Apuntes mundialistas: destrucción jueves, 21 de junio de 2018

Yo no estoy fuera de lugar, tú estas fuera de lugar, todo el maldito sistema esta fuera de lugar.

Homero Simpson referenciando a ...And Justice for All


En 1934, Argentina envió al Mundial a un equipo amateur, compuesto por jugadores de Dock Sud, Estudiantil Porteño y Sportivo Barracas. Cuenta la agencia Télam que la selección jugó un solo partido, perdió 3-2 contra Suecia y se volvió a casa. Fue la única vez que Argentina se fue sin triunfos de un Mundial. Jorge Sampaoli está a una derrota de igualar esta marca.

Hay triunfos que solo sirven para ocultar fracasos. La Selección Argentina, con su derroche de talentos ofensivos y con el mejor del mundo entre sus filas, es experta en el tema. No hace falta repasar qué fue lo que se maquilló en 2010, con un arriesgado esquema hiperofensivo que naufragó apenas nos agarró el primer europeo, y en 2014, cuando un planteo conservador nos depositó en la final luego de sufrir cada paso del camino en una de las llaves más accesibles de la Copa. El último gran engaño tuvo lugar el 10 de octubre de 2017 en Quito, cuando Messi jugó en Modo Dios (Varsky dixit) y sacó, él solo, el pasaje a Rusia.

El equipo que agarró Sampaoli es esto. "El comando que tiene en las manos vibra de manera constante desde que asumió, haciéndose cargo de una selección angustiada, sin un plan de vuelo concreto en cuatro años, con la interrupción del mandato de Gerardo Martino y el cameo malogrado de Edgardo Bauza. Los tres técnicos, un 38 a 38, una comisión normalizadora, los torneos locales indescifrables y un paro de futbolistas formaron la geografía de post guerra que siguió a la muerte de Julio Grondona", escribió semanas atrás Alejandro Wall. Luego, claro, Sampaoli. Nada para agregar que no se haya dicho en estas horas. Apenas una nota personal: tengo 32 años y es la primera vez que antes de cada uno de los partidos de la Selección, con solo repasar la formación y los nombres elegidos, siento una mala vibra. Un miedo indescriptible, premonitorio.






















Ya antes de llegar al Mundial de Rusia, mucho antes del debut del actual director técnico, mi idea de la Selección Argentina es la de un equipo que puede perder con cualquiera. Entonces, de vuelta al joven Al Pacino remixado por Homero Simpson: Caballero no está fuera de lugar, Messi no está fuera de lugar, Sampaoli no está fuera de lugar. Cuando un grupo de jugadores, incluyendo al mejor de todos y a varios de los más exitosos del planeta, no logran igualar la marca mundialista de un combinado amateur, todo el maldito sistema está fuera de lugar. Sorpresa hubiese sido ganar los dos primeros partidos. Sorpresa hubiese sido que en apenas quince días el técnico haya encontrado un equipo, cualquier equipo, y lo haya puesto a jugar a algo parecido al fútbol de élite que uno viene a disputar a una Copa del Mundo.

El de hoy fue el peor partido argentino en Mundiales del que tenga memoria. La selección se desmoronó en vivo y en directo. Croacia nos clavó tres y al último gol entró tocando como en un solteros contra casados. Fue un bochorno.

Los cálculos matemáticos y cuadros de doble entrada con las chances de clasificar están de más. ¿Llegar a octavos de final y que Francia nos clave siete? Alcanza con jugar con hidalguía el partido despedida de Mascherano el próximo martes. Me paran y me explican que quizás se alineen los planetas y pasamos, pero ése es exactamente mi punto. Ya está. No pido más de esta Copa.

"A favor de acelerar las contradicciones. Iniciar un proceso de purificación y destrucción creativa en el fútbol argentino en todos los niveles: renuncias masivas, intervención judicial, boicot, desafiliación, y destierro. Prender fuego todo y arrancar de cero." Lo escribí el 27 de junio de 2016. Al parecer, es momento de repetirlo.


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