La templanza de Brasil. En un mundial de 32 equipos con grupos de todos contra todos es fácil dejar puntos en el camino, más cuando los planteos de los equipos chicos hace tiempo que son más inteligentes, acaso amarretes, de lo que eran en el pasado. Lo sabe Brasil, que en su debut frente a Suiza iba 1-0 y pisteando como un campeón hasta que el conjunto europeo le empató y aguantó. Esta tarde en Rusia (mañana para el GMT-3 del oficinista argentino) iban cuarenta minutos del segundo tiempo y todo parecía indicar que a seleção no iba a robarle más que un empate a Costa Rica, selección que hace tiempo se especializó en este tipo de trámites ante los equipos más poderosos del planeta.
Sin embargo, Brasil no se desesperó. Mientras Keylor Navas despejaba objetos voladores a diestra y siniestra, el conjunto de Tite siguió atacando, sin prisa y sin pausa, haciendo su juego y hasta entrando tocando al área. Como un equipo seguro de sí mismo, sabía que el gol estaba al caer. Y así fue: en tiempo de descuento, Philippe Coutinho rompió el cero con su segundo gol en esta competencia, y en el minuto 97 Neymar tuvo el suyo. Pitido final y llanto de desahogo para la estrella del PSG. Fue la primera victoria de Brasil gracias a un gol en tiempo de descuento en toda la historia de la Copa del Mundo.
Para el bajón, dos de Musa. Luego del papelón de ayer y de la dramática situación argentina en la tabla del Grupo D, era obvio que el futuro del otro partido del lote iba a suscitar entusiasmos desmedidos. La transmisión de Nigeria-Islandia tuvo picos de 32 puntos, lo cual demuestra que Sampaoli hizo más por el rating de la TV Pública que Hernán Lombardi en toda su gestión. Las águilas verdes mostraron muy poco en la primera parte, pero se redimieron en los segundos 45 con mucho desenfado y dos goles de Ahmed Musa, crack del Leicester City que hoy tuvo una jornada consagratoria.
Con toda honestidad debo admitir que tras el bochorno del 0-3 no tenía (ni tengo, al escribir estas líneas) demasiado interés en el futuro de la Selección en esta Copa del Mundo. De pronto era obligación patria hinchar por un un conjunto africano (pero solo hoy, contra Islandia, porque después lo enfrentamos el martes con la obligación de sumar de a tres). En palabras de la imprescindible cuenta de Twitter @RusiaParaTodos: "En el bar se gritó con furia el gol nigeriano. Acto seguido, todos nos reímos a carcajadas de nuestra miseria".
Tras el 2-0 hubo bocinazos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y no alcancé a comprender la euforia. "¡Argentina depende de sí misma!", dijo uno. La inconsciencia de no entender que ese, precisamente, viene siendo el problema. La selección argentina no tiene el sistema o el temple para ganarle a nadie. Incluso si vence a Nigeria y se dan los otros resultados (no resulta irrazonable pensar que esta Croacia le puede ganar bien a Islandia), el pasaje a octavos promete ser otro dolor de ojos. Esta selección juega mal o, peor, no juega a nada. No quiero más oportunidades. No lo digo de provocador, pour épater les supporters de football. Va en serio: basta de barrer bajo la alfombra los infinitos problemas de este grupo de jugadores, técnicos y dirigentes. "Lo que vayas a hacer, hazlo pronto". Si es volver a casa, now's the fucking time.
Emoción política. Serbia arrancó el último partido de la fecha con todo, a sabiendas de que una victoria los colocaría entre los 16 mejores, y a los cinco minutos encontró la ventaja mediante un certero cabezazo de Aleksandar Mitrovic. Desde entonces dominó el partido y se fue al descanso con la sensación de que estaba para liquidarlo en los segundos cuarenta y cinco. Sin embargo, el suizo Xherdan Shaqiri envió un "ME VAS A DEJAR EMPATAR O NO HIJO DE PUTA - PRIMER AVISO" con forma de mediavuelta que se estrelló en el ángulo del arco defendido por Vladimir Stojkovic. Al poco tiempo Granit Xhaka consiguió el empate tras capturar un zurdazo afuera del área: latigazo y adentro. El partido se puso picante. Tras un centro de Serbia, dos suizos lo agarraron a Mitrovic y se lo enfiestaron en el área. Era penalazo para los dirigidos por Krstajić pero el árbitro dijo siga, siga. El VAR, ausente. Para sorpresa de todos, y coronando un partido repleto de emociones (uno de los mejores de la primera ronda), Suiza liquidó el partido en el minuto 90 —bajo la lluvia, para más dramatismo— con un contraataque letal que Shaqiri resolvió con entereza. Así, mientras se cerraba el telón de la novena jornada de Rusia 2018, Suiza se convirtió el primer equipo en dar vuelta un partido en esta Copa del Mundo. Ahora tiene un pie adentro de octavos.
El dato político de la fecha es que los goleadores suizos, Xhaka y Shaqiri, tienen una subhistoria muy intensa por su pasado albano-kosovar, y festejaron sus tantos imitando al águila bicéfala de la bandera de Albania. En general no me dejo llevar por las rivalidades nacionalistas en la Copa del Mundo: me gusta la cerveza fría, la tele fuerte y los conflictos de clase. ¿Cuando volverán aquellos buenos viejos tiempos en los que un Cristiano Lucarelli jugaba para la selección de Italia?
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