soft against her


# 34. E-Bow the Letter / R.E.M.
New Adventures in Hi-Fi (1996), Warner Bros.

El mundo se habrá ido al carajo al comienzo de este milenio: no me explico sino por qué me llama tanto la atención que allá por 1996 una banda podido sacar en Warner, como primer single, un tema como este, de casi seis minutos y en formato conversacional (aunque esté Stipe; aunque tenga de invitada a Patti Smith). Es que este es uno de los sencillos más extraños, intrincados y depresivos de los últimos veinticinco años. Y me encanta. Está lleno de detalles, capas y arreglos: casi un hechizo sónico.

# 33. Willing to Wait / Sebadoh
Harmacy (1996), Sub Pop

Sebadoh fue un trío indie de Massachusetts que con apenas media docena de álbumes desparejos logró convertirse en una de las más bandas de culto más recordadas de la década. El verdadero artista detrás del grupo era Lou Barlow, compositor de melodías como la que aquí nos ocupa, con unos ganchos de otro planeta y una marcada destreza para el tema pop. Apoyándose en un juego de cuerdas inédito para lo que venía siendo el sonido del grupo, "Willing to wait" tarda menos de treinta segundos en partirte el alma al medio.

When you see him again, tell him everything that you told me
Tell him that I'm still your friend
and maybe you would like to see me again

I'm willing to wait my turn to be with you
but I still have a lot to learn about me
and no one's sure if we should be together

But oh, when I saw you again
A beautiful friend, she opened up her heart and let me in
No, I cannot lie to you
I'm still in love with you and I only wanna be with you


# 32. Trigger Cut / Pavement
Slanted & Enchanted (1992), Matador

"Lies and betrayals / Fruit-cover nails / Electricity and lust". Ninguna canción que comience así puede salir mal. Mucho menos si el que la escribió es Stephen Malkmus, uno de los genios musicales que redefinió por completo el sonido de los noventa, tomando tantas cosas de The Fall como de Sonic Youth, de Wire como de Television, para llegar a los tracks noise con mucha melodía que componen uno de esos discos definitivos e ineludibles si queremos pensar en la música popular actual. Es así que Slanted & Enchanted ‒dice Robert Christgau‒ "condensa una década de indie trashing en una carrera de dos años que comienza a tomar vuelo con su disco debut". Y aunque me voy a perder su show en La Trastienda (porque pagar $440 por un espectáculo va contra mis principios), igual los quiero por cosas como "Trigger Cut".

# 31. My Iron Lung / Radiohead
My Iron Lung EP (1994), Parlophone

El lanzamiento de este EP marcaría un instante clave en la historia del rock británico: aquellos meses que separan a la bandita de "Creep" del proceso de creación de The Bends, uno de los mejores álbumes de rock de todos los tiempos. "This is our new song / just like the last one / A total waste of time / my iron lung", se burla Thom Yorke en uno de los versos del tema, una completa amalgama de sonidos que nada entre lo último de U2 y los Pixies de Bossanova y que llega texturado, como de a oleajes, sin miedo alguno a sonar ambicioso y desafiante. "Suck, suck your teenage thumb", se nos ríe el quinteto, antes de zambullirse en la más pura explosión guitarrera.

Decretazo / 3 jueves, 4 de noviembre de 2010

CONSIDERANDO:

Que los espectáculos musicales son de interés público y de carácter esencial para el desarrollo sociocultural de la población;

Que la pretendida "igualdad de los ciudadanos ante la ley" es letra muerta si no lo son también, cada vez más, ante el mercado;

Que la creciente segmentación mercadotécnica es uno de los grandes flagelos de la economía capitalista post-industrial;

Que durante los últimos años se incrementó la estratificación de las ubicaciones y los precios de las localidades, incluyendo ventas exclusivas para usuarios de determinadas tarjetas de crédito, en lo que ha llegado a convertirse en un verdadero sistema de castas.

Que en el marco de este deficiente sistema operan servicios de venta anticipada que en muchos casos impiden comprar la entrada por fuera de ellos, en una clara situación de “venta atada” que vulnera la Ley 25.156 de Defensa de la Competencia.

Por ello y en uso de facultades que le son propias:

El Tribunal Revolucionario de la República Argentina

DECRETA:

Artículo 1: Prohíbase la creación y explotación del sector denominado "Campo Vip"

Artículo 2: Prohíbase la creación y explotación de cualquier otro sector "Vip" o "Premium" de estadios, teatros y clubes.

Artículo 3: Decrétase el cierre definitivo y sin derecho a indemnización de las empresas privadas de venta anticipada, incluyendo TICKETEK S.A., TUENTRADA.COM S.A. y TICKETPORTAL S.A. Reubíquese a sus empleados en una empresa estatal financiada por el Estado nacional que, con presencia en las veinticuatro provincias, brindará el mismo servicio de manera gratuita.

Artículo 4: Ratifícase el viejo ordenamiento "General" - "Campo" - "Platea" para todos los espectáculos hasta tanto se establezca un programa de transición al comunismo en el campo de la asistencia a espectáculos.

Artículo 5: Comuníquese, publíquese y archívese.